Soy su mujer
Al abrir los ojos todo era oscuro, pero en cuestión de segundos el cuarto se iluminó repetidamente y los cerró de nuevo para escuchar el estrepitoso ruido de los truenos, era como si la cama en la que estaba acostada hubiese vibrado por tal brusquedad. Las gotas heladas golpeaban la ventana como si quisieran traspasarlas sin piedad, entonces pestañeó para notar que ese no era el techo de su habitación, ladeo el rostro y se encontró con una almohada.
El enorme ventanal se agitó con fuerza al abrirse, y la helada brisa se adentró junto a algunas gotas. Sarada sintió un delicioso aroma entre el olor a tierra húmeda y la lluvia. Era una fragancia muy conocida para sus sentidos, pero su mente se negaba a aceptarlo aunque sabía la verdad. Las cortinas se ondearon y la brisa siguió entrando y esparciendo el olor.
¿De dónde venía esa deliciosa fragancia?
Se acercó más a la almohada y descubrió que de ahí venía al igual que de las sábanas. Ese aroma varonil era único, apretando la almohada con fuerza, Se levantó.
No se quedaría a esperar que las respuestas le llegarán.
En otra habitación mucho más espaciosa, se encontraban matándose con la mirada Iwabe, Denki, Lee y Shikadai, Inojin y Mitsuki. Unos decían que era Bolt y otros que era Boruto, por otro lado, una chica le limpiaba la herida a Sumire.
--- ¿Aún no llegan? --- preguntó Shikadai y el albino negó.
--- El señor Sasuke dijo que suspendieron su vuelo por el clima. Esta horrible --- miró a un costado y en lugar de una lluvia parecía más un diluvio.
Todos se paralizaron al escuchar a alguien patear la puerta y las voces de varios guardias.
--- ¡No puede entrar señorita!
--- ¿¡Dónde está mi hijo? --- le preguntó a Sumire al verla y está se levantó de su asiento y retrocedió.
Sarada entró con un aura totalmente oscura y decidida, sus amigos se levantaron se inmediato para detenerla, pero se le adelantaron otros militares.
--- Ya le dijimos que no puedo entrar aquí, señora.
La pelinegra paró en seco y con las cejas fruncidas se acercó al tipo y lo derribó de un golpe.
--- Sólo tengo veinticinco, estúpido.
Los otros chicos retrocedieron y ella siguió su camino hacia Sumire.
--- Dime donde está.
--- ¡No lo sé! --- dijo sujetando la muñeca de su mano derecha, un claro ejemplo de nerviosismo --- yo no secuestre a tu hijo, Sarada.
--- ¡Si, claro! --- rió con ironía y miró a su al rededor --- ¿cuánto más planeaba ocultar la verdad?
Era consciente de que Boruto estaba vivo, ya lo estaba asimilando, pero ya no era esa chiquilla de veinte años que lloró y quiso suicidarse por su amado, esa niña hubiese buscado en este instante a Boruto, lo hubiese abrazado y dicho cuanto lo extrañó y amaba, pero ya no era esa niña.
Era una madre y su prioridad era su hijo.
Si tenía bastantes dudas en la cabeza como: ¿Por qué Boruto nunca regreso? ¿No la amaba? ¿No quiso regresar con su familia? No era una estúpida, sabía de antemano que algo ocurrió como para que el jamás regresará, No iba a caer en el cuento de "No regresó porque me ama a mi" el jamás amó a Sumire, de eso podía estar segura, y por un lado se sentía tranquila.
Ahora lo único que quería era encontrar a su hijo, seguía siendo esa chica enamorada, pero el amor de una madre sobrepasa el inmenso amor que sentía hacia el rubio.
--- ¿Como tenías el descaro de ir a su casa y no decir la verdad? ¡Estuviste en su funeral, por dios! --- gritó sorprendiendo a todos --- consolaste a la madre de Boruto cuando sabías que el estaba vivo ¿¡cómo pudiste hacer eso!?
Todos permanecieron en total silencio observando a Sumire quien se removió incómoda en su lugar.
--- Sí decía la verdad iba a ir contigo, Me iba a dejar... --- susurró y la miró con ojos llorosos --- yo lo amo... ¡yo puedo hacerlo feliz!
Sarada negó y se acercó decidida a ponerla en su lugar aún con el inmenso dolor en su pierna.
--- El nunca te amó y no lo hará. --- dijo a pocos centímetros de su rostro.
--- Me temo que llegaste tarde --- respondió Sumire y alzó su mano mostrándole el dorso.
Todos los presentes observaron la escena, Sarada miró sus manos y se topó con un anillo de plata coronado su dedo anular.
--- Soy su esposa.
Los ojos casi se le salen a Inojin y deseó matar a Boruto, lo primero que pasó por su mente fue obvio ¿Cómo se atrevia? Iba a ir hacia ellas, pero Shikadai lo detuvo.
--- Recuerda que perdió la memoria, además, es falso. --- le susurró y luego miró de nuevo la escena.
Sintió pena por Sara, ella no sabía de su pérdida de memoria y lo más probable es que se sienta traicionada y no quiera ver a Boruto, eso es lo primero que pensaría cualquier mujer en su lugar.
--- Llevó más de un año de matrimonio con él, así de fácil te olvidó --- dio un paso más para quedar cara a cara con ella --- tu anillo de juguete no vale, la única que es su esposa aquí soy yo.
Sarada arqueó una ceja y ladeo su rostro mientras suspiró y rió con ironía, negó ocasionando que su coleta se meneara y después de acomodarse su flequillo regresó su vista a ella, se irguió claramente llevandole centímetros de más y entreabrio los labios.
--- Es cierto, eres su esposa --- levantó ambas manos en señal de rendición y Sumire sonrió.
Nuevamente el rubio quería ir y decirle a Sara que todo era falso, que debía confiar en él, pero de nuevo su amigo lo detuvo y le hizo una señal para que siguiera mirando.
--- Quizá tienes un acta de matrimonio y eres su esposa, pero yo --- se apuntó a sí misma y sonrió --- yo tengo su corazón y soy su mujer.
Con pasos decididos acortó la distancia y tomó a Sumire del mentón, quien apretaba la mandíbula con furia.
--- No eres la única que ha estado en su cama --- susurró la pelimorada intentando no gritar de desesperación.
--- Es cierto, pero entre tú y yo hay una gran diferencia --- la miró a los ojos y ella sintió terror al verlos tan oscuros como nunca --- lo tuyo sólo fue sexo, a mi me hizo el amor.
La sonrisa de Sarada creció al ver como su quijada se abrió con indignación y chilló de ira. La soltó y dio la vuelta a salir del lugar dejando anonados a los testigos, las mujeres de limpieza sintieron seguir con lo suyo mientras intercambiaban palabras mirando a Sumire.
Quería seguir humillandola, pero el dolor en su pierna era insoportable, podía sentir el líquido caliente deslizarse con lentitud. Con algo de dificultad regresó por el pasillo intentando encontrar la habitación en donde estaba, pero el dolor era inmenso, cada escalón que había subido le había arrancado más dolor.
El rubio pasaba los pasillos completamente agotado, frustrado y deprimido. Había intentado buscarlo, pero no encontró nada, era como si la tierra se lo hubiese tragado. Al doblar por el pasillo que estaba por su habitación, se quedó quieto al observarla.
Sarada estaba recargada en la pared intentando regular su respiración, él por instinto se acercó de prisa, claramente se notaba que se sentía mal y debía ir ¿No?
--- Disculpe... --- susurró entrando por tocar su hombro, pero se detuvo al ver que ella dio un salto del susto.
Los ojos de Sarada lo miraron fijamente. Aún parecía irreal ¿en verdad era él? Nuevamente sintió las piernas flaquear y su respiración entrecortarse, era como si fuese a un fantasma.
Era difícil aceptar la muerte de una persona y luego verla.
Sintió un ardor en la cabeza de tantas preguntas, luego recordó lo de Sumire, si se sentía traicionada y frustrada, pero sólo intentaba ser fuerte.
