•Deudas.
Wanda, 21.
—¿Y esa es Natasha de bebé?—Sonreí al ver el álbum de Melina. La pelinegra asintió.—¿Era así de pequeña?
—Siempre lo fue, hasta que se metió a jugar basquetbol, ya sabes, está obsesionada con...
—El BC Parma.—Completé su oración. —¿Ella quería jugar?
—De pequeña decía que sí, nunca la limitamos, ella se limitó en su momento cuando vio que Yelena venía en camino, se obsesionó con los bebés. Deseaba tanto tener a su hermana entre sus brazos.
El hecho de pensar en una pelirroja pequeña y llena de pequeñas pecas en su rostro y observando el abdomen de su madre.
—¿Estaba muy feliz, no?
—Natasha solamente deseaba que Yelena llegue al mundo, estaba muy emocionada, y yo estaba emocionada de... —Suspiró.—La maternidad, y el buen momento económico que pasábamos.
—¿No estaban bien económicamente?—Pregunté—Es decir, luego de Yelena.
—Alexei perdió su negocio cuando Yelena cumplió un año, la crisis que hubo en la ciudad dejó devastados los negocios locales... Tratamos de mudarnos, pero era demasiado caro, y teníamos dos niñas. —Suspiró.—Ya teníamos una casa, la casa estaba bien, está bien... Pero ya no podemos venderla, allí es difícil encontrar compradores, sobretodo compradores serios y que estén dispuestos a pagar el valor real...
Asentí lentamente. Melina se levantó y tomó otro álbum.
—Éste era el favorito de Yelena. Sólo tiene fotografías de Natasha.
El álbum se veía arrugado, y bastante gastado en el centro.
—Se inundó nuestra casa hace unos años... El álbum se mojó y las fotos están algo gastadas, creo que hay una repetida.
Asentí mientras abría con cuidado de no romper el álbum. Yelena llegó corriendo y se sentó a mi lado.
—¡Yo te enseño!
Tomó el álbum y lo abrió de forma brusca. Melina giró los ojos y yo no pude evitar sonreír. Natasha y Yelena se aman mucho.
—¡Esa es Natasha de bebé, siempre fue triste!—Dijo ella.
—Siempre hacía puchero, a eso se refiere.
—Sí, eso.
—Aquí estaban cuando yo no nacía.—Dijo Yelena. —Estaba aún en la pancita de mami.
—Aún no.—Aclaró Melina y Yelena la ignoró.
—Y mami me tenía en su pancita esperando a que salga para jugar con Natasha.
—Allí Natasha tenía doce años.—Dijo Melina.—Y ese fue el momento en el que lo supe.
—¿Saber qué?—Pregunté y ella me observó en silencio. Oh... claro.
—¿Cómo?
—Pasamos a una tienda, una muchacha de unos... Dieciséis tal vez... Nos atendió, Natasha jamás había estado tan nerviosa. Ella se llamaba Leigh, y fue bastante linda, tenía una esposa, fue en alemania. Viajamos por una emergencia médica de Yelena y... Natasha tembló tanto al verla, creo que algo dentro de mí lo sabía, y en aquél momento lo confirmé.
—¿Se espantó?—Pregunté recordando como mi madre le gritó a papá cuando yo dije gustar de una mujer.
—No, es mi hija. Debo amarla, y creo que existe una razón por la que ha nacido amando mujeres. No le gustan los hombres y ya, no se pierde de mucho.
—Eso fue para navidad.—Dijo Yelena.—Yo recuerdo algo.
Melina acarició la mejilla de su pequeña y sentí aquél vacío. Melina las ama... y las cuida, yo jamás sentí eso de parte de mi madre.
Y duele ver como todos los demás sí.
—Es de la misma época. —Murmuré y vi la hermosa sonrisa felina de Natasha. Es hermosa, siempre lo fue.—Que linda.
Melina tomó otra fotografía y me la entregó.
—Tómala, es tuya.
Observé la fotografía.
Natasha de perfil, una sonrisa creció en mi rostro. Es preciosa.
—No puedo aceptarla.
—Anda. Seguro Yelena está de acuerdo.
—¡Super sí!—Dijo Yelena emocionada. Melina la miró extrañada.
La rubia se levantó con el álbum y se fue.
—Es extraño verla tan expresiva. Le agradas, Wanda, y eso me agrada a mí.
Tomé la fotografía de Natasha y la guardé en mi bolsillo. La llevaré hasta mi habitación y la meteré en un cuadro pequeño.
[•••]
Natasha, 26.
—¿Qué pretende contratandole?—Me quejé. Oí a Fury suspirar desde el otro lado de la línea. —No, Nicholas. Hablo en serio, no voy a permitir que mi familia se involucre.
