Mi mujer
El rubio miraba nuevamente el techo de su habitación, ya se le había hecho costumbre creer que en él iba hallar la respuesta de sus problemas. El suave tintineo de unas llaves lo hicieron fruncir el ceño, había pedido que no lo molesten, estaba agotado, aunque más bien frustrado.
Quería verla.
Pensó en invitarla a salir ya que tenían que hablar ¿qué eran? ¿lo único que compartían eran besos y caricias? En él se instaló un sentimiento y no había forma de sacarlo, tenía que ser claro con ella en cuanto antes, quería invitarla a pasar una agradable tarde en un puente donde podrían apreciar el atardecer, pero todos sus planes se hundieron cuando Himawari le dijo que estaría con su padre.
Aún le quedaba domingo, pensó.
Himawari se asomó por la puerta de madera y le causó gracia ver a su hermano tumbado en el sofá junto a su ventanal como si no tuviese vida, intuía que algo le ocurría y lo averiguaría.
Por otro lado, la pelinegra abrió su armario y dio varias vueltas pensando qué usaría, si saldría con su padre sería el centro de atención de las publicidades y periódicos, no era una novedad ver a padre e hija salir en lugares públicos.
Después de media hora optó por un Qipao sencillo en línea A, pero elegante, miró su silueta delineada con delicadeza por la seda coral con pequeños, pero bien apreciados bordados dorados. Eligió unas zapatillas no tan altas, quería sentirse cómoda y ligera, por lo que igual se recogió su larga cabellera con unos palillos chinos dejando uno que otro cabello suelto junto a su flequillo, era indicado para el restaurant oriental en donde irían. Justo antes de que las manecillas cambiaran a las siete, tocaron la puerta de su habitación; ya lista la abrió.
— Su padre le espera, señorita
— Gracias, enseguida bajo — dijo para tomar un pequeño bolso sin correa y salir.
Sasuke sonrió al ver a su hija bajar, vaya que hizo una buena elección. Al tomar su mano se dio cuenta que ya no era pequeña como antes, ya no se aferraba a su dedo índice, ahora era la mano de una mujer que sabía como tocar con delicadeza la de un hombre. En el auto mantenía la postura recta con la mirada pegada en la ventanilla como si fuese lo más interesante del mundo.
Para el lucía algo extraña, como si algo le faltara; después de meditarlo varias veces llegó a una conclusión: las gafas. Ya no usaba esas gafas rojas y sabía la razón, prácticamente era su culpa, ese día que se atrevió a golpearla quizá se rompieron, pero desde ese día no las volvió a usar, de ello se encargaría después.
Los ojos de Sarada brillaron por las luces que sobresalían del local con la bella decoración oriental en los farolillos voladores de distintos colores, se sostuvo del antebrazo de su padre quien la guio a la entrada, obviamente era lujoso, pero algo sencillo, a ambos les gustaba los lugares tranquilos. Sin embargo, pudieron sentir miradas expectantes, en cualquier lugar era conocido el señor Uchiha y su primogénita. Un mesero llegó con un porte formal y los rigió a su mesa, era algo apartada de los demás y para gusto de Sarada, era al aire libre. La brisa fresca de la noche era bien acompañada con la brillante luna, no cabía duda que su padre la conocía bien o quizá ambos preferían lo mismo.
— Es lo más tranquilo que encontré — dijo el pelinegro contemplando el paisaje floral que tenían a su alrededor.
— Es bello — dijo siguiendo a su padre, después de inhalar el aroma a claveles, lo miró y para su sorpresa el esperaba que dijera algo — ¿tan importante es?
El asintió e hizo una seña cuando un camarero tenía la intención de acercarse para pedir la orden, carraspeó la garganta y la miró — quizá algo más que importante — de su chaleco saco un rollo, Sarada lo miró curiosa y se sobresaltó un poco cuando se lo ofreció, con algo de desconfianza y seguridad a la vez lo tomó, con sumo cuidado retiró la cintilla roja con la que estaba atado, al abrirlo mostró sorpresa al ver que se desvaneció hasta su regazo, miró a su padre y luego las letras pulcramente escritas: eran nombres, mas de cuarenta quizá cincuenta.
