Chapter Four

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Jeon salió de la comisaría luego de haber pasado dos horas revisando una tras otra las cámaras de seguridad, o bueno, al menos las que si funcionaron la noche del asesinato.

Estaba agotado, sólo quería volver a su casa, enviarle un mensaje a Sally, y luego irse a dormir, a pesar de que ya sean las seis de la tarde.

Pero como si el universo conspirara en su contra, el motor de su auto no encendía, por lo que, frustrado, salió del vehículo, comenzando a caminar hacia su hogar.

Quiso tomar un atajo, así que se metió por un callejón desconocido, observando todo su alrededor.

De repente, oyó ruidos en unos tachos de basura, por ende, se acercó a inspeccionar.

Grande fue la sorpresa que se llevó al ver a un gatito color café salir de unas cajas.

— Hey, hola, minino, ¿estás perdido? — Dijo el castaño, agachandose para poder acariciarlo.

Sonrió al oír sus ronroneos, pero sus ojos se posaron en otra cosa, más específicamente, una peluca rubia.

Frunció el ceño, ¿quién tiraría una peluca en buen estado?

Dejó de lado esos pensamientos, y alzó al animal, llevándolo consigo hasta su residencia. Tal vez su madre no le diga nada malo.

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Sentada en una esquina de los asientos en el metro, Im miraba por las ventanas, queriendo calmarse, pues algo dentro de ella seguía inquieto.

Buscaba algún cabo que pudo haber dejado suelto como para que aquel sujeto pudiese encontrar el tacón de su zapato.

No lo iba a negar, las habilidades del joven la impresionaron levemente, pero hasta ahí, pues eso podría perjudicarla, y arruinar el plan que tanto trabajo le costó idear.

Bufó al ver cómo el hombre que se sentó a su lado, estaba observando de una forma poca discreta sus piernas.

Agradecía haberse puesto un pantalón, pero maldecia el momento en que se sentó en la fila para dos personas.

Decir que estaba incómoda era poco, quería ahorcarlo y exigirle que la respete. ¿Acaso era mucho pedir que deje sus ojos mirando a otra parte que no sea su entrepierna?.

— ¿Estas buscando algo, idiota? — Protestó la femenina, mirándolo enfadada.

— No te hagas la mala, seguro quieres que te dé algo — Pronunció el extraño.

NaYeon vio como él se quiso acercar para besar su cuello, por lo que aprovechó el momento en el que el subte frenó en la parada, proporcionándole un fuerte golpe en el estómago, y para concluir, una patada que lo saque de su camino.

No le importó verlo retorcerse del dolor, tosiendo sangre, solo quería irse de ahí para ir su destino principal, y luego a encontrarse con un viejo amigo, el cual no veía hace años.

De todos los hombres del mundo, aquel chico pelirrojo era el único que le caía bien. Él y otro más.

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¡Tienes un gatito! — Chilló la pelirosa desde la otra línea.

— Sip, mi mamá no quería que lo conserve, pero luego la convencí y me permitió que se quede — Explicó Jeon, mostrando al cuadrúpedo ante la cámara.

Que hermoso, ¿ya le pusiste nombre? — Preguntó ella.

— Tiene un ojo celeste y el otro verde, y como es de un color café, voy a llamarlo biscochuelo de canela — Argumentó, sonriendo, orgulloso del nombre maestro que se le ocurrió — Pero como es muy largo, simplemente le diré bisco.

— Bisco es muy feo — Rió la contraria.

— Estas celosa porque no tienes un gato, así que como él es mío, yo le voy a poner como quiera — Sentenció, actuando como un infante de cinco años sin darse cuenta.

Pero, Kook, bisco es un asco de nombre, y ese gatito es muy lindo, mejor ponle otro — Insistió.

— Sally, ¿acaso quieres que corte la videollamada? — Acusó, molesto por la no aceptación del apodo, teniendo cierto deje de diversión.

Yah, como quieras, mejor cambiemos de tema, ¿qué pasó hoy cuando te fuiste del parque? — Quiso saber.

— Oh, pues, tuve que ir a una comisaria debido a un nuevo caso de homicidio — Contó, bajando a la mascota, acomodándose mejor en su cama — Ya sabes, la secuencia se repite, pero esta vez tenemos una nueva pista — Confesó, emocionado.

Me imagino que la encontraste tu, mi futuro esposo es alguien muy inteligente — Aseguró, arrugando el puente de su nariz al sonreír.

— S-Sally, ni siquiera somos novios aún — Recordó, ocultando su avergonzado rostro.

— Lo sé, pero en un futuro tu me llevarás al altar — Bromeó, disfrutando de la reacción del chico.

Él sonrió, y sus mejillas se volvieron más rojas de lo común. Aquella muchacha siempre le saca una sonrisa.

Mejor te dejo, debes descansar, nos vemos mañana en la sala de autopsia, porque estoy segura que me dejarán todo el trabajo a mi — Bufó, rodando los ojos — Pero en fin, prometo dar mi mejor esfuerzo, ¡que descanses, Kook! — Se despidió, cortando la llamada.

— Descansa, Sall — Murmuró, luego de que la comunicación haya finalizado.

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Con la gorra puesta, y el barbijo cubriendo su boca, NaYeon caminaba como una persona más entre la multitud, sin sobresalir, siendo otro eslabón más de la cadena.

Luego de caminar por unos minutos más, llegó a su destino, uno el cual, un ser humano en su posición, no visitaría jamás, ni por casualidad.

La iglesia.

Si, todos los días, exactamente antes de las nueve, llega a la capilla, justo cuando el padre está dando la última oración.

Y hoy no era para menos, pues no había día en el que no le pida a Dios que la ayude a cumplir su objetivo.

A pesar de que piense que él nunca estuvo para ella, y que jamás la había ayudado cuando la vida solo le dio puras miserias desde que cumplió seis años, no tenía pensado dejarlo de lado, como creía que él hizo con ella.

Irónico, ¿no?.

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🍃Nimin_36

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