1. Un brindis sin final feliz


—Ustedes dos son lo mejor que pude encontrar en mi vida —Travis alzó la copa de champagne y nos señaló con ella—. Lo mejor, después de las ofertas de amazon, claro está.

—Ese es un verdadero cumplido —Bastian me miró con la burla dibujada en sus ojos—. Solo dice eso porque acaba de ganar dinero por nosotros.

—No olviden que ustedes también acaban de ganar dinero —nos recordó Travis descansando una mano sobre su pecho—. Los amo. Son mis seres favoritos del universo.

—Porque somos best seller —señalé tomando un canapé del montón—. Le daré la razón a Bastian por hoy.

—Es amor por conveniencia pero incluso funcionaba cuando se casaban entre realeza —acotó mi compañero con humor—. Al menos aquí ganamos también.

—Y por fortuna no ganamos un matrimonio.

Touché bonita, touché —dijo antes de llevarse la copa a los labios, gesto que imité.

—No entiendo cómo sus novelas de venden si son unos fatalistas —se quejó Travis acomodándose la corbata color salmón y mirándonos sorprendido—. Ustedes pueden matar de una frase el buen humor.

—¡No lo matamos! —repliqué escandalizada—. Además, qué tiene de malo que seamos ligeramente realistas.

—Yo digo que más que realistas, somos honestos y la honestidad es una virtud —señaló Bastian—. Claro que, la sutileza no es lo mío.

—Ni lo mío —reconocí alzando las manos—. Mi terapeuta dice que escribo libros como expresión de lo que no sé decir, imagínate nada más.

—Ah, el mío me dijo que lo que escribo es el paralelismo de lo que me gustaría vivir para darle sentido y significado a mi vida —refunfuñó Bas.

—¿Por eso héroes y villanos? —indagué y el asintió.

—¿Por eso amores eternos? —preguntó con una ceja enarcada sobre su ojo azul, asentí.

—No entiendo la necesidad de investigar el porqué del arte —volvió a quejarse Travis y finalmente de sentó—. Porqué no puede ser solo arte.

—Porque nunca es solo arte —le respondió Caden, pareciendo a su lado y pasándole un brazo por los hombros—. Históricamente el arte es una expresión de un periodo, una vida; el artista es excéntrico por naturaleza y todo lo que crea es por algo, veamos las sinfonías, algunas creadas por el miedo, la pasión o el amor prohibido.

—Y cada autor expresa más de lo que dice en el libro, expresa algo que es solo suyo —intervino Bastian hacia la pareja—. Aunque sean deseos un tanto locos.

—Ajá, y entonces Harris del sello de misterio es que ¿sociopata? —refunfuñó Travis.

—¿Tu no lo crees? —Caden le miró con seriedad—. Toma el café sin azúcar.

Nos reímos, y Travis finalmente quitó la expresión de derrota de su rostro.

—Venga, si ya nos conoces, llevamos trabajando juntos hace años, de verdad querías que reaccionáramos diferente —le dije tomando su mano sobre la mesa.

—Tal vez los medio sociopatas somos nosotros, ¿no? —se burló Bas.

—Es como si cada libro y cada logro que alcanzan fuera un pañuelo desechable para ustedes —nos riñó.

—No es así, me gusta escribir y saber que mis libros llegan lejos me alegra porque sé hay gente que los ama —respondí con tono de ofendida—. ¿No viste mi post en Instagram?

—Esa es la cosa, en redes sociales saben qué decir y cómo decirlo.

—¿Crees que alguien habría publicado mis novelas si no supiera venderlas muy bien? —repliqué y Bastian hizo un sonido de conformidad—. Te convencí a ti.

—¿Y dónde está la niña soñadora que me convenció de publicarle un libro de romance cuando tenía apenas veinte años?

—Aquí, sentada contigo pero con seis años más —le guiñé un ojo—. Aunque siempre puedes darme en adopción y me voy.

—Cierra esa boquita —volvió a reñirme pero se llevó mi mano hasta los labios—. Venga, es que estamos hablando de traducción a todos los idiomas a la par del lanzamiento del último libro y tú —se giró hacia Bastian—. Es el videojuego y Netflix.

—Lo sé —Bastian sonrió y sus blanquísimos dientes brillaron gracias a las luces intermitentes del bar—. Pero no soy un ser muy emocional.