— Esto... — se quedó muda sin saber que decir
— Son la lista de los que quieren pedir tu mano.
Ella se sorprendió ¿su mano? No, todo menos eso ahora, se dijo en su interior, todo era confuso y ahora ocurría esto...sabía que tendría que casarse, pero no creyó que tan pronto, en otra situación hubiese aceptado ya que no le importaría, solo seguiría las ordenes, pero ahora era distinto, había un problema en medio y tenía nombre y apellido.
— ¿Lo conozco? — preguntó el Uchiha levantando su copa.
— ¿De qué...?
— Hubieses aceptado — clavó su mirada en el vino tinto que giraba en su copa de acuerdo a sus movimientos — si no existiese un sentimiento de intermedio — bebió del liquido sintiendo el sabor agridulce descender por su garganta, así como sus emociones — ¿O me equivoco?
Ella se quedó helada, ni siquiera sabia que responder ¿existía tal sentimiento? ¿sentía algo por él? Eran tantas las preguntas, pero ninguna sin respuestas, odiaba sentirse tan impotente a sus emociones, ella quería a ese chico del instituto, pero nunca lo volvería a ver, en todo caso quizá ya este comprometido, incluso casada, debía ser realista y su realidad era Boruto, estuvo dispuesta a entregarse a el en dos ocasiones, entregar su inocencia a un chico que a penas conocía, era una locura, ya había profanado su cuerpo y no se arrepentía, no sabia que sentir. Su razón y corazón tenían una batalla interminable en su interior.
— Eso es suficiente — dijo Sasuke devolviendo a la mesa su copa vacía, Sarada se alertó al instante.
— Padre, yo... — titubeó intentando buscar una excusa — aún no me siento lista y...
— No tienes que mentir — dijo interrumpiéndola —lo único que puedo es darte tiempo, pero no tanto. Cada vez llegan mas nombres Sarada, tienes que decidir pronto que hacer para que pueda enviar una respuesta.
— Esta bien — dijo algo anonada por la repentina impresión, después pensarlo bien sintió un aura fría instalarse en ella ¿acaso solo de eso quería hablar? — ¿por ello esta cena? – preguntó mirando su reflejo en el vino.
— Digamos que, en parte, pero no es el asunto principal.
— Entonces ¿puedo saber cuál es?
— ¿cómo te va en la academia?
Ella sintió por un momento que se le escapaba el corazón y luego reacciono que se refería a la academia de medicina, suspiró algo tranquila y lo miró — bien, es algo agotador, pero valdrá la pena — intentó sonar convincente.
— ¿Por qué no llegaste aquella noche? — deshizo la perfecta forma de su servilleta, en ese momento Sarada sintió el verdadero terror. Era obvio que lo descubriría, pero ese día el estaba de viaje no había forma de que...
— Daisuke — masculló entre dientes, su hermanito la vigilaba, ahora toda tenía sentido, se aliaron y si no fue el entonces su adorado tío metió la pata.
— Incluso las paredes hablan — la miró fijamente
— Me quedé con una amiga, no creí que importara tanto — dijo lo ultimo a lo bajo — no lo...
— Esta bien — la interrumpió de nuevo — después de todo eres una adulta. Solo ten cuidado con tus acciones.
Ella sintió sabiendo a lo que se refería, si su padre se enterara en el lugar en donde estaba y que hacía...no quería imaginárselo, lo mejor seria no tocar el tema jamás. El resto de la noche fue bastante agradable, al principio creyó que seria incomodo por lo antes mencionado, pero el silencio de ambos al degustar de los platillos era indispensable, era como si se comunicaran sin palabras, bastaba con una mirada para comprender lo que pensaban, ambos tenían el mimo carácter por lo que era de esperarse, si metían una conversación era una tranquila y agradable, ambos extrañaban esa cercanía que perdieron años atrás, Sarada lo había perdonado por el suceso en el instituto, fue bastante grosera por lo que entendía el motivo de su padre y por ello no le guardo ningún resentimiento. Pasaron unos minutos y miró que los meseros agregaron una mesa más, se desconcertó un momento, pero su sonrisa relució al ver llegar al resto de su familia.
— Creíste que te librarías de nosotros — dijo Mikoto mirando a su hijo a lo que él sonrió.
