Capítulo 20

- ¡¿Cómo que no tomarán en cuenta mi testimonio?! -Exclamó la rubia con molestia a uno de los oficiales.

Se levantó de la silla en la que se encontraba y se apresuró en seguir al hombre con rapidez, quien estaba yendo a la entrada de la oficina. Alex, quien había estado con ella durante su testimonio, comenzó a seguirla porque estaba más que seguro de que mataría a ese oficial en cualquier momento.

-Lo lamento, Comandnate, pero ya se dictó un veredicto -Le informó el hombre con seriedad mientras le entregaba una carpeta, la cual contenía su testimonio por escrito-. La Subteniente María Ross fue encontrada culpable del asesinato del General de Brigada Hughes. Será trasladada a la prisión de Central hasta que sea cumplida su sentencia.

-Esto es un error, ¡Ella no es la culpable! -Dijo Rose mientras seguía al oficial, pero este solo la ignoró y se retiró del lugar.

Rose miró al tipo con ira, claramente ofendida de que la hubiera tratado de esa forma, y comenzó a caminar con más rapidez para poder alcanzarlo y decirle un par de cosas. Sin embargo, su hermano fue más rápido y logró detenerla al rodearla con sus brazos y levantarla del suelo.

-Hermana tranquila, lo que menos necesitamos es otro escándalo más -Le pidió el ojiazul.

-Estoy muy tranquila, así que puedes bajarme -Le dijo la rubia un poco más calmada. Alex dudó por un momento pero finalmente optó por obedecer y bajarla-. Maldita sea, no entiendo que carajos está pasando.

-Yo tampoco, sigo sin creer que todo haya terminado de esta manera -Añadió el más alto para luego suspirar-. No puedo creer que mi subordinada lo haya asesinado.

-María Ross no es la asesina de Maes Hughes, estoy completamente segura de eso -Se cruzó de brazos y suspiró con cansancio-. Como sea, debo ir a hablar con el coronel sobre todo esto. Debemos pensar en algo antes de que se lleve a cabo la sentencia.

-Suerte con eso hermana, avísenme si necesitan de mi ayuda.

La rubia asintió con la cabeza y se despidió de hermano, observando en silencio como este regresaba al interior del cuartel de policía. Llevó su mano derecha a su mejilla y rascó la zona con preocupación, moviendo el pie de los nervios que tenía. Gruñó con frustración y empezó a caminar a paso veloz hacia el edificio de la Corte, donde se encontraba el coronel. Debía informarle de la situación lo más rápido posible para decidir cuál era el siguiente movimiento a llevar a cabo.

Llegó al lugar en pocos minutos y abrió la puerta de la oficina del pelinegro rápidamente, todo esto sin esperar a ser presentada o llamar a la puerta.

-comandante Armstrong, buenas tardes -Comentó el pelinegro mientras se ponía de pie-. No esperaba verla tan temprano por aquí.

El Subteniente Breda y la teniente Hawkeye se pararon con firmeza y la saludaron de manera respetuosa, a lo que Rose solo les hizo un movimiento con la mano para que dejaran de hacer eso.

-Las cosas fueron rápidas y contundentes en la oficina de Policía Militar -Le dijo con voz seria mientras le entregaba el folio-. Descartaron mi testimonio a favor de la Subteniente Ross.

-Me parece raro la forma en que abordado este caso, están pasando por alto muchos protocolos policiales y de investigación -Comentó Roy con seriedad.

-Si, además ya se le dictó la sentencia de muerte por sus "actos cometidos" -Añadió la rubia.

-Si, ya nos enteramos del veredicto -Breda le entregó el diario que había traído, para que leyera la noticia-. Lo publicaron esta mañana. Una sentencia bastante rápida, debo decir.

-Si, todo fue demasiado rápido -Comentó la rubia con seriedad.

