Capitulo 06: An Yu

El sol de la tarde se filtraba entre las hojas de bambú, creando un espectáculo de sombras danzantes que se proyectaban sobre los cuerpos entrelazados de Anyu y Greg. El aire se llenaba de la fragancia de los bambúes, húmeda y terrosa, y de los susurros del viento que se deslizaba entre los tallos. Un ambiente casi íntimo, que envolvía a los amantes en una burbuja de pasión.

Anyu, con su cabello negro como la tinta y ojos almendrados que brillaban con una pasión salvaje, se acurrucaba en el regazo de Greg, su cuerpo curvándose con un abandono sensual. La piel de Greg, bronceada por el sol, estaba caliente al tacto, mientras sus dedos recorrían su espalda, trazando un camino ardiente que la hacía estremecer.

Greg, con su mirada fija en la belleza de Anyu, se sentía atraído hacia ella como un imán. Su cuerpo respondía al deseo, sus músculos tensos y fuertes bajo la tela de su camisa.

–Te deseo tanto– murmuró Greg, su voz grave, con un tono de anhelo.  –Eres tan hermosa–

Anyu se sonrojó, sus ojos brillando con un reflejo de placer.  –Tú también eres  hermoso, Greg.  Tu  fuerza, tu  intención–

Él  se  acercó,   sus  labios  acariciando  los  suyos  en  un  beso  lento  y  profundo.   La  lengua  de  Greg  exploró  la  dulzura  de  su  boca,  despertando  una  vorágine  de  sensaciones  que  los  inundó  de  deseo.

Su pasión era contagiosa.  El bosque de bambú era su santuario, un lugar donde podían dejar atrás el mundo y entregarse a su pasión sin restricciones.  Los tallos de bambú se movían con el viento, como si la naturaleza estuviera celebrando su unión.

Greg  deslizó  sus  manos  por  el  cuerpo  de  Anyu,  acariciando  su  piel  suave  y  caliente.   Sus  manos  recorrieron  sus  curvas,  dibujando  un  mapa  de  deseo  en  su  cuerpo.

Anyu gemía suavemente, su cuerpo respondiendo a los toques de Greg. Sus dedos se  clavaban  en  la  tela  de  su  camisa,  sintiendo  la  fuerza  de  su  deseo.

Los besos de Greg se hicieron más intensos, más apasionados, arrastrándolos a un torbellino de sensaciones. Anyu se dejó llevar por la ola de placer que la inundaba, su cuerpo vibrando con cada toque de Greg.

Greg se desabrochó la camisa, dejando al descubierto su torso fuerte y bronceado.  El calor del sol, la  textura áspera de la tela contra su piel y el  aroma de su sudor  la  excitaron aún más.

Anyu, con  el deseo ardiente en sus ojos,  le  quiso  quitar  la  camisa,  sus  manos  se movían con  una  impaciencia  que  aumentaba con cada segundo.

El  sol  comenzó  a  ocultarse  entre  los  bambúes,  dando  paso  a  la  oscuridad  de  la  noche. La luna, en su ascenso hacia el cielo, iluminó la escena con una luz plateada,  como si estuviera  bendecido su encuentro.

El ambiente se llenó de un aroma a hierba húmeda y la fragancia del deseo.   Era  una  noche  mágica  en  el  bosque  de  bambú,  donde  Anyu  y  Greg  se  perdieron  en  un  torbellino  de  pasión  y  deseo.

El sonido de sus gemidos se mezcló con el crujido de los tallos de bambú bajo sus cuerpos.  El bosque, silencioso testigo de su entrega, se convirtió en el marco perfecto para su danza de pasión.

Anyu, con  el cuerpo  en  tensión,  susurró  en  el  oído  de  Greg,  –Te quiero–.

Greg, con un  gesto  de  posesión,  la  apretó  más  contra  él,  –...Yo también–.

Vaya hipócrita...

Y  en  esa  noche  de  pasión,  en  el  bosque  de  bambú,  se  fundieron  en  un  solo  cuerpo,  buscando  el  éxtasis  de  su  unión.

El  bosque  se  volvió  un  mundo  de  sensaciones.  Los  tallos  de  bambú,  como  si  estuvieran  vivos,  se  movían  al  ritmo  de  su  pasión.   El  viento  susurraba  entre  las  hojas,  creando  una  melodía  que  acompañaba  sus  gemidos.

