•¿Entonces? (+)
(+18, contenido adulto)
Natasha, 26.
Wanda abrió mi bragueta y me hizo caer en la cama de su habitación. La ayudé a deshacerse de mis pantalones, sin embargo la detuve antes de que intentara tocarme.
—¿Te haz acostado con alguna mujer antes?—Pregunté al ver como observaba embobada mi braga delgada y con encaje. —¿Te gusta lo que ves, muñeca?—Pregunté dejándola caer en la cama y arrodillándome para deshacerme de mi camiseta.
—Sí. —Contestó únicamente a mi última pregunta.
—¿Con cuántas mujeres estuviste antes?—Pregunté al notar sus manos temblorosas antes de tocarme.
—Con muchas. —Gruñó molesta.—¿Quién crees que soy?—Preguntó.
Asentí no muy convencida. Tengo la leve sospecha de que no ha estado con mujeres antes.
—Eres mía, eso es lo único que sé. Lo demás poco me importa. —Dije de forma grave mientras soltaba mi sujetador dejando al aire mis senos.
Sus ojos vagaron por mi cuerpo y me sentí verdaderamente orgullosa, me gusta la sensación de saber que puedo excitarla.
—¿Sólo tuya?—Preguntó nerviosa mientras yo me encargaba de quitarle la camisa que ya no contaba con botones.
—Sabes que es así. —Murmuré sentándome en la cama y separando las piernas en cuanto mi braga cayó al suelo. —¿Harás lo que te pida?—Pregunté subiendo sobre su cuerpo. Ella asintió y yo sonreí levemente.
Mis pensamientos sobre todo lo que quería hacerle a Wanda no abandonaban mi cabeza, y realmente me importa una mierda si es o no lo correcto, quiero hacerla mía.
Me acomodé dejando mi sexo disponible para Wanda, la castaña se acercó algo temerosa y yo tomé su cabello tratando de hacer una cola con el.
—¿Puedo?—Pregunté y ella asintió. La acerqué a mi sexo y su lengua pasó con torpeza sobre mis labios mayores para luego detenerse en mi clitoris donde hizo una presión temblorosa mientras sus manos acariciaban mis muslos clavando con delicadeza sus uñas cortas en mi carne.—Mueve más la lengua y usa los labios. —Señalé.
Ella obedeció y pude sentir como se sonrojaba.
—Lo haces bien, sólo... Hazme caso.—Murmuré. —Un hombre y una mujer sienten diferente en el sexo.
Sus labios tomaron mi nervio rigido jalandolo levemente antes de soltarlo y volver a pegarse a mi sexo chupando con ansias todo lo que podía. Sus dientes clavados con suavidad en mi carne sensible mientras que yo sólo veía aquellos ojos grandes y verdes observarme con deseo.
—Chupame, Maximoff. —Gruñí. —Esto era lo que tanto deseabas... Adelante.
Sentí dos de sus dedos en mi entrada, moví mi pelvis haciéndole notar que necesitaba de su tacto en mi interior, las embestidas comenzaron. En eso le va bien, se nota.
—Mierda, Wanda... —Gemí al sentir la facilidad con la que entraba y salía de mí.
Sus labios vagaron por mis muslos y luego llegaron hasta mi hinchado clítoris donde ella dejó un beso corto.
Sonreí como una demente, ella realmente me está volviendo loca
Ni siquiera entiendo en que punto comencé a anhelar que Maximoff me dejé follarla, no sé en que momento terminé aquí, pero no me importa, en serio la necesito.
Su lengua masajeo mis pliegues con suavidad hasta encontrarse con mi entrada intercambiando sus dedos con ella.
—Wanda... —Gemí al sentirme cerca.—Voy a correrme.
Ella se separó lentamente de mí y me observó sonrojada, sus ojos oscuros y su mentón húmedo.
—En mi boca. —Gruñó antes de volver a succionar lentamente mi clitoris y bajar hasta mi entrada.
Luego de que mi abdomen comenzara a contraerse informando la llegada de mi orgasmo en su boca, ella mantuvo sus dedos en mi interior mientras subía a besarme.
Uní mis labios con los suyos dejando que me acaricie un poco más con sus suaves menos delgadas mientras que podía oírla gemir contra mi boca.
No me importa nada en éstos momentos.
—Me gustas. —Gemí al sentirla mordisquear bajo mi mentón.
