•¿Natasha?

Natasha, 26.

Clint se sentó a mi lado mientras yo escondía mi rostro entre mis rodillas. No quiero que me vea llorar, mi control emocional no puede depender de una mujer.

—¿Por qué actúa así?

—Porque le mentí.—Murmuré rápidamente.—No es su culpa, Wanda... Ha crecido en un ambiente lleno de mentiras, creció en un matrimonio falso, sus hermanos le ocultaban cosas, y por su felicidad ella tuvo que aceptarlo y seguir, siempre deja ir su ira sólo para que quienes ama sean felices.

—¿Por qué contigo no lo hace?—Preguntó nuevamente mi mejor amigo.

Esa absurda idea de ser su persona de confianza cruzó nuevamente mi mente.

—Tal vez conmigo siente que puede... Dejar salir sus emociones. Eso está genial... Ella confía lo suficiente en mí, está jodido, pero genial.

—¿Y para ti es genial que confíe en ti? ¡Ella te está lastimando!—Se quejó Clint.

—¿Y yo a ella qué? Ya sé que está mejor sin mí, y sé perfectamente bien que si me hubiese quedado en lo profesional, ninguna estaría tan jodida. Fui cruel, Clint.

—Básicamente la enviaste a los brazos de otra, pero es que ella ya no te merece.

—Wanda se merece cosas buenas.

—¿Y tú qué? ¿Cuándo dejarás de pensar en lo que merecen quienes amas? También deberías pensar en lo que tu mereces, Nat.

¿Lo que yo merezco? Una cachetada que me haga reaccionar, ya ni siquiera sé a donde va mi vida, y es porque... ¿Qué haré luego de este trabajo? ¿Qué haré cuando no pueda ni siquiera verla? Claro, debo seguir... Pero, ¿para qué?

Odio esta sensación de vacío existencial, quiero que me permitan... Elegir algo, quiero tener a mi familia cerca, pero odio el temor de no poder besar a una mujer delante de papá. Quiero besar a una mujer delante de él.

Quiero besarla a ella.

Y ella ya no me quiere.

Ya no significo nada para Wanda, es horrible enamorarse de alguien y que no puedas estar con ella, porque su familia es la misión que tengo, su familia es mi trabajo, y ella no debería ser algo más que una relación profesional, pero ya no puedo evitarlo, no pude evitarlo.

Caí en todo su estúpido juego adolescente, fui una estúpida.

—Deja de sobrepensar, Nat.—Susurró Clint.—Ya está, hallarán la forma de arreglarlo, siempre lo hacen.

—Llevamos meses sin ser siquiera amigas, Clint. Wanda ya me dejó ir.

—Entonces hazlo tú también.

No quiero...

[•••]

Wanda, 21.

Sersi me observaba en silencio mientras bebíamos café. Yo estoy extraña, no voy a fingir que el problema es ella, soy yo.

No he dejado de pensar en las cosas absurdas que le dije a Natasha, pero q la vez no puedo dejar de sentir que estaba bien decirle lo que pienso.

Ellos lastimaron a Pietro, y no me importa si parezco impulsiva, mis hermanos siempre van a ser mi prioridad. Incluso antes que mi propia felicidad, ellos son todo para mí, son la razón por la que jamás he dejado de sentir que tengo un propósito.

Tengo pequeños recuerdos de mi infancia, recuerdos donde mi madre solía rechazarme de formas en las que una niña pequeña no iba a entenderlo, hizo a mis hermanos dependientes y a mi dependiente del amor que ellos me daban en base a todo lo que yo hago por ellos.

Esto es jodido. Yo solamente quiero saber a donde dirigirme, siempre supe como hacer todo, sabía como conseguir que los hombres que quería estuviesen a mis pies, sabía como conseguir que Loki no estuviese molesto, y de alguna manera podía hacerlo funcionar a mi manera, y siempre he sabido que hacer con mi vida, pero ya no sé hacía donde iré a parar con todo lo que está sucediéndome.

—¿Ya vas a admitir que algo sucede? No dijiste nada en todo el viaje, y soy psicóloga. De hecho soy tu psicóloga.

Tragué saliva y Sersi me observó con ojos compasivos.

