•Calidez.
Natasha, 26.
Me senté en la cama y Wanda salió del baño con mi camiseta que le cubría un poco más allá de los muslos.
—¿Esa ducha te relajó un poco?—Pregunté y ella asintió acercándose a la cama. Se sentó a mi lado y subió sobre mi regazo.—¿Pasa algo?
—El juicio me tiene algo amargada, tantas horas declarando, papá llora cada vez que va al juzgado, es todo horrible y...—Suspiró.—Odio tener que hablar de ti como si estuvieses muerta, odio que para todos no existas.
—Detka, estoy aquí. Contigo, ¿no es eso lo importante?
—Perdiste tu trabajo, y todo por mi estúpida culpa. Todo fue porque hice que te involucraras conmigo.
—¿Hiciste? Muñeca, adoro tu entusiasmo, pero es por mí que estamos juntas.—Dije a modo broma y ella sonrió.—Objetivo cumplido.
—Extraño a Natasha.
—Es sólo un nombre. ¿Kelly no es sexy?
—¿Kelly será?—Preguntó entusiasmada. Sonreí.
—¿Te gusta ese?
—Me gusta como te queda el nombre Kelly. Es tierno. Kelly de Maximoff.—Dijo ella rozando su nariz con la mía.
—Eso me gusta.—Susurré contra sus labios.—Pensé en.. Que validen mi carrera. Por mi ex trabajo, podría dar clases de derecho en la universidad.—Murmuré.—Donde estudiarás.
Ella asintió algo confusa.
—Ya sé que dijiste que no querías que... No tuviésemos espacio, y lo entiendo. No tenemos que vivir juntas, pero...
—Olvídate de eso. ¿Yo dije eso? No lo recuerdo. Quiero estar contigo, no quiero separarme de ti.—Dijo rápidamente.—Entendí que no voy a depender de ti por compartir mi vida contigo.
Sonreí ampliamente y la besé.
—Estoy muy orgullosa de ti, Wanda. Lograste avanzar tanto y tu sola. Eres increíble.
—Es la terapia.
—La terapia y el esfuerzo que pones, a veces es muy difícil, y aún así lo intentas. Cariño, eres asombrosa.
Wanda me dedicó una sonrisa.
—Estoy algo agotada, quiero dormir sobre tu pecho y contarte como me fue hoy.—Murmuró mientras se dejaba caer en la cama.
—¿Cómo te fue con Eva?—Pregunté tomando su pie para comenzar a masajearlo suavemente.
Wanda cerró los ojos y suspiró. La conozco mucho, odia caminar y lo ha hecho todo el día, por lo que probablemente agradece muchísimo ésto, sólo no le gusta pedirlo.
—La abuela es genial, ella simplemente... Es asombrosa. —Sonrió.—Estuvo al pendiente de mí en el juzgado, y adora a los chicos, los trata como si fuesen sus nietos también.
Sonreí.
—Eva es muy dulce. Hace unos días me ha llamado y hemos ido a por café. Luego la llevé a hacer sus compras.—Murmuré y Wanda me observó en silencio.
—¿Por qué tienes citas con mi abuela sin avisarme?
—Nos hicimos amigas antes de ti, basta.—Bromeé.—No seas celosa, yo nunca tuve abuela.
Ella comenzó a reír y cerró los ojos nuevamente.
—¿No tenías abuela?
—Cuando nací estaba tiesa.
—Natasha. —Me regañó Wanda y yo sonreí.—No digas eso.
Subí sobre su cuerpo lentamente.
—Aguafiestas.
—Eres cruel. —Acarició mi rostro lentamente y cerré los ojos ante ese contacto.—Hay mucho que no sé de ti—Murmuró.—Tantas cosas...
—Sabes lo que debes saber de mí, me llamo Natasha... Me llamaba Natasha, estoy buscando nombre, y... Te amo, y eres lo que más he amado en toda mi vida... Quiero estar contigo, siempre.—Susurré contra sus labios.—Me atrapaste, y tienes que hacerte cargo de eso.
—Funcionó el amarre.
—En efecto.—Sonreí y ella también. Sus manos pasaron por mi nuca y la besé con suavidad mientras me apoyaba mejor en las palmas de mis manos.
Wanda enrolló sus piernas en mi cintura y trató de darme media vuelta logrando que cayera de la cama con ella encima.
—Te amo.—Susurró ella mientras yo tomaba sus caderas evitando que se moviera.—Debemos levantarnos.
—Tengo casi treinta, deja que me recupere por favor.
Ella se apoyó contra mi pecho y la abracé con fuerza.
—¿Tienes que irte otra vez?
—Sabes que no pueden vernos juntas... No por ahora, hasta que todo esté cerrado y ustedes seguros, debo esconderme. Pero volveré aquí, además alguien debe cuidar de la granja de tu padre mientras él se encarga de ésto.
—Está saliendo con su terapeuta. —Soltó Wanda de pronto. —Ya sé, no digas nada.
—¿No van a cansarse de ser idénticos?—Pregunté y ella me dio una mala mirada.—Bien, entiendo. Mal chiste.
—¿Cómo está, Stephen?
—A diferencia de Barnes, Strange se rindió de buscar amor en donde sabe que no lo encontraría.
—James y Peter van bien. Déjalos ser. Dales mérito, tratan de adaptarse a lo que cada uno quiere. Peter quiere jugar un poco antes de lanzarse a la piscina y James quiere conquistarlo, ambos juegan a lo suyo.
—Ambos van a lastimarse.—Dije yo y ella se encogió de hombros.
—Son adultos.
—Es verdad.
Wanda me observó directamente a los ojos y volvió a lanzarse contra mí haciéndome caer a la alfombra.
—Te extrañé. Todo el día, y... No quier9 que te vayas.
—No quiero irme.
—Pero debes.
—Pero debo.
Ella suspiró.
—¿Si te pido que al acabar esto nos comprometamos es demasiado?
—¿Tú y yo?
—Sí, no casarnos de inmediato. Sólo quiero usar un anillo contigo, ya sabes. Meloso pero no tanto.
—Me gusta esa idea.
Sonreí.
A mi me gusta ella.
Nota de autor:
Quedan 4 capítulos no puede ser
-Codex.
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