•No soy idiota.
Natasha, 26.
Estaba sentada frente a Erik en su habitación. Él estaba sentado en su cama y yo en el sofá.
—¿Entonces creyeron que yo era culpable?
—Algo así, señor Maximoff.—Murmuró Fury.—Ahora que usted sabe que es lo que buscamos, trabaja para nosotros.
—¿Yo? Yo no...Yo no puedo fingir que no quiero sacar a Charles de mi casa en éstos momentos, yo...—Suspiró.—¡Me siento traicionado!
—Y lo entendemos, Erik. —Fury se puso de pie.— Pero es hora de dejar los rencores y entender que esto va más allá de lo que le han hecho a usted. —Cerró su abrigo.—A veces las mentiras son necesarias para sobrevivir, y en este caso, debe sobrevivir usted y...—Me observó.—Sus hijos.
—¿Qué tienen que ver ellos?—Preguntamos al unísono.
—Sus hijos están en casa con Charles, si se van antes, él sospechará, es un hombre astuto. —Nos enseñó unas fotografías.—Tan astuto que ya sabe sobre Strange y Erik, sabe que se acostaron.
Erik tragó saliva.
—Yo...
—No se preocupe. Nadie tenía presupuestado que todos tuvieran un romance con los Maximoff.—Dijo Fury y yo comencé a toser.
—¿Es en serio?—Me observó Erik.—¿Peter?—Preguntó enarcando una ceja.
Este es un buen momento para que Dios decida llevarse mi alma.
—No, yo... Yo...—Suspiré y Erik me observó fijamente. Ni siquiera puedo distinguir sus emociones.—Recuerde que yo estoy salvando su culo.
Fury comenzó a reír.
—Es Wanda.
—¡Nick!—Me quejé.
Erik apartó la mirada.
—¿Mi princesa?—Gruñó.—¡¿Es en serio?!
—No es momento de ponernos agresivos.—Murmuró Fury.—Natalia, convence a papá suegrito de no asesinarte, los quiero en un día allí, actuando como si nada, mientras comenzaré el papeleo de tu familia.
Observé a Fury sorprendida y asentí rápidamente.
—Gracias, jefe.—Sonreí.—C-Creí que tardaría más, aún no estamos listos.
—Con la ayuda de...—Observó a Erik quien me miraba con recelo.—Papá suegrito, estamos más cerca de la meta que nunca.
Tragué saliva.
—Va a matarme, y más cuando sepa que le he roto el corazón a su hija. —Susurré.
—Pues no vuelvas a romperle el corazón a su hija...—Se giró y Erik seguía con aquella expresión vacía.—Mejor no le rompas nada a su hija... No hasta el matrimonio al menos.
Salió de la habitación y yo tomé mi vaso con vodka comenzando a beber.
—¿Vas a decir algo o sólo beberás?—Gruñó.—No soy idiota.
—Ambos tenemos algo en común...—Comencé yo.—Y no es sólo que estamos metidos en éste proceso de... Atrapar a un... Casi mafioso.—Dejé mi vaso en la mesita de noche. —Ambos queremos a Wanda, y queremos cuidarla, créame que yo... Realmente gusto de su hija, y toda esta mentira de la guardaespaldas rusa me ha traído problemas con ella, y quiero solucionar todo cuanto antes, pero estoy entre la espada y la pared, estoy aquí por mi familia, no miento en eso.—Aclaré y Erik se mantuvo en silencio.—Y si no lo hago, ellos seguirán lejos de mí, no puedo permitirlo, así que tuve que sacrificar lo que yo quería por quienes amo, y créame que en cuanto ellos estén aquí...—Inhalé todo el aire que pude.—Haré lo que sea por estar con su hija, porque me gusta mucho, y la quiero, y quiero cuidarla.
—¿Qué le gusta?—Preguntó.
—¿Qué?—Pregunté extrañada.
—Dije... ¿Qué le gusta?
—¿Qué? ¿Ésto se volvió un juego de quien conoce más a quién?
—Responde.
—Nadar, leer, le gustan las novelas románticas, la fruta cortada en cubitos y... Las donas, también preparar galletas.—Dije rápidamente y él enarcó la ceja.
—Cumpleaños.
—Navidad.
—¿Color favorito?
—Rojo, todo lo que usa es rojo o negro, pero sus labiales son todos rojos, deduzco que rojo, jamás se lo pregunté, pero noto los detalles...—Me detuve.—No necesito su aprobación para enamorarme de su hija.—Dije molesta.
Oh...
—¿Estás enamorada?—Preguntó y tragué saliva. No, no lo estoy.
Enamorarse es... Demasiado.
—No.—Dije nerviosa y él sonrió.
—El diablo siempre sabrá más por ser viejo que por ser el diablo. —Se burló.—Estás enamorada de ella y ni siquiera puedes admitirlo...—Su sonrisa se torció.—¿Crees que eso quiero para mi hija? ¿Crees que quiero que un día le des todo y luego no seas capaz de saber que sientes?
Aparté la mirada.
Él tiene razón, pero... Con Wanda no queríamos darle un nombre a ésto, todo partió con ser unos polvos y cambió en un par de días, sólo porque noté que ella era increíblemente especial, y aunque asumimos gustarnos y querernos tan rápidamente, no nos vimos en una relación y jamás me pregunté el por que.
¿Wanda no quería, no? Porque yo quería... ¿O no?
Yo no quería... Yo la quiero, ¿por qué no le ofrecí una relación? Y sí, digo ofrecer como sinónimo de... Proponer... Porque... Porque... Ni siquiera yo me entiendo.
