Oportunidad
Las pisadas del doctor retumbaron en la sala de espera en donde la familia yacía preocupada, Sasuke se levantó al verlo llegar al igual que su esposa, no podía descifrar si eran buenas o malas noticias por la expresión neutra del sujeto.
— Aquí está — dijo pasando las hojas que estaban sujetas por grapas — no hay de que preocuparse, la señorita Uchiha no fue agredida sexualmente.
— Que alivio — susurraron Sakura y Karin al mismo tiempo.
— ¿Cuándo se le dará el alta? — preguntó Sasuke.
— Si hoy reacciona posiblemente en dos o tres días.
Sintió su pulso tranquilizarse de nuevo, su hija estaba bien.
— ¡Sakura!
La pelirosa volteo hacia el pasillo al escuchar su nombre, en menos de unos segundos divisó a Hinata y Himawari acercarse.
— ¿Cómo está? — preguntó la Uzumaki menor intentando regular su respiración.
— Está bien — Dijo Sakura sin poder evitar la emoción.
— ¿puedo verla?
— Lo siento señorita, pero la hora de visitas a terminado — dijo el doctor antes de que Sakura respondiera.
— Aún falta media hora para las once.
— Si, pero es por su estado, le harán un chequeo.
— Lo siento Himawari — la miró — mañana temprano vendremos, podemos pasar por ti.
— Gracias — sonrió — me alegra saber que está bien.
Eran alrededor de las tres de la madrugada, Sarada podía sentir la brisa entrar por la ventana de su habitación, pero no podía abrir los ojos ni moverse, era como si su cuerpo se hubiese apagada. Sentía miedo. ¿acaso estaba muerta? Negó de inmediato, no tenia grandes daños como para morir.
Sentía frio y el ensordecedor sonido de su pulso marcado en ese aparato le aterraba, siempre odio los hospitales y ahora lo hacía más, quería moverse y salir, gritar. Podía sentir el sudor resbalarse en su cuerpo, pero no podía hacer nada.
Toda la helades desapareció ante ese tacto.
Sintió una leve caricia en su mejilla, era cálido y reconfortante.
¿Boruto?
No, era imposible, lo más probable es que el la odie en estos momentos, quizá sea su madre, pero entonces ¿por qué el tacto el distinto? Sentía sus caricias con suma delicadeza, como si fuese a romperse y esa manera en que esos dedos índice y pulgar levantaron su quijada con cuidado la convencieron.
Era el.
Pero quizá un sueño, intentó imaginarse su mirada tranquilizándola, su voz gruesa cada vez se distorsionaba más, le dijo algo, pero no lo entendió. El cansancio la consumió, intentó gritar, quería verlo y decirle que se arrepentía de lo que hizo, quería escapar con el ¿aceptaría? Ni siquiera le preguntaría, quería llevárselo, quería ser egoísta una vez en su vida quería pensar en ella. Intentó con desespero moverse, tenia que abrir los ojos.
Se perdió en la obscuridad, por más que lo intentó no lo logró, lo ultimo que escuchó fue su nombre el cual se fue apagando poco a poco.
¡Boruto...!
El sentimiento de su voz formó parte de la brisa que revolvió esos cabellos dorados.
— Sarada...
Miró su cuerpo inerte, se maldijo al verla así, si tan solo hubiese ido por ella, si la hubiese seguido no estaría así, incluso pudieron haber arreglado sus problemas, aunque sabían que no tenían solución. Creyó amarla, pero lo corroboró al descubrir quien era.
Uchiha Sarada, esas gafas rojas a lado de la camilla hablaron solas. Era ella.
El creer quedó en el pasado, ahora él sabía, la amaba.
—¿no sientes lo mismo?
Susurró acariciando su mano, por ella era capaz de todo, así como dejar inconscientes a los guardias, tardó más de dos horas debatiéndose si ir o no, intentó dormir porque según él ya había tomado una decisión y era Sumire.
