•Peter, Pietro y Wanda.

Wanda, 20.

Corrí hacía la salida de la casa y vi a Peter correr hasta mí abrazándome con fuerza. Me colgué del cuello de mi hermano.

—¡Te extrañé mucho!—Dije emocionada y pude ver a Romanoff ayudar a Clint a bajar algunas cosas del auto.

Charles pasó a mi lado y se detuvo para besar mi cabello.

—Nos vemos luego, cariño.—Murmuró.

Pietro llegó corriendo y se lanzó sobre ambos logrando derribarnos. Caímos al suelo y comenzamos a reír. No pasábamos tanto tiempo separados desde que a Peter le dio varicela a los ocho y nosotros seguíamos invictos.

Papá no llegaría hasta mañana, ya que los vuelos están llenos.

—¡Los extrañé!—Gritó Peter bajo nosotros. —Les he traído un dildo a cada uno.

Comenzamos a reír menos él.

—¿Hablas en serio?—Pregunté y él se mantuvo serio.

—¿Creías que bromeaba? Para ser mi hermana me conoces poco. —Murmuró besando el cabello de Pietro.—¿Algo que contarme?—Preguntó mientras nos levantabamos.

Sonreí.

—Sí, vamos a la terraza a charlar.—Murmuré.

Pietro subió sobre la espalda de Peter y nos alejamos en dirección a la terraza que estaba pasando el granero. Nos sentamos sobre el mesón mientras observábamos a todos hacer su trabajo.

Sonreí recordando la ducha que me di junto a Natasha antes de que Pietro y Clint se despertaran. Los besos de la pelirroja en mi cuello, sus manos acariciando mi cuerpo y las risas que compartimos entre besos para el desayuno.

—Esa sonrisa me dice todo. —Dijo Peter y no pude evitar sonrojarme.—¿Qué está pasando? Me voy una semana y cuando vuelvo todos estamos más gays.

Pietro y yo nos observamos y luego a él.

—¿Estamos?

Se sonrojó.

—Están.

—Dijiste estamos.

—Dije están.—Insistió comenzando a cabrearse.

Giré los ojos y pateé levemente a Pietro bajo la mesa para que no insista. Sé como se pone Peter con estas cosas, y prefiero dejarlo así antes de que suelte un comentario que pudiese herir a Pietro. A mi ya no me molesta lo que digan, de todas formas me iré al infierno, si es que existe... Bueno, quizá no, yo creo que no, papá insiste en que no, pero la abuela Irina insistía en que sí, por eso Pietro jamás le comentó que le gustaban los hombres.

—¿Entonces?—Dijo Pietro.

Pietro tampoco sabe, no le he dicho mucho, ya que esperaba tener a mis dos muchachos juntos antes de decir algo.

—Natasha y yo... Nos estamos viendo, no somos nada, pero... Ella es linda, y... Me habló sobre una hermana, se llama Yelena, dijo que algún día me enseñará una fotografía.—Sonreí algo embobada.

—¿Entonces ya le viste sus cositas?—Preguntó Peter y asentí.—¡Esa es mi hermana!—Festejó sacudiendo a Pietro quien cayó de la mesa y se quedó observando el cielo.

—Creo que me rompí el útero.—Murmuró.

—Tú ni tienes útero.—Dije yo.

—Reprobé biología, no me juzgues.—Dijo él.

—¿Me repites qué es lo que vas a estudiar?—Pregunté.

—Seré kinesiologo. —Dijo Pietro.—Peter será entrenador, por lo que tendremos un gimnasio. —Dijo con una sonrisa mientras chocaba los cinco con mi otro hermano.

—Okay.—Murmuré no convencida.—Espero que no los demanden.

—Yo también. —Murmuró Peter dejándose caer sobre mi regazo.—Felicidades, Wandita. Ya no tienes telarañas, ya hasta olía a muerte allí abajo.

—Eres un desgraciado.—Dije avergonzada ante las risas de Pietro.—Había tenido sexo.

—No con una chica.—Insistió mientras me pedía que acariciara su cabello.—Los extrañé mucho, no tenía de quien burlarme.

—Yo te extrañé mas. —Dije besando su mejilla antes de ver a Pietro levantarse bastante celoso y exigir que besara su mejilla también. —Eres un celoso.

—Basta, no sean egoístas, yo soy el bebé.—Se quejó mientras se sentaba a mi lado rodeandome con sus brazos.

Estoy completa cuando es con ellos.

                            [•••]

—¿Cómo estuvieron éstos días sin su padre y sin mí?—Preguntó Charles tomando la mano de papá sobre la mesa. —Estamos felices de estar reunidos, ¿no?