—Es extraño que lo hablemos.—Admití y ella negó.

—Ignoremos la cita. Vamos a lo importante. ¿Qué pasa?

¿Cómo le explico que me pasa? Me pasan muchas cosas, pero sobretodo me pasa Natasha, y no puedo decirle que me pasa Natasha, eso significaría acabar con ésto, y últimamente ella es lo único que me hace bien.

Y me hace bien su compañía, más que otra cosa. Me hace bien estar lejos de casa y con Sersi porque al menos ahora no debo preocuparme de mi familia y de los problemas que tengo.

—No quiero arruinar las cosas.—Admití. Siempre es una constante conmigo, no puedo mantener algo funcionando.—Y no quiero alejarme de ti.

Sersi me observó fijamente, y creí que podría leer mi mente. Me dedicó una sonrisa y acarició mi rostro, cerré los ojos ante el contacto. La pelinegra mantuvo su mano en mi mejilla, me acerqué hasta ella y tomé su rostro para besarla, ella tomó mi cintura, sin embargo se separó lentamente.

—¿Es por la persona con la que te besaste hace unos días, no?

—Eso fue hace dos semanas, Sersi.—Dije rápidamente y ella enarcó una ceja. —Ha pasado mucho, no hay que seguir revolviendo el pasado.

—Es eso entonces. —Dijo ella y giré los ojos. —Que te pongas a la defensiva no hace nada más que confirmarlo, y aumentar esa confirmación.

—¿Confirmar qué? ¿Qué me tratas como a una paciente luego de besarme?—Dije molesta y Sersi se quedó en silencio.—Lo lamento, yo...

—Sí, eres mi paciente. ¿Creíste otra cosa?—Preguntó y apreté la mandíbula levemente. —¿Ella también te usó, no?—Preguntó y guardé silencio.—No podemos tomarte en serio. No a ti.

Eso fue todo. Fue la gota que rebalsó el vaso.

Me levanté molesta, tomé mis cosas y Sersi me detuvo.

—¿Notas la manera en la que explotas por un par de palabras absurdas? Wanda, es tan simple como sacarte la verdad a base de mentiras. Obviamente no estoy jugando contigo, pero no ibas a decírmelo.

—¡Porque no me daba la puta gana decírtelo! Estoy cansada.—Grité. —¡Odio que ella me desordene todo cada vez! ¡Odio sentirme presionada! ¡Odio que todo lo que me hace feliz es mentira!

Mi voz se quebró y Sersi abrió sus brazos para recibirme en un abrazo contenedor. De alguna forma trataba de apoyarme en ella, pero no estoy desarrollando ningún vínculo afectivo.

—Wanda, creo que ambas sabíamos que ésto no iba a llevarnos a ningún lado...—Murmuró ella.—Me atraes mucho, pero... Está mal, y tu corazón le pertenece a alguien más, yo habría dejado tu caso a otro psicólogo, pero tú no puedes obligarte a no amarla. Lo mío es papeleo, lo tuyo es amor.

Sollocé levemente. Otra vez sintiendo que todo se iba a la mierda.

—¿Y qué hago?—Pregunté sin saber.—Estoy tratando de que me gustes.

Sersi soltó una risita.

—Cariño, si estás tratando de que alguien te guste, claramente no es ahí.—Se separó de mí y secó mis lágrimas. —¿Quieres hablar? No como tu psicóloga, ni como la chica con la que salías. Sólo... Desahogarte y ventilar cada cosa que quieras sacar afuera.

Asentí lentamente y ella tomó mi mano para guiarme al sofá nuevamente donde nos sentamos en silencio.

—¿Usaste algún truco psicológico conmigo?—Pregunté y ella negó.

—No, es algo que a los adolescentes les molesta mucho.—Dijo restándole importancia.

La miré extrañada.

—¿Qué edad tienes?—Pregunté y Sersi sonrió.

—Tengo veinticinco, casi veintiséis.

—Pero eres joven aún, no adolescente, pero yo tampoco lo soy.

—Reaccionas como ellos.—Insistió y la miré ofendida.—Me pediste sinceridad desde que comenzamos a salir, debes aguantar.

Giré los ojos.

—Sí, definitivamente no habría funcionado.

—¿Por qué?—Preguntó burlona.

Sentí mis ojos comenzar a picar nuevamente.

—Porque me gusta mucho la mentirosa.—Susurré.

[•••]

Natasha, 26.

—¿Entonces?—Preguntó papá.—¿Cuánto tiempo llevas con Clint?

Tragué saliva. Mi pobre mejor amigo estaba en su habitación llorando para aprovechar su día libre, ya que Pietro le ha pedido un tiempo.

Clint teme de lo que pueda suceder si Pietro llega a saber la razón por la que estamos aquí, no quiere perderlo.

—Alexei, no es momento. Deja a tu hija comer en paz.—Dijo mamá y Yelena puso su mano sobre la mía mientras comíamos. Entrelacé nuestros dedos y ella pareció no notarlo.

—Es completamente normal, no nos hemos visto en ocho años tal vez, es nuestra primera cena...

—Y deberías hablarle sobre lo que le gusta hacer aquí, no sobre la persona que duerme con ella. No es tu asunto.—Lo regañó mamá y él giró los ojos.—Come en silencio.

—¿Les gusta el lugar? Aquí trabajaré por unos meses más.—Dije llevando algo de carne a mi boca. Mastiqué de forma ansiosa antes de sentir que el pedazo de comida se quedaba en mi garganta sin poder bajar. Siento náuseas al comer.—En una semana los llevaré a una casa que compré para vivir, pero que no usaba ya que...—Me detuve. Sólo mamá sabe que vivía con Pepper.—Vivía con una compañera de piso, y luego me he venido aquí.

Ambos asintieron lentamente y Yelena observó su plato.

—¡Ya estoy llena!—Dijo emocionada.—¡¿Puedo ver películas?!

—Nada muy estruendoso.—Dijo mamá y Yelena se fue corriendo hasta la habitación donde dormiría.

Sonreí mientras la veía alejarse. Mamá me sonrió y tomó mi mano.

Ella sabe lo feliz que me hace Yelena.

—¿Cuándo me darás un nieto, eh, Nat?—Preguntó papá y observé mi comida sintiendo ganas de vomitar. Me levanté corriendo y fui hasta el baño.—¡Te he dicho! ¡Está embarazada!

—Alexei, cállate.—Dijo mamá y yo sentí como mi cena abandonaba mi cuerpo. Me he sentido así de mal la última semana.

Tal vez el cambio de ánimos o también ha de ser porque Balbina estuvo con un virus estomacal y se ha enterado hace un día, y ella era la encargada de nuestro almuerzo.

Tal vez me lo ha pegado.

Me levanté y sentí ganas de volver a mi habitación. Quiero llorar, así que me iré a llorar, me acostumbré a no enfermar, por lo que cuando estoy enferma, estoy triste y no sé como cuidarme.

Me he limpiado la boca, he bebido agua y he salido del baño.

Caminé hasta el comedor y me despedí de mis padres saliendo sin dar mayor explicación que la comida me ha sentado mal. Papá ha entendido rápidamente y eso me ha generado molestia.

¡Los dedos de Wanda no embarazan! Maldita sea.

Yo sí tendría a los bebés de Wanda, de seguro serían calvos y tendrían una nariz pequeña.

Amo su nariz pequeña.

Amo a Wanda.

Odio amar a Wanda.

Tal vez tengo fiebre.

Caí en el césped y nuevamente sentí el malestar. Mierda, ¿qué me pasa?

Me dejé caer de espaldas observando el cielo, tengo una presión en el pecho.

—Auch.

Traté de levantarme fallando nuevamente, sin embargo alguien logró atraparme. Pietro me observó preocupado.

—¿Estás bien?

Negué levemente y mis ojos se cerraron con pesadez. Estoy cansada.

—¿Natasha?—Oí su voz en la lejanía.—Mierda. Natasha, quédate conmigo. Todo está bien.

Sentí como me movía nuevamente.

—¡Papá!—Oí sus gritos suaves.—¡Wanda!

Nota de autor:

Hola, bodoques. ¿Cómo fue su término de semana?

-Codex.

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