•Paso de ti.

Wanda, 20.

Luego de la noche de ayer, Natasha ha decidido ignorarme. Ni siquiera me mira a los ojos y eso me confirma que vio mi espectáculo.

Está nerviosa cada vez que paso cerca y he tratado de hablar con ella, sin embargo no la vi entrar luego de que nos cruzaramos cuando salió a correr.

Es una aburrida, Peter dijo "enséñale las tetas", "muevele el culo", y yo creí que funcionaría. Él es estúpido, pero yo más aún.

Me senté en el jardín y me quité la ropa para quedar en ropa interior y tomar el sol. No es que hubiese mucho, pero el día estaba bastante tibio.

—¿Wanda?—Me llamó Pietro y levanté la mirada.—¿Romanoff no ha hablado contigo?—Preguntó y negué.

—Yo le informé a Clint, iremos a una fiesta el viernes, Barnes también va para acompañar a Peter.

—¿Dónde habrá una fiesta?

—En la única disco de éste pueblito de mierda. —Murnuró mi hermano quitándose la camiseta para recostarse a mi lado. —Me he besado con el guardia. —Dijo sonriente. —Me he hecho el digno, le dije que no podía ser, pero mañana está de cumpleaños, y le he comprado algo, es tan lindo.

—¿El regalo, no?—Dije burlona.

—Eres una idiota. Él es lindo, que a ti te gusten las zanahorias no es mi problema. —Se burló él poniéndose bloqueador en el abdomen.—Además lo vi en las ducha, entré en busca de la ropa que Peter me dijo que olvidó, no la encontré, pero sí vi a Clint bañándose, él se giró y me sonrió, yo sentí que iba a morirme, estaba muy sonrojado...—Mordió su labio inferior.—Luego vi a su bestia y bueno, me gusta más que antes.

—Eres un enfermo. —Comencé a reír. —¿Se enojó?

—Me guiñó el ojo y se dio media vuelta para seguir duchándose. Tiene lindo trasero.

—Tienes suerte. —Murmuré. —Yo no he avanzado con Natasha, no me mira. Hoy pasa de mi...—Vimos a la pelirroja pasar delante nuestra con su uniforme y cabello atado. —Me gusta mucho... Pero dicen que tiene novia.

—No, que va. Es soltera, le he preguntado a Charles. —Murmuró Pietro. — Ninguno aquí vino con pareja, son gente sin hijos ni obligaciones fuera.

Sonreí levemente.

—¿Confirmado?

—Muy, era lo que pidieron. Así se evitan permisos, faltas... Ya sabes. —Se encogió de hombros y yo suspiré. —Hay un rumor de que se sigue hablando con su ex...

—¿Un rumor?

—Ayer Peter la escuchó, buscó en Facebook y las encontró, yo investigué mejor, ya sabes soy el más bonito e inteligente, entonces mientras Peter se ofreció a pintar mis uñas, yo buscaba, y encontré que ella está saliendo con alguien más, además de ser una señora mayor. —Se encogió de hombros. —Está comprometida con un señor... No recuerdo su nombre. —Suspiró.—Pero se ve bastante enamorada en sus publicaciones.

Asentí con menos culpa de la que sentí ayer, claramente quiero a Romanoff, pero luego lo medité bien y estaba pensando con la vagina, no podría haber arruinado su relación. Era bastante poco amable de mi parte

—Le mostré las tetas a la cámara. —Dije rápidamente.

—Ya sé, yo iba pasando fuera de la cocina. —Murmuró.—¿Cómo cuánto pesan esas cosas?

—Nunca las he pesado.

—Nunca he tocado una.—Murmuró mordiendo un trozo de chocolate que ni siquiera vi que trajo. Observó su mano y mi sujetador.—¿Puedo?

—¡No!

—Soy gay, y tu hermano. De seguro Thor y Vision las han tocado.

—¡Son mis amigos y son pareja!—Gruñí.—Salí de la misma vagina que tú, no me vas a tocar las tetas.