--- Señorita... --- susurró sujetando sus hombres al sentir que en cualquier momento se derrumbaria.
--- Señorita...
Simplemente cerró los ojos y se dejó abrazar por la calidez, escondió su cabeza entre su cuello embriagandose de su aroma.
Era él.
Bolt la cargó, su cuerpo se sentía tan frágil...tan débil, aún no podía creer que aquella mujer haya corrido con un arma en mano, que ella era la madre del niño. La sintió tan pequeña cuando entró a la habitación y con cuidado la dejó en la cama.
Cuando ella jadeo al sentarse en la cama entendió de donde provenía su dolor, rápidamente se levantó y tomó el cuenco que estaba sobre su buro y se dirigió al baño para llenarlo con agua, al regresar tomó el primer pañuelo que encontró y se inco frente a ella.
Algo dudoso la miró --- ¿Podría...?
Los ojos de Sarada se enternecieron al ver su rostro, se notaba nervioso y con pena como aquel día, pero había una diferencia, el no era ese chico con cierta arrogancia que la Arrojó aquella madrugada.
--- Alza la falda.
Ella se sonrojó al instante ¿qué había dicho? ¿acaso escucho bien?
--- ¿Disculpe? --- enarcó una ceja mirándolo en espera de que repitiera lo dicho.
El la miró--- alza la falda--- repitió rodando los ojos con fastidio.
El sonido de una bofetada hizo eco en la habitación.
--- ¿¡Qué le pasa!? --- grito sobresaltandola --- lo dije para limpiar la herida, no para lo que sea que piense--- aclaró con furía en los ojos.
--- Solo mi marido puede verme --- dijo frunciendo el ceño y es que era cierto, desde pequeña le habían inculcado esa educación, era así para toda mujer de ese siglo. Era una sociedad realmente machista y aunque ella no estaba de a cuerdo, no estaba dispuesta a enseñarle los muslos a ese tipo quien la arroyó y le gritó.
El suspiro con frustración--- es correcto, pero le recuerdo que usted señorita --- hizo enfasís en lo último --- no esta casada.
--- Pero lo estaré algún día
--- Si y cuando le muestre las piernas a su marido aborreserá esa cicatriz que se le formará sino desinfecto esa herida --- dijo ya harto, se enojaba con sus mismas palabras y no entendía el porqué.
Ella con verguenza y sin poder hacer nada, ya que sabía que el tenía razón, una sicatriz no sería muy lindo levantó su falda mostrando sus medias rotas.
Ella asintió y tomó la tela beige intentando no temblar, haló de su prenda con suavidad hasta subirla al muslo. Él hizo una mueca al ver su herida ¿por qué nadie la había curado? Se imaginó un raspón, pero no una herida de bala. Se levantó de nuevo y de una gaveta sacó gasas para volver a incarse delante de ella.
Remojó el pañuelo con agua y le dio leves toques a la pierna para ir retirando la sangre.
Sarada sintió un déjà vu y juró que su corazón no lo resistiría, pero ese bello momento fue interrumpido cuando la argolla de plata interceptó en su mirada.
Ladeo el rostro intentando oprimir las lágrimas, entonces era cierto que se casó con Sumire.
--- Lo lamento... --- susurró Bolt y ella volteó en seguida. Sus ojos azules reflejaban preocupación.
--- No... esta bien --- contestó sabiendo que se disculpaba por el dolor de la herida.
Sus dedos rozaron el muslo al momento de pegar la gasa y ella sintió la misma sensación.
Recordó que él se mostró profesional al topar algodón y remojarlo con alcohol, pero por dentro tuvo que calmar su instinto de hombre, es que jamás creyó lo bellas que se veían esas piernas con esas medias casi rotas. Miró su herida y sin pedir permiso haló de la tela de licra y las rimpió por completo, ella llevó su mano en su boca al darse cuenta de que se le escapó un sonido demasiado obsceno para su gusto.
Desvió la mirada totalmente avergonzada y el lo notó, se dio cuenta de esas mejillas sonrojadas, se dio cuenta de su mirada sumisa y sobre todo se dio cuenta de qué no fue un gemído de dolor.