Roy soltó un suspiro y justo en ese momento comenzó a sonar el teléfono que había sobre el escritorio. Lo tomó y se lo llevó a la oreja.

-Habla el Coronel Mustang... está bien, conectarme con él -Los tres presentes observaron como el rostro del pelinegro pasó de seriedad absoluta a nerviosismo y pánico- ¡Barney, amigo mío, ya te dije que no puedes llamarme por esta línea! ¡Espera un momento y te llamo desde una línea exterior, ¿Sí?!

Colgó la llamada y soltó un pesado suspiro, los presentes solo negaron con la cabeza y sonrieron muy levemente. El ojinegro se levantó de su asiento rápidamente y tomó varias cosas de los cajones del escritorio, guardándolas en sus bolsillos.

-Subteniente Breda, Comandnate Armstrong, necesito que me acompañen -Dijo el más alto mientras se colocaba su saco negro, girándose hacia donde estaban los nombrados.

-Está bien señor -Respondió el pelirrojo.

-Teniente, asegúrate de que nadie note nuestra ausencia -Le pidió la ojiceleste a lo que su amiga asintió con la cabeza.

Sin más que decir, los tras salieron de la oficina rumbo al lugar al que quería ir al coronel, el cual seguramente era una cabina telefónica fuera del Cuartel Central. Salieron de los territorios de la milicia y se adentraron en el enorme parque que estaba frente a estos, los cuales no tenían gratos recuerdos para Rose; mientras seguían caminando, los horribles recuerdos de esa fatídica noche empezaron a aparecer en su cabeza nuevamente, los gritos, el llanto y ese contundente sonido de un arma siendo disparada volvían a atormentarla.

Se frenó de golpe cuando se dio cuenta de que Roy estaba caminando de lo más tranquilo hacia la cabina telefónica donde había sido asesinado su amigo Hughes. No iba a acercarse más, aún no se sentía lo suficientemente lista como para enfrentar ese escenario.

-Comandante, ¿Todo en orden? -Le preguntó el pelinegro al verla algo decaída.

-Yo...lo siento, pero prefiero esperarlo aquí -Le contestó la rubia, retrocediendo un poco.

Roy asintió levemente, entiendo la razón por la cual no quería acercarse más al lugar, y colocó su mano sobre el hombro de la joven, apretujándolo con sutileza. Le sonrió y se alejó del lugar para luego meterse en la cabina telefónica; marcó el número de teléfono del departamento donde estaba Falman y, luego de decir su código a la joven del departamento de telefonía, espero tranquilamente a que le atendiera.

Mientras tanto afuera, Rose aprovechó su momentánea soledad para sacar un cigarro de su bolsillo y prenderlo. Dio la primera calada y soltó el humo por la nariz con lentitud, después de todo sabía que esa charla tomaría un largo rato así que podía fumar con tranquilidad. Sin embargo no era un lugar en el que gustaría estar en ese momento, todo ese maldito parque le traía recuerdos de la muerte de su amigo. Y sabía que debía ser fuerte y e intentar superar esas cosas, debía poder pasar por ese parque sin que le produjera una opresión en el pecho...pero simplemente no podía.

Si había algo que la caracterizaba era que sus duelos eran demasiado largos, siempre le había costado superar las pérdidas de los seres queridos y siempre intentaba no ir a los lugares en los que había pasado tiempo con esas personas o donde habían muerto. Era una forma de evitar ponerse triste, una forma de autodefensa.

Pero ahí estaba, sentada a dos metros del lugar donde había muerto Maes Hughes y fumando uno de los cigarros más caros de la ciudad. Sonrió suavemente. Las cosas que hacía por Roy Mustang.

Se levantó de golpe cuando vio que el pelinegro salía de la cabina telefónica y sacaba de su bolsillo una libreta, comenzando a anotar algo en ella. Apagó el cigarro y con la suela de las botas y se acercó rápidamente.

