Capítulo cinco
« Marie »
— Buenos días, Eddie – susurré, soltándole para desperezarme.
— Buenos días – dijo él, con una voz ronca increíblemente sexy.
— Gracias por haberme dejado quedarme esta noche – agradecí con una sonrisa.
— No es nada pero ahora... – aclaró su garganta – ¿puedes irte?
— Oh... sí, claro.
Lentamente, me puse de pie, llevándome sin querer parte de la sábana conmigo, haciendo que Edward quedara destapado. Tenía una erección enorme. Noté como mis mejillas se sonrojaban, avergonzada por la situación. Aunque no quería ni imaginar cómo debía sentirse él. Edward rápidamente tiró de la sábana para volver a cubrirse y me espetó un "largo de aquí". Yo asentí con la cabeza y salí rápidamente de la habitación, yendo a la mía. Una vez ahí, me vestí y arreglé. Mientras recogía mi pelo en una trenza, salí del baño y vi a Edward saliendo de su habitación.
— Voy a ir a comprar – expliqué –, ¿necesitas que te traiga algo? – pregunté suavemente. No me gustaba que estuviera enfadado conmigo. Así que intenté quitarle importancia a lo que había ocurrido nada más levantarnos.
— Cerveza.
— ¿Nada más? – él negó con la cabeza – Está bien... Hasta luego.
Edward ni siquiera se molestó en despedirse. Yo suspiré, saliendo de la residencia para dirigirme al supermercado que quedaba cerca, para comprar lo que necesitaba, además de las cervezas de Edward. Mientras tanto, pensé en la actitud del chico. No entendía por qué se enfadaba conmigo. ¡Yo no tenía la culpa de que él se hubiera despertado de aquel modo! Es más, entendía que la mayoría de chicos se despertaran así, y que no era para nada de mi incumbencia, que estuviera de aquel modo. Y ni siquiera se me había pasado por la cabeza que su erección fuera por mí, así que no entendía cuál era su problema conmigo.
Cuando regresé, Edward estaba en el sofá con sus dos amigos. Creía recordar, por cuando le había oído hablando con ellos, que se llamaban Liam y Zayn. Aquellos chicos nunca habían venido a la residencia, no al menos desde que yo me había mudado, y supuse que él no les había dicho que estaba viviendo conmigo, ya que sus rostros fueron de una enorme sorpresa al verme entrar por la puerta. Yo les saludé con una sonrisa, ya que tenía las manos ocupadas cargando las bolsas, y luego me fui hacia la cocina. Una vez ahí, guardé todo lo que había comprado, y saqué tres cervezas para llevárselas a los chicos.
« Edward »
Cuando escuché que Marie volvía al salón, empecé a maldecir interiormente. Quise levantarme y gritarle que se largara a su habitación y se mantuviera calladita, ya que quería que mis amigos supieran cuanto menos de ella. Pero me sorprendió ver cómo me ofrecía una cerveza. Yo la acepté, algo desconcertado. Ella me sonrió antes de girarse a ofrecerles también a Liam y a Zayn. Luego se despidió cortamente, diciendo que estaría en su habitación, y se marchó sin decir nada más.
— ¿Por qué no nos habías dicho que vivías con ella? – preguntó Liam.
— Porque no tiene mucha importancia.
— Sí la tiene... ¿te la has follado ya? – habló Zayn.
— Por dios, Zayn, no. No quiero follármela. No me gusta. ¿No te ha quedado claro ya?
— No. O sea... es que aunque sea una de las sin cerebro... está buena.
— Pues como todas las demás, ella no tiene nada especial.
— Tetas – dijeron los dos a la vez. Yo rodé los ojos, fingiendo estar en desacuerdo con ellos, aunque sabía que tenían toda la razón.
— ¿La has visto desnuda ya?
— Claro que no – fruncí el ceño –. ¿Qué te crees, que la espío mientras se ducha?
— ¿Ni siquiera la has visto en ropa interior? – rió Zayn.
— Eso sí. Cuando vio que yo iba en bóxers por aquí, se cabreó y se paseó en ropa interior. Harry estaba aquí, y casi la violó al verla.
— Normal – respondió Zayn, riendo.
Escuché la puerta de la habitación de Marie abriéndose, por lo que mandé callar a los dos idiotas que tenía por amigos. Ella se dirigió a la cocina, y poco después salió cargada de comida. Llevaba donuts, galletas, un batido de chocolate, kit kats, y demás cosas del estilo. No entendía cómo cojones podía comer tanto y mantenerse tan delgada. Liam y Zayn la miraron sorprendidos hasta que ella se encerró de nuevo en su habitación.
— ¿Se va a comer todo eso ella sola? – preguntó Liam.
— Sí. Come como un camionero – dije, encogiéndome de hombros.
— Tiene que follar mucho para comer así y no engordarse – contestó Zayn, pensando en sexo como siempre.
— O ir al gimnasio – respondí yo.
— Veo más probable la primera. No imagino a esa niña de papá sudando en el gimnasio, pero si la imagino gritando como una perra con un pene entre las piernas – concluyó Zayn.
— Estás más salido que un mandril, Malik... De todas formas, en todo el tiempo que lleva aquí, nunca ha venido con ningún chico.
— Quizá va a casa de ellos – se encogió de hombros.
— No. Nunca la he visto hablando con ningún chico que no fuera alguno de los novios de sus amigas, y ella no le quitaría el novio a nadie, es buena.
— A lo mejor es lesbiana – expresó Liam. ¿Lesbiana? ¿Estaba loco?
— Lo dudo – arqueé una ceja –. Simplemente tiene complejo de princesa Disney. Intenta ser perfecta. Es amable y dulce con todo el mundo. Y está esperando a su príncipe azul – dije yo –. Es idiota – me encogí de hombros –. ¿Podemos dejar de hablar de esa zorra?
— Claro, claro – contestó Liam, con cierto retintín en su voz.
— Hay una carrera esta noche... ¿participarás?
— Pues claro. Llevo dos meses esperando que haya una maldita carrera, Zayn.
— ¿Tienes la moto lista?
— Siempre lo está.
— He oído que hay mucho dinero en las apuestas, esta vez.
— Sí... es lo que tienen las carreras ilegales, que mueven mucho dinero.
« Marie »
Estuve todo el día encerrada en mi cuarto. Aproveché para poder hacer Skype con mi hermano y mi padre, ya que realmente tenía ganas de verle. También hice algunas vídeo-llamadas con mis amigos, contándoles lo mucho que les echaba de menos. Cuando ya era tarde, sobre las nueve, escuché como picaban a la puerta. Al salir, vi que Edward estaba encerrado en su habitación, ya que de ésta salía un rumor de música. Caminé hasta la puerta y abrí, donde estaban mis amigas, Selena, Paige y Emma. Les sonreí, invitándolas a ir hacia mi habitación. Una vez ahí puse algo de música, bastante fuerte. Supuse que a Edward le molestaría, pero él no me tenía en cuenta cuando ponía su ruido –a lo que él llamaba música– a todo volumen, por lo que no me preocupé más por ello.
Selena y Emma fueron las primeras en elegir sus conjuntos. Ambas iban muy guapas, Selena con tejanos negros y un top semi transparente, sin enseñar más de lo debido. Emma llevaba shorts y una blusa, y usó unos zapatos planos, ya que era la más alta, con diferencia, y si usaba tacones espantaba a los chicos, ya que solía medir más que ellos. Paige fue la siguiente, usando también unos shorts, pero con una camisa vaquera. Y ya solo faltaba yo, que estaba buscando el modelito perfecto, llevando únicamente ropa interior. No conseguía decidirme por nada. De pronto, la puerta se abrió, y Edward estaba tras ella.
— ¡Ay, Edward! – exclamé, agarrando una camiseta para intentar cubrirme – ¿No sabes picar a la puerta?
— ¿Y tú no sabes poner esa mierda de música a un volumen para que no llegue a mis oídos para hacerlos sangrar, zorra? – escupió violentamente, envalentonándose delante de mis amigas. Ya habíamos superado aquella etapa, sin embargo delante de la gente seguía tratándome así de mal.
— Lárgate – murmuré, odiaba que me tratara así delante de mis amigas.
— Baja la música.
— ¡Que te largues! – grité.
— No hasta que bajes la puta música.
— ¡Vale! – acepté finalmente, acercándome al ordenador y bajando el volumen de la música – Ya, ¿contento?
— Mucho – respondió con una sonrisa cínica.
— Pues ahora lárgate.
Sin decir nada más, Edward se fue de la habitación. Yo suspiré, haciendo que las chicas que compadecieran de mí por tener que convivir con Edward. La verdad era que a veces era desquiciante, y otras bastante soportable.
Decidí dejar el tema de Edward a parte, ya que iba a salir de fiesta y lo que quería era divertirme, no estar pensando en él todo el rato, ya que solo iba a hacerme sentir peor. Por lo que agarré un vestido blanco que vi debajo de una pila de ropa oscura y me lo puse, decidiéndome finalmente por aquello. Luego, Emma me peinó mientras Selena me maquillaba. Y ya, cuando todas estuvimos listas, cogimos nuestros bolsos y nos dirigimos hacia la puerta. Edward estaba sentado en el sofá, y cuando nos oyó, su mirada se posó fijamente sobre mí, haciéndome sentir algo incómoda, por lo que aparté la mirada.