Era una buena chica y por ello debía negarse a ese matrimonio, ella merecía a un hombre que la ame y el solo amaría a la mujer frente a él, pero tampoco se quedaría como un idiota persiguiéndola.
El estaba dispuesto a luchar por ella a pesar de lo sucedido, su amor era tan grande que se deshizo de su orgullo al venir a verla.
Su mano temblorosa rozó por ultima vez su diario, lo apretó con una fuerza considerable, mientras sus cejas rubias se curvearon a juego con sus facciones, seria la ultima oportunidad para su "relación"
Dejó ese libro con sus sentimientos debajo de sus gafas, rogó en su interior que al leerlo se diera cuenta de sus sentimientos, pero ¿y si no sabía que hacer? Sus nervios aumentaron al escuchar voces, tenía que darse prisa. Buscó un bolígrafo en la habitación y al encontrarlo escribió en la última página que quedaba, solo deseo que pudiese entender su caligrafía que era un desastre por la rapidez con la que escribía.
Cerró el libro y la miró, contemplo por ultima vez ese rostro, si ella no aceptaba su propuesta entonces el no tenía por qué rogar. Miró su reloj antes rápidamente: las cuatro de la madrugada.
Se acercó a su rostro y suspiro su aroma ¿no estaría mal una ultima vez? Unió sus labios con delicadeza para no lastimar su herida, esa suave caricia le erizó la piel y aceleró su corazón.
— Te amo.
Los rayos del sol se filtraron por las cortinas azul cielo de la habitación, una cabellera pelirosa andaba de aquí y por ahí en la habitación. Llegó a primera hora y abrió esas cortinas, le pareció extraño que su ventana estuviese abierta, se acercó al barandal y lo ignoró por completo ya que la habitación estaba en el tercer piso.
— Buenos días — dijo Himawari entrando a la habitación — ¿no ha reaccionado? — preguntó preocupada.
— Solo está durmiendo — la miró — dijo la enfermera que cuando la vino a revisar a las cuatro y media, estaba despierta.
— Que alivio — dejó los girasoles en el florero de su habitación, los acomodó con una sonrisa y ordenó las cosas, su vista se detuvo en ese libro, sus dedos estaban por rozarlos.
— ¡Himawari! — la pelinegra casi pega un grito del susto, tocó su pecho calmando a su acelerado corazón y miró a Chou.
— Me asustas — suspiro
— No hay tiempo ¡ya llegó! — dijo la morena con una sonrisa.
— ¿quién? — preguntó dubitativa y antes de que respondiera divisó una cabellera lila ondeándose a su paso — Sumire...
— Himawari — sonrió — cuanto tiempo sin verte.
— Oh cielos mírate — sonrió la ojiazul al abrazarla.
— Vine en cuanto me enteré — dijo con un tono de voz apagado. Himawari la miró y asintió.
— Ya esta mejor, ven — la guio y entró de nuevo a la habitación.
— Sarada — susurró al ver a su amiga en aquella camilla.
— Se alegrará mucho de verte.
— Yo me alegro de verla, tengo mucho que contarle — sonrió con un pequeño sonrojo.
— Sarada es buena aconsejando — dijo Chou riendo.
— ¡Himawari, Chou! — las aludidas miraron hacia donde venia la voz.
— ¿qué pasa Mitsuki? — preguntó la morena acercándose — estamos con Sarada, vete.
— Les recuerdo que igual es mi amiga — sonrió y para sus ojos dorados no paso desapercibida la presencia de aquella chica — La madre de Sarada las busca.
— ¿no te dijo para qué?
El negó.
— Vamos Hima — dijo con pesadez y esta la siguió.
— Vigila a Sara, en cualquier momento puede despertar — le dijo a Sumire y esta asintió.
— Recupérate pronto — dijo tocando su mano, luego se acercó a los girasoles e inhalo la deliciosa fragancia que desprendían, su mirada se centro en lo mismo que Himawari. La cubierta roja de ese libro color vino le llamo la atención. Lo levantó con cuidado y lo abrió.