Deshecho todos los pensamientos que pudieran cruzar por su cabeza y se concentró en la herida. Sus piernas eran tan blancas y finas, eran perfectas, parecía una modelo. Rozó con suma delicadeza el algodón sobre su muslo que tenía leves rasguños.
Tomó una gaza y con cinta medica la ató mientras sacaba una venda la cual enrrolló como si se tratará de la pierna de un recién nacido.
Su pulso se aceleraba cada vez más y ella, se mordía los labios, el sentir como sus dedos rozaban sus piernas cin delicadeza...había descubierto algo y era que tenía cosquilleos en los muslos, más cuando el rozaba un poco más arriba.
El no se percató de lo que ocasionaba en ella, tampoco se dio cuenta de que rozaba más de lo que debía, casi así le estaba acariciando las piernas sin que se de cuenta.
- Detente...- susurró ella intentando contener las reacciones.
- Ya estoy por...
- ¡Boruto...!
El se calló al instante y sus manos quedarón estáticas, la miró, su respiración entrecortada...sus ojos negros dilatados junto a sus mejillas teñídas de un tono carmesí y por si fuera poco, quedó maravillado al ver como con verguenza cubría esos bellos labios.
Ella no gimió, pero él si se detuvo como si tuviese la necesidad de hacerlo, sintió que ya había estado antes en la situación ¿quizá eso explicaba la pequeña cicatriz en su pierna? Se sentía confundido, se quedó con las manos quietas en sus piernas y la miró como si en sus ojos encontrará la respuesta.
Ella lo miró esperando su reacción, su mirada era la misma, sus ojos azules de oscurecieron como aquel día ¿era deseo? ¿se iría de nuevo? Existía otra diferencia: era que el no era ese chico de diecinueve años, era un hombre que tenía experiencia, pero no recuerdes. Sin embargo, tenía corazón y seguía siendo el mismo.
Sarada tomó su brazo al ver que se había levantado para escapar y él la miró sin entender.
¿Qué era esa sensación?
--- No te vayas... --- susurró atrayendolo hacia ella --- No está vez...
Bolt confundido, se quedó quieto y dejó guiarse por la mujer, ella intentó pararse y la detuvo para ayudar a sentarla de nuevo.
《Ahora》se dijo Sarada al ver la cercanía.
Sujetó el cuello de su jersey y lo acercó a ella. Boruto la miró fijamente, estando a centímetros de ella notó que sus ojos eran tan hermosos, eran sin duda alguna idénticos a los del niño, no podía distinguir la iris de su pupila, era fascinante.
La Uchiha notó su comportamiento extraño, si la hubiese abandonado al menos intentaría explicarle el porqué o se mostraría nervioso, pero no había nada de eso. El estaba confundido ¿tan buen actor era? No iba a caer en el cuento de Sumire, ahí había un motivo y lo iba a averiguar.
Con lentitud, pero presición, abrazó sus labios en una pequeña caricia, él se quedó perplejo, pero no se alejó, y tampoco correspondió. No sabía que hacer, se sentía muy confundido, quería hacerlo, pero ¿No debía? Sarada fue rápido y lo acercó aún más a ella haciendo que se sentará a su lado, luego se apoyó con su pierna que no estaba herida y usó sus hombros de respaldo para ponerse de pie. Bolt sintió que se caería e involuntariamente puso su mano en su otra pierna aprovechando así, Sarada, para sentarse en su regazo.
Deslizó sus manos por sus hombros hasta rodear su cuello, para romper el beso, y mirarlo. ¿Qué le habían hecho? Pensó con furia, se veía tan confundido y perdido. Lo empujó con suavidad y ambos cayeron en el colchón, ella sobre él.
Sarada meneo su cabeza para que sus cabellos quedarán del otro lado y no le cayeran en el rostro, entonces acarició su mejilla mientras intentaba descifrar en su mirada que le sucedió. Incluso lucía asustado, hizo a un lado los cabellos de su frente y siguió su recorrido hasta llegar a esa cicatriz, era lo único distinto en él.
