•No, Druig no. (+18)
Natasha, 26.
He ignorado a Wanda bastante bien, no puedo decir lo mismo de Clint y Pietro, ya que mi homosexual hermano de otra madre ha decidido continuar lo suyo con el peliplateado, él cree que yo no sé y yo finjo no saber, porque... Me hace feliz verlo feliz, y yo puedo sola con la misión, así que lo dejaré ser feliz.
Clint está junto a un árbol, lo veo desde el granero, aseguró que iría a entrenar, sin embargo puedo notar al peliplateado quien intenta esconderse entre los arbustos mientras se besuquean. Espero que no lastime a mi Clint o tendremos problemas.
—Deberías dejar de espiar, es de mala educación. —Escuché tras de mí. Me levanté espantada golpeando mi ceja contra el borde de una estantería. —Y eso requerirá de un punto, o dos... —Dijo Maximoff burlona. —Te ayudaría pero iré a una fiesta, ¿estás disponible para llevarme hoy a las nueve?—Preguntó y asentí cubriendo la herida con una servilleta que tenía cerca. —Bien, gracias.
Se dio media vuelta y salió del granero. Huelo sus intenciones, Maximoff no me hará caer otra vez, si ella cree que nos besaremos otra vez por estar de fiesta, está muy equivocada. No caeré en sus juegos de niña malcriada.
Iré como su chofer y me quedaré en el auto, le diré que use el comunicador y esté en contacto constante... Pero primero debo curar mi ceja.
[•••]
Wanda, 20.
Druig. ¿Nos veremos hoy, linda?
Druig. Tengo muchas ganas de bailar contigo toda la noche. Llevaré una camisa oscura, espero te guste.
Wanda. Te verías lindo con cualquier color de camisa, Druig. Ya quiero verte.
Sonreí. Es lindo, mide lo mismo que yo, por lo general me gustan más altos que yo, sin embargo por él puedo hacer una excepción, tiene un hermoso acento y sus ojos son adorables cuando sonríe, además de su voz ronca y melodiosa cada vez que me habla. Es todo un seductor, y lo sabe.
Elegí una camisa de Pietro, por lo general compartimos la ropa, él ama las cosas pequeñas y le quedan bastante lindas, y yo amo sus camisas, huelen a él, y Pietro siempre huele bien, me gusta sentir su aroma cuando no estamos cerca.
Caminé por la habitación en ropa interior mientras Red de Taylor Swift sonaba de fondo. Comencé a bailar mientras buscaba mi ropa, los rayos de sol que entraban por la persiana me hacían un vestido de calor.
—Losing him was blue like I'd never known —Canté tomando mi cepillo de pelo. —Missing him was dark gray, all alone —Caminé siguiendo con el juego de mi concierto improvisado, subí el volumen.—Forgetting him was like tryin' know somebody you never met.—Grité con todas mis fuerzas y caminé hasta la ventana para ver como Barnes, Romanoff y Rogers levantaban la mirada viéndome. Los dos hombres sonrieron y yo cerré las persianas de golpe. —Mierda.
[•••]
—Es muy linda. —Dijo Rogers.—Si nadie la toma, lo haré yo. —Murmuró burlón.
—En tus sueños, ella es mía, ella o su hermano Peter. —Dijo Barnes.
—Ninguno hará nada, no es un juguete.—Dije molesta. No me gusta la idea de éste par viendo a Maximoff en ropa interior. Odio que la vean sólo como un cuerpo follable, porque aunque yo sólo quería tener sexo con ella, claramente merece respeto. Son unos monos. —Dejen a la niña Maximoff.
Me di media vuelta y me alejé caminando algo frustrada con la imagen de Maximoff en ropa interior bailando.
Sonreí y me reprendí mentalmente.
—Romanoff, no. —Me quejé.
—Romanoff, sí. —Dijo Clint a mi lado provocándome un susto. —¿Qué es sí?—Preguntó.
—Casi me matas de un susto. —Gruñí. —¿No estabas con tu novio?—Pregunté y noté como su rostro se desfiguró por completo. —¿Te hace feliz?
Clint se mantuvo en silencio.
—Barton, pregunté algo, y esta vez no fue como tu jefa. —Murmuré quitándome la camiseta que traía para quedarme con el top que debía usar bajo este jodido uniforme, usar sujetador es una tortura con uniforme, pero aunque odio usar un sujetador deportivo, es más cómodo. —Soy tu mejor amiga hablando.
—Me hace muy feliz, yo... —Suspiró. —Fui su primera vez, y ya sé que para ti el sexo sólo es sexo desde que Pepper...
—Pepper también era sólo sexo. —Dije rápidamente. —En su momento estaba enamorada y creí que era algo más que eso, creí que hacía el amor y toda esa mierda, pero ya no. También era sólo sexo, lo entendí cuando vi hace dos días que... Se comprometió, y sigue mensajeandome.
Clint suspiró.
—Mierda, Nat. Lo lamento, en serio.
—Pepper ya no me duele, no te preocupes. —Aclaré. Y no miento, Pepper ya es un tema del ayer, creí que en algún momento volveríamos, pero luego de que noté en la fiesta que podía coquetear con otras mujeres sin remordimientos, vi que ella ya no era tan especial para mí, sólo una buena ex, pero mala novia. —Volviendo a lo de tu niño malcriado, ¿cómo fue?
Clint sonrió algo sonrojado.
—Fue lindo, él es lindo.—Observó el suelo mientras caminábamos hasta la zona de los caballos, debíamos meterlos al establo. —Me dijo que jamás había estado con otro hombre o una mujer, y que... Quería que fuese conmigo.—Soltó una risita nerviosa y sonreí. —Le dije que lo haría especial si él estaba seguro, dijo que sentía que yo era el indicado y... No lo sé, Nat. Me gusta mucho, en serio me gusta, y me gusta estar a su lado, me gusta mimarlo y... Realmente es muy dulce, me ha ayudado a hablar con Nathaniel por videollamada, se encargó de todo él solo y... Yo... Siento que lo quiero demasiado, él es un sueño.—Aclaró.—Entiendo que debía dejarlo, pero... Realmente me hace feliz, en un inicio partió como un jueguecito pasajero, y... Nat, fui el primer hombre en su jodida vida, no sé cuanto dure, pero no seré yo quien le lastime, espero que si alguno acaba ésto, sea él, yo no quiero dejarlo ir.—Murmuró sonrojado.
Sonreí y subí al caballo negro de Erik.
—Pues... —Comencé yo. —Como tu amiga... Te digo que puedes contar conmigo, y tienen mi bendición, siempre y cuando te cuide... Como tu jefa... Esto es completamente horrible, Barton. Debo despedirte. —Dije seria. —Pero disimula, yo fingiré que no sé nada. —Le guiñé un ojo comenzando a galopar con el caballo hasta el establo.
—¡Gracias, jefa!—Gritó él y pude sentir la sonrisa en su voz.
Él es feliz y yo también...
[•••]
Wanda, 20.
Bajé las escaleras con la camisa y una falda algo ajustada, pero lo suficientemente suelta para que Druig pueda removerla.
Guardé lo necesario en mi cartera, preservativos, la pastilla del día siguiente, perfume, lapiz labial y mis tarjetas.
Los preservativos son lo más importantes, no quiero un bebé ni una enfermedad o infección, y Druig se ve bastante... Bien y limpio, pero como Pietro siempre me dice, "caras vemos, penes no sabemos".
Natasha probablemente ha de estar en el auto. Un silbido coqueto me detuvo, me giré y vi a Peter.
—Hermanita. —Sonrió él.—¿A dónde va la mujer más hermosa de todo el universo?—Preguntó tomando mi mano y haciendo que me gire.—¿Vas en busca de una presa, fiera?