« Edward »
Vi como Marie y sus amiguitas subnormales salían del baño para irse. Yo miré directamente hacia Marie. Estaba demasiado buena vestida así. Aunque odiara sus vestidos y tacones, debía admitir que le sentaban muy bien. Sus amigas se veían como unas zorras en busca de pene, pero ella, a pesar de ir tan sexy, no lo parecía. Entre su cabello claro, casi rubio; y aquel vestido blanco que llevaba... parecía más un ángel. Un ángel sexy, pero un ángel al fin y al cabo. Suspiré pesadamente, queriendo apartar la mirada de ella, pero no tenía suficiente fuerza de voluntad para hacerlo. Ella me miró justo antes de salir por la puerta, por lo que alcé la mano para despedirme, y ella me dedicó una ligera sonrisa.
Entonces, el que se levantó fui yo. Debía prepararme para la carrera en la que participaría aquella noche. Fui a la cocina y calenté algo de agua para prepararme un té. Nunca confesaría que aquel era mi ritual antes de hacer una carrera, ya que siempre había profesado que el té era para maricas que no tenían huevos suficientes para tomar café; pero realmente me ayudaba a relajarme y mantener la concentración que necesitaba. Por lo que cuando el agua estuvo caliente, la vertí en una taza y puse una bolsita de té dentro de ésta, volviendo al sofá después. Me lo bebí en pequeños tragos, tratando de pensar nada más en mi moto.
Cuando ya eran las doce y media, salí de la residencia. Fui hacia el parking, donde estaba aparcada mi moto, me puse el casco y emprendí el camino hacia el polígono abandonado de la mano de Dios donde se celebraría la carrera, ya que era la manera más sencilla de que no hubiera tanta gente y no se enterara la policía. Las calles estaban oscuras y húmedas. De camino, pasé por la zona donde estaban todas las discotecas a las que acudían los niñatos de la universidad.
Al detenerme en un semáforo en rojo, a solo unos metros, en la puerta de una de las discotecas pude ver a Marie. Pero no estaba sola, ni con sus amigas, estaba con un chico. Ella llevaba la chaqueta de aquel chico, ya que hacía frío y su vestido era demasiado fresco. Y él tenía el baso pasado por encima de los hombros de Marie, mientras ella reía por algo que el chico le decía. Fruncí el ceño y aparté rápidamente la mirada de ellos. Estaba realmente jodido por verla con un tío, y no entendía por qué. No tenía ninguna razón para ponerme celoso, ni para enfadarme, sin embargo estaba sintiendo ambas cosas. Aclaré mi garganta antes de acelerar la moto y alejarme de allí, llegando en poco rato al polígono de la carrera.
A un lado ya había un pequeño grupo de gente que serían los observadores, mientras que en la carretera había gente comprobando que sus motos estuvieran en perfectas condiciones. Yo ya había comprobado aquello en la residencia, así que estacioné la moto y me acerqué a Liam y Zayn, que ya estaban entre la gente que miraría.
— Hey – les saludé cortamente, quitándome el casco. Todavía me sentía enfadado por aquella imagen de Marie con aquel idiota.
— ¿Estás listo? – preguntó Zayn, yo asentí con la cabeza.
— Ten cuidado en las curvas, es una noche muy húmeda y el suelo resbala mucho – me advirtió Liam.
— Ya lo sé, Payne. Me he dado cuenta.
— Si ganas esta carrera, ganarás una pasta, Edward. Hay un montón de dinero hoy – dijo Zayn –. El doble que en las últimas que se celebraron.
— Lo sé.
— ¿No estás nervioso?
— No. Siempre he ganado. Esta vez no será diferente.
— Ya están poniéndose en posición de salida. Venga, ve. Mucha suerte.
— No la necesito – afirmé, seguro de mí mismo.
Me acerqué hasta lo que habían marcado como línea de salida. Una vez ahí explicaron el recorrido del circuito. Había que recorrer el polígono hasta la última fábrica, y de ahí girar a la derecha y meterse por un camino más fangoso, ya que no estaba asfaltado. Ese camino terminaría llevando de nuevo a donde estábamos. Era un sencillo circuito circular. Era aparentemente fácil, de no ser por la humedad de aquel día.
Miré alrededor para ver cuántos estábamos participando. Éramos nueve. Todos nos colocamos en la posición para salir. Una chica se puso en un hueco entre nosotros y alzó un pañuelo. Entonces anunció la salida gritando un "¿Preparados...?". Tras eso, bajó el pañuelo y los nueve salimos a todo gas. No tardé más que unos segundos en ponerme el primero, esquivando a algunos que intentaban tirarme. Sabían que yo era el mejor e intentaban dejarme fuera de juego.
