❥ 09
Rosas por todas partes, varios ramos de rosas rojas alrededor de la oficina que ambos compartían, incluso parecía la florería misma; canastas con todo tipo de chocolates que seguramente le provocarían muchos granos; en su silla un oso de peluche blanco casi tan grande como él y finalmente en la mesa una botella de vino del ochenta y seis.
Chan sonrió y tomó la tarjeta que estaba colocada en la botella.
"No hay razones para que me perdones, pero mi corazón egoísta te necesita, camino sin rumbo sin saber que hacer o a donde ir si tu no estas a mi lado. Te necesito porque te amo".
Chan arrugó su frente: ¿Acaso todo eso era para él? ¿Jeongin había llegado tan lejos hasta para decirle que lo amaba y, ¿por qué eso lo hacían sentir tan feliz?
El mayor apareció detrás de la puerta.
—¿Puedo pasar? —preguntó tímidamente. Jeongin se veía precioso con esa mirada tímida que le estaba regalando.
—También es tu oficina, no hay necesidad de preguntar y por favor manda a alguien a recoger esta estupidez que no puedo trabajar.
El mayor abrió y cerró la boca sin saber que decir. Se movió de un lado a otro, mordiéndose las uñas.
Miró el oso de peluche, miró las rosas decorando toda la oficina, los chocolates, la botella, de nuevo las rosas, tomó el ramo más cerca y lo estrello contra la pared para sorpresa de Chan,
—¡Maldita sea! —gritó pateando otro ramo.
—Jeongin, cálmate —pidió Chan impresionado por la reacción del mayor, pero fue ignorado Jeongin siguió pateando ramos sin descanso, maldiciendo: a dios, al mundo, a las mujeres.
Hasta que Chan lo abrazó por la espalda.
—Lo siento, no pensé que la estuvieras pasando tan mal.
—Estoy tan mal que ni siquiera he podido follar a una mujer sin pensar en ti.
Jeongin sonrió y Chan también, se sentía bien tener a Chan sosteniéndolo, rodeando su cuerpo con sus grandes brazos.
Jeongin se dio la vuelta y abrazó a Chan fuertemente.
—Tú definitivamente no puedes apartarme de tu lado, moriré si lo haces o siquiera lo intentas.
—¿Qué es esto, una confesión de amor? —preguntó Chan pasando sus manos por el cabello de su sunbae.
—Tómalo como quieras.
Chan tomó su barbilla y lo obligó a verlo a los ojos, los grandes ojos de Chan se sentían como si le perforaran, siempre le gustó la forma en que brillaba y ver su reflejo en esos ojos.
Entonces Chan eliminó la distancia entre ellos, sus labios se unieron apenas un poco. Jeongin se apartó de inmediato, su confesión no era de ese tipo.
—Es lo justo no, me has quitado una mujer, entonces vuélvete una para mí.
Chan lo atrajo de nuevo y volvió a besarlo esta vez más demandante, tratando de obligarlo a abrir los labios, Jeongin se sintió demasiado extraño por un momento, intento apartarlo hasta que finalmente se rindió pasando sus manos por el cuello de Chan y dándole total acceso a su boca.
Ignoró las manos de Chan recorriendo su piel, ignoró las manos moviéndose hasta sus piernas y después acunando sus nalgas.
Chan lo alzó hasta sentarlo en el escritorio.
¿Qué estaba pasando y por qué se sentía tan bien? Jeongin no lo entendía, estaba excitado, caliente y duro como una roca, Chan frotó su propia erección contra su pierna y no pudo evitar gemir ahogadamente entre los labios del menor.
El teléfono una vez. Jeongin iba a contestar, pero Chan lo impidió: —No contestes.
Jeongin asintió y siguió besándolo y frotándose contra la dureza de Chan. El teléfono volvió a sonar.
—Maldita sea —se quejó Chan. Jeongin respiraba dificultosamente.
—Tenemos que contestar.
Chan le dio la razón:
—Pero esto no hemos acabado, terminaremos en mi departamento. Bueno... —respondió.
Jeongin se bajó de la mesa y cerró la puerta con seguro, luego empezó a quitarse el saco y la camisa todo ante la atenta mirada de Chan.
—Yo no voy a aguantar hasta llegar a tu departamento.
Chan gruñó.
—Le hablo al rato para confirmar si tomaremos su caso, señora Park, sí, ahora tengo otro asunto.
Entonces Chan colgó.
—Ni yo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top