—Tú a mí... —Gruñó ella
[•••]
Me estaba duchando mientras podía oír a Wanda vestirse dentro. Me ha dicho que podía usar su baño, son las seis y pico, debo ir a mi habitación y dormir un poco, estaremos solas hasta el miércoles, ya que Rogers y Strange se han ido con Charles y Erik, respectivamente.
Paré el agua y salí de la ducha envolviéndome en una toalla. Caminé hasta la habitación de Wanda y ella se recostó en la cama.
—¿Vendrás?—Preguntó y la miré extrañada. —Te pedí que duermas conmigo. —Murmuró.
Asentí lentamente mientras caminaba hasta la cama buscando mi ropa, pero ella me lanzó un pijama que decidí ponerme. Sólo tuvimos sexo, pero aún así no le veo lo malo a compartir la cama.
Me recosté a su lado y Wanda se apegó a mi con suavidad. Dejé que se recueste sobre mi pecho.
—¿Puedo?—Preguntó y asentí bajando la mirada. Ella me besó con suavidad mientras su mano pasaba por mi cuello.
Nos besabamos de forma lenta, podía oír los latidos de su corazón debido a la poca distancia entre ambas.
—¿Te pongo nerviosa?—Pregunté acariciando su mejilla. Ella mordió su labio inferior antes de asentir.—¿Por qué?
—Si eres la primera mujer con la que tengo sexo. —Admitió. Algo que yo me esperaba.—Sólo había estado con hombres, pero sé que las mujeres me gustan, nunca llegué a tanto, jamás dejé que una mujer se acercara tanto a mí... Sólo fueron cosas menores.
Asentí lentamente miemtras volvía a besarla.
—Me lo esperaba.—Murnuré.—No me gustó oírte con Druig.
—Lo del comunicador fue a propósito. —Dijo y me sorprendí puesto que yo me refería a la escena del asiento trasero del auto. —No creí que terminaría follándome, pero estuvo genial.
—No hablaba de eso, pero... —Sonreí de forma egocéntrica. —De nada supongo, soy bastante buena.
Ella giró los ojos.
Se quedó en silencio mientras yo observaba el techo de color crema.
No me arrepiento de nada, quizá sea debido a la calentura, pero en serio no me arrepiento.
—¿Qué significa ésto?—Preguntó luego de unos minutos.
—¿Qué cosa?
—Tuvimos sexo.
—Pues eso.—Me encogí de hombros. De pronto la duda de que sucedería me invadió. —¿Qué quieres que signifique?—Pregunté temerosa de no poder entregarle lo que ella podría querer.
—Me gustas.—Murmuró.—Y te lo dije... Me gustas bastante, eres odiosa.
—Tú eres una malcriada.—Me quejé.—Pero también me gustas, y ni siquiera sé cuando estás de cumpleaños.
—El veinticinco de diciembre. —Murmuró.—Mis hermanos y yo somos el regalo de papá.
—Y que regalo... —Dije espantada. Joder. Trillizos para navidad, yo hubiese huido.
—No eres graciosa.—Me enseñó la lengua y uní mis labios con los suyos lentamente rozando su lengua con la mía de forma ruidosa.—¿Entonces?
—Quiero ser sincera... —Comencé.—No estoy lista para tener una relación con alguien, no porque no quiera... Es decir, nos divertimos, podemos seguir divirtiendonos...
—¿Sin mezclar sentimientos y esa mierda?—Preguntó ella y asentí lentamente. —Uhm, bien.
—Por ahora.—Aclaré confundida.—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Wanda, y es mejor que se mantenga así hasta que...Yo...—Suspiré. Estoy investigando a su padre. No debería estar aquí, pero no quiero ser una estúpida y dejarla luego de ésto, porque no he impedido que consiga novio solo para acostarme con ella y dejarla.—Hasta que sea el momento de hablar.
—Se me olvida que eres una abuela. —Murmuró.—Acepto.
Me relajé y luego medité lo que dijo.
—No soy una abuela, cumplí veintiséis hace tres meses.
—Eres una abuela con bragas muy sexies. —Dijo levantando mi braga. Intenté quitársela sonrojada. —Es linda... Dejas muy poco para la imaginación, pero te prefiero desnuda... —Aclaró tomando mi cintura y dejando caer la braga al suelo.—Quieta.