— Si mas recuerdo fueron ustedes los que me dejaron plantado.
— Teníamos nuestros asuntos ¿no es así Sakura? — miró a su nuera quien ya estaba junto a su esposo con una gran sonrisa, no cambiará, pensó con la misma expresión.
Una calidez indescriptible se instaló en el pecho de Sarada, se sentía en familia después de tanto tiempo, extrañaba esa sensación, platicaban y no se quedaban en silencio entre esas paredes blancas, aquí no existían paredes, solo una gran libertad iluminada por la luna. Ella creía que el destino le jugaba sucio, pero es que el destino lo forma cada uno y sin darse cuenta ya compartía un destino con cierto rubio quien estaba en el otro costado del mismo lugar con su adorada hermana quien lo obligo a llevar a comer a sus padres a un lugar "tranquilo" su amigo Mitsuki le enseño el lugar, el era mas oriental por lo que sabia de ello y vaya que su amigo tenia buenos gustos pues le encanto cada rincón de las instalaciones, quería la vista perfecta de la luna junto al pequeño lago, pero le habían dicho que estaba ocupado por lo que se resigno a ocupar el otro lado.
— Es un bello lugar — dijo Naruto admirándolo mientras degustaba su platillo.
— ¡Si! Por fin pude usar mi Qipao — sonrió y miró a su madre — madre te vez bellísima con el Qipao que te regaló Sarada ¿verdad papá?
— Claro que si — sonrió el rubio haciendo ruborizar a su esposa
— No digan esas cosas — dijo la señora Uzumaki desviando la mirada, pero es que ese traje lila con florecillas azuladas le sentaba bastante bien y resaltaba de más la belleza que poseía.
Boruto al escuchar su nombre no pudo evitar divagar en sus recuerdos, justamente cuando creyó que la había olvidado por un momento aparece de nuevo en sus pensamientos, bebió de su copa con pesadez.
— ¿este bien hijo? — preguntó Hinata preocupada — te he notado extraño.
— Solo algo cansado — tomó su servilleta y la rozó con sus labios, el sabor del vino inundo sus recuerdos con la imagen de sus labios —no te preocupes, madre — le sonrió para calmarla.
Las horas transcurrieron en ambas familias y nuevamente su destino los enlazó, Sarada dijo sentirse algo cansada por lo que sus padres optaron por regresar, ya eran las nueve y tenían una agenda programada para mañana a primera hora.
«Debes olvidarla un momento»
Se repetía una y otra vez, decidió concentrarse en su familia, ya lo había logrado, pero todo su esfuerzo se fue a la borda al escuchar a su hermana gritar su nombre, todo se fue a la mierda al verla con ese vestido que delineaba su silueta, ese cuerpo que había recorrido sin pudor alguno noches atrás, quedó mas que maravillado al verla, lucia tan natural, tan impecable, sus labios delineados con un color carmesí que lo provocó al instante, sería tan fácil quitarlo.
— Sarada — Himawari corrió con completa elegancia hacia ella la cual se sorprendió y sonrió al instante — buenas noches — sonrió la Uzumaki con una bella sonrisa al momento de hacer una reverencia frente a los padres de Sarada.
— Himawari ¿verdad? — preguntó con cariño la pelirosa
— Si — la miró con esos bellos ojos azulados — es un placer conocerlos señores Uchiha, Sasuke asintió con una sutil sonrisa y al fondo observó a sus antiguos amigos quienes solo miraban, su esposa lo miró y con sus ojos jade le suplicó a lo que suspiró y asintió.
La pelirosa se acercó a Hinata quien la recibió con un gran abrazo, hacia bastante tiempo que no podían darse el lujo de verse, Sasuke pensó que ya era tiempo de afrontar la realidad, no quería ver a su familia sufrir, con la misma postura se acercó al rubio al cual saludo con la mano y una mirada amistosa.
— Cuanto tiempo Sasuke — dijo sonriendo
— Lo mismo digo.
Cada quien demostraba una sonrisa a excepción de cierto rubio que se sentía un caos por dentro, Sarada no pudo evitar pasar su mirada por él, sintió nuevamente la necesidad de estar envuelta en esos brazos que estaban cubiertos por una tela beige que acentuaba su bronceadas tes, se tuvo que morder el labio para reprimir sus impulsos, cierta personita lo notó; sus sospechas se hacían reales dibujadas en esos ojos celestes, iba a hablar, pero alguien se le adelantó.