- ¿Y? ¿Qué pasó? -Le preguntó la rubia con interés.

-Ya tengo un plan, pero por ahora necesito que me consigas estos materiales, Subteniente Breda -Le entregó al susodicho una hoja con varias cosas escritas, quien la leyó apenas estuvo en sus manos.

-Huesos y carne de cerdo, carbón, amoniaco... ¿Para qué son todas estas cosas? -Le preguntó el pelirrojo con curiosidad.

-Haré un cuerpo quemado -El hombre abrió los ojos con sorpresa ante la respuesta de su superior.

- ¡¿Hará una transmutación humana?!

-No hay necesidad de llegar a tales extremos, Subteniente, la alquimia permite crear algo similar a un cuerpo humano ya que no se requiere de órganos para hacerlos -Se apresuró en decir Rose.

- ¿Y qué hará con su registro dental? -Le preguntó Breda con preocupación.

-Al registro dental lo conseguiré yo, para mi es pan comido conseguir esa clase de cosas -Le aseguró la ojiceleste.

-Además, si tienes todos los componentes de un diente es fácil alquimizarlos -Añadió Mustang con seriedad-. No una rama de la alquimia en la que sea experto, pero tengo los conocimientos suficientes como para lograrlo. Ahora ve a buscar eso y nos vemos en los depósitos abandonados cerca del apartamento donde está Falman.

El hombre asintió y comenzó a caminar hacia el lado contrario de donde estaban sus dos superiores. Roy frunció los labios y suspiró con cansancio.

-Así que tú tampoco creer que haya sido María Ross -El mayor ladeó el rostro para poder mirarla.

-Creo que el Mayor Armstrong nunca tendría como subordinada a una asesina -Le respondió el pelinegro-. Sin embargo, nadie está seguro de lo que pasó esa noche. Si ella realmente fue capaz de hacerle eso a Hughes o a cualquier otra persona...

-Deberá morir -Terminó la frase a lo que el hombre asintió-. Está bien, iré armada por si decides algo en ese momento.

-Por ahora solo voy a necesitar que me ayudes a sacarla de la "escena del crimen" junto con Havoc -Le dijo el pelinegro mientras se giraba para verla-, estoy seguro de que vas interrogarla apenas tengas la oportunidad, así que si notas algo raro en su manera de actuar quiero que te hagas cargo de la situación- Rose asintió con seriedad-. Sé que tal vez estoy pidiendo demasiado, o que te estoy poniendo en riesgo-

-Nada de eso Roy, estar aliados significa enfrentar los riesgos por igual -Lo interrumpió con seriedad- ¿Qué clase de compañera y amiga sería si permito que ustedes se sacrifiquen mientras solo observo? No, claro que no, haré lo que me pediste -Le sonrió suavemente-. Suficiente carga tienes tú al aceptar el papel de un cruel y frío asesino.

-Es la única forma, además...quien mejor que yo para crear cuerpos quemados.

Rose frunció los labios ante ese comentario, algo preocupada por verlo tan serio y triste con toda esa situación. Toda esta situación seguramente le traía recuerdos sobre la Guerra de Ishval, en donde tuvo que quemar a miles de personas bajo las órdenes de King Bradley. Sabía bien, por comentarios de Maes y Riza, que esas acciones dejaron "cicatrices" en él. Tal vez no visibles, pero estaban ahí y se dedicaban a alimentarlo cada vez que podían.

-Eres mucho más que un siempre creador de cuerpos quemados, Roy Mustang -Dijo Rose para luego sonreír levemente-. Eres un gran hombre, gentil y noble, que solo quiere proteger a los que quiere y tratar de cambiar a este país.

- ¿Enserio piensas eso de mi? -Preguntó el ojinegro, sintiéndose ligeramente feliz de escuchar esas palabras proviniendo de ella.

