•Sersi.

Wanda, 20.

—¿Mocaccino?—Preguntó Sersi y asentí con una sonrisa.

Se sentó delante mía con un café expresso. El café tenía decoración rústica, paredes de madera, asientos decorados con manchas de vaca y un par de colores opacos. Es bastante cálido.

—¿Conoces éste café hace mucho?—Pregunté y ella negó.

—Conozco éste bar hace mucho, es café sólo por las mañanas, en las noches es bar.

—¿Y conoces más el bar? —Sonreí y ella asintió.

—Mi mejor amigo trabaja aquí, es dueño, y suelo venir a hacerle compañía.

—¿Lo disfrutas?

—Las noches aquí son puro amor.—Bromeó y comencé a reír. —No, ya en serio. Lo disfruto, es divertido y me relaja bastante, ya sabes, ser psicóloga, aprender de los demás y ayudarlos, no es un trabajo fácil, debo absorber mucho estrés, y dolor ajeno, y eso no deja tiempo para liberar tensiones. Este bar...—Abrió los brazos señalándolo y sonrió.—Es mi refugio.

—Un lindo refugio.—Sonreí.

Sersi asintió mientras apartaba la vista clavandola tras nosotras.

—¡Allí estás!—Saludó un hombre de barba prominente.

—¡Logan!—Se levantó y corrió a darle un enorme abrazo.

Observé a musculoso hombre levantarla y girarla un par de veces mientras ambos reían. Ha de ser su novio.

—Wanda, él es Logan, mi mejor amigo de toda la vida.—Sonrió levemente. —Logan, ella es Wanda.

—¿Tu cita?—Preguntó con una sonrisa bromista.—Soy Logan, un gusto.

Estiró su mano y estrechó la mía.

—El gusto es mío.

Sonreí algo nerviosa.

—Entonces... ¿Es una cita?—Dijo su amigo de forma insistente provocando que me sonroje un poco apartando la mirada.

No me molesta que la gente sepa que estoy saliendo con alguien–que no es el caso– pero si me molesta que insistan en saber cosas que realmente pueden darme vergüenza si comienzan a hablar de ello, no me avergüenzo de tener emociones, pero... ¿Que el resto sepa de mis emociones? No, no gracias. Paso.

—Hey, Logan. Déjala en paz.—Dijo Sersi algo seria y Logan hizo una mueca.

—Lo lamento, la casa invita. Disfruten.—Se despidió con una sonrisa y pasó por mi lado. Sersi cubrió su rostro con la palma de su mano, bastante avergonzada.

—Lo lamento, en serio. Él está algo obsesionado conmigo consiguiendo una novia.

—Creí que eras heterosexual.—Murmuré y negó.

—Soy lesbiana.—Me dedicó una sonrisa.—¿No era obvia mi energía lésbica rebosante? 

Comencé a reír.

—No es como que las lesbianas tengan un brillo diferente. —Sonreí.— O yo no lo noto.

—Todos lo notamos, yo noté que tu eres... ¿Bisexual tal vez?

—Últimamente lo dudo, creo que soy lesbiana, aún es un camino largo... No quiero etiquetarme por ahora. Prefiero explorarme y saber que es verdaderamente lo que disfruto.

—Bueno, pero... Te interesan las mujeres y eso lo noté.

—Me viste. —Me burlé. Creo que soy notoriamente homosexual, observo descaradamente a las mujeres que me gustan. Claramente no las incomodo, es sería absurdo de mi parte, pero si las observo mucho.

—Es imposible no verte, Wanda.

Sersi y yo sonreímos. Que dulce.

[•••]

Natasha, 26.

—¿Una cerveza?—Pregunté a Erik y él asintió sentándose a mi lado.

—Charles se fue. ¿Hay algún motivo por el que me citaste aquí?

Tomó la cerveza y le dio un sorbo.

—El cumpleaños de los trillizos, ¿van a celebrarlo? —Pregunté mientras ocultaba mis ganas de decirle lo mucho que quería ver a Wanda sonreír en navidad.

—¿Planeabas llevarte a mi hija?—Preguntó y negué.—Bien.

—Pero me gustaría ayudar a preparar su cumpleaños, ya sabe. No ha de ser fácil para ellos no tener a su madre este año, y de seguro les haría bien tener un día bonito, sin más que pensar.

—¿Qué propones?

—Tal vez un día en familia, pasean en el lago, y luego llegan aquí a una fiesta bonita, una esquina para cada uno, ya sabe, cosas para Wanda, cosas para Peter y luego para Pietro, que sea un día en donde puedan ser el protagonista sin olvidar el amor que se tienen los tres.

Erik pareció meditarlo y me dedicó una amplia sonrisa mientras bebía de su cerveza.

—No eres tan tonta como pensé.

Sonreí.

Un momento.

—¿Gracias?

—No hay de que, Romanoff. Encargate de eso de los decoradores, yo me encargo del paseo.

Asentí con una sonrisa.

—Y gracias, Romanoff.

—No hay de que, quiero ser útil mientras investigo a tu novio.

—Me refiero a...—Observó directamente a mis ojos y pude notar la mirada de la castaña en sus ojos. Ambos tienen una mirada muy intensa. Difícil de descifrar. —Gracias por cuidar de Wanda... Y quererla tanto.

—No hay de que, papá suegrito.—Le guiñé un ojo y él me observó molesto.—Era broma.

—Te conviene.

[•••]

Wanda, 20.

—¿Entonces por qué aceptaste venir conmigo?—Preguntó Sersi con una sonrisa.

—Porque eres amable conmigo, eso es realmente dulce y me siento cómoda contigo.

—¿Qué tan cómoda? Define cómoda. —Insistió y yo giré los ojos.—¿Muy psicóloga?

—Muy odiosa.

Giró los ojos.

—No lo soy, no tanto. Debes conocerme.

—Debo conocerte, concuerdo..

Sersi se detuvo frente a mi mientras caminábamos fuera del café.

—¿Me dejarías conocerte en serio?—Preguntó ella y la miré extrañada. Es mi psicóloga, creo que ya me conoce hasta los traumas.—Más allá de ser tu psicóloga.

—¿Eso está permitido?—Pregunté extrañada y negó.

—No, pero nadie tiene que saber, ¿no?—Dijo nerviosa.—Sólo sería conocernos, como dos personas que se conocen en un café y frecuentan sus salidas.

Lo medité un poco antes de darle una respuesta definitiva. ¿Por qué no?

—Claro, mientras no te traiga problemas, por mí está bien.

Estoy cómoda con ella.

Nota de autor:

¡El capítulo de mañana será más largo! Espero que quienes han empezado clases estén teniendo buenos días, descansen.

Mañana capítulo en "cartas a bishop" y aquí.

-Codex.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top