—Ya basta de regañarlos —Caden tocó el brazo de Travis cuando este iba a volver a estallar—. No esperes que reaccionen como hace seis años, todos han crecido, han llegado lejos y solo son más maduros para aceptar este éxito sin saltar por todos lados.

—Eso, maduré como los mangos —dije.

—¿Lo ves? —Travis se giró hacia Caden con súplica—. Es que ¿cómo quieres que piense que es madura si dice eso de los mangos pero no saltó cuando le dije que iban a traducir sus novelas?

Bastian y yo nos reímos mientras Caden hacia lo posible por consolarlo y nos echaba una mirada de regaño.

Estábamos celebrando que precisamente nuestro trabajo alcanzaba un peldaño mas, Travis era nuestro agente literario, yo lo había contratado hacia seis años con mis ahorros de toda la vida para que me ayudara a ingresar a una de las editoriales más grandes del país presentando mi primer manuscrito terminado, Bastian había tenido casi la misma idea aproximadamente al mismo tiempo y le había contratado para que presentara su primer novela gráfica a la gente correcta.

De eso habían pasado ya siete años y Travis Waldorf aún era mi agente pero también había conseguido un puesto en un importante conglomerado de sellos editoriales, ahí trabajaba Caden también, como uno de los editores en jefe de puesto nombre largo.

Producto de esos años de trabajo, había publicado cinco novelas bajo sello editorial que se habían colado en los best seller, sin mencionar que publicaba en una web interactiva lo que me mantenía al alcance de mis lectores y creciendo en visibilidad (de acuerdo, esta idea de la había robado a mi compañera de editorial Aggie King). Y ahora estábamos festejando que mis novelas iban a traducirse justo a tiempo para el lanzamiento del sexto y último libro de la serie que había escrito. Nadie más lo sabía, pero también estábamos festejando que cierto director estaba interesando en adaptarlas a película, cosa que Bastian ya había logrado con su novela gráfica, eso y el dichoso videojuego que sus seguidores tanto soñaban.

—No es que no me alegre de todo —me dijo Bastian mientras salíamos a la fresca noche de Nueva York—. Es que, no soy el mismo niño que empezó este viaje, y Travis aún me ve así.

—Siempre nos verá así —me reí—. Éramos unos niños cuando lo conocimos.

—Lo éramos dentro del mundo editorial, —convino con tono de desdén—. ¿Sabes? no entiendo cómo nos tomó en serio.

—Le pagamos —opiné.

—Si, y creo que de verdad nos vio potencial —sonrió a la noche y me miró—. Eso siempre se lo voy a agradecer.

Travis había contestado mis emails y respondido mis dudas, me había ayudado a entender su trabajo y a explicarme cómo podría ayudarme a dar a conocer el mío. Aún recordaba su expresión cuando nos vimos por primera vez en un café y me hizo explicarle de inicio a fin la novela que había escrito. Véndemela, me había dicho y luego esa había sido su tarea, vender mi libro al mejor postor.

—Cuando era niña y escribía, siempre oía que no valía la pena, que nadie lee, que no es un trabajo de verdad y que no da para vivir —rememoré y apreté mis dedos al rededor de la correa de mi bolso.

—El arte no es una carrera seria, Bastian —murmuró con desdén—. Me frustra demasiado que digan eso, yo no los oí pero ¿cuantos como nosotros se quedaron con el sueño roto?

—Miles —contesté—. Nunca creí que llegaría tan lejos, pero...

—El hecho de llegar te hace notar todo lo demás que no está ¿no es así?

—Si, ¿también te dijo eso tú terapeuta? —le pregunté con humor.

—Si, porque también lo pienso —sonrió.

—¿Te arrepientes alguna vez?

Porque lo había pensando, elegir mi arte como lo llamaba Travis, había causado que tomara decisiones que la gente no apoyaba del todo, porque contrario a otras personas, a mi no me habían apoyado en el camino a mi sueño.

—Nunca —movió la cabeza y me sonrió—. ¿No adoras el hecho de salir y encontrar ese libro que escribiste en el aparador?

Su tono soñador era similar al mío cuando intentaba que alguien entendiera la magnitud de mi alegría, sin mucho éxito claro.

—Y que nadie me reconozca.

—Es lo mejor —se rio cuando bajábamos al fin las escaleras al subterráneo—. Ser escritor es uno de esos artes donde raro se fijan en ti, así que sigues siendo ese ser invisible que siempre deseaste ser, el que tiene mucho que decir pero se expresa con libros.

