Capítulo 2


     Caminaba en ese lugar tan familiar, el aire estaba impregnado de olor a muerte y sangre. Trataba de no pisar los cadáveres que se encontraban sobre aquella tierra que ahora se encontraba manchada de rojo mientras continuaba masacrando a aquellos ishbalinos que se cruzaban en su camino con el fusil de asalto que tenia en sus manos.

     Cada grito y lágrima estrujaban con fuerza su corazón. No entendía como era posible que estuvieran masacrando a toda una raza sin razón alguna, era completamente inhumano, pero ellos no estaban ahí para replicar, no estaban ahí pares razonar...solo para vencer o morir.

   —Parece que no hay supervivientes —Le dijo uno de sus compañeros de brigada.

   —Objetivo completado.

     Fue entonces que, por primera vez en el día, bajó el fusil y soltó un jadeo de cansancio.

    Su mirada se fijó en el infierno que era el lugar en el que se encontraban; el único sonido audible era su agitada respiración y los pasos de sus compañeros, quienes recorrían el lugar en busca de posibles supervivientes. De no haber aprendido a esconder sus sentimientos, estaría llorando en ese momento. Le dolía ser parte de aquella masacre, había asesinado a aquellas personas que se suponía que debía proteger.

   — ¡Coronel Armstrong, detrás suyo! —Rose se giró rápidamente y apuntó a lo que sea que estuviera por atacarla.

     Sin embargo, su mano comenzó a temblar mientras sus ojos se cristalizaban. Frente a ella se encontraba arrodillado un hombre que tenía varias heridas por todo el cuerpo, mirándola con terror.

   —N-No me hagas daño, por favor —Le pidió con la voz jadeante.

   —W-William...

     Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, haciendo que cerrara los ojos rápidamente. Al abrirlos nuevamente, se encontró con que ese hombre se encontraba tendido en el suelo con un agujero en la cabeza, un hilo de sangre salían lentamente de su boca y nariz mientras esos ojos dorados la miraban fijamente, trasmitiéndole el dolor que había sentido en ese momento.

     "¿Por qué no pudiste salvarme, Rose?"

      Se despertó de un sobresalto, jadeando con fuerza mientras las gruesas lágrimas caían por sus sonrojadas mejillas. Cuando se dio cuenta de se encontraba en el cