¡Buenos días!


¡Buenos días!

La semana pasó rápido, las grabaciones fueron largas y más de la mitad de las veces terminábamos a altas horas de la noche. Quizá en toda esta semana logre dormir solo 20 horas. Mentalmente estaba agotada, ni mencionar mis piernas que pedían un receso eterno.

Estire las piernas sobre la mesa, viendo la pantalla plana donde pasaban un viejo capítulo de Gossip Girl. Recordaba lo obsesionada que estaba con esa serie cuando empezaban a darla, en mi juventud quería ser Blair, luego descubrí que no tengo ni un pelo de perra maliciosa entonces opte por ser Dan. Alejada del mundo, la chica solitaria seria yo si de verdad existiera la Chica Indiscreta.

Cerré los ojos pensando en ¿Por qué diablos le dije que si a Andrew para salir? Cómo ya saben el chico es mi ex novio y ahora buen amigo y compañero de trabajo, aun así no entiendo porque acepte ir a cenar, no es como muy normal. Además estoy en extremo cansada ¿No debería mejor quedarme y dormir todo lo que pueda? Dijo que sería una cena casual para celebrar que logramos la primera semana sin tantos inconvenientes. Según cuentan, todas las producciones tienen problemas los primeros días.

Krista estaba en la habitación, dormida. Verla ensayar en la madrugada, actuar durante el rodaje y entrenamiento físico en las noches era demasiado para ella. Fraag parecía un poco más acostumbrado a esto, aun así, me tocó ir a levantarlo 2 veces del sillón porque se negaba a hacer lo que Curtis decía. El muy niño llorón, se encapricho casi dos horas, casi logra que Curtis me remplazara. Cuando vio lo que me estaba afectando a mi se puso a hacer lo que le pedían, lo cual fue un gesto que significo mucho para mí.

Tomé mi botella, dando un sorbo de agua, metida en mis pensamientos. Fraag y yo logramos hacer buen click. Nos entendíamos bastante y por más que quisiera negarlo, era tierno cuando se lo proponía. Muchas veces llegaba con dos cafés, uno para mí y uno para él. La mayor parte del tiempo ignoraba a Max, su representante, que se la pasaba dándome órdenes. Era raro que sintiéramos que esta amistad venía de años atrás, como si lo conociera de mi otra vida.

Mi celular vibro y levanté el dispositivo para verlo. Después del incidente de las escaleras y el snapchat de Roger y Fraag, le había puesto alarma a todo lo que Fraag tenía. Sí él publicaba algo en cualquiera de sus redes mi celular sonaba como loco.

Vi su twitter y la notificación que brillaba en mi pantalla, presione para ver en que estaba mi pequeño encargo y me sorprendió leer.

Cansado pero satisfecho por ser James, se les quiere mis niñas cristal.

Sonreí al ver que él se tomaba muy enserio su papel, su trabajo y este libro. En sus pocas horas libres, leía el libro para saber perfectamente cómo actuar él y no como decía él libreto. Eso me dio una satisfacción enorme, sobretodo verlo leer en Tiktok y sus mini videos en el que hacía su interpretación a como decía él libro. Yo le di la idea el segundo día del rodaje, me quede con la boca abierta y sintiendo una cosa rara en la pansa cuando subió el primero.

Fraag parecía ser diferente a como lo había imaginado, no debí juzgarlo sin antes conocerlo. Él y yo estábamos haciendo un vínculo que me estaba empezando a importar demasiado y eso no me estaba gustando, por eso accedí a salir con Andrew hoy.

Me puse de pie, caminando a la ducha después de quedarme dormida a medio capítulo de Gossip Girl. Tenía menos de una hora para arreglarme y de seguro tiempo de arreglarme el cabello no tendría.

Después de ducharme, hacerme un maquillaje sencillo y secarme el cabello sin hacerle mayor cosa, escogí mi ropa. Para ese entonces Krista ya estaba despierta y opinando en todo lo que me ponía. Finalmente pare con un pantalón de lona claro, roto de ciertos lugares, una camiseta negra con un collar largo de perlas que hacen juego con los aretes.

―Ahora sí ―dijo Krista después de arreglarme el cabello con unas pinzas ―. Es cierto que tu cabello se presta al secado natural pero con esto te vez mejor.

―¿Más elegante? ―pregunté sabiendo que a eso se refería.

La puerta sonó y no espere a que Krista hiciera su escena. Tomando mi bolso corrí a la puerta señalándola.

―Ni se te ocurra, Kriss.

―¿Qué? solo iba a decirle que usara protección, nada más. Él sabe que...

―¡Dios! No quiero ni oírlo.