"La chica de las gafas rojas"
Lo cerró de nuevo y miró la parte de atrás, tenía algunas pequeñas ralladuras que se notaban recientes ya que el resto de la encuadernación estaba intacta. Sus dedos recorrieron el borde para abrirlo desde atrás.
— Señorita...
Se cubrió los labios para evitar gritar.
— Lo lamento, no quise asustarla — se disculpó la enfermera — solo iba a decirle que esta prohibido meter cosas sin autorización.
— Pero...
— La señorita Uchiha es de una familia prestigiosa y no queremos que un descuido le cause daño porque su familia podría denunciar este hospital. Así que de favor le pido que se lleve ese libro.
— Es solo un libro — parpadeó sin entender — no creo que...
— No sabemos si esta desinfectado, si gusta lo llevaré y...
— No — le interrumpió, ella estaba en la academia de medicina y sabia a que se refería con que se lo iba a llevar, no era de ella y lo mejor era dárselo a Sara, por algo estaba ahí — yo lo llevaré, no se preocupe.
La enfermera asintió y ella lo guardó en su bolso para salir de la habitación e intentar buscar a sus amigas.
— Himawari — dijo al verla con la familia de Sarada, metió su mano en su bolso para sacar el libro.
— Señorita Kakei — ella miró al instante, era su chofer — su padre la está esperando.
— Ah...enseguida voy — titubeó y volteó, pero ya no estaba. Miró a la abuela de Sarada en la sala de espera — disculpe, ¿podría disculparme con mis amigas y la madre de Sarada? Tuve una emergencia y tengo que irme.
— Claro, no te preocupes.
— Gracias, volveré a ver a Sarada cuando me desocupe — sonrió y la pelinegra asintió.
Salió deprisa del hospital y subió al auto que la esperaba.
— Lamento la demora — dijo al ver a su padre, este solo hizo una seña con la mano para que no le diera importancia —¿A dónde vamos, padre?
— Me surgió un problema y como aun no conoces bien esta ciudad iras conmigo — dobló el periódico que leía — la visita a tu prometido se pospondrá tres días.
— Oh — enrollo sus cabellos en sus dedos ocultando su sonrojo — en realidad lo que me preocupaba es mi amiga.
— Cuando regreses la ira a ver.
— Esta bien — dijo dubitativa.
Suspiró y miró por la ventanilla en la cual su sonrojo se divisó, desapareció al sentir el libro en su bolso, no lo devolvió. No le dio tanta importancia, era un libro después de todo, se lo daría a Sarada cuando regrese de su viaje.
Era un libro después de todo, pero con un mensaje importante.
30 de julio de 1944
Estoy dispuesto a todo, a escapar y huir lejos contigo, te juro que haré cualquier cosa cariño, pero necesito tu respuesta.
Te veré en el puente frente al mar en tres días al atardecer, si estas dispuesta a huir conmigo ve por favor y si no será el adiós.
La chica que ame con toda el alma eras tú...espero que estas notas te hagan ver cuanto de amo Sarada.
PROXIMO CAPÍTULO
»DESTINO«
— Esta bien — dijo Sasuke, ella lo miró atónita, no creyó que su padre aceptará tan fácilmente — dejaré que vivas sola, yo mismo te mandaré a buscar un departamento, no es necesario que lo hagas, pero con una condición.
— ¿cuál? — preguntó con seguridad.
— Exijo una explicación a esto.
Los ojos de Sarada se abrieron como platos al ver su diario de pasta azulada sobre el escritorio, no fue capaz de articular palabra, solo miró a su padre.
— De paso dime porque los documentos de la academia de medicina son falsos......
Su mirada azulada estaba obscura ante el antes atardecer, apretó los parpados y los abrió al escuchar una voz.
— Boruto...
Fue algo corto espero les haya gustado, me concentraré más en el próximo, ya les deje un avance de lo que pasara....
sin más me despido, tengan linda noche, gracias por sus votos y apoyo. díganme que les pareció UwU
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