—Tú te involucraste, estoy tratando de lidiar con esto y alejarlos de allí.
—¡Hazlo rápido! Charles meterá en problemas a mi padre. Alexei confía demasiado en la gente.
—Dame tiempo, Natasha.
—¡No tengo tiempo, Nick! Joder.—Me quejé. —Mi padre está tratando con putos mafiosos. Que no van a jugar a las muñecas, Nick.
—Estoy tratando de conseguir un señuelo creíble, ¿bien? Todo apunta a que Charles sospecha de ti, y eso no nos conviene, porque de ser así debes irte, y nadie cuidará mejor de los Maximoff.
—No me iré. ¿Puedes por favor pensar rápido?
—Te llamo mañana.
—Temprano.
—Ya.
Ha colgado y me jalé el cabello frustrada. No quiero que mi padre corra peligro. ¡Odio esta sensación! Odio creer que los he puesto en peligro y...
—Hola, bonita.—Saludó Wanda entrando en mi habitación. Sentí sus manos tomar mi cintura y sus labios en mi hombro desnudo.—¿Qué haces?
—Estoy... Hablé con mi jefe, por lo de Charles y papá. Estoy algo preocupada.
Fui sincera con ella, porque... Tengo la confianza para serlo. Eso me gusta.
—Todo se solucionará, no creo que Alexei esté tan ciego como para no notar que algo anda mal con Charles.—Dijo ella apareciendo delante mía.—No te estreses, ¿sí? Te juro que saldrá bien.
Nos miramos en silencio, ella observó mis labios, yo observé los suyos. Comenzamos a acercarnos lentamente, realmente quiero besarla.
—Bésame.—Susurró ella y yo sonreí.
—Te dije que ibas a pedírmelo tú.
—Egocéntrica.—Sonrió y asentí.
—Muy.
—Mi egocéntrica.
—También lo soy...—Susurré.
—¿Natasha?—Preguntó la voz de mi padre tras nosotras.
Mierda. No contaba con ésto.
Me giré y lo vi estupefacto, casi sin una expresión fija. Se dio media vuelta y salió de la cocina.
Me quedé en silencio y Wanda cubrió su boca preocupada. Sentí sus brazos rodearme, pero el calor sofocante que estaba sintiendo me pedía a gritos que la aleje para respirar bien.
—Está bien, detka. Iré a... Hablar con él.—Murmuré y ella me soltó.
—Natasha...—Dijo antes de que me aleje. Se acercó a mí y me besó cortamente en la mejilla. —Te amo.
—Yo te amo.—Susurré y me di media vuelta.
Siempre es un paso delante y tres atrás.
Salí de la cocina y caminé por el pasillo hasta llegar al jardín donde vi a papá caminar en línea recta.
—Papá.—Lo llamé y él no se giró —Por favor, papá. ¿Podemos hablar?
Se detuvo, pero volvió a caminar dos segundos más tarde.
—Papá por favor.
Se dio media vuelta, me dio una mirada que sentí me caló hasta los huesos. Tragué saliva.
—No me dirijas la palabra. —Sentenció.
Avanzó de forma dura alejándose de mí. ¿Y qué más debería hacer? No voy a rogarle perdón, es mi padre, pero yo soy así, no pedí nacer así.
No pedí ser lesbiana, ni voy a lamentarme. Lo siento, Alexei, así funciono.
[•••]
Wanda, 21.
Natasha está recostada sobre mi pecho. Me contó lo de Alexei y luego me pidió si podía dormir.
Comencé a acariciar su cabello, y lleva dos horas aquí. Está cansada.
La entiendo, yo... Cuando mamá supo que yo era lesbiana... o bisexual, aún estoy decidiendo eso, ya que siento que tal vez los hombres no se me hacen tan atractivos en esta etapa de mi vida, y quizá fueron comodidad, no quiero presionarme, dejo mi sexualidad fluir, es lo bonito de que es algo tan mío, que no voy a dejar que los demás lo definan por mí. Ni siquiera me siento presionada a definirlo, retomando el punto... Recuerdo bien la forma en que me sentí, no sabía si yo era el problema o era ella, luego Pietro dijo que era gay, ella lo aceptó con naturalidad... Creo que siempre pensé que el problema era yo, hasta que sentí que... Si siempre salía con hombres, no habría problema. Mamá conoció a Loki, y en ese momento sentí que estuvo orgullosa de mí.
No recuerdo mucho, pero sé que ella tampoco dijo demasiadas cosas. Sólo un... "Conservalo"... Y una sonrisa, una sonrisa para MI.
—Buen día.—Oí la voz de Natasha.—O noches...
