•Entre leña y cenizas.

Natasha's pov:

Maximoff tiene agallas, cree que no he notado que sufre por casa trozo de leña partida que levanta, la verdad es adorable.

Terminé de cortar leña esperando a que ella decida admitir que está sufriendo por dentro, es graciosa, y al menos así mantiene la boca sin insinuarse cada dos palabras y media.

No me molesta que una chica linda se me insinúe, pero ella es menor, y mi jefa, me usaría, se aburriría y me despedirla, debo mantener el empleo incluso si la idea de tener un revolcón con ella es tentadora.

—¿Sólo eso?—Preguntó al poner su último tronco de madera y erguirse con una mueca de evidente dolor.

Sonreí burlona y asentí.

—Debo cortar dos troncos más y ya, puedo hacerlo, debería darse una ducha y luego poner frío en cada músculo que le duela. —Señalé aún con una sonrisa. Ella no dejaba de sonreír.

—Me gusta cuando sonríes, me gusta mucho. —Mordió su labio inferio y mi sonrisa desapareció.

No me gusta sonreír mucho, por dos razones, Maximoff cree que todo el mundo gira en torno a ella y no pienso hacerle creer que yo formo parte de la masa de fans que tiene, y también porque de pequeña solían reírse mucho de mí por como sonreía, no lo sé. Se me ha quedado la manía de sonreír poco, los niños suelen ser crueles.

—Gracias, señorita.

—Enséñame a cortar madera. —Murmuró parándose frente a mí. Enarqué la ceja y ella tomó un tronco acomodandolo mal. —Siempre he querido tener una cabaña en medio de la nada, no estaría mal aprender a hacer esto.

Solté una risita y me miró molesta.

—¿Algún problema?

—No se ofenda, señorita Maximoff, pero realmente dudo que la vida de campo sea algo que usted pueda disfrutar. —Murmuré y acomodé mejor el tronco.

Ella se sonrojó y tomó el hacha con las manos separadas y en la punta.

—Aprendo fácil. —Se quejó y yo me puse delante de ella con una sonrisa burlona. Tomé sus manos separándolas y ella bufó. Me paré tras ella y separé sus piernas levemente con mi pierna, la sentí tensarse y decidí jugar su juego, a ver si con esto deja de molestar.

Tomé su cintura y subí mi mano a su abdomen bajo. Acerqué mis labios a su oído y hablé en voz baja.

—Bien, ahora... —Subí mi mano por su abdomen. —Aquí debe tensarse. —Luego puse mis brazos cerca de los suyos y mis manos sobre las suyas ayudándola a levantar el hacha y luego a hacerla caer sobre el tronco de forma dura. —Tiene que ser muy duro... De lo contrario no se rompe bien.

—Dime más.  —Dijo casi en un sollozo que me hizo sonreír.

Los niños de hoy en día tienen las hormonas alborotadas. Que mala generación se está criando.

—Patea los troncos. —Murmuré y ella obedeció. —Bien hecho...

Puse el otro tronco y me puse en la misma posición imitando el proceso, sólo que ahora me pegué mi pecho a su espalda y pude oír un gemido leve.

Ella se giró y me dedicó una sonrisa que correspondí.

—Lo haces bien. —Murmuré.

—¿Wanda?—Llamó un chico pelinegro con un pequeño rodete que atrapaba sus cabellos, o parte de ellos.

Charles Xavier a su lado. Joder.

Me alejé y ella corrió a abrazar a aquél muchacho alto.

¿Quién es?

—Loki ha venido a verte, cariño.—Dijo Charles serio.

—Gracias, Natasha. Fue divertido. —Dijo ella antes de tomar la mano del pelinegro y salir del aserradero.

Asentí secando el sudor de mi frente y carraspeé mientras acomodaba los últimos troncos.

—Romanoff. No quiero sonar injusto, pero... —Se acercó hasta mí. —Ambos sabemos que necesitas el trabajo, no creo que al jefe... —Habló refiriéndose a Erik. —Le agrade saber que tienes otras intenciones con la luz de sus ojos.