Comencé a reír y él también.
—Saldré con los chicos, y bailaré con Druig.
Mi hermano sacó una caja de preservativos de su bolsillo y negué. Lo miré extrañada luego de meditar el por que trae aquello si no se ha visto con nadie desde que llegamos.
—¿Y eso?
—¿Te los llevas o no?—Insistió.—Quiero un sobrino, pero no que tengas sida.
—Ya tengo.—Aclaré elevando mi bolso.—¿Por qué traes condones?—Pregunté y él los guardó de inmediato.
—Me iré con Charles hoy a un pueblo, puede aparecer algo en el camino, ya sabes. —Se encogió de hombros y asentí.—Una linda pueblerina que desee probar los encantos de Peter Maximoff.—Besó mi mejilla. —Romanoff te espera en el auto hace un rato, dijo que te dará un comunicador, Pietro se irá con su novio a la cabaña cerca del lago y papá se fue hace dos horas, dijo que llamaría mañana.
Asentí repetidas veces.
—¿Entonces estaré sola hoy?
—No si traes a...
—Druig.
—Sí, al Diego ese. —Murmuró girando los ojos. —Yo creo que mereces algo mejor, pero mejora la vida de quien quieras, recuerda que el glande es la zona de mayor sensibilidad, olvida los testículos.
Comencé a reír ante su consejo. Lo amo mucho.
—Cuídate, Peter. —Besé su frente repetidas veces. —Te haré galletas para cuando vuelvas.
—¡Triunfa el mal!—Gritó emocionado mientras yo me alejaba.
Extraña tanto a mamá que provoca que yo la extrañe cuando sólo siento odio...
[•••]
Natasha va en silencio mientras que ña radio sólo hace tierra. Ha sido así la última hora, desde que decidió ignorarme yo elegí que no le haría caso ya. Ella cree que puede besarme y luego ignorarme, pero ya la he superado.
Bueno... La superaré, por ahora lo repito hasta que pase. Ya saben, como la ley de atracción, aunque provocarla por ser una estúpida no estaría mal.
—¿Tienes frío?—Preguntó ella encendiendo la calefacción. Aparté la mirada y crucé mis piernas dejando ver un poco de mi muslo. Ella apartó la mirada y sonreí.
—Estoy bastante caliente la verdad.
—О Господи. —Gruñó ella por lo bajo. (Oh, Jesús)
—Jesús no tiene nada que ver ésto. —Murmuré y ella me observó molesta.—¿Dejarás de ser una idiota? Sé algo de ruso, no mucho, pero tuve un polvo ruso una vez.—Me encogí de hombros.
—¿Puedes dejarme en paz?—Preguntó. —Irás a mover el culo hoy, a mi no me molestes.
Me ofendí.
—¿Mover el culo? —Pregunté molesta. Ella tragó saliva. —¿Ahora eres una misógina de mierda?
—No quise decirlo así. —Dijo estacionando el auto fuera de la fiesta.
—Vete a la mierda. —Gruñí intentando bajar del auto, ella puso seguro. —Muy madura, Romanoff.
—Usa el comunicador. —Señaló y se lo enseñé en mi oído.—Bien. —Desactivó el seguro y bajé apagando el audífono. Es una estúpida.
Entré al recinto y pude ver a Druig charlando con Mónica. Mi mejor amiga está hermosa.
—Mi hermosa, hermosa, Wanda. —Saludó él. —¿Me extrañaste?
—Mucho.—Dije con un tono sugerente.—¿Thor y Vis?
—No vendrán, Thor se ha enfermado. —Murmuró Monica.—Voy por tragos, ¿quieren?—Preguntó y asentí. —Será una gran noche de tres.
Asentí lentamente mientras sentía las manos de Druig en mi cintura. Le sonreí y me pegué a él sintiendo la hebilla de su cinturón en mi trasero.
