Tourner Dans Le Vide
// Manigoldo x Albafica. //
La vida no siempre es justa, los arrebatos que esta puede darte no respeta el genero, edad o preferencias, ni siquiera el estilo de vida que puedas tener porque al final de todo, lo eterno no siempre sera como uno desea. Incluso el amor, una sensación que te hace caer en el mejor de los sueños, en la mas dulce embriagues y la maldita tentación. Puede sufrir por mas fuerte y puro que este sea. Al final todo se transforma en la nada.
Él era moreno, de tez bronceada, mirada tímida cuando le habla, sus manos todas dañadas; Se conocieron mientras cortaba piedra, era hijo de un obrero y estaba orgulloso, pero ¿por qué la gente se burlaba de ello?.
Si lo amaba de esa forma, todo estaría bien.
Sus encuentros siempre eran en secreto de los demás, la gente tan perjuiciosa no permitirían un romance entre un pobre y la belleza que enorgullecía al pueblo de Sicilia, heredero de una gran fortuna. ¿Por que ha de importarles su vida personal?.
Que les importara a ellos si este noble desea compartir cama con el hijo mayor de un obrero. Era honesto, era temerario y un espíritu irremediablemente fuerte. Tan salvaje y libertino, que provocaban cierta envidia en el pobre noble. Rico en lo material, alma moribunda y con hambre de libertad.
Que hermosa era la noche cuando las calles y el bullicio de la gente no existía.
───¿Porque te dicen Verdugo?. -Pregunto el joven de pelo celeste siguiendo a su amado por un prado sin camino.
─── Si te lo dijera tal vez correrías despavorido. -Comento el de pelo azul corto sin detener su andar.
───¿Me tomas por una dama?. No seas tonto, puedes decírmelo. No me iré de tu lado, te lo prometo.
Manigoldo tomo aire y lo saco pesadamente, era tan terco cuando quería saber algo.
─── Cuando era un mocoso de 13 años, mi padre dijo que me mandarían a un territorio enemigo a pelear por la patria, ya sabes ese tiempo donde inicio la tan denominada Guerra Santa. No fue idea suya,pero el gobierno necesitaba jóvenes para matar,¿y que mejor manera de reclutar que ofrecer dinero a cambio de una vida?.
─── Entonces te vendieron. -Dijo con pesar.
─── Al contrario, yo mismo acepte sin ninguna queja. En mi mente infantil pensaba que me convertiría en todo un hombre, que la guerra era un juego, pero por supuesto no fue así, vi a infinidades de personas morir durante ese tiempo. Entonces, no tuve mas alternativa. La primera vez que arremetí contra alguien fue a los 14. Luego seguí y seguí hasta que ese apodo recayó sobre mis hombros. No conocía lo que era piedad ni menos arrepentimiento, fui el mejor en lo que hacia. Una vez la guerra termino, volví a casa con una medalla honorifica y el titulo de Verdugo en mi uniforme.
Sorprendente, pensó atento a cada palabra que salia de la boca de su amado, compartiendo las historias que el noble de celeste escuchaba con atención, sin perderse hasta el menor de los detalles. Era tan magnifico.
¿Cómo alguien podría transformarse en tu mundo?.
Albafica estaba profundamente enamorado, enamorado de alguien que parecía ser irreal, tan solo un espejismo de su visión del personaje de sus sueños, cómo un cuento, Albafica sentía que los días al lado de Manigoldo se llenaban de dicha,
Sus padres lo sabían, y ellos no aprobaban esa relación para nada, pues se suponía que su preciado hijo debía estar con alguien mejor, una persona que consideraran perfecto.
No importaba las veces en que quisieran que su hijo entrara en razón, él tan terco y obstinado siempre repetía la misma frase.
─── No, no lo juzgues. -Pedía dolido ante los gritos de su madre.
───¡Tan solo mírate!. Hijo, mi pequeño. ¿Que podría darte ese muerto de hambre?, eres mi niño, siempre te he consentido en todo lo que me has pedido. ¿No crees que es momento de que yo también reciba compresión?. Te estas haciendo mucho daño, jamas sobrevivirías a su lado por favor se comprensivo con tu madre. Quiero lo mejor para ti.
─── Tu no lo sabes. Manigoldo no me dejaría morir. Los mareos y el trabajo que el siente, no se comparan para nada con tus lagrimas. Madre, no quiero discutir mas contigo. Pero tampoco dejare que me chantajes. No buscas mi felicidad, buscas la manera de siempre mantenerte en la cumbre de la sociedad. Eres falsamente feliz, ¡cambia tus valores!.
Su madre se echo para atrás, consternada por las palabras de su hijo, siendo desde niño alguien incapaz de hablar sin ponerse ansioso.
───¿Cómo te atreves a gritarme?. Yo fui la que te trajo a este mundo, eres un niño maleducado y todo por culpa de ese vago a quien dices amar. ¿Qué saben ustedes del amor?.
─── Acepta de una vez madre de que ya no soy un niño. He crecido, y a diferencia tuya y de mi padre. Manigoldo me ha mostrado mas amor de lo que ustedes nunca hicieron en estos años. Son superficiales,ustedes no saben nada del corazón.
Luego de aquella platica, salio de la habitación sin mas, regresando a las calles donde su amado de seguro estaría esperando por el.
Esa noche Albafica pudo olvidar por un segundo las consecuencias que le esperaban al volver a casa, esa noche, decidió por fin entregarse a Manigoldo en cuerpo y alma. Para así siempre tener ese bello recuerdo bien guardado en lo mas profundo de su corazón, en el rincón mas apacible de su mente, el sabor de su boca, el tacto, las bellas palabras. Deseaba con toda el alma poder inmortalizar ese momento.