Negando con la cabeza abrí la puerta. Andrew estaba en la puerta, para mi maldita sorpresa Fraag estaba entrando a su habitación, con otra chica del cast a la cual no recuerdo el nombre. Ella estaba sonriendo como si lo mejor de la vida le hubiera pasado. Muy en el fondo entendía esa felicidad, Fraag sabía lo que hacía, no solo era guapo, también era una persona bastante interesante.

―¿Tienen una cita? ―dijo Fraag dándome esa maldita mirada que me daba cuando iba a molestarme.

―Es una cena casual entre amigos ¿Alguna vez has tenido una de esas? ―contrataque antes que él pudiera hacerlo.

―Oh sí, todo el tiempo.

Levanté un hombro cerrando la puerta de la habitación. Le sonreí a Andrew para que caminara y rece porque Fraag no siguiera interrumpiendo. Pero como ya saben, el destino siempre la juega doble y mi suerte no estaba de mi lado en este caso.

―¿A dónde irán a cenar?

―Al MGM, dicen que el chef es muy bueno, tiene incluso dos estrellas Michelin ―Andrew sonaba incluso emocionado por lo que no quise corregir el hecho que eran tres estrellas y no dos.

―Que lo disfruten ―dijo Fraag tomando la mano de la chica ―. Pero a la próxima Drew, son tres estrellas, no dos.

Dando media vuelta, metió a la chica en el apartamento dejándonos afuera con cara de idiotas. ¡Vaya mierda! Esto debe de ser vergonzoso para Andrew, más porque sabía que él odiaba confundirse.

―Engreído ―susurro ―¿Nos vamos?

Andrew me tendió el brazo para que lo tomara, siendo bastante caballero para ser una "cita amistosa" de igual manera lo tomé y deje que me guiara a los ascensores. El viaje al restaurante fue bastante agradable, caminar por la calle principal de Vegas era relajante. Ver la cantidad de gente corriendo por todos lados, los disfrazados esperando a que un par de jóvenes borrachos malgastando su dinero se tomaran una foto por veinte dólares y en fin, la gente en Vegas estaba dispuesta a tirar su dinero solo por decir que su viaje fue una locura.

Había visto gente apostar cantidades estúpidas en las mesas de juego, perder todo su dinero y alegrarse por ganar veinte dólares de regreso. Vi a hombres y mujeres aplaudir a chicas semi desnudas, tomarse fotos y pagar por eso. De ser otro momento en mi vida no de trabajo quizá hubiera hecho lo mismo. No la parte de apostar dinero porque no lo tengo, pero las fotos con hombres semi desnudos sí.

Las Vegas era un mundo refrescante y alegre, no podía creer que estuviera trabajando aquí por más de un mes en grabaciones. El sueño de cualquier aspirante a productora.

En el primer viaje que hice con mis amigas a los catorce años a Disney World, todos los padres estaban cerca, pendientes de todo lo que hacíamos. Como era común en todos los grupos existía esa chica rebelde que corrompía al grupo entero. En este maldito caso era yo.

Logre que todos salieran corriendo lejos hasta llegar a los chorritos donde los más pequeños suelen jugar y comenzamos una guerra que termino bastante mojada. El problema no se dio hasta que por correr de mi madre, no vi una pita que indicaba "NO PASAR". Caí directo al suelo rompiéndome la clavícula, así que en mi primer viaje, salí de Disney en ambulancia. ¡Bien por mí!

Cuando llegamos al lugar era bastante acogedor de color negro y detalles tierra. El alumbrado era discreto pero no lo suficiente para sentirte en una velada romántica, era de esa iluminación a la que necesitabas más luz porque no veías una mierda de lo que te estabas comiendo. Los susurros de la gente eran tranquilos a comparación de los gritos del casino y los bares aledaños. Incluso pasamos frente al Rain Forest antes de venir y moría por entrar a ver la selva de peluches que tenía ese restaurante.

Nos sentamos en una mesa al fondo del restaurante, cerca de la pared marron con un diseño extremadamente raro. El tallado era exótico con un aíre africano. Andrew retiro su chaqueta colocándola en la parte trasera de la silla mientras yo hacía lo mismo colocando mi bolso en la silla desocupada de lado izquierdo.

―¡Vaya! tenía un año de no venir a este lugar y sigue siendo exactamente igual ―dijo tomando el menú que recién colocaban frente a él.

―Pensé que habías dicho que querías probarlo ―Maldito mentiroso, es bueno que no fuera una cita real y que realmente estuviera sentida por todo esto.