—Ya noches.—Dije yo siendo apartada de mis pensamientos. Y lo agradezco... Ya iba a llorar.—¿Te sientes mejor?
—Despertar y verte hace que mi lumbago desaparezca.—Bromeó y besó mi mentón.—¿Me das un beso?—Preguntó.
Su móvil comenzó a sonar y ella movió su mandíbula levemente.
—Los odio.
—Luego te beso.
Ella se levantó a buscar su móvil y tragó saliva.
—¿Pasa algo?—Pregunté y ella rascó su nuca.—Debo irme ya.
Tomó su abrigo y corrí tras ella.
—¿Por?—Pregunté alterada.
No contestó.
—¡Natasha!—Me quejé y ella siguió ignorándome. —¡Romanoff, basta! Explícame.
Natasha se dio media vuelta y corrió hasta mí abrazándome, besó mi frente y se separó.
—Te prometo que lo explicaré en cuanto vuelva, todo está bien. Come frutas.—Sonrió, pero noté en su sonrisa que realmente nada estaba bien.
Bajó las escaleras y en menos de dos segundos la oí salir de la casa. Papá subió las escaleras corriendo y me miró extrañado.
—¿Qué pasó? Salió huyendo.
Bajé las escaleras corriendo, abrí la puerta y ya no la vi. Pude oír el ruido de un motor a lo lejos.
Papá salió tras de mí.
Me giré y él me observó en silencio. ¿A dónde va?
—No comiences a sobrepensar, sabe cuidarse. Relájate. —Murmuró. Yo asentí. Claro que sabe cuidarse, sabe cuidarse excelentemente bien, pero eso no impide mis miedos.
El trabajo de Natasha es peligroso, y como no somos nada, tampoco me he parado a pensar en... En pedirle que lo deje por el temor a tener una relación estable y que de pronto, ella ya no esté.
No quiero temer todas las noches y no saber si mi novia está bien o no lo está, quiero dormir entre sus brazos, no quiero que la asignen a otra familia cual Nanny MacPhee.
Observé en silencio el horizonte sin saber que contestarle a papá. Él extendió sus brazos y me rodeó con ellos.
—Ya, cielo. Te juro que ella estará bien. Es Natasha, es insoportable, y ni siquiera el diablo la quiere con ella.
Solté una risita leve aferrándome a papá. ¿Por qué el diablo no querría a Natasha? Yo quiero a Natasha, yo la elegiría si fuese el diablo.
—Natasha sabe cuidarse. —Susurré. Más en una insistencia para convencerme que para que papá sepa que estoy tranquila, no estoy tranquila.
No voy a estar tranquila. No hasta que la vea volver y pueda darle un beso y decirle que la amo, y que quiero que se quede, y que se quede en serio, porque yo quiero quedarme con ella.
Ella me hace sentir más en un hogar que lo que alguna vez sentí.
[•••]
En la noche es difícil conciliar el sueño, Natasha no contesta. Los mensajes no le llegan a su móvil y cuando la llamo sale como apagado.
—¿Estás preocupada?—Preguntó Peter quien se encontraba leyendo un libro que su psicóloga le ha dicho de leer.
—Algo.—Murmuré mordiendo una galleta que hicimos hace unas horas. —¿De qué trata tu libro?
—Aprender a decir no, pero me he aburrido. Preguntame algo y yo digo que no.
—¿Te gustan los hombres?
—Sí, tienes que preguntar algo que yo pueda contestar de forma negativa, Wanda. No entendiste, tontita.
Sonreí.
—¿Me amas?
Peter hizo un puchero, se cruzó de brazos.
—¡No estás entendiendo!
—Contesta.
—Sí, si te amo.—Se lanzó contra mí besando mi rostro.—Y mucho. —Lamió mi mejilla.—Comí cereales, huelo a cereales, ¿verdad?
—Sí.—Sonreí acariciando su rostro.—Se fue con su familia, y Yelena se fue también. —Murmuré.
Peter suspiró.
—Voy a extrañarla. Era divertido charlar con ella, siempre estaba seria, y yo le explicaba algunas cosas, y... —Se sentó en la cama.—Quiero trabajar con niños con autismo.—Admitió.—Y ya he decidido que estudiaré en la universidad.
—¿En serio, Peter?—Pregunté y él asintió. —¿Muy seguro?
—Es lo que quiero.—Admitió.
—Me llenas de orgullo.
Se sonrojó y observó sus pies antes de que yo me acercara a besar su cabello. Él ha decidido, solo, sin mi ayuda, eso es... Un gran avance.
Nota de autor:
¡Hey! ¿Cómo andan? ¿Me extrañaron ayer?
Al fin es fin de semana, aprovechen de descansar.
-Codex.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top