Cuando Sasuke se dio cuenta tenia a sus espaldas a un negociador, no uno cualquiera, era alguien importante, no tanto como el, pero si lo era.
— Cuanto tiempo Sasuke — el pelinegro estrechó sus manos algo desconcertado, tenía un asunto pendiente con él, se lo había dejado a su padre ya que andaba ocupado, nunca se enteró de cual era y de ello se arrepentía ya que no tenia la menor idea del porque su visita inesperada.
Un ambiente denso se instaló entre ambas familias, Boruto solo miraba desde su asiento, no se había levantado ya que todo ocurrió tan rápido y sentía que no encajaba con ninguno.
— Sarada Uchiha — la voz gruesa sobresalto a la aludida quien estaba de espaldas, se volteó y al instante retrocedió al ver a un chico de aparentemente veintidós años quizá, muy cerca de ella, estaba por articular palabra, pero se sentía bastante confundida y el se le adelantó — pero que suerte tengo — tomó su mano con delicadeza y rozo con sus labios la suave piel nívea, su piel se erizó, pero no como cuando Boruto hacia el mismo gesto, fue mas como si quisiera apartar su mano de inmediato — que bella es mi prometida.
Todo el lugar se quedó en absoluto silencio de repente, los rostros de los Uchiha era totalmente indescriptible la música y la brisa todo desapareció, todos despertaron del trance al escuchar el sonoro sonido del cristal romperse.
— ¡Boruto! — dijo Hinata preocupada al ver la copa hecha pedazos en la mano de su hijo, los ojos negros de los Uchiha captaron al chico quien yacía sentado con la mano cubierta de cristales —¿Qué...?
— Nada — respondió levantándose con brusquedad — iré a lavarme — tensó la mandíbula para no gritar y explotar, apretó el puño ocasionando que los cristales se clavasen en su piel al pasar junto a ella, junto a ellos, era mejor que el los tuviera incrustados que ese tipo, no quería ser un homicida, no aun con tantos testigos.
La pelinegra tuvo que contener el impulso a ir detrás de él, no podía irse solo así, miró a su padre él era su única esperanza, Sasuke comprendió la mirada de su hija al instante, quizá estaría cometiendo su peor error, pero si era por la felicidad de su pequeña, de su hija...todo lo valdría después.
— Esta cansada — dijo acercándose a su hija para apoyarla en él, ella fingió al instante cansancio tal y como decía su padre — ¿quieres ir al auto a descansar en lo que vamos? — ella sintió — en otra ocasión se conocerán mejor — dijo mirando al chico y luego su padre, le debía grandes explicaciones.
— Si gusta yo...— intentó articular el joven
— No se moleste caballero — dijo Mikoto acercándose a su nieta — yo la llevaré, vamos querida— la tomó del brazo y ella siguió, los pasos de Sarada fueron aumentando mientras se acercaba, mientras lo veía a el salir del local, no supo cuando, pero se soltó de su abuela y solo corrió antes de que encendiera ese auto y se marchara sin ninguna explicación.
— ¡Boruto! — dijo al ver que cerró la puerta, solo alcanzó a rosar el auto negro cuando este aceleró de golpe.
Se maldijo al saber que no lo alcanzaría, se llevó las manos a la cabeza y la sujeto, no podía estar sucediendo, miró a su alrededor ni un taxi, no había forma, negó. Sus ojos se enfocaron en los autos, el de su tío...su abuela se encargaría de él, se quitó un palillo y con la punta forcejeó el seguro para abrir la puerta lo cual logró, destapó el cajoncillo debajo del volante y miró la cabrería, en su memoria pasaron los recuerdos de su amiga cuando perdió sus llaves y tenia que encender el auto. Rojos, azules, negros, no supo que hizo, pero el motor encendió.
Ahogó un jadeo cuando aceleró, nunca había conducido, pero siempre la veía a ella conducir, no podía ser tan difícil...para su suerte las calles estaban casi vacías, recordó las calles de su departamento, estaba por ir ahí, pero divisó el auto estacionado debajo de un puente, se dirigió ahí y se lamento al ver la tremenda abolladura al frente, el dinero lo arreglaría.