Yo metí gas a la moto y avancé más rápido para alejarme de ellos. Entonces, llegó la primera curva. Por suerte, en el circuito solo había tres. Superé la primera curva sin mucha dificultad, ya que el suelo todavía era asfaltado por lo que la estabilidad no era tan difícil de mantener. Estaba seguro de que alguno se habría caído en aquella curva, ya que había algunos bastante malos.
Me acerqué a la segunda curva, de donde entraría en el camino sin asfalto. Di la segunda curva, y me mantuve estable sin demasiado problema. El camino sin asfaltar era la parte más difícil de aquella carrera, ya que el suelo estaba resbaladizo por la lluvia que había caído más temprano aquel mismo día, además habían muchos baches y piedras, y poca luz. Aproveché un momento con el suelo más liso para girarme levemente hacia atrás, viendo que tenía bastante ventaja respecto a los demás.
Entonces, cuando fui a tomar la tercera y última curva, pensé que no quería estar allí. Que lo que realmente quería hacer era ir hacia la discoteca donde había visto a Marie, alejarla de aquel chico y llevarla de vuelta a la residencia conmigo. Agarré con fuerza y algo de rabia el manillar de la moto, imaginándome que era el cuello del gilipollas que estaba con Marie. Y entonces hice el viraje. Pero estaba tan tenso, y desconcentrado que no conseguí mantener la moto estable entre el charco de lodo y el asfalto humedecido, por lo que caí sobre mi lado derecho, resbalando varios metros sobre mi brazo y mi pierna. Dolía mucho, sin embargo no iba a quedarme atrás. Me levanté y corrí a por mi moto, a pesar del dolor. Volví a subir sobre ésta y arranqué de nuevo, justo unos segundos antes de que uno de los que competía contra mí me alcanzara. Por lo que al acelerar, conseguí llegar el primero, pero solo por unas jodidas milésimas de segundo.
Me bajé de la moto, oyendo algunos aplausos. Liam y Zayn se acercaron a mí para felicitarme. Desde donde habían estado no habían podido ver mi caída, por lo que suspiré aliviado, ya que se preocuparían tontamente. Zayn me dio una palmada en el brazo al felicitarme, pero yo di un fuerte grito, ya que me dolía mucho. Me quité el casco y bajé la manga de mi chaqueta. Mi brazo estaba completamente despellejado, y lleno de sangre. La herida era realmente desagradable. Y probablemente mi pierna estaba igual, ya que la sangre ya empezaba a pasar la tela del tejano. Agradecí entonces el haberme puesto chaqueta, ya que las quemaduras y heridas de mi piel contra el asfalto directamente habrían sido muchísimo peores. Zayn y Liam me miraron sorprendidos, realmente disgustados al ver mi herida.
— ¿Qué ha pasado? – preguntó Zayn.
— Que me he caído, imbécil – espeté.
— ¿Cuándo?
— En la última vuelta. Pero me he levantado rápido y he conseguido llegar.
— Tu pierna... – murmuró Liam al ver el tejano ya casi bañado en sangre.
— Se me ha dormido... no la siento. Tenéis que llevarme a la residencia – dije, intentando no darle mucha importancia.
— ¿Estás loco? ¡Tienes que ir al médico! – exclamó Liam.
— ¡Que me llevéis a la puta residencia, joder! ¿Habéis venido en coche? – ellos asintieron – Bien... Liam tú llévame a casa. Y Zayn, lleva mi moto, ¿vale?
— Claro – asintieron los dos a la vez.
Liam y yo fuimos hasta donde habían aparcado el coche, mientras que Zayn se subió a mi moto. Y los tres nos dirigimos hacia la residencia. Liam manejó bastante rápido, para llegar pronto. Y yo ya empezaba a marearme por la sangre que había perdido. Pero estaba seguro de que no era nada tan importante.
Cuando llegamos a la residencia, Marie todavía no había llegado. Mi sangre empezó a hervir en mis venas al pensar que estaría acostándose con aquel imbécil, mientras que Zayn y Liam me hacían sentarme en el sofá. Se deshicieron de mi chaqueta y mi camiseta. Mi brazo empezaba a amoratarse. La verdad era que no tenía muy buena pinta. Luego me quitaron el pantalón, viendo que la pierna no estaba muy diferente. Eché la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos y mordiéndome el labio, intentando no pensar en lo mucho que me dolía. De pronto, oí un fuerte grito de una chica. De Marie.
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