—Vaya, eres bueno con las palabras, hasta pareces escritor —me burlé y él volvió a reírse.

—Dicen que soy uno muy bueno, y además muy guapo —me dijo y se recargó de la pared del subterráneo como si fuera un modelo—. ¿Qué dices?

Fingí obsérvalo como si fuera una pieza de arte, era alto, con la constitución de un nadador, de pelo castaño oscuro y ojos azules, tenía una sonrisa dulce y burlona a la vez, algunos lunares en el rostro que le daban cierta elegancia.

—Si, pareces el típico badboy.

—¿Qué? Eso es un insulto —se quejó llevándose la mano izquierda a la boca en un gesto de sorpresa, usaba un anillo en el índice—. Eso fue muy grosero.

—Es el preferido del publico —le recordé volviendo a caminar.

—Prefiero ser el villano incomprendido de alma rota —dijo cuando me alcanzó—. El que en realidad es solo silencioso y distante pero guarda un romántico corazón.

—¿Diciendo eso te va bien con las chicas? —le pregunté llegando al final de las escaleras.

—Fíjate que no —replicó y tiró de mi mano para saltar dentro del vagón antes que cerraran las puertas—. Deberías darme tips.

—Soy la peor opción para eso —me reí y tomé asiento—. Pero a mis protagonistas les va bien.

—Ninguna de ellas es como tú —señaló mirándome fijo—. ¿No te gusta?

Su mirada estaba fija en mi, en mi piel color canela y el cabello en cientos de rizos despeinados. Me miraba con curiosidad e interés.

—Amo mi piel, mi cabello, todo de mi —reconocí tirando de mis rizos—. Pero yo no soy ellas, y hace muchos años dejó de gustarme leer historias donde la protagonista soy yo —admití—. Ya sabes, como los fanfics.

Bastian se rio.

—Tus protagonistas tampoco son como tú —le acusé.

—Oh no —movió la cabeza—. Me gusta el papel del personaje invisible, el de la muerte triste que nadie llorará demasiado, el del consejo sabio que olvidas al capítulo siguiente —admitió—. ¿Tu no haces eso?

—Si, pero me agrego años —confesé—. Me gusta ser la tía abuela comprensiva que ya vivió una vida y no quiere que su querida sobrina cometa sus errores.

—Claro, la sabiduría de las canas —combino él.

—Guárdame el secreto —le pedí mientras el metro avanzaba a toda velocidad.

—¿Todos los escritores se sentirán así como nosotros o solo nosotros?

—¿Estás diciendo que Travis tiene razón? —pregunté de forma retórica—. Pero sobre lo que dices si, creo que varios; escribimos historias donde todo sale bien, donde se dice lo que se tiene que decir, donde se logra lo imposible...

—Pero en la vida real somos ese personaje invisible, ese narrador omnisciente que nadie extraña al final —dijo él.

Crucé mi brazo con el suyo y recargue mi cabeza en su hombro para expresar mi comprensión.

—No me lo ha dicho, pero yo creo que mi terapeuta cree que estoy loca.

—Sospecho lo mismo —replicó, tamborileando los dedos sobre el pantalón haciendo visibles los tatuajes en el dorso de las manos, una llevaba un mapa y otra la brújula—. No le he dicho pero a veces, solo a veces, deseo mi propio punto final.

—Si —estuve de acuerdo—. Pero no llega, sospecho que, quien sea que esté escribiendo mi historia, es un pésimo autor.

Bastian volvió a reírse y recargó su cabeza sobre mi pelo antes de alzar la mirada al pequeño mapita que señalaba las estaciones.

—Al menos nosotros somos best seller y sabemos hacer un plot twist[1] bastante decente —arguyó poniéndose de pie para bajar.

—¿Qué plot twist pondrías en tu historia? —le pregunté cuando se empezaba a detener el vagón  y yo sacaba los audífonos para oír música mientras continuaba mi viaje un par de estaciones más.

—El mismo que quieren todos, claro —dijo cuando las puertas se abrían y él bajaba—. El del inesperado amor —me gritó a través de las puertas abiertas.


[1] Plot Twist: se llama así al giro argumental inesperado. Usado en literatura y cine, giro radical repentino, giro inesperado.

En multimedia mi Tory y mi Bastian aunque ustedes pueden imaginarlos libremente 💖 y bienvenidos a este libro que me tiene enamorada y estoy segura van a amar 🤭

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