Boruto sintió los labios de Sarada en su frente, luego en el inicio de su cicatriz y siguió su longitud con pequeños y suaves picos, besó sus párpados junto a sus mejillas. ¿Por qué lo hacia? ¿por qué le gustaba? Era un acto tan tierno y cálido, tan familiar, después de dejar de sentir los besos abrió sus ojos y se encontró los suyos mirándolo con ternura.
Sintió que el corazón se le iba a escapar cuando junto sus frentes y murmuró su nombre, esa mujer estaba llena de amor, amor que el estuvo buscando estos años.
Lo que Sarada le daba era más de lo que estaba preparado para recibir.
--- ¿Por qué hace esto? --- preguntó en un susurró y ella acarició de nuevo su rostro.
--- Porque te amo y eres mi esposo.
El se confundió aún más y ella lo notó.
--- ¿Cómo pudiste casarte con ella? --- preguntó al fin. Quizá no lo demostró, pero por dentro se moría de celos, odiaba compartir lo suyo.
--- No te recuerdo...
--- ¿Y a ella si? --- el negó --- Entonces ¿por qué lo hiciste? Me dijeron varias veces que rehaga mi vida con otro hombre...
Sin saber porqué, Bolt rogó en su interior porque no lo haya hecho.
--- Pero no pude...yo te prometí que te esperaría, no soportaba la idea de estar con otro hombre cuando aún te amaba, no soportaba la idea de que otro hombre me toque cuando aún sentía tus caricias, pero... tú si pudiste olvidarme...
--- Lo siento...yo --- ella lo calló con su dedo índice.
--- ¿La amas? --- el negó, y entonces ella miró el anillo --- quítatelo, tu esposa soy yo.
Bolt abrió los ojos algo sorprendido por el carácter de aquella mujer, pero nuevamente sin saber porqué, lo hizo. Se quitó el anillo y se lo entregó, ella de inmediato lo lanzó lejos y lo besó, ahora con algo de fuerza y demanda, delineó con su lengua sus labios para luego entreabrirlos y adueñarse de su boca.
--- Te amo... --- le susurró mientras le levantaba el jersey.
Él no sabía si responderle o no ¿la amaba? No lo recordaba, no sabía quien era.
--- No intentes recordar... --- susurró contra sus labios --- siéntelo... ¿me amas?
Podía sentir su corazón latir con rapidez de nuevo, Sumire no le causaba esas sensaciones ¿eso era el amor? El miedo, la soledad, y la frustración fueron reemplazados por la calidez, deseo y ¿amor? ¿para qué dudar? Deslizó su mano por la espalda de Sarada hasta su nuca en donde hizo presión para profundizar aún más el beso.
Se reincorporó un poco con los codos para que ella pueda sacarle con facilidad la prenda la cual acabó a unos metros de la cama, la Uchiha no perdió tiempo y dejó sus labios para ir a su cuello, el cual marcó con ímpetu mientras sus manos delineaban su cuerpo, ese cuerpo calido que tantas veces recordaba en sueños, le era irreal aún. Si era un sueño, entonces deseó terminarlo y no llorar en las mañanas porque lo olvido. La delgada tela de sus guantes marrón recorrían cada esquina de su cuerpo, y sus labios acariciaban cada cicatriz, amaba sacarle suspiros o sentirlo tensarse.
--- ¿Me crees? --- le preguntó volviendo a su rostro --- se que adoras que te bese el rostro --- dijo repartiendo innumerables picos.
Sarada, apoyándo las manos en su pecho, se irguió y con movimientos tortuosos y demasiados lentos para el gusto de Bolt, comenzó a desabotonar su blusa de arriba hacia abajo sin perder su mirada aunque la de él se le escapaba para divisar el cuerpo que estaba por presenciar.
--- ¿en verdad no me recuerdas?