Él se encogió de hombros.

—Sólo quería saber, no te pedí que me la chupes. No me gustan las mujeres t soy pasivo, superalo.

Giré los ojos y vi a Natasha pasar nuevamente por delante, así que me levanté para seguirle el paso.

—¿Romanoff?—La llamé y ella se detuvo observando el cesped.—¿Estás ocupada?

Secó el sudor de su frente y asintió.

—¿Qué harás?—Pregunté.

—Cortar madera para la chimenea, luego llevarla al lugar de la leña. —Murmuró señalando el hacha.

Sonreí.

—¿Puedo ver?—Dije de forma sugerente y se encogió de hombros antes de darse media vuelta y caminar hasta el aserradero.

Llegamos y ella desprendió la chaquetilla que llevaba sobre su camiseta sin mangas y de tirantes, era pegada al cuerpo y podía notar lo trabajada que estaba.

Levantó el hacha cuando hubo colocado el primer tronco, lo partió de forma rápida y certera. Lo pateó y acomodó otro repitiendo el proceso.

—¿Te ejercitas mucho?—Pregunté observándola mientras me apoyaba en uno de los postes del lugar.

—Lo normal. —Dijo cortamente antes de volver a cortar otro tronco.

—¿Qué es lo normal?—Insistí. —Yo no me ejercito.

Levantó la mirada y me observó, luego volvió a cortar otro tronco.

—¿No vas a contestar?—Insistí sentándome sobre las mesas de madera que usaban para dejar los papeles de anotaciones sobre la madera.

—Señorita Maximoff, con todo el respeto. ¿No tiene nada que hacer?—Preguntó acomodando los troncos y volviendo a cortar otro.

—¿Siempre eres tan hostil? Es sexy.

—¿Siempre habla tanto?

—Chica ruda, me gusta.—Insistí y ella clavó su mirada en mí intentando que la aparte, sin embargo ninguna parecía querer ceder.

Ella bajó la mirada volviendo a su madera. Que aburrida, podríamos tener una tarde bastante alocada sobre esta mesa y ella simplemente quiere jugar minecraft en la vida real.

—Eres una leñadora muy linda. —Murmuré. —¿Te molesta si te digo cosas así?—Pregunté.

—Diga lo que quiera, pero no interrumpa mi trabajo. No quiero cortarle una mano o algo si se atraviesa.

—Quizá en vez de cortarme, podrías romperme, pero depende de ti. —Murmuré y ella me ignoró.

Dos segundos más tarde soltó una risita.

—Lo entendiste, chica sucia. —Murmuré y volvió a su expresión seria. —Que estrecha. —Me quejé.

Romanoff pateó más troncos y de pronto la mesa donde estaba se soltó haciendo que Romanoff suelte el hacha y tomé mi brazo antes de que yo cayera al suelo con dichos troncos encima.

Romanoff me pegó a su torso sudado por el esfuerzo físico que ha hecho y sentí el aroma dulce de su piel mezclado con un poco de ron que salía de su aliento impregnándose en mis fosas nasales.

Joder.

—¿Está bien?—Bajando la mirada y asentí observando casi hipnotizada sus ojos y sonrisa perfectamente similares a un gato.

Es atrapante.

Comenzamos a reír de forma nerviosa y en ese preciso momento, al verla sonreír tan cerca de mi rostro, en ese segundo que sentí mi corazón embelesarse ante tanta belleza... Dejé salir aquél pensamiento en mi mente... Me gustaría conocerla.

Sólo conocerla y tal vez follar con ella un par de veces...

Tres veces quizá.

—Te ayudaré a ordenar la leña. —Murmuré y ella negó.

—Va a lastimarse. Yo seguiré con...

—Romanoff, tengo las mismas capacidades que tú. —Mentira, voy a morir.—Puedo con esto. —Pero moriré con dignidad.

Nota de autor:

¡Hey!

-Codex.

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