Peter revolvía su comida mientras Pietro devoraba su ensalada con un hambre voraz.

—Todo muy calmado.—Murmuré. —Lo disfruté bastante, pude descansar de tanta testosterona.—Sonreí y todos comenzaron a reír.—Fue divertido tener tiempo para mí.

—¿Alguna novedad?—Preguntó papá. —Supe que el muchacho Druig y tú... Ya sabes, salían.

—¿Quién dijo esa mentira tan grotesca?—Dijo Peter.

—No salimos, fuimos a bailar, pero no resultó.—Me encogí de hombros.—No es mi tipo, me gustan más maduros y maduras. —Murmuré.

—Señor Maximoff.—Llamó Romanoff desde la entrada del comedor.—Tenemos una situación, buen provecho.—Murmuró y yo le dediqué una sonrisa que no correspondió. La entiendo, es decir, es su trabajo... Duele, pero es su trabajo.

Papá se levantó acompañado de Charles quien parece no querer separarse de él desde que volvieron a verse. Eso es muy romántico de su parte... Ojalá yo no tuviese que separarme de Natasha durante el día.

Escuchamos unos gritos seguidos de un golpe estridente. Nos levantamos corriendo hasta la entrada.

—Mamá... —Dije al ver como papá se sostenía la mejilla y ella lo observaba con molestia.

—Hola, amores.—Saludó con una sonrisa que rápidamente fue borrada al sentir a Natasha tomar sus brazos.

—Le tengo que pedir que abandone esta propiedad. Es privada, y usted es fugitiva de la justicia, si llamo a la policía la detendrán.—Dijo de forma dura.

—¡No! ¡¿Qué haces?!—Grité y Charles me detuvo. Lo aparté con brusquedad y corrí hasta Natasha.—¡Sueltala!

Natalia me ignoró y mamá me abrazó con fuerza.

—¡¿Eso haces ahora?! ¡¿Alejarme de mis hijos?!—Gritó mamá acariciando mi cabello. Escondí mi rostro en su cuello y sentí como las lágrimas caían con fuerza por mis ojos.

—Papá no.—Suplicó Pietro y corrió a abrazar a mamá quien me soltó de inmediato para abrazar a Pietro pero luego lo dejó apegado a mí.

—¿Peter?—Llamó a mi hermano quien se dio media vuelta y entró a casa.

—Ve a hablar con él.—Dijo papá a Charles quien corrió tras Peter.

Mamá suspiró y Natasha observó a papá.

—No te atrevas.—Susurré. Papá dio la orden y ella tocó su comunicador.

—Llama a la policía, Kingo. Mantendremos a la señorita Irina Maximoff hasta que lleguen por ella.

—¡No! ¡Papá, detenlos!—Grité y papá suspiró.

—Irina, vete o habrá consecuencias.—Dijo él.

Mamá nos observó por última vez antes de alejarse y Natasha canceló la orden. Mi padre se fue mientras Pietro comenzaba a correr hacía la piscina para lanzarse a ella e ignorar el estrés que le provocaba todo ésto.

Papá entró a casa y me quedé viendo como mamá se iba en su auto, cada vez más lejos.

Natasha me observó en silencio.

—Eres una estúpida. —Me quejé pasando por su lado. Ella intentó detenerme.

—Wanda, Wanda.—Intentó tomar mi brazo y la empujé.—Por favor... Es mi trabajo, yo no doy las órdenes, sólo las sigo y...

—Sigue con tu trabajo entonces. —Dije enojada.

Es una estúpida.

                              [•••]

Natasha, 26.

¡Trato de entenderlo! Su madre la hizo sentir insignificante y ella sigue allí, sigue esperando cosas de ella, incluso sospecho que sabe que jamás conseguirá nada de lo que desea de su madre, pero sigue allí.

No quise hacer que se sienta mal, y estoy esperando a que todos duerman para colarme por su ventana y pedirle perdón a una mocosa inmadura, caprichosa y... Estúpidamente difícil de comprender.

Sospecho que se han ido a dormir hace diez minutos realmente, pero tengo miedo de ir y encontrarme con la castaña de mal humor, me ha ignorado todo el día, incluso los mensajes que le he enviado donde le dije que la extrañaba, YO, yo le HE DICHO que la extrañaba.... La peor parte es que sí, la extraño mucho, pero ella no a mí, y juro que casi asesiné a Clint cuando me dijo que Wanda volvería a huir a brazos de alguien más.

Estos días aquí me han tenido extraña, luego de aquél baile y aquella charla, todo con Wanda se volvió más cercano y dulce, y la idea de decirle lo que realmente estoy haciendo aquí, me aterra, no quiero que sienta que yo también la he dejado, pero es que no entiendo su obsesión con su madre y las cosas que claramente no hará.