—Maximoff, que no se te olvide que sigo siendo mayor que tú... —Murmuré.—Además... Tus bragas no son específicamente algo más que un par de hilos con tela.
Ella giró los ojos y los cerró pegándose más a mi pecho.
—Déjame dormir, follamiga.—Murmuró y yo me removí.—Recuerda que sigo siendo tu jefa...
Sonreí levemente. Niñata malcriada.
—Sí, jefa... Dulces y húmedos sueños.—Dije en su oído marcando mi acento. Sentí su piel erizarse.
Bien... Creo que todo va bien. Sólo sexo... Por ahora.
[•••]
Wanda, 20.
Me desperté a la una y treinta. Romanoff se había ido. Salí de la habitación con la camisa que dejó en mi habitación, bajé mas escaleras.
La vi preparando el desayuno. Sonreí.
—Buen día, Romanoff. —Murmuré viendo como servía todo en una bandeja.
—Creí que tardarías más en despertar. —Murmuró. —Te hice el desayuno, parecer de la clase de persona que desayuna en la cama.
Caminé hasta ella pasando mis brazos por su cuello, ella intentó apartarme mirando para ambos lados.
—¿Estás intentando malcriarme como mi padre?—Pregunté.
—De seguro te cortaban la fruta en trozos. —Dijo soberbia mientras me alejaba y yo volvía a acercarla a mí.
—En triángulos, de hecho. —Murmuré y la pelirroja giró los ojos antes de que volviese a observar que nadie viniera antes de besarme.
—Malcriada.
—Tú acabas de prepararme el desayuno e ibas a llevármelo, ¿quién me está malcriando?—Me burlé y ella gruñó contra mi cuello antes de alejarse.
—Ya eras una malcriada antes de mí, malcriada e insoportable.
—Pero linda. —Dije egocéntrica.
—Sí, eso también. —Murmuró ella. —Toma tu desayuno y luego ve en que ocupas el día, yo tengo que arreglar el establo y tal vez ver un par de animales, hoy vendrá la veterinaria.
—¿Desayunaste?—Pregunté y negó—Hazlo conmigo y luego haces tu aburrido trabajo de abuela sexy.
Sonreí.
—Deja de llamarme abuela.
—Oblígame, abuela.
—¿Qué trauma tienes?
Giré los ojos.
—Desayuna.
—Ya, cálmate.—Gruñó.—Clint y Pietro están pasando un buen día en la cabaña.
—Estarán allí hasta el miércoles, así que... ¿Quieres ver una película conmigo hoy en la sala?—Pregunté. —Y ya sabes... Aprovechar.
Ella sonrió.
—Aprovecharte de tu posición de jefa no es gracioso. —Bromeó y yo gruñí apartándome.—Es broma, me encantaría, Maximoff, sólo no me distraigas durante el día.
—No prometo nada. —Murmuré viéndola alejarse.
—¡Insoportable!—Gritó y sonreí acercándome a la bandeja con frutas cortadas en triángulos, tostadas y jugo acompañado de café.
Anoche fue increíble, fue mejor de lo que esperaba, me gusta la Natasha posesiva, de alguna forma sé que... Ella no es realmente posesiva, pero en un momento sexual es bastante erótico, me gustó todo lo que hicimos, y me gustó la forma en que me trató, me dio otro orgasmo luego de que yo le diese el suyo, y también se encargó de limpiarme, a diferencia de mis otras parejas sexuales que si en algún momento me "manchaban", no se preocupaban de cuidarme luego de acabar.
Natasha Romanoff es un sueño como amiga para follar, voy a disfrutar mientras dure. No sentimientos, no compromiso, me gusta.
Recibí una fotografía de Pietro durmiendo sobre el pecho de su novio mientras ambos sonreían. Es un idiota, abajo decía "no follamos, acabamos de ducharnos y estamos bien".
Es un tonto, ya quiero que mis hermanos estén aquí para contarles. Son mis mayores confidentes, necesito que sepan para decirles "miren de quien se rieron", lo conseguí, me acosté con Romanoff.
Nota de autor:
Trataré de escribir un capítulo aunque sea corto para dguom, y probablemente la próxima semana me dediqué tres días enteros a ese fanfic nada más, porque quiero centrarme en su trama pq vienen cosas importantes.
-Codex.
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