-Por supuesto que sí, eres el militar con más humanidad que he visto -Le aseguró la joven-. Ahora comprendo porque tus subordinados te siguen ciegamente y porqué la cúpula militar te tiene tanto miedo, siempre cuidas de todos y nunca dejas a nadie a atrás, eres un hombre con una visión clara y fija, tienes el potencial de cambiar toda esta situación -Colocó su mano sobre la mejilla-. Me alegra saber que puedo contar con una persona como tú, mejor aliado no pude elegir.

El pelinegro sonrió suavemente y la estrechó con fuerza entre sus brazos en un cálido y necesitado abrazo, acercándola lo más que podía a su cuerpo. Rose parpadeó varias veces por la sorpresa que le había causado ese gesto para luego imitar la sonrisa del mayor, correspondiendo el abrazo con la misma intensidad.

-Gracias, por todo lo que estás haciendo -Murmuró el mayor mientras escondía su rostro en el cuello de la rubia, paseando la punta de su nariz por la zona con delicadeza-. Quiero que sepas que tú también eres un pilar importante en mi tablero de ajedrez, uno que no pensé que añadiría pero que agradezco haberlo hecho. Me has ayudado mucho.

-De nada, Roy, y gracias por considerarme de esa forma -Se separó suavemente del abrazo y le acomodó el cabello de forma cariñosa-. Y que esto de darme órdenes no se te haga costumbre, que yo no le hago caso ni a mi santa madre.

El pelinegro soltó una pequeña carcajada y negó con diversión. Se despidió de ella y observó con una sonrisa como se regresaba nuevamente al cuartel militar para empezar a maquinar su parte del plan. Cuando logró perderla de vista, su sonrisa se desvaneció y fue reemplazada por una máscara de seriedad y tensión. Debía concentrarse en los siguientes pasos de su plan.



María Ross corría con desesperación por los oscuros y fríos callejones de Amestris. Luego de ser "secuestrada" de la prisión donde la tenían encerrada por la armadura que la había atacado en el laboratorio cinco y por un joven de aspecto asiático, se terminó separándose de estos últimos cuando los hermanos Elric habían aparecido en el lugar.

Había entrado en pánico cuando los vio, no iba a negarlo, y eso fue lo que la hizo salir corriendo. Y ahora sentía más miedo porque sabía que la saldrían a buscar para matarla. No sabía qué hacer, no sabía a donde ir, no tenía nada para defenderse. Estaba sola, aterrada y avergonzada de cómo iba a terminar su vida.

Muerta por un balazo en la frente callejón.

Dobló en una esquina que conectaba con otro callejón y se detuvo abruptamente al ver que al final del mismo se encontraba el coronel Roy Mustang. Su rostro demostraba frialdad y seriedad, cosa que la hizo retroceder un poco por el miedo.

-Tú eres María Ross, ¿Cierto? -Le preguntó el pelinegro a la joven que acababa de llegar.

María asintió levemente, algo atemorizada y Roy se acercó al contenedor de madera que había a su lado; del interior sacó algo similar a un cuerpo bastante delgado y lo tiró al suelo, chasqueó los dedos y creó una gigantesca llamarada que terminó con una explosión. La joven abrió los ojos, los cuales había cerrado por inercia al sentir el calor del fuego, y se encontró con que estaba completamente ilesa. En cambio, el cuerpo artificial que estaba enfrente suyo estaba completamente carbonizado.

-A partir de ahora estás muerta -Se le acercó rápidamente y con una pinza le cortó la pulsera metálica que le habían puesto en la prisión, la cual llevaba su nombre y el número de celda.

La agarró de la muñeca y la lanzó al interior del contenedor, cerrando la tapa con fuerza.

-Teniente, por aquí -María abrió los ojos con algo de dolor y enfoco su azul mirada en el Teniente Havoc, quien no paraba de sonreírle-. Apúrese, debemos salir de aquí.