Bajó en seguida y subió al puente lo más rápido que sus piernas le permitieron, jadeando llegó y lo miró con las manos sujetas a su cabeza, se sentía tan mal, en su cabeza solo estaba una palabra.
Prometida.
Estaba comprometida y nunca le dijo ¿solo quería jugar con él? ¿solo quería enamorarlo? Pues lo había logrado y de ello se arrepentía.
— Boruto... — volteó enseguida sorprendido, sus ojos...no sabia que demostraba, no sabia si confiar en esa mujer, sus cabellos largos fueron batidos por el viento que azotaba cerca del mar que yacía debajo de ellos — yo...
— Calla.
— No — se acercó decidida.
— Solo vete.
— Escúchame, estoy igual de sorprendida que tu — intentó tocar su hombro y se alejó
— Solo tenias que ser sincera — la miró — así me ahorrabas este sentimiento.
Ella se sorprendió y él lo notó.
— Fui un idiota — rió con ironía — jamás lo esperé de ti ¿sabes? Con esa cara de niña buena no se espera nada.
— Nunca te mentí.
— Claro que si y, aun así — la encaró — no tiene porque preocuparse señorita, usted y yo no somos nada así que mejor regrese con su prometido.
— No es mi...
— Me quedó mas que claro que es — la interrumpió, ella se dio cuenta de su mano ensangrentada.
— Estas sangrando
— Deje de actuar como si le importara.
— ¡Claro que me importa! — le gritó ya cansada
— Si tanto le importo — la tomó de los hombros — ¿por qué me enamoró cuando no debía? ¡¿por qué me haces esto, Sarada?! — la zarandeó y ella por primera vez vio la ira dibujada en sus ojos la cual al instante se borró y se inundó poco a poco con sus emociones — solo vete — dijo al borde del colapso dándole la espalda.
No sabia que hacer, pero o quería irse, no quería dejarle una mala idea de ella, no quería que piense que lo remplazó, si ese tipo en realidad era su prometido se iba anegar rotundamente, o se imaginaba a ese tipo besándola como a él, en su mirada solo vio deseo carnal y en la Boruto el amor acaparaba el placer, solo a el lo quería, solo a él quería sentir.
— ¡Boruto...! — sollozo aferrándose a su espalda como si su vida dependiera de ello
— No lo haga más difícil — dijo con la voz rota
— Difícil... ¿por qué? — rodeó con sus delgados brazos su cuerpo, el se estremeció con su tacto, tomó sus manos con delicadeza y las aparto.
— Porque si no se va ahora la llevaré a mi departamento y no me hare responsable de nada.
— ¿Para qué? — preguntó mirando sus orbes, el desvió la mirada al sentirse hipnotizado por esos ojos tan obscuros, se maldijo en sus adentros, pero se resignó y la miró.
— Para hacerla mía — tomó su cintura con algo de brusquedad la apegó a el — si no será mi esposa, será mi mujer.
Ella se paralizó ante sus palabras, pero no se doblegó, Moria de ganas por estar en sus brazos de nuevo, acercó su rostro al de él, por un momento Boruto lo pensó, estaba mal, se apartó al instante.
— Es un problema, debe entenderlo.
— ¿Un problema?
— Si — la señaló — usted está comprometida.
— Ese no es el problema
— ¿entonces cuál es? — preguntó histérico acercándose de nuevo, ella tomó el cuello de su camiseta y lo acercó aun más, su fragancia varonil mezclada con esa bebida...todos sus sentidos desaparecieron, ambos se perdieron en sus ojos.
Ella es un mar sin fin y el en una noche interminable.
— El problema...— rozó sus labios — es que quiero ir a su departamento — lo miró fijamente mientras el la observaba expectante — y ser su mujer.
Lamento haber tardado en actualizar, ando demasiado ocupada y si tardaré de nuevo :'v escribí en computadora para no confundirlos con las palabras extrañas que escribo sin mis lentes XD en fin espero les haya gustado, fue algo larguito como recompensa UwU próximo capítulo...quizá...ya saben ejem...lo pensaré seriamente, sin mas me despido ;3
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