Bien, es mejor que salga.

Abrí mi ventana y me colgué en el árbol de junto. Debo trepar sólo un poco hacía abajo para llegar a la habitación de la castaña quien está probablemente dejando el aire entrar, ya que cada noche antes de dormir lo hace.

Bajé y pude notar la ventana abierta, la abrí levemente y vi que todo estaba apagado, pero podía oírla sollozar.

—¿Wanda?—Pregunté al meterme por completo a la habitación.

—Lárgate. —Se quejó y suspiré.

—Wanda, por favor.

—No quiero verte, ni quiero que me veas llorar otra vez, así que por favor, vete.

—Wanda, quiero saber que estás bien, me iré si así lo quieres, pero déjame ayudar.

Caminé hasta la cama y encendí las luces de la habitación. Piolín levantó la cabeza y me observó somnoliento.

—Lo siento, amigo. Quiero saber si tu mami está bien.—Murmuré y él me movió la cola. Wanda me ignoró. —¿Qué está molesta con la vieja Natasha dices?—Pregunté y Piolín bajo de la cama para jalar levemente mi pantalón. —¿Qué quiere muchos besos?—Pregunté tomando el tobillo de Wanda. Ella lo alejó y me pegó una patada en la muñeca. —Auch, eso dolió.

Piolín se metió a su baño y volvió con un patito de juguete.

—No es momento de baños, amigo.—Murmuré y Wanda se giró para observarlo, vi su rostro irritado por el llanto y sus ojos hinchados.—¿Qué debería darle un abrazo a tu mami para que deje de llorar?

Piolín ladró y yo sonreí.

—El cachorro lo aprueba, me acercaré.—Advertí a Wanda recostándome sobre ella en la cama.

La pequeña castaña estaba con la cara hundida entre las almohadas y no se giró para nada.

—Discúlpame, en serio no quiero que te enojes conmigo, te extraño mucho, Wanda.—Me sinceré.

Ella se quedó en silencio y yo dejé un beso suave en su hombro luego de mover su cabello.

—También te extrañé.—Admitió.—Pero fuiste una estúpida. Es mi mamá.

—Y este es mi trabajo, маленькая детка.—Susurré y ella suspiró.

—Lo sé, lo siento.—Dijo antes de darse media vuelta y aceptar mi abrazo. —Fui una tonta... Es sólo que... Es mi madre, me dio la vida y la extraño.

Besé su cabello suavemente antes de unir nuestros labios cortas veces.

—Lamento no haber sido comprensiva contigo, en serio.—Dije yo.—Por favor, no vuelvas a enojarte conmigo, mocosa caprichosa. No me gusta.

Ella sonrió levemente.

—No vuelvas a hacerme enojar.—Bromeó.

Esa es la Wanda de siempre.

Escuchala.

—¿Quieres hablar?—Pregunté al recordar lo que Clint me dijo cuando me he molestado con él por lo que dijo sobre Wanda y alguien más.—Es decir, te serviría poder decirle como te sientes a alguien, ya sabes.

Ella suspiró.

—Me duele sentir que sólo ha venido por Peter mientras yo me sentía tan refugiada en los brazos de alguien que ni siquiera quiere darme refugio. Me duele sentirme frágil. —Dijo mientras su mentón temblaba. La rodeé con fuerza entre mis brazos al notar que ya no hablaría más.

—Nada me hace más fuerte que tu frágil corazón. —Dije recordando aquellas líneas que dijo acerca de su libro.—¿Sabes algo?

Ella levantó la mirada con una sonrisa.

—Yo si quiero ser tu refugio, Wanda Maximoff, porque nada me hace más fuerte que tu frágil corazón. —Sonreí meditando cada palabra para no equivocarme. Aún me cuesta un poco el español, en ocasiones.

Ella escondió su rostro en mi cuello y yo sentí que nada más importaba en ese momento. Definitivamente quiero cuidarla y mucho...

—Eso dices ahora, sabes que ésto es... Sólo sexual.—Dijo ella y negué rápidamente. —Lo es, sólo para eso nos vemos, Nataska.

—¿Quieres tener una cita super secreta conmigo?—Pregunté sin saber como haría para llevarla a una cita.

Ella me observó sorprendida pero asintió.

—¿Cómo espías?—Preguntó y tragué saliva antes de asentir.

—Sí, como espías...—Murmuré.

—Acepto...

—Bien.—Sonreí y besé nuevamente su cabello.

Mierda... Cada vez es más difícil despegarme de ella y temo su reacción...

Nota de autor:

¡Hey!

-Codex.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top