[•••]
Han pasado más de tres horas desde que llegamos. Wanda no se ha comunicado en ningún momento, he entrado cuatro veces y siempre la encuentro bailando de forma sucia con ese estúpido muchachito puberto. ¡Ni siquiera tiene barba!
Entraré otra vez si no me habla en dos minutos.
Casi como una lectura mental, ella me habló. El comunicador se encendió y yo hablé.
—¿Wanda?—Pregunté al no entender nada.
—Druig. —Gimió ella. —Vamos al auto... Iremos a mi casa...
—Te necesito ahora... —Gruñó él.—¿Me sientes? Estoy duro...
Mis manos se apretaron en el volante levemente. Te dije que no, Romanoff. Estoy celosa, joder.
No pasaron más de diez minutos y Wanda llegó con ese muchacho.
—Buenas noches. —Murmuró él y yo no contesté. Wanda sonrió mientras su mano acariciaba el muslo de aquél chico quien echaba su cabeza hacía atrás.
[PLAY: Call out my name – The Weeknd]
—Conduce hasta casa. —Murmuró la castaña y yo encendí el auto molesta. Vi la mano del muchacho subir por el muslo de Wanda mientras se besaban me dirigí a la calle y comencé a conducir en la dirección que el mapa me indicaba.
Podía oír los grotescos susurros del muchacho contra el cuello de Wanda, ella sólo soltaba risitas mientras el muchacho subía la mano en su falda. Wanda soltó un gemido y me enfurecí, observé por el retrovisor y la vi observarme fijamente.
—Sigue... —Gimió ella de forma suave, pero leí sus labios y sentí mi garganta secarse. —Soy tuya... —Insistió pero esta vez sólo yo pude entenderlo.
Mierda...
Lo está consiguiendo.
—Te deseo. —Gruñó él y ella llevó su mano sobre el miembro del muchacho que era cubierto por la tela del pantalón.
Suficiente. Cambié la dirección del mapa y desvié mi destino, aguanté aquellos gemidos un par de minutos más hasta que llegué fuera de una enorme casa.
Detuve el auto, bajé y abrí la puerta trasera obligando al idiota que tenía las manos sobre Maximoff a bajarse.
—¡¿Qué te pasa?!—Gritó.
Lo lancé a la acera y luego su saco.
—No la busques. No va a contestarte.—Dije celosa, muy celosa.
Yo debería estar con ella así. Joder.
—¡¿Qué te pasa?!—Gruñó Wanda empujándome. —Druig, lo siento.
—Ven conmigo, preciosa.—Murmuró el castaño y yo detuve a Wanda obligandola a subirse a la parte delantera del auto.—¡Hey, sueltala!—Gruñó.
—Silencio, mocoso. —Dije girándome a él luego de cerrar la puerta del copiloto con Wanda dentro. —Tienes suerte de que no te haya dejado en medio de la nada sin ropa y degollado.
Me di media vuelta y subí al auto mientras veía al muchacho entrar a su casa.
[•••]
Comencé a conducir mientras la castaña iba notoriamente molesta, no dejaba de patear la parte delantera del auto. Es jodidamente infantil y malcriada, ya llevamos más de una hora en carretera, no lo soporto.
—¿Puedes dejar de patear eso por dos minutos?—Dije molesta de tanto alboroto. Odio el ruido, me acostumbré a hacer poco ruido de pequeña ya que a Yelena le asustaban los ruidos fuertes, y después de eso cada vez que hay ruidos elevados los odio.
—¿Puedes dejar de joderme las citas?—Preguntó molesta y giré los ojos. —¿Vas a contestar?—La ignoré y ella volvió a patear la guantera del auto.
—Joder.
—Jidir.
—Deja de ser una malcriada. —Me quejé tratando de detenerla y pateó mi mano. —Niñata.—Me quejé. —¡Compórtate!
—¡Oblígame!—Gruñó ella.
