Bailemos juntas, pequeña Dandelion.

Bailemos como el viento, la música y el silencio, como las palabras y las personas. Y tal vez como nada y como todo.

Bailemos juntas hasta que se nos cansen los pies, hasta que los ojos no lloren más lágrimas de sal, hasta que sólo sea dulce aquello que cubre nuestros cuerpos. O hasta que la música se rompa en mil deseos y un sueño sin vivir.

Bailemos. Cantemos. Lloremos y riamos juntas. Como tú y yo, escondidas en la oscuridad de la noche. Como cuando el agua nos cubre hasta el pecho y cubre nuestras manos curiosas y nuestros cuerpos ardiendo. Como aquel cristal empañado después de tu jadeo. ¿Te acuerdas, pequeña Dandelion de fuego?

Te haces desear,

como una estrella cruzando el firmamento;

hipnotizas como el fuego.

Te quiero, D.

Desde el suelo de mi habitación,

Daph.