Anyu,  con  la  piel  húmeda  y  el  cabello  despeinado,  se  entrego  al  placer  de  Greg.  Sus  cuerpos  se  movían  en  un  baile  intenso,  cada  toque,  cada  beso,  cada  gemidos  era  una  expresión  de  su  deseo.

La  noche  se  extendió  sobre  el  bosque,  envuelviendo  a  Anyu  y  Greg  en  su  manto  oscuro.   Las  estrellas  brillaban  en  el  cielo,  como  si  estuvieran  observando  su  encuentro.

El  bosque  se  convirtió  en  su  refugio,  un  lugar  donde  podían  perderse  en  la  pasión  sin  ninguna  restricción.

En  un  momento  de  éxtasis,  Anyu  susurró  el  nombre  de  Greg,  su  voz  cargada  de  placer.

–Greg~...

Greg  se  inclinó  sobre  ella,  su  mirada  intensamente  fijada  en  la  suya.

–Anyu~...

Su  encuentro  era  un  torbellino  de  sensaciones,  un  juego  de  deseo  y  entrega.

Finalmente,  en  la  tranquilidad  de  la  noche,  se  fundieron  en  un  abrazo  apretado,  sus  cuerpos  cansados  pero  satisfechos.

La  luna  bañó  con  su  luz  plateada  la  escena,  como  si  estuviera  presenciando  un  momento  sagrado.

El  bosque  se  convirtió  en  un  testigo  mudo  de  su  pasión,  un  lugar  donde  Anyu  y  Greg  encontraron  el  paraíso.

El silencio que se instaló después de su encuentro era tan profundo como la oscuridad que envolvía el bosque.  Anyu y Greg permanecieron abrazados,  sus  cuerpos  cansados  pero  aún  agitados  por  el  torbellino  de  pasión  que  los  había  consumido.

Los  susurros  del  viento  entre  los  tallos  de  bambú  parecían  susurrar  un  canto  de  victoria,  como  si  la  naturaleza  se  regocijara  con  su  unión.

Greg,  con  la  mirada  aún  cargada  de  deseo,  acarició  suavemente  el  cabello  de  Anyu.  –Eres  increíble–,  murmuró,  su  voz  grave  y  ronca  por  el  esfuerzo.

Anyu  sonrió,  su  rostro  iluminado  por  la  luz  plateada  de  la  luna.  –Tú  también,  Greg–.

Un  silencio  cómodo  se  instaló  entre  ellos.   Se  quedaron  así,  abrazados  en  la  oscuridad,  sintiendo  la  calidez  de  sus  cuerpos  y  el  latido  de  sus  corazones.

Greg  la  miró  a  los  ojos,  su  mirada  profunda  y  penetrante.  –¿Qué  vamos  a  hacer  ahora?–  preguntó.

Anyu  se  encogió  de  hombros.   –No  lo  sé.  Pero  no  me  importa,  mientras  esté  contigo–.

Greg  la  besó  suavemente  en  la  frente.  –Yo  tampoco–.

Palabras tan vacías...

Se  quedaron  así  un  rato  más,  disfrutando  del  silencio  y  de  la  calma  que  se  había  instalado  entre  ellos.  La  noche  se  extendió  sobre  el  bosque,  y  la  luna  seguía  iluminando  la  escena  con  su  luz  plateada.

Finalmente,  Greg  se  levantó,  ayudando  a  Anyu  a  ponerse  de  pie.

–Deberíamos  irnos–,  dijo,  su  voz  más  segura  ahora.

Anyu  asintió,  sintiendo  un  ligero  escalofrío  al  salir  del  calor  de  su  abrazo.

Mientras  caminaban  entre  los  tallos  de  bambú,  el  bosque  parecía  susurrar  despedidas  entre  las  hojas.

–Volveremos–,  murmuró  Greg,  su  mano  tocando  suavemente  la  de  Anyu.  –Te  prometo  que  volveremos–.

Anyu  sonrió,  sintiendo  un  calor  agradable  recorrer  su  cuerpo.

–Espero  que  sí–,  respondió.

Y  así,  con  el  corazón  lleno  de  pasión  y  un  futuro  incierto,  salieron  del  bosque  de  bambú,  dejando  atrás  un  mundo  de  deseo  y  un  refugio  secreto  que  siempre  volvería  a  darles  la  bienvenida.

Continuará...

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