Dejó que la tela se deslizara por sus hombros hasta caer a los lados. En los ojos de Boruto se reflejó un conjunto sencillo. Sarada no pensó que en la noche estaría en la cama con su esposo, ella creyó que sólo tomaría té como los demás días, pero todo dio un rumbo distinto, y aún así para el fue suficiente, la tela blanca resaltaba
Junto a su piel en la oscuridad de la habitación, y cuando los rayos hacían presencia su respiración se paraba al contemplarla. Apretó la mandíbula al sentir varias sensaciones arrimolinarse en su pecho para luego bajar a su abdomen.
--- Sarada... --- susurró sin saber porqué, sólo sintió la necesidad de hacerlo.
Ella hizo a un lado una tira de su sujetador y luego hizo lo mismo con la otra para luego dirigir sus manos a su espalda en donde sólo se escuchó el broche.
Él tragó hondo cuando ese conjunto acompañó a su camiseta en el suelo.
El recuerdo de varios besos inundó su mente junto al olor de tierra húmeda el cual iba siendo opacado por una fragancia femenina, varios susurros y jadeos llenaron su cabeza.
¿En qué momento acabó sobre ella? Sólo siguió su instinto mientras su mente era acompañada de ese recuerdo, la silueta de dos personas de sexo opuesto corriendo hacia una cabaña tomados de la mano, la sonrisa de la chica relucía en la oscuridad así como el anillo de juguete.
De forma involuntaria tomó su mano izquierda y la levantó ante la mirada expectante de Sarada.
--- Quítate los guantes.
Ella negó --- mis manos son horribles. Arruinaran el momento.
--- No me importa --- dijo con voz ronca intentando contener todo lo que sentía.
Ella miró su mano y completamente insegura lo retiró con la otra. Agradecía la oscuridad, pero aún así el lo vio y recordó lo que dijo Lee.
--- ¡Es verdad! Cuando se le gastaron las balas, tomó su escopeta y la partió en la cabeza de un ruso ¡Fue asombroso! --- sus ojos se eliminaron aún más --- pero lo que jamás olvidaré: fue cuando alzó un bomba que habían tirado cerca de su brigada, yo estaba cerca y esa bomba era de más de cuarenta kilos y estaba hirviendo, ¡pero no le importó! La sujeto y la lanzó lejos justo a tiempo.
Las manos de Sarada tenían cicatrices en especial su Palma, su piel estaba rojiza, pero aún así a pesar de todo para el sus manos lucían hermosas, sus uñas largas estaban bien cortadas y brillosas, pudo descifrar que era una mujer dedicada a su hijo, pero si se dedicaba atención a ella misma ¿qué mujer que siempre usa guantes se arreglaría las uñas? siguió su recorrido y en sus ojos brilló ese pequeño anillo en su dedo anular.
Era de juguete, igual al que el tenía.
Besó el dorso de su mano para luego atrapar sus labios, las palabras sobraban ahora, sólo quería seguir sintiendo esas sensaciones y desatar el nudo para liberar sus sentimientos.
Sarada suspiró al sentir los besos húmedos en su cuello y Boruto comprobó que su piel era tan suave como imaginó o como recordaba.
--- Me recuerdas... ¿verdad? --- gimió ante la ola de placer. Su vista se nublaba al sentir su cuerpo grande, fuerte y caliente sobre el suyo. Acarició su espalda y se detuvo en sus hombros --- se que te encanta cuando te clavo las uñas --- jadeo al hacerlo y Boruto gruñó mientras bajaba a su clavícula.
Bolt entreabrio los ojos y era como si divisara la tenue luz de una vela en una cabaña, las emociones y nervios. El sonido de la lluvia impactar en la madera y la tierra, de pronto las siluetas corriendo mientras salpicavan los charcos. Los jadeos y gemidos, los susurros cargados de amor y promesas.
Se dejó llevar y cuando se dio cuenta ambos estaban desnudas repartiéndose caricias en la cama. La voz de esa chica, sus cabellos largos y arrebatos de placer en un sofá así como en una habitación, recordó acorralar a alguien en una pared, varios gritos y lágrimas, pero al final siempre regresaban los besos y caricias. Peleas en un balcón, el recuerdo de un chico corriendo en una cancha bajo el pleno sol de la tarde, sólo eran siluetas no veía los rostros.