Andrew negó con la cabeza viendo el mantel blanco como si esa porquería le fuera a dar las respuestas a todos sus problemas ¿Me van a decir que realmente creen que las respuestas llegan de la nada?

―No necesito respuesta, no es como si me estuvieras engañando otra vez ―las palabras salieron de mi boca sin querer decirlas ―. Lo siento no quise... bueno al parecer si quise decirlas pero no es como si me importe, fue hace mucho.

―¿Vas a reclamarme lo que paso hace 6 años? ―dijo viéndome con esos ojos de perro hambriento que tanto odiaba de él.

―No, no es reclamo. Es algo que pasó y fue real. No me molesto, nunca me molesto. Era una insensible en ese entonces ―le sonreí para que viera que no había rencores escondidos.

En realidad supere su engaño demasiado rápido, lo llore por dos días pensando en que mi vida era una mierda y que estaba destinada a la soledad eterna. Pensé que mi mundo se me vendría encima y sentí, literalmente mi corazón romperse en mil pedazos sin realmente sentirlo. Luego lo supere en una salida al cine con mi prima y mi hermana. Ahí conocí a mi primer amor verdadero... Hayden Christense, el actor de Anakin Skywalker en Star Wars, después de esa aparición mi vida no volvió a ser igual. A pesar que las críticas fueron malas, seguía siendo una fiel fan.

Al parecer desde ese entonces tengo una fijación por películas con malas críticas, miren el escuadrón suicida y la actuación de Jared Leto como El Guasón, para mi es un Guasón increíble y para todo el resto fue el peor de la historia ¿Es en serio? Para mi tanto la película como el fueron un rotundo si en el mundo DC.

―Sigues siendo una insensible, lamento matar tus fantasías de ser dulce, cariño ―su sonrisa me dio a entender que estaba siendo sarcástico, pero vamos, hasta lucifer sabe que tiene razón, no digamos Dios que lo ve todo.

―Tushe ―dije encogiéndome de hombros.

Decidí ignorar mi frialdad y sus comentarios certeros y concentrarme en ver qué diablos iba a comer. Estaba hambrienta como era costumbre, sin mencionar que desesperada por algo que llenara mi apetito post producción. Los burritos, comida rápida, panes fríos y bolsitas chatarras se estaban volviendo un estado viejo.

EL camarero nos recomendó la especialidad de la casa, salmón al limón con una salsa de no sé qué diablos con vegetales y arroz blanco. Según Andrew, sonaba increíble, para mi gusto y la comida rara lo deje a un lado y me concentre en pedir unos ravioles rellenos de queso y salsa de tomate fresca.

Tomé mi copa de vino tinto que combinaría a la perfección con la elección de comida que hice. Decidí relajarme totalmente desconectando la mente de todo mal pensamiento. Tenía mucho tiempo de no tomarme el tiempo para mí y discutir con un viejo amigo. Me gustaría poder pasarle en la cara todo lo bueno que ha pasado en mi vida, pero hasta el momento, sigo siendo la misma de siempre.

―Pero fue una gran oportunidad ―dijo Andrew bajando su copa al tiempo que me veía masticar un ravioli ―. Hacer cortometrajes aumenta tu capacidad para ver más lejos que los demás, es trabajar con muy poco presupuesto y lograr una buena producción al mismo tiempo.

―Y ese no fue el problema ―respondí, negándome a decirle que presupuesto teníamos, era la falta de equipo la que boto mi primer proyecto en la universidad.

―Cualquiera que fuera tienes que aprender a luchar tus batallas, Lena. Se que podrás sacar mucha experiencia de esta gran producción para correr tus propios proyectos.

Me quede viéndolo unos segundos analizando que realmente Andrew War había madurado de una manera bastante sexy. Asentí con la cabeza tomando mi tenedor para saborear la masa y el increíble sabor del queso por dentro sin mencionar la salsa de tomate con especias.

―Cuando corra mis proyectos espero tenerte en la línea principal para ayudar a cumplirlos, no me vendría mal un poco de buena ayuda.

Este sonrió y asintió como era de esperarse. Aun lo tenía en mi poder y por ahora prefería utilizarlo a mi beneficio. Algo en esta salida, la conversación y todo esto me sonaba a una segunda oportunidad. Una que no sabía que podía pasar hasta ahora.

*****

Me gustaría decir que la noche termino tranquila, que después de la increíble cena con una botella de vino digna de tres estrellas Michelin, habíamos ido al hotel, nos despedimos con un beso en la mejilla y prometimos salir en nuestra segunda cita.