La quiero en serio, y no tengo miedo de enamorarme de ella, pero... Tal vez me estoy limitando porque no he priorizado mis necesidades.
Debo priorizar a mi familia.
—¿Vas a responder algo o dejaremos la charla hasta aquí? Porque me da igual si eres Natasha, o Kelly, o quien quieras, pero no permitiré que lastimes a mi hija.
—La quiero.—Insistí.
—No lo suficiente, y es ahí cuando debes saber si le haces bien o no a alguien, quizá es momento de dejarla ir y que encuentre a quien realmente la quiera, tú estás enamorada y no eres capaz de aceptarlo.
Mordí mi labio inferior. No quiero decirle cosas de las que puedo arrepentirme.
—Con todo el respeto que se merece, nadie mejor que yo sabría como me siento.
Él sonrió.
—Crié una mujer maravillosa, no puedo dejar que cualquiera que crea que puede darle cariño a mi hija se la lleve. Wanda es una mujer dulce, no puede pender de un hilo de humo.
—No le haría eso a nadie, señor Maximoff. Menos a Wanda.
—¿Y por qué presiento que ella está decepcionada de ti?—Preguntó. —¿Crees que no sé lo que significa detka?—Dijo burlón.—Natalia, Wanda aprendió ruso, porque yo le enseñé.
Tragué saliva.
—Es un apodo.
—¿Por qué ella no te habla con amor si suponen quererse?—Insistió.—Escucha, Romanoff. No me voy a entrometer, pero es tú última advertencia.
Se acercó hasta mí y traté de no agachar la mirada.
—O le demuestras a mi princesa, cual valiosa es, o me encargaré de matarte. —Sonrió.—Puede que yo no sea un mafioso como mi ex novio, pero tengo bastante claro que por cualquiera de mis hijos daría la vida.
—Cuando regrese... Me tomaré dos días antes de...
—Nos tomaremos dos días, tampoco quiero volver antes. Le diré a Charles que... Quiero relajarme en la ciudad y que si quiere alcanzarnos lo haga, no querrá, prefiere estar con los muchachos.
Asentí lentamente y salí de la habitación.
Nunca tuve un suegro tan odioso.
Y lo peor es que ni siquiera debería llamarlo suegro.
[•••]
Wanda, 20.
—¡Buenos días!—Gritó Peter lanzándose a la cama que hemos estado compartiendo los tres.—¡Hoy será un gran día!—Dijo feliz.
Me gusta verlo tan emocionado de comenzar con las sesiones.
Anoche volví a soñar con Natasha, me sigo aferrando a ella. No es justo para mí.
—Un gran día mis bolas.—Se quejó Pietro y volvió a cubrirse con las sábanas hasta arriba.—Quiero dormir.
—Clint dijo que te esperará en la ducha de arriba.
Pietro se levantó rápidamente y corrió hacía fuera de la habitación.
—¿En serio?—Pregunté y negó.
—Le dije lo mismo a Clint, les regalé un polvo no planeado. Quería charlar contigo... Es sobre Natasha, papá dijo que volverían en una semana, ¿no se están tardando demasiado? Es decir, es una espía...
—Y tal vez todos lo sean, así que no puedes decirle ni siquiera a Charles.
—No lo haré, pero él no es un espía.—Se encogió de hombros.
Miré mis nudillos. Aún me siento insignificante, ella ni siquiera intentó volver a explicarlo, se limita a dejar en leído todos los mensajes que le envío, y es jodido porque a veces me gustaría que ella conteste y trate de buscar mi perdón, pero luego tengo claro que es mejor así, porque es más fácil para mí, y luego pienso en que no sabré que hacer cuando ella vuelva... Pero debo tener la fuerza de voluntad suficiente para no suplicar por sus besos.
Estoy jodida.
Sé que lo mejor es no volver a tenerla cerca, pero a veces sólo quisiera recostarme sobre su pecho y dejar un camino de besos por su cuello para sentir sus manos apoderarse de mi cintura recordándome el calor de su cuerpo...
Tan jodida.
[•••]
Natasha, 26.
Erik está bebiendo en su habitación. No ha hecho más que beber, Strange se sentó frente a mí y luego lo observó.
—¿Tuvieron sexo?—Pregunté y él asintió.—¿Y qué pasó luego?
—Dijo que se arrepentía, que amaba a Charles y que fue porque nos pasamos de copas, yo... —Suspiró.—Él me besó, y yo... Creí que quería hacerlo, me quitó la camiseta, él parecía más ansioso que yo.
—No me imaginaba que Erik era de los que necesitaba que... Ya sabes.—Sonreí burlona y él sonrió.
—Me gusta, pero yo a él no, y está bien, fue algo de una noche... Pero ¿cambiar de cuidador sólo por eso? Es absurdo, no íbamos a tener más sexo si él no quería.
—Probablemente si quería.—Murmuré.—No se cuida de ti, se cuida de si mismo, le gustas, y es por eso que desde que Charles te mandó, no ha dejado de beber. Siente culpa por haberte dejado ir, porque sabe que Charles es mal partido.
—Otro fracaso a su vida amorosa, lo peor es que estuvo junto a él por años.
Asentí lentamente. Tiene razón, es la peor parte.
—Al menos te tiene a ti.
—La persona que quería le mintió, le ocultó muchas cosas, no va a recuperarse de tanto.
Auch...
Nota de autor:
¡Hey! ¿Cómo van?
-Codex.
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