De pronto miró a Sarada, sus ojos negros eran una noche llena de estrellas, y sus mejillas rosadas... su vista se distorsionó y el lugar en donde estaban desapareció y cambió por una ventana.
Una ventana donde unos pétalos de cerezos bailaban con la brisa, y entonces la observó. Ya no era una silueta, podía ver con claridad quien era, esa chica con sus cabellos cortos que se meneaban en sincronía con los pétalos, su perfil era perfecto, su nariz respingada era como si estuviese dibujada con trazos delicados y finos. Entonces esa chica volteó...esa chica tenía gafas rojas y detrás de ellas sus ojos negros brillaban como los de la mujer que tenía frente a él y así cada imagen que diviso antes cobró sentido y color.
--- Cásese conmigo teniente.
Rompiendo la distancia y acoplando sus sentimientos, la cubrió con su cuerpo penetrandola al fin. Las manos de Sarada se aferraron a su espalda mientras sus piernas rodeaban su cintura y su corazón su alma.
--- Te amo... --- sollozó mirándolo fijamente.
--- Yo a ti... --- la besó con cariño y la rodeó con sus brazos al sentir las sensaciones sacudirlos con brusquedad dando así culminado su acto de amor.
Sumire daba vueltas mientras las miradas la seguían, unas reprobatorias y otras con gracia. Debía salir de ahí, pues no tardaría en llegar Himawari y Hinata, lo menos que quería era verlas.
--- ¡Déjenme salir de aquí! --- gritó. Los chicos tenían rodeado la puerta.
--- No podemos permitirlo.
--- ¿Madara está por llegar? --- preguntó el que parecía el jefe de ese lugar y Shikadai asintió.
--- ¡Debo estar con Bolt, él me necesita!
--- Lo dudo --- dijo Iwabe entrando --- ha de estar ocupado con su esposa.
--- Yo soy su esposa.
--- Te equivocas, los papeles eran falsos, Sumire. Ahora dinos donde está el niño.
--- Yo no lo sé --- chilló enojada y llena de frustración.
Sarada se acomodó en su hombro y rodeó su pecho, entonces lo vió, tomó entre sus manos esa cadenilla en donde estaba el anillo de juguete de él.
--- sentía que era lo único real, lo único que me quedaba de mi vida, por eso...no pude...por eso lo conserve... --- dijo y la miró fijamente mientras ella sonreía.
--- Lo que nos conectaba... --- susurró y acarició su rostro.
--- Lo lamento. --- dijo él y la apegó más a su cuerpo.
--- Tardaré en perdonarte, me haz sido infiel --- masculló enojada.
--- Fue horrible --- susurró y ella se levantó en seguida apoyándose con su codo.
--- ¿Cómo? --- preguntó casi atragantandose con su mirada.
--- Lo de Sumire --- dijo rápidamente, él se refería a eso, no a lo que acababan de hacer. --- sólo quería quedar embarazada.
Ella se tensó, pues claro, era el plan perfecto, quedando embarazada lo ataría a ella a siempre y entonces se preguntó ¿que ocurrió? O... ¿si ocurrió? Su corazón bombeo con fuerza y lo miró enseguida.
--- Entonces... --- el negó.
--- Ella es estéril.
Entonces algo nuevo cobró sentido en la mente de Sarada. Lo miró y él la entendió. De alguna u otra forma le sacaría la verdad, ahora estaba más que convencida que ella tenía a su hijo.
Nota:
Aquí el capítulo espero les haya gustado 😊 y Boruto aún no recuperó por completo la memoria por si tenían duda...
Y en el siguiente capítulo se resolverán varias cosas así como el porqué sobrevivió a esa explosión, donde está el niño, la muerte de Kagura :'v y varias cosas más, prácticamente de todo, ya que sólo falta un capítulo para el epílogo.
Sin más me despido, tengan linda tarde, me voy a la escuela. Gracias por sus comentarios, votos y apoyo ♡
Los quiero 😉😙🤗
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