Pero las cosas no son tan sencillas, mucho menos cuando vas caminando a media calle, riendo por alguna vieja historia, con ganas de seguir tomando por causa del vino. También me gustaría poder culpar a Andrew de todo, pero la que paro en el Diablo fui yo, la que pidió los shots también fui yo y la que hizo que Andrew se bebiera medio bar, también fui yo. No había excusa para la noche que pasamos.

Recuerdo todo, al menos no había tenido un borrón de mente como paso la noche que conocí a Fraag. Sé que pare bailando con un extraño, sé que me subí a la barra y me tomé al menos ocho Fire Balls. También recuerdo que pague menos de lo que me tomé y eso era lo único que mejoraba mí mañana.

Abrí los ojos, viendo la sala de estar que conocía tan bien. La ventana estaba cerrada para mi suerte y el apartamento frio como un congelador. Lo único malo en este escenario era que no era la habitación que compartía con Krista, estaba en la de Fraag.

Me llevé la mano a la cabeza deseando poder despertar en mi verdadero lugar, pero estaba en el cómodo sillón de Fraag Malas. ¡Mierda! Creo que no recuerdo toda la noche.

¡Maldición!

Al menos estaba completamente vestida, lejos de su cama. El apartamento estaba ligeramente desordenado. La mesa estaba con platos sucios, como si dos personas hubieran cenado tranquilamente y pasado la fiesta al resto del apartamento.

Contra toda mi pereza me puse de pie. Si Fraag me había dejado dormir en su casa, al menos le debía esto.

Comencé a recoger lo que estaba fuera de su lugar, como colocar los platos en el lavado y buscar las copas y vasos que estaban en el resto de la sala. Omití la ropa porque solo Dios-Sabe de quién es ese vestido y no quiero averiguarlo.

―Buenos Días ―la voz femenina que me llego por la espalda ―. No puedo creer que ya estés despierta.

Me di la vuelta para ver a la chica del cast que no tenía la más remota idea de quien era en una camisa de botones larga. Sabía que era de Fraag, la estaba usando la noche anterior cuando lo vi entrar a esta habitación, era raro ya que casi nunca las usaba. Estaba esperando que no se levantaran aun y poder escabullirme sin ser vista, pero ya saben que la suerte nunca esta de nuestra parte.

―¿Qué te sorprende? ―pregunté no ocultando mi molestia en la voz.

―Debiste de ver como venías, una locura total. Es una lástima que Krista no te abriera la puerta, me quitaste mucha diversión anoche.

―Lo siento, princesa ―vamos, tengo que contener un poco las palabras... al diablo que le den ―, no es mi culpa que prefiera cuidar a una borracha que estar dentro de ti. Una lástima. Ahora si me disculpas.

Tomé mi saco que estaba en la encimera de la cocina, dispuesta a salir de ese lugar y rogarle a los Dioses porque Krista me abriera. No puedo creer que olvidara mi llave, sí no creo que tendré que bajar a recepción a pedir otra.

Estaba a segundos de salir del delicioso frio de la habitación cuando escuche a alguien aclararse la garganta. No es de extrañar que sepa quién es, llevo una semana escuchándolo aclararse la maldita garganta cuando quiere que alguien le preste atención cuando necesita algo y no tiene ganas de hablar.

Me di la vuelta para verlo sin camisa, con esos ojos azul cielo que tanto me gustaban. Sus pantalones blancos de dormir le colgaban a la perfección de las caderas. En las grabaciones Fraag no tenía pena de mostrar su cuerpo, pero yo evitaba verlo por los recuerdos que ocasionaba. Él seguía siendo mi fantasía en mis sueños más eróticos. En los que terminaba en el baño tocándome.

Su mirada estaba puesta en mí, de inmediato mi corazón respondió a sus insistentes ojos. Un vacío se abrió en mi estómago, ignorando que no estábamos solos en la habitación. Por un minuto regrese a la noche que lo conocí por primera vez, en la que se presentó como Jose y no como Fraag.

―Creo que es hora que te vayas ―dijo sin apartar la mirada de mí.

―¡Ya era hora! ―dijo la chica a mi lado ―. Fue un gusto verte, Elena, pero será mejor que te retires.

Mi vida se fue al carajo en tres segundo. ¡Vaya mierda! No esperaba un gran saludo, menos después de haber arruinado su noche con quien sea que fuera ella, pero no era para que me sacara de ese modo de su departamento. Baje la mirada, un tanto humillada pero buscando una salida fácil de esto.

―Ya me iba. Siento haber venido ayer por la noche. Que tengan un lindo día.

Me di la vuelta conteniendo las emociones confusas que se aglomeraban en mí. No pensé que estuviera enojado conmigo, jamás lo imagine de ese modo. Muy en el fondo pensé que estábamos haciendo un vínculo de amistad, al parecer estaba equivocada. Esto era solo trabajo.