—Sólo le enseñaba lo que...

—Matente lejos de ella y dedícate netamente a lo profesional. —Dijo palmeando mi espalda. —¿Entendido?

—Sí, señor. —Contesté observando el reloj de su mano. —Lindo reloj, es una colección muy valiosa...

Él me miró con recelo, lo cubrió y sonrió de forma cínica.

—Sigue trabajando, Romanoff. No querrás que tu hermana no tenga para pagar sus clases de cocina.

Agaché la cabeza molesta y me mordí la mejilla interna... No debo decir nada.

Sé que él sabe que yo sé.

                               (•••)

Luego de acabar en el aserradero debí ir a ordenar el heno. Iba cantando cuando abrí la puerta y me encontré con una imagen... Verdaderamente no agradable.

La espalda de aquél sujeto mientras Wanda se aferraba a ella. Él la embestía con fuerza y de su boca sólo escapaban gemidos de placer. Su mirada se cruzó con la mía y cerré de golpe.

Una sensación extraña comenzó a crecer en mi pecho. Los gemidos se vieron apagados y escuché como Maximoff le decía que se detenga, sin embargo él le dijo que se calle.

—¡Loki ya no quiero!—Gritó ella y luego oí un golpe seguido de un forcejeo.

Abrí nuevamente la puerta del granero y me encontré con Maximoff en el suelo mientras él intentaba levantarla por la muñeca.

—¡Te dijo que la sueltes!—Grité acercándome con mi insignificante metro y setenta y cinco.

Obviamente digo insignificante, porque junto a un sujeto de casi dos metros parezco un duende salido de un cuento se hadas, pero al menos tengo coraje.

Como el del perro cobarde, pero lo tengo.

Lo empujé y él intentó hacer lo mismo, sin embargo lo he golpeado y he jalado la muñeca de Wanda dejándola tras de mí.  Ella se ha quejado de dolor pero lo he ignorado ya que trataba de inmovilizar a Loki mientras ella gritaba por ayuda.

Peter, Pietro y Erik quienes andaban en un paseo a caballo por las cercanías llegaron justo a tiempo con sus respectivos guardias quienes me ayudaron.

Me quité rápidamente la chaquetilla entregándosela a Wanda. Ella se cubrió asustada y Erik corrió a socorrerla. Charles apareció y me dedicó una mirada de desprecio.

—¡¿Qué hiciste?!—Gritó mientras se acercaba a Wanda quien no dejaba de llorar.

                             (•••)

—¿Entonces no fue Natasha?—Preguntó Charles mientras Erik masajeaba sus sienes sentado sobre el sofá y yo observaba mis manos con temor.

Si Fury se entera de que me sacaron de la casa antes de conseguir algo de información, va a despedirme y... Yelena, mamá y papá necesitan de mi ayuda.

—Natasha me ayudó, ella no fue quien me hizo algo.

—¿Y lo de tu muñeca?—Preguntó Erik. Levanté la mirada para comenzar a justificar que la tomé de forma ruda por defenderla, sin embargo ella habló.

—Todo fue Loki, él no me respetó. De no ser por Natasha probablemente habría abusado de mí.—Suspiró. —Dejen a Romanoff en paz, no hizo nada. Ella sólo merece que le suban el sueldo, ha tenido mucha paciencia conmigo. Es un ángel.

Erik me observó y yo no dije palabra alguna.

—Gracias por su excelentelabor, señorita Romanoff. Puede retirarse a su habitación, lamento el mal rato. Nos encargaremos de llevar a Wanda al hospital con nuestros propios guardias, puede descansar por hoy.

Me levanté sin decir nada

¿Por qué mintió? He sido yo, y siento culpa por no haber sido cuidadosa. Merecía el despido.

Nota de autor:

Mañana y el domingo no subiré capítulos, porque trabajo, sin embargo estaré actualizando en la madrugada el fanfic dguom.

-Codex.

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