Cuando volvió a su hogar, su padre le esperaba al lado de su madre, ambos notablemente decepcionados por los actos de su hijo y mas cuando por su propia facha, las marcas descaradas de el encuentro carnal. Los gritos fueron alertaron a los sirvientes de la casa, jamas habían visto una pelea entre sus amos y el joven Albafica, no hasta que el primer golpe se desato.
Todo el salón quedo en silencio, Albafica limpio la sangre caía e su labio inferior sin perder la gracia en sus actos, sin dejar de verse desafiante y contrarrestar miradas con su padre y madre se fue de la sala en camino a su habitación. Estaba cansado y era momento de tomar una decisión por su cuenta, no esperaría a obtener el perdón u aprobación de sus padres, ya no quedaba nada por lo cual esperar. Tomo el valor suficiente para irse.
Y entonces sucedió.
La puerta no se volvió a abrir. Ni las ventanas. Y Albafica volvió a su cautiverio una vez mas.
Todo comenzó a caer,girar en el vació mientras su corazón iba muriendo con el pasar de los días. Haciéndose cada vez mas débil, y el portador de este desvaneciéndose.
Él lo hace girar en el vacío, girar y girar hasta que no queda nada de lo que alguna vez Albafica.
¿Quién podría decirle qué fue lo que ocurrió? ¿Porque de repente la noche se hizo tan largas y la luna se esconde?. ¿Donde estaba Manigoldo? ¿Porque solo en sus sueños el podía sentirlo tan cerca?.
─── Desde que se fue, el amo Albafica no ha dejado su habitación. -Informo una empleada de la residencia. Muchos empleados de lugar mostraron su descontento a la negligencia del señor de la casa.- ─── No ha comido en días, se niega a levantarse y lo vemos mas pálido.
El señor no se inmuto, siguió leyendo en su estudio sin culpa alguna, sin una pizca de responsabilidad de quitar a ese obrero de la vida de su hijo. En su mente anticuada creía que era un simple berrinche, que el teatro de su hijo no era mas que una faceta de desobediencia a su orden.
Cuan equivocado estaba, pero no lo sabría hasta recibir el golpe donde mas le dolía, tanto a él y su esposa.
Porque siempre, siempre. Hay alguien arriba viendo lo que haces, y otro, muy abajo, esperándote para darte lo que mereces. ¿Quien les dijo que el oro escondía la sucia piedra de la culpa?.
Una noche de invierno la nieve cubrió los alrededores de las cosas, el otoño había pasado, pero la tristeza que desvelaba a Albafica seguía tan presente cómo en el primer día que supo la terrible desgracia de Manigoldo.
─── Fue horrible. -Oyó decir al panadero. El primer día noto su ausencia.
─── Esos malditos cobardes. -Exclamo con rabia una señora de cuarenta.- ───¡Unos asesinos los monarcas malnacidos la familia Dei Rossale!. -Albafica se heló de tan solo escuchar su apellido ser dicho con tanto enojo.
─── Su hijo estaba tan enamorado de él, pobre chico. Cuando se entere morirá de tristeza. -Hablo la costurera con lagrimas en los ojos.- ───¿Cómo pudieron acabar con la vida de Manigoldo?.
─── Y eso no es nada, la vida les va a cobrar a su único hijo también. -Hablo por primera vez el padre de Manigoldo, con la mirada agotada pero la frente en alto.- ─── En nuestra familia hay una creencia muy fuerte en la muerte. A mi hijo lo mataron por amar a ese muchacho, y yo se mejor que nadie el peso de cargar a un ser amado luego de muerto. Manigoldo tarde o temprano volverá por él.
Sentía cómo millones de espinas crecían a su alrededor, se sentía absurda-mente culpable de haberlo amado mas no se arrepintió de ello ni una sola noche. Desde que se fue no ha sido capaz de levantarse, Es sólo un recuerdo, una lágrima del pasado atrapado en sus ojos, que ya no quiere irse. Tú que no lo sabes. Mareos y dolor.
─── Son superficiales, no saben todo sobre el corazón. -Repetía y repetía siempre que su madre lo visitaba durante su cautiverio.
─── Él era todo mi mundo, y mucho más que eso. -Recito la noche que un medico llego a verlo, a la orilla de su cama su madre estaba de rodillas rogando por el perdón de su hijo, pero el simplemente ya no existía.
─── Espero verlo allí en el más allá. -Dijo sonriente. Sin escuchar los lamentos de su padre. La ultima vez que respiro.
Y así finalizo la tristeza del joven que acabo también con su vida.
Fue corta, solo tenia 21 años cuando desfalleció; Sin embargo fue grata.
Murió de amor, escribieron en su lapida. Cómo ultimo acto de buena voluntad la familia de Albafica pidió a la casa de los obreros que enterraran a su hijo al lado de Albafica en el cementerio de la familia, pero estos se negaron, ofreciendo que fuese el cuerpo de su hijo quien descansara al lado del suyo y ellos aceptaron con la culpa y la cara en el suelo.
No hubo velorio, no hubo misa. Fue un simple entierro para luego abandonar su hogar y los malos recuerdos que todavía se escuchaban por las noches.
───¿Conoces mi hermoso amor, mi apuesto soldado...?. -Se escucho una voz, un aura fantasmal bajando las escaleras de donde antes era la habitación del difunto.
Y debajo de las escaleras, la risa áspera pero atractiva de otro hombre se dio a conocer.
─── Por supuesto que si. Te ha estado esperando impacientemente.
─── Sabia que eras tu el extraño orbe azul que miraba en mi habitación. Jamas te apartaste de mi la lado cuando estaba vivo.
─── Y mucho menos ahora que te tengo devuelta, Albafica.
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