La joven asintió y tomó la mano del hombre, quien la sacó del contendor por un agujero en la pared. Cuando se puso de pie se dio cuenta de que estaban en un almacén abandonado y que la Comandnate los estaba esperando en la puerta.

- ¡¿comandante Armstrong?! ¿Qué hace usted aquí? -Preguntó la pelinegra mientras se le acercaba.

-Vine a salvarte de una muerte segura, lo que no significa que no te haré un par de preguntas cuando estés a salvo -Le respondió con seriedad a lo que la menor tragó con fuerza. Rose le entregó una capa con capucha-. Ahora ponte esto, nadie debe reconocerte.

María asintió y se apresuró en ponerse lo que le había dado su superior. Justo en ese momento, la estridente y chillona voz de Edward resonó del otro lado de la pared. Rose y Jean se miraron con asombro.

- ¿Qué hace Ed aquí? -Preguntó el rubio con preocupación-. Esto cambia nuestros planes.

-Tranquilo, ya se le ocurrirá algo al coronel -Comentó el rubio-. Ahora debemos salir de aquí y esconderte hasta que todo se calme. Luego de eso, fuera del país.

La ojiazul tragó con fuerza y asintió. La idea de tener que irse del país no le gustaba en lo absoluto, pero era lo mejor a que la encontraran y la llevaran de nuevo ante la justicia.

Rose, una vez que se aseguró que nadie anduviera por la calle, la hizo meterse al auto que estaba aparcado frente al almacén. Ella se subió al asiento n del piloto y cuando Havoc se les unió, la rubia arrancó y comenzó a manejar con tranquilidad. Si aceleraba demasiado serian sospechosos, y definitivamente no querían que los detuvieran por exceso de velocidad.

Tardaron unos minutos en llegar a la zona abandonada de Amestris y Rose aparcó el auto frente al edificio donde estaba escondido Falman; se bajó del auto y se aseguró de que nadie estuviera por ahí, recién fue cuando les hizo una señal para que bajaran del auto. Sin embargo, un sonido proveniente de uno de los callejones cercanos al edificio la puso en alerta. Les pidió a los dos que esperaran adentro del auto y sacó el arma que tenía en su cinturón, quitándole el seguro sin hacer ruido. Se acercó al callejón con sigilo y, cuando estuvo seguro de había alguien en ese lugar, se apresuró en entrar y apuntar a lo que fuera que estuviera ahí.

Que sorpresa se llevó al ver que era Barry, quien estaba acompañado por un joven de apariencia asiática.

- ¡Barry, maldito pedazo de hojalata, casi me matas del susto! -Exclamó Rose mientras bajaba la pistola, soltando un suspiro de alivio- ¿Y tú quién eres, chico?

-Mi nombre es Ling Yao, un joven extranjero proveniente de Xing -Le respondió el joven con alegría.

-Comandnate Rosalyn Armstrong, un placer -Estrechó su mano con la del joven pelinegro y sonrió levemente.

-Mi hermosa dama, este niño dice que puede ayudarnos a sacar a la Subteniente Ross del país -Le dijo la armadura mientras se paraba a su lado. Rose solo lo miró con sorpresa.

- ¿De verdad? -Ling asintió con la cabeza-. Me gustaría saber cómo lograrás eso.

Ling solo sonrió de lado.



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Hola gentecita bella, como están?


Espero que esten pasando una mañana/tarde/noche genial



Aquí regreso con un nuevo capituloooooo



Y no hay mucho para decir sobre el jajajajaja






El plan de Roy comenzó y ahora María está a salvo



Hubo un tierno momento entre los protas y se dieron un abrazo bello




Solo me queda decir que el capítulo que viene....

Dios...

Estará lleno de salseo
Muajajajajajqjqj



Así que esperenlo con ansias jejejejeje









Si les gusto el capítulo dejen estrellita y comente, se los agradecería de corazón

💖💖💖💖💖💖💖❤







Sin más que decir....










Bye Bye











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