Detuve el auto en la carretera y bajé pegando un portazo. Ella también se bajó y fui hasta el lado del copiloto, tomé su cuello y la apegué a mí chocando sus labios con los míos.
Tomé su cintura y la subí al capó del auto, Wanda gimió contra mi boca mientras yo subía mi mano por su muslo.
—¿Lo querías a él o a mí?—Gruñí contra su boca.—Solamente me provocabas, ¿quieres que te folle, no? ¿No buscabas eso?—Insistí abriendo su blusa de un tirón.
La castaña gimió con necesidad.
—Por favor... —Suplicó y yo tomé eso como el visto bueno para hacerla mía. —Te necesito.
—¿Cuánto bebiste?—Pregunté besando su cuello. Necesito que esté sobria y que consienta ésto.
—Sólo una cerveza. —Gimió al sentirme tocar sus senos sobre el sujetador. Con cada gemido que ella soltaba podía sentir mis bragas humedecerse.—Por favor...
—Separa las piernas.—Gruñí subiendo su falda.
Wanda obedeció y quité sus bragas llevando mis dedos a su entrada mientras volvía a presionar mi boca contra la suya. Presioné pulgar contra su clítoris y la sentí sollozar con necesidad nuevamente.
—¿Estás húmeda para mí?—Pregunté con la voz gruesa.
Ella asintió y volvió a besarme. Mi pulgar presionó en aquella zona gloriosa que la hacía delirar, sus muslos suaves rozaban mi mano y solamente quería tomarlos y hundirme entre ellos.
Hundí dos dedos en su interior comenzando a embestir en su entrada sin preparación. La castaña se aferró a mi espalda mientras me besaba con desespero. Presionaba aquél rígido nervio cada que podía con mi palma mientras embestía a la castaña quien deseosa esperaba por mí y mis dedos.
—¿Te gustó provocarme?—Me quejé y ella mordió su labio inferior tratando de acallar los gemidos de los que la luna y yo éramos testigos.
Mi cabeza vagaba entre sus gemidos, la sensación húmeda en mis dedos y la manera en la que realmente necesitaba oírla gemir mi nombre, y ahí estaba.
—Nataska... —Gimió.—Romanoff...—Insistió luego de un par de minutos en donde me dediqué a penetrarla con mis dedos de forma rítmica.
Sus gemidos, sus senos al aire debido a mis manos hábiles, mi lengua delineó sus pezones tratando de encontrar la forma de hacerla sentir contenta con todas las zonas erógenas de su cuerpo.
Cuando se encontró cerca del borde detuve mis dedos y bajé hasta hundir mi rostro entre sus muslos. Repartí besos por la cara interna del muslo izquierdo, pasando por sus labios mayores y llegando al otro muslo antes de devolver mi atención a su sexo palpitante y húmedo.
—Chúpame. —Suplicó y yo dejé escapar un suspiro que la hizo estremecer. Mi lengua acarició sus pliegues acabando en su entrada permitiéndome explorar a Wanda mientras me deleitaba con sus gemidos y la próxima explosión de placer que dejaría en mi boca.
Cuando Wanda acabó su respiración acelerada comenzó a normalizarse, caminé hasta el auto buscando algo con la que pudiese limpiarla, luego de hacerlo ella me observó en silencio.
—Tu sabor es delicioso. —Admití acercándome a besarla. Su lengua jugó con la mía un par de minutos.—¿Quieres ir a casa?—Pregunté.
—¿Mañana te arrepentirás de ésto?—Preguntó y negué.—No te creo.
—Ahora eres mía. —Dije rápidamente.
La cubrí con mi saco y noté que la humedad en mi entrepierna no se iría tan fácilmente.
—Duerme conmigo hoy.—Jadeó ella aferrándose a mi cuello. —Quiero... Probarte.
Sonreí algo nerviosa y asentí antes de subir al auto. Será una noche larga.
Joder.
Nota de autor:
¡Hey! ¡Descansen!
-Codex.
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