★[☆]

╭────────:*¨¨*:────────╮

𝓟𝓸𝓻𝒇𝓪𝓿𝓸𝓻, 𝓷𝓸 𝓶𝒆 𝓭𝒆𝓳𝓮𝓼.

╰────────*:·. .·:*────────╯

Caminábamos en silencio mientras el viento helado de la Montaña del Dedsafio nos golpeaba el rostro. O bueno, la mayoría del grupo iba riendo y hablando como si nada, pero yo apenas podía escuchar sus voces.

Estaba demasiado ocupado peleándome con mi cabeza, pues ese mal hábito de perderme en mi mente estaba presente. Cada paso me hacía sentir como si cargara un yunque en el pecho, y no importaba cuánto intentara calmarme, las mismas preguntas seguían taladrándome el cerebro.

Las risas de los demás eran un eco distante, incapaces de perforar el caos que comenzaba a tomar forma en mi. Sentí el suelo bajo mis pies se volvía inestable.

¿Qué pasa si algo sale mal? ¿Qué pasa si lo pierdo a él?

Cerré los ojos por un segundo, tratando de apartar la idea. No era la primera vez que tenía este tipo de pensamientos, pero esta vez se sentían más reales. Tal vez era el hecho de que Spreen estaba justo a mi lado, caminando con esa seguridad que siempre me hacía sentir que él podía con todo. Pero yo sabía que no era así. Nadie puede con todo.

—¿Estás bien? — Su voz me sacó del espiral de pensamientos.

Sentí el pecho apretarse aún más. Levanté la mirada y me encontré con esos lentes oscuros que siempre usaba. Era imposible saber si estaba preocupado o solo curioso, pero su tono era serio, como si realmente le importara.

—Sí, todo bien —mentí.

—No me mientas —replicó, mirandome con seriedad.

Sus palabras fueron como un golpe seco. Abrí la boca para responder, pero antes de que pudiera decir algo, Serpias se metió en la conversación.

—¡Eh, Conter, qué cara traes ¿Te comiste algo de lo que estaban dando las nutrias?

—O se tropezó con su propio ego —añadió Shadoune desde atrás, con su tono calmado pero mordaz.

Rodé los ojos, aunque una parte de mí agradeció la interrupción.

—Ja, ja —Farfa hizo una pausa teatral para rodar los ojos—. Claro, porque a ti te sobra humildad, ¿no?

—No empiecen a pelearse —interrumpió Crisgreen, levantando las manos—. Mejor concentren esa energía en no caerse por el camino.

—Claro, Cris, porque el señor diplomático nunca mete la pata, ¿no? —se burló Serpias, pero su tono era más juguetón que malicioso.

—Cris tiene razón. —Piru le dio una palmada en la espalda y luego miró a Serpias con un tono travieso—. Deja de meterle leña al fuego.

—¿Y perderme este espectáculo?—contestó con una carcajada.

Me quedé callado mientras ellos seguían bromeando. Spreen no dijo nada más, pero podía sentir su mirada clavada en mí. Intenté ignorarlo y apurar el paso, deseando llegar a la base lo antes posible.

—Si necesitas hablar, aquí estoy, ¿sabés?

El nudo en mi garganta se apretó, pero solo atiné a asentir.

(✯⁠)

Cuando por fin llegamos, la base estaba como siempre: Lejos, en un punto muerto, donde era imposible siquiera imaginar que estaba algo "vivo" ahí. Sapnap estaba en la entrada, afilando su espada y tarareando algo que sonaba como una canción pop mal afinada.

—Llegaron tarde. ¿Se quedaron viendo el paisaje o qué? —bromeó cuando nos vio aparecer.

—Nah, fue culpa de Farfa. Se quedó llorando porque perdió en el parkour —saltó Serpias sin pensarlo dos veces.

—¡Ay, sí, claro! Porque tú no te pusiste a gritar cuando no te salió el salto doble ¿no? —respondió Farfa, claramente picado.

—Bueno, bueno, tranquilos —intervino Piru, con esa risa ligera que siempre tenía—. Que si nos agarran mobs ahorita, van a estar tan cansados de discutir que ni van a poder correr.

Sapnap sonrió de medio lado y dejó la espada a un lado.

Entramos, y aunque el ruido de las voces y risas de todos llenó la base, haciendo planes para la próxima dungeon, interactuando con una facilidad que se me hace imposible. Spreen estaba en el centro del grupo, como siempre, su voz destacando por encima del bullicio.

Yo seguía sintiéndome como si estuviera a kilómetros de distancia, interactuan con una facilidad que me parece imposible. Me escabullí a una de las zonas más tranquilas, queriendo estar solo por un momento. Pero ese fue mi error.

(✯⁠)

La ansiedad que había estado reprimiendo finalmente explotó cuando me encontre solo. El aire se volvió pesado, como si las paredes se cerraran a mi alrededor.

Mi respiración se aceleró, y antes de darme cuenta, las imágenes empezaron a invadir mi mente: Spreen herido, perdido, desapareciendo en la oscuridad de la dungeon mientras yo no podía hacer nada.

Siempre pasa lo mismo. Siempre pierdo a la persona que mas me importa.

—¡Conter!

La voz me sacudió como un rayo. Levanté la mirada y vi a Spreen parado frente a mí, con el ceño fruncido.

—¿Qué te pasa? —preguntó, directo.

Quise contestar, pero mi garganta estaba tan cerrada que apenas podía respirar.

—Yo... —Intenté decir algo, cualquier cosa, pero las palabras no salían.

—Conter, hablame. ¿Qué te pasa?

Lo miré, y de repente todo salió de golpe.

—No puedo perderte —confesé, con la voz quebrada.

Él se quedó en silencio, mirándome como si intentara descifrar qué demonios estaba pasando.

—Siempre te pierdo. Siempre. No quiero que vuelva a suceder. No soporto hacerme a la idea que me dejes.

No dijo nada por un momento, y el silencio se sintió eterno. Luego, dio un paso hacia mí y puso una mano en mi hombro.

—Escuchame bien, Conter —dijo, su voz firme pero suave—. No me vas a perder, ¿entendés? Yo estoy acá, y vos estás acá. No hay nada que pueda con eso.

— ¡No estás escuchandome! Siempre me dejas atrás.

No pude evitarlo. Las lágrimas que había estado aguantando finalmente salieron. Y entonces él hizo algo que no esperaba: me abrazó.

— Vos y yo hacemos un buen equipo, ¿no? Yo te cuido, vos me cuidás. Así que no te hagas ideas raras, es así de simple.

Era un abrazo firme, cálido, como si intentara sostener todas las partes rotas de mí. Y como aquellas escasas veces, me sentí pleno.

(✯⁠)

Esa noche, cuando todos ya estaban dispersos, Spreen y yo nos quedamos en la parte de abajo del castillo. No hablamos mucho, pero no hacía falta.

—Gracias por no dejarme solo —dije en voz baja, rompiendo el silencio.

Él me miró y sonrió un poco antes de pasar un brazo por mis hombros.

—No tenés que agradecer nada. Yo también necesito que estés acá, ¿sabés?

Apoyé la cabeza en su hombro y cerré los ojos. Mi mente seguía siendo un caos, pero por ahora, eso no importaba. La ansiedad aún estaba ahí, como una sombra, pero no tenía el control. Spreen estaba aquí, conmigo. Y eso era suficiente.

...
..
.

★[☆]
.
..
...

— ¿Sucede algo?

— Porfavor, no me dejes.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top