•No molestes, Romanoff.

Natasha, 26.

Mariah es una ex compañera de Pepper, bueno, amiga de Pepper. Nos conocimos en una fiesta de amigos, y realmente no recordaba que ella fue quien se metió con Clint. Se lo recordaré.

Ha sido agradable charlar con ella un rato, le he dicho que enviaría sus saludos a Pepper y espero poder hacerlo, no he hablado con la rubia desde hace un par de días, he estado muy ocupada entre las piernas de Maximoff.

Llegué al salón a las nueve y treinta de la noche. Maximoff estaba merendando en el sofá mientras leía un libro.

De fondo sonaba una canción bastante relajante y ella sonreía al libro como si estuviese leyendo un romance tan poético que la dejó embobada.

—¿Qué lees?—Pregunté sentándome a su lado. Hizo una mueca y apartó la mirada.

—Un libro.

Giré los ojos.

—No me digas.

—Ajá, ¿se le ofrece algo, Romanoff?—Preguntó seca.

—¿Qué pasó?–Pregunté extrañada mientras ella cerraba su libro ignorandome. —¿Qué hice?

—¿No me tomas en serio?—Preguntó y suspiré. —¿Vas a contestar?

—¿Dije algo que indicara que no te tomo en serio?—Pregunté molesta. —No seas inmadura.

—¿Inmadura yo?—Se burló.—Lo dice quien sólo quiere follar conmigo mientras luego se coquetea con la limpiadora de vacas.

Me reí.

—Es veterinaria.

—Ajá, ¿y a mí qué?—Preguntó molesta levantándose. Me levanté también y la vi cruzada de brazos.

—Estás celosa.

—No.

—Lo estás.

—No. —Insistió. —Estoy enojada, porque no me tomas en serio, pero a ella sí.

—Sólo charlamos.

—Conmigo no charlas.

—No necesitamos charlar cuando estamos sin ropa. —Dije tomando su cintura. Ella me empujó y me quedé quieta en mi sitio. ¿Qué cojones?

—¡Eres una estúpida!

Wanda subió las escaleras corriendo y me quedé pasmada. ¿Qué? ¿Tiene cinco años? Joder.

Melina siempre decía, quien se duerma con niños amanece mojado, no sé a que se refería pero de seguro era a Maximoff y sus celos absurdos.

Trato de entenderla, yo también estuve celosa de Druig, sin embargo ellos iban a acostarse, Mariah no es mi tipo de mujer, me gustan rubias... Y Wanda.

Bien, supongo que debo hablar con ella. Seguí mi camino rumbo a su habitación y escuché la música alta. Suspiré, claro, es sólo una niña y... No importa.

—¿Wanda? ¿Puedo pasar?—Dije abriendo levemente la puerta. Noté su rostro con húmedo por las lágrimas. Mierda, creo que la he cagado.—¿Pasa algo?

—¿Qué crees?—Dijo sarcástica. —Es alergia, lárgate.

—Quiero saber que fue lo que hice antes de decidir si culparme o no. —Murmuré y ella suspiró.

—Sólo soy un cuerpo bonito para ti, ¿no?—Preguntó dolida. —Me vas a usar para tener sexo, y luego acabará, como con Loki y con todos.

Negué.

—¿De qué hablas? Jamás dije que...

—No me tomas en serio, no quieres conocerme, y tampoco me dejas saber de ti, siempre acabamos teniendo sexo.

—Eso no es verdad. —La corté.

—¿Y ayer qué? —Preguntó. —Te pregunté sobre ti y acabamos... En lo de siempre.

Joder...

Lo de ayer fue sólo porque quería desviar la atención de mi error cuando le dije sobre su nacimiento en Nueva York, con Wanda olvido que estoy encubierta y... Me olvido de quien debo fingir ser, ese es un problema y... Debo manejarlo con algo que me ayude a convencerla...

—No era porque no queria saber de ti, Wanda. Claro que quiero conocerte, y que me conozcas. —Dije rápidamente y ella pareció no creerme.—Te lo prometo, dame tiempo.—Murmuré tomando su cintura. La castaña levantó la mirada y rocé mi nariz con la suya de forma lenta antes de tomar sus mejillas.—Te prometo que no trato de usarte o aprovecharme de ti, Wanda. Me gustas, en serio, eres insoportable pero me gustas.

Ella sonrió levemente.

—¿Segura?—Preguntó.

—¿Por qué no me gustarías?—Pregunté.

Es obvio que alguien como Wanda puede gustarle a cualquier persona en el mundo, es ella. Es linda, graciosa, además de que no puedes estar seria un sólo minuto a su lado y es buena compañía. Lo he notado estos días.

—Porque no soy... Nada. —Dijo de forma amarga.—Y sé que esto no te importa, pero mi madre se fue y... Me dejó claro lo poco valiosa que soy.

Tragué saliva... Pobre niña lastimada. Ahora entiendo gran parte de sus comportamientos.

—No digas eso, claro que me importa, Wanda. —Murmuré besando sus labios de forma corta.—Me gustas mucho.

De fondo comenzó a sonar una canción dulce y decidí alegrarla un poco.

[PLAY: Flightless bird, American mouth —Iron & Wine]

Tomé su cintura comenzando a moverme con suavidad por la habitación mientras ella me miraba extrañada.

—¿Qué haces?—Preguntó tomando mi cuello. Uní nuestros labios obligandola a callar antes de seguir bailando.

Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Plan de seis pasos de baile, Clint y yo lo practicabamos mucho.

—Me gustas. —Murmuré. —No quiero jugar contigo.

Acaricié de forma suave su nariz con la mía antes de alejarla para darle media vuelta y pegar mi pecho a su espalda. La castaña cerró los ojos y se dejó llevar por mis pasos mientras apoyaba su nuca en mi hombro y yo pegaba mi mejilla a la suya.

La canción lentamente se volvía nuestra, la rodeé con mis brazos mientras nos movíamos sin mucho alboroto. Ella y yo, sólo las dos, disfrutando de un momento tranquilo.

—Aún no puedo decirte mucho de mí, pero podemos bailar... Y así sabrás que quiero conocerte... Quiero hacerlo.—Susurré en su oído. —Quiero conocer todo de ti, Wanda Maximoff, ¿sabes por qué?

—¿Por qué?—Preguntó la castaña y la giré para pegarla a mi pecho y unir nuestros labios en un delicado roce sin intenciones.

—Porque no puedo resistirme a ti, Wanda Maximoff. No puedo, ni siquiera quiero intentar hacerlo...

Su respiración se corto levemente y yo pegué mis labios a los suyos dejando la canción acabar.

Nos observamos fijamente por segundos que parecían perdurar de forma eterna, no de forma incómoda. Creo que jamás estuve tan cómoda con alguien.

—Nada me hace más fuerte que tu frágil corazón. —Susurró.

—¿Qué?—Pregunté y ella sonrió.

—Eso decía el libro, por eso... Lo leía, me gusta... Que diga eso, me hace creer que el amor existe en serio, y que alguna vez mereceré a alguien que me ame así.

—Que nada la haga más fuerte que tu frágil corazón... —Susurré y ella asintió con los ojos cristalizados. —Eres realmente una caja de sorpresas, Wanda Maximoff... —Murmuré. —¿Quieres sólo recostarnos en silencio y ver el techo?—Pregunté al notar que realmente está bastante sensible. Ella asintió y caminamos hasta su cama.

Se recostó y yo me acomodé tras ella en las sábanas de seda gris. Bastante suaves y cómodos para ser sincera.

—¿Hay algo que pueda hacer para hacerte sentir mejor?—Pregunté al notar que Wanda no acostumbra a abrirse tanto con la gente.

—No te preocupes, estoy bien.—Dijo haciéndose un ovillo en la cama. Me pegué mas a su cuerpo y besé su nuca repetidas veces antes de rodearla con mis brazos y atraerla a mi pecho.

No sé que me sucede con ella, sólo sé que quiero cuidarla.

Acaricié sus brazos con suavidad y la vi sonreír. A Yelena le gustaba eso al momento de dormir, y eso era un logro, ya que solo disfrutaba de mi contacto, por lo general la hipersensibilidad o el rechazo al tacto en los niños autistas es común, Yelena tenía su lugar de confianza en mí, es por eso que dejarla para poder darle un mejor futuro a ella y mis padres, fue una decisión dura.

Mi mano fue hasta su cabellera castaña y la acaricie de forma lenta, la vi cerrar los ojos y girarse para esconder su rostro en mi pecho. Me gusta... Cuidarla.

Oh, joder. ¿Qué me pasa? Debo hablar con Clint, necesito un consejo... Necesito... Que me diga que hacer, no quiero lastimar a Wanda.

                                [•••]

Wanda, 20.

Me desperté aferrada al pecho de Natasha. La pelirroja dormía con la boca entreabierta.

Sentí vergüenza de mi declaración hace un par de horas, sin embargo saber que ahora dormía contra su pecho me hacía sentir más tranquila al respecto, ella pudo irse y cortar todo conmigo, pero se ha quedado, incluso luego de que ambas acordaramos que sólo sería sexual, ella no tuvo problemas en... Ésto.

Yo le gusto, lo dijo. Le gusto en serio... Le gusto en serio a alguien... Al fin. Me pone muy feliz... En serio me pone muy feliz. Mis hermanos estarán orgullosos de mí.

                               [•••]

(+16 contenido adulto)

Abrí mis piernas dejando a Romanoff tomar mis muslos para acomodarme sobre el mesón del comedor.

El cuadro del abuelo Django me observaba mientras veía a la rusa hundir su rostro entre mis muslos. Su lengua tocó de forma hábil mi nervio rígido logrando que mi espalda se arqueara.

—Mierda. —Me quejé e intenté cerrar mis muslos, cosa que Natasha no detuvo hasta cierto punto cuando la sentí lamer la cara interna de mi muslo derecho.

Mordió la carne de mi pierna antes de indicarme que me recueste sobre la mesa. Su lengua acarició mis pliegues, podía oírla lamer cada parte de mi sexo con desesperación, su lengua es hábil, es lenta y tortuosa.

—Nataska. —Gemí y pude sentirla gemir contra mi sexo.—Joder...

No voy a aguantar mucho más.

Se separó de mi sexo y nos observamos fijamente a los ojos. Ella se levantó y pude sentir dos de sus dedos hundirse en mí mientras sus labios gruesos chocaban con los míos logrando que mi sabor de impregnara en mi boca.

Romanoff va a volverme loca.

Nota de autor:

¡Hey! ¿Qué tal? Nos leemos mañana, estoy trabajando en un os de maestra Romanoff, para que sepan ª, descansen<33

-Codex.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top