―Te estaba hablando a ti, Jane, es hora que te vayas. Solo vete a cambiar, tu ropa esta sobre la cama.

La boca de la mujer se abrió por completo y agradecí estar junto a ella para ver la reacción Jane. Sonreí de lado para no demostrar mi felicidad interna. Esto no era nada de lo que estaba esperando. La indignación de la chica creció, caminando a la habitación a cambiarse. Me encogí de hombros antes de dar la vuelta para salir, de igual manera no me quedaría. Tenía que irme.

―No, tú no te vayas.

―¿Para qué quieres que me quede? ―dije regresando mi mirada a él ―. No tengo nada que hacer aquí.

Fraag sonrió caminando en dirección a la cocina. Se paró cerca de mí y señalo la nevera.

―¿Desayunamos? Tengo un pequeño antojo de panqueques y sé que sabes hacer unos muy buenos. Hay todo lo que necesitamos.

Me lleve la mano a la cabeza empezando a sentir las repercusiones de la noche anterior. No iba a lograr cocinar si la resaca se hacía presente en su máximo esplendor. Asentí con la cabeza solo por el orgullo de no irme antes que Jane.

Me acerqué a la nevera buscando todo lo que necesitaba, huevos, aceite de oliva, leche, las tazas de medir... Fraag estaba en su celular como era costumbre. En segundos la música sonaba en las bocinas portátiles que Fraag tenía en la cocina.

Desde un tiempo atrás sabía que la música era su vida. Si no estaba cantando, estaba con sus auriculares escuchando alguna canción o escribiendo ideas para una canción nueva. Verlo escribir era de lo mejor, se mordía el labio cuando se concentraba demasiado, frunciendo el ceño como si estuviera resolviendo un problema matemático.

Fraag comenzó a quebrar los huevos en el bowl, al tiempo que cantaba y se balanceaba de lado a lado como si disfrutara esto a la perfección. Alcancé la harina, colocando donde Fraag batía los huevos, sincronizando nuestros movimientos como si esto fuera normal.

La puerta de la habitación de Fraag se abrió de repente y recordé a Jane. Esta nos observaba como animales en el zoológico, de esos que apestan cuando te acercas. Al parecer le dábamos asco. Quizá solo era yo la que le daba nauseas pero de cualquier manera Fraag estaba a mi lado y no en el de ella.

―Ni se te ocurra llamarme ―dijo ella cruzándose de brazos.

Este asintió con la cabeza bastante seguro de lo que estaba haciendo.

―No lo iba a hacer, no guarde tu número. Pero Jane, sabías desde ayer que esto no iba a pasar. Te lo deje muy claro.

Esta se dio la vuelta bastante molesta, golpeando la puerta al cerrarla. ¡Vaya temperamento! Estas actrices eran un drama total. Intente no reírme por respeto a Fraag, pero falle cuando el comenzó a reír como loco. Negué con la cabeza aun riendo por el arrebato de la chica. Coloqué el sartén en su lugar, colocando mantequilla para que no se pegara la masa. Después de diez minutos, teníamos una cantidad considerable de panqueques para los dos.

Mi garganta se seguía quejando de la resaca que estaba evitando con todas mi fuerzas. Tomé mi quinto de vaso de agua con hielo, esperando a que eso sanara mi sed, pero era imposible sentirme fresca en estos momentos.

―Tengo que ir al baño ―dije señalando su habitación ya que era el único que había.

―¿Quieres que te acompañe? ―su sonrisa era una picardía extraña. Me gustaba esa sonrisa.

―No creo que quieras verme hacer pipi antes de comer, asqueroso.

―Te vi ayer hacer pipi ―dijo apretando sus labios para no reír. ¡¿Qué?! Imposible. No estaba tan borracha para pedirle que me llevara al baño ¿O sí? ¡Dios! No puede ser.

Suspirando, me di la vuelta para ir al baño, ignorando que realmente había hecho el ridículo con él en la madrugada. Viéndome por primera vez en el espejo me dio una pena increíble. El delineador estaba corrido, mi cabello un desastre. Solo faltaba que apestara a alcohol, que era lo más seguro.

Me lavé la cara, coloqué pasta de dientes en mi boca para que no oliera más de la cuenta, busqué en la ropa de Fraag una camisa larga que me fue fácil encontrar, otros pantalones de dormir, y arregle mi cabello en un moño alto con la cinta que cargaba en la muñeca desde ayer.

Tenía que sobrevivir a este desayuno sin que mis bragas se mojaran más por los efectos que Fraag tenía en mí. 

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