[★]☆
╭────────:*¨¨*:────────╮
𝓟𝓸𝓻 𝒇𝓪𝓿𝓸𝓻, 𝓷𝓸 𝓶𝒆 𝓶𝓲𝓮𝓷𝓽𝓪𝓼.
╰────────*:·. .·:*────────╯
Las palabras resonaban en mi cabeza mientras el mundo a mi alrededor se difuminaba: Conter está con Vicky. En lo de Aquino. Cada paso que daba alejándome del casino era pesado, como si el suelo quisiera hundirme y no dejarme avanzar. Farfa intentó seguirme un rato, pero con un gesto lo aparté. Necesitaba estar solo... bueno, no solo. Lo necesitaba a él.
—Tranca, Ivan, es solo una boludez —me dije en voz baja, pero ni yo me la creo. La idea de Conter con alguien más, especialmente con ella, me carcome.
Vicky Palami. Esa mujer tenía una habilidad especial para meterse donde no la llamaban, para acercarse a el sin disimuló. Agradable en apariencia, con esa voz chillona. Y Aquino... bueno, Aquino es Aquino. Si había una forma de hacer que una situación simple se convirtiera en un problema nivel hardcore, era con él involucrado.
El camino hacia la base de Aquino era largo y sinuoso, lleno de mobs dispersos que parecían detectarme a kilómetros. Pero esta vez, no había gritos ni risas escapando de mis labios mientras esquivaba flechas o derribaba a un par de zombis. La ansiedad me tenía aferrado como un debuff imposible de quitar.
Finalmente, la entrada de la base apareció ante mí, imponente y cubierta por un aura de misterio. Aquino siempre hacía todo a lo grande, como si quisiera compensar algo. Golpeé la puerta metálica con fuerza.
—¡Ey! ¡Abrí de una vez!
Un par de segundos después, la puerta rechinó, revelando a un Aquino medio dormido, con su casco inclinado hacia un lado y un trozo de pan en la mano.
—¿Qué quieres ahora, Spreen? ¿No puedes vivir sin molestarme un rato?
—¿Dónde está Conter? —fui directo al grano, cruzándome de brazos y fijando mi mirada en sus ojos, que no mostraban ni pizca de interés en lo que decía.
—Ah, sí, está con Vicky en la zona de cofres. Relajate, loco, no pasó nada.
No escuché el final de su frase. Ya estaba avanzando por el pasillo, mis pasos resonando contra el suelo frío. Zona de cofres. Solo de imaginar lo que podría estar sucediendo dentro me hervía la sangre.
Al llegar, encontré a Vicky inclinada sobre una mesa de madera, revisando varios mapas y organizando pociones. Conter estaba junto a ella, sosteniendo un libro encantado, observándola con atención, como si estuviera hipnotizado por lo que hacía.
—Ah, mira quién llegó —comentó Vicky sin siquiera levantar la vista.
Conter giró la cabeza hacia mí, y en ese momento, todo mi enojo se tambaleó. Su expresión era tranquila, pero sus ojos parecían buscar los míos, como si supiera lo que estaba sintiendo.
—¿Qué haces aquí, Spreen?
—¿Y por qué no me dijiste a dónde ibas? —mi voz salió más dura de lo que esperaba, pero no podía contenerla. La imagen de ellos juntos, compartiendo algo que yo desconocía, me estaba quemando por dentro.
Vicky soltó una risa suave, aunque su tono estaba cargado de burla.
—¿Qué, acaso necesitas permiso para todo, Conter? No te pongas celoso. Conter y yo solo estamos planeando cómo no morir en la dungeon de mañana. Aunque, si quieres, también puedes unirte... siempre y cuando no estorbes. ¿O prefieres que Conter te lo explique con dibujitos?
Ignoré su comentario, enfocándome en Conter.
—No importa lo que estés haciendo, debiste decírmelo. ¿Por qué no me lo dijiste? Yo podría ayudarte también.
Conter suspiró, dejando el libro sobre la mesa, pasando una mano por su cabello desordenado. Estaba cansado, lo podía notar, pero eso no quitaba el hecho de que me había excluido.
—No quise molestarte. Pensé que estabas con Farfa y Mictia. No es nada importante. Solo vine porque Vicky necesitaba ayuda con un par de cosas.
—"Cosas", claro —repliqué, cruzándome de brazos—. ¿Y no pudiste pedirme ayuda a mí?
La sala quedó en silencio por unos segundos, hasta que Aquino entró, mascando tranquilamente otro trozo de pan.
—¿Qué pasa acá? ¿Drama de pareja? —preguntó con una sonrisa que me hizo querer lanzarle el casco que llevaba en la cabeza.
Vicky finalmente dejó lo que estaba haciendo, girándose hacia mí con una ceja levantada.
—¿Sabés qué? Si estás tan preocupado por Conter, ¿por qué no lo llevás de la mano a todos lados? Así te asegurás de que nadie más lo toque.
Mi mandíbula se tensó, pero antes de que pudiera responder, Conter intervino.
—Basta, Vicky. Ya está – Su voz era firme, y su mirada se clavó en la de ella por un segundo antes de girarse hacia mí.
Levantó las manos en señal de rendición, dando un paso atrás.
—Uff, ¿saben qué? Los dejo solos para que resuelvan su drama. Aquino, acompáñame a buscar las varas de blaze que faltan.
—¿Yo? ¿Por qué tengo que ir?
—Porque si no me ayudas, no vuelvo a cocinar para ti. Vamos, muévete.
Vicky salió con Aquino arrastras, dejándonos solos en la habitación.
Conter cruzó los brazos, mirándome con una mezcla de exasperación y preocupación.
—¿Por qué te pones así? Sabes que no hay nada entre Vicky y yo.
—No es eso. Es... no sé. No me gusta cuando te alejas. Si algo te pasa y yo no estoy ahí, ¿qué hago? – Sus ojos se suavizaron al escuchar mis palabras. Dio un paso hacia mí, colocando una mano en mi hombro.
—Estoy bien. Estoy aquí, contigo. Y no voy a ir a ningún lado sin ti.
Su voz era baja, pero firme, y por primera vez desde que salí del casino, sentí que podía respirar de nuevo.
— Volvamos. Ya terminamos aquí.
Sus palabras deberían haberme calmado, pero solo sentí una mezcla de alivio y enojo. Sin decir nada más, lo seguí fuera de la sala, dejando atrás las risas contenidas de Aquino y el aire de superioridad de Vicky.
El camino de regreso fue silencioso. Conter caminaba a mi lado, pero no intentaba hablar. Finalmente, no pude más.
—¿Por qué no me dijiste nada?
Se detuvo, girándose hacia mí con una expresión que no pude descifrar del todo.
—No quería preocuparte. Sabía que reaccionarías así.
—¿Así cómo? ¿Preocupándome porque alguien más esté tratando de apartarte de mí?
—Nadie está tratando de apartarme de ti, Iván. Vicky solo necesitaba ayuda.
Sus palabras eran sinceras, pero no lograban calmar la tormenta en mi interior. Había algo más, algo que no quería admitir.
—Solo prométeme que la próxima vez me lo dirás.
Conter asintió, sin mirarme a los ojos.
—Te lo prometo.
Y aunque sus palabras deberían haber sido suficientes, una parte de mí seguía sintiendo que el peligro no había pasado.
...
..
.
[★]☆
.
..
...
- ¿Por qué me ves asi?
- Por favor, no me mientas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top