•Feria.
Wanda, 21.
—¿Entonces iremos a la feria?—Pregunté mientras Natasha se dedicaba a hacer la mezcla. —¿Qué haces?
—¿Tarde para admitir que no sé cocinar panqueques?
—Muy.—Dije burlona. Lo que ha hecho es asqueroso.—Deja eso y ve a ducharte, desayunamos fuera.
Ella hizo un puchero y ensució mi nariz con algo de harina.
—Basta.—Me quejé lanzando algo de harina. Ella comenzó a reír mientras tomaba otro puñado para lanzarlo en mi cabello.
La odio por esto.
—Natasha.—Me quejé y ella pasó por mi lado.
—Ven a la ducha.—Dijo con una sonrisa y caminé tras ella. En vez de irnos a un hotel, papá me ha entregado las llaves de un departamento que usaba antes.
Imagino que para verse con Charles le era útil, es... Extraño, pero supongo que tener la comodidad de una casa con Natasha, es lindo y contrarresta lo extraño que se siente.
[•••]
Me recosté sobre el pecho de Natasha y besé su cuello de forma suave. Acabamos de cenar, y ella cayó rendida en el sofá, me pidió que le acaricie el abdomen ya que le dolía un poco.
—Te amo...—Susurré y dejé reposar mi rostro contra su cuello. La pelirroja se removió.
Fuera la lluvia caía a cántaros, sin embargo por la chimenea encendida el frío casi no se notaba.
—¿Nat?—Pregunté y ella dejó ir un suspiro antes de abrir sus ojos pesadamente.—¿Te he despertado?
—No, no... Sólo jugaba a dormir.—Dijo burlona.
—Muy graciosa, Romanoff.—Giré los ojos. Ella me besó y cerré los ojos, teniendo una sensación extraña. —Tuve un déja vú.—Murmuré.—Bésame otra vez.
Me miró extrañada, sin embargo volvió a besarme. Esta vez no tuve esa sensación.
—¿Y?
—No, no lo sentí otra vez.
Natasha asintió y me dedicó una hermosa y amplia sonrisa felina antes de comenzar a tararear una melodía.
—Soñé con una caja de música, de cuando era pequeña.—Murmuró. —Recuerdo la melodía, era mi juguete favorito cuando pequeña, al inicio la agitabas y dos segundos más tardé un pequeño oso polar giraba mientras la melodía sonaba.—Dejó ir un suspiro.—En ocasiones extraño ser una niña pequeña.
Acaricié su rostro mientras la oía hablar. ¿Qué más podía decir? Lo he sentido también.
—Me ha pasado.—Murmuré.—Pero mi infancia no tiene muchas cosas rescatables. —Comencé a reír, pero ella no. —Natasha, antes de que me regañes, estoy yendo a terapia. Voy bien.
—Lidias de forma extraña con todo.—Admitió.—Eres extraña, y no sé como puedes con todo lo que cargas.
—Porque... —Besé sus labios cortamente. —Me estimo lo suficiente como para buscar ayuda, y me costó procesarlo, y me costó querer esa ayuda, porque sabía que la necesitaba, pero no la quería.—Me encogí de hombros.—Y luego... Supe que sin eso, no llegaría a nada, no llegaría a... Tener una relación sana con nadie si no partía conmigo misma.
—¿La tienes ahora?—Preguntó y asentí lentamente.
¿Realmente es así? Es decir, he notado un cambio positivo, he notado que me cuido mucho más de forma emocional y física.
—¿No se nota?—Pregunté y Natasha se espantó pensando que había dicho algo mal.
—¡No! Es decir, sí. Me refería a...—Tragó saliva.—No... Ugh.... —Se quedó en silencio.—Si me frustro es tu culpa.
—Que amable eres, Natasha Romanoff.—Bufé.—Cariño, no dijiste nada mal, yo entiendo. Además estoy feliz del progreso que he hecho, creo que quien más ha avanzado ha sido Pietro, pero Peter y yo vamos muy bien.—Le sonreí.
Natasha acarició mi mejilla y asintió.
—Estoy muy orgullosa de que estés feliz con tu progreso, amor.
Sonreí mientras observaba los rasgos de su rostro. Natasha es perfecta, debería felicitar a Melina.
—¿Quieres ver una película?—Pregunté y ella sonrió.
—¿Hasta que Netflix nos pregunte si seguimos aquí?—Bromeó.
Me gusta mucho.
[•••]
Natasha, 26.
Caminábamos por la entrada del dichoso tunel con aquella feria, habría de todo, según lo que leí en aquél cartel pegado fuera del hospital.
También escuché que habrían alguno que otro instrumentista por allí.
[It's been a long, long time — Harry James]
Avanzamos mientras oíamos una trompeta interpretar una canción lenta, seguida de una delicada voz.
—¿Estás bien?—Pregunté al notar como Wanda cubría sus brazos.
—Está algo helado aquí.
—¿Quieres mi abrigo?—Pregunté quitándome el saco. He comprado un saco muy lindo, Wanda ha dicho que combina con mis ojos.
Se lo he puesto sobre los hombros y ella lo acomodó mejor, cubrió mejor su cuerpo y noté lo grande que le quedaba es adorable.
—Te ves muy linda con eso.—Sonreí mientras tomaba su mano y comenzábamos a caminar. El saco tapaba sus dedos y una parte de mi mano.
—Me gusta usar tu ropa.—Dijo mientras pasábamos delante. —¿Alguna vez te dije que me gusta como hueles?—Preguntó olfateando mi saco.
—Muchas veces.—Dije pasando mi brazo por sus hombros. Pasamos delante del trompetista y Wanda le dejó algo de dinero.
Tomé su cintura y la atraje lentamente hasta mí, para luego separarnos nuevamente mientras la veía directamente a los ojos. Pegué nuestras mejillas moviéndome de un lado a otro con suavidad.
—¿Qué haces?—Preguntó sonrojada.
—Te hago bailar.—Dije girándola antes de atraparla nuevamente entre mis brazos.—¿No te gusta?
—Me encanta.—Admitió con una sonrisa.
La giré nuevamente y la atrapé en mis brazos antes de pasar tras ella armando todo un espectáculo.
—¿No vas a besarme?—Pregunté y ella sonrió.—Ya sabes, la canción dice.
—Te besaré ahora.—Murmuró antes de que detuvieramos nuestro baile.
Pegó sus labios a los míos y la canción siguió de fondo. Tomé su cintura y sonreí contra sus labios.
—Te amo.
—Yo más. —Murmuró ella.
Tomé su mano y continuamos nuestro camino entre risas absurdas por los mimos, payasos y diversos artistas que se encontraban presentando shows increíbles.
Disfruto de éstos momentos, creo que jamás en la vida me sentí tan feliz como hoy. Es asombroso lo completa que puedo llegar a sentirme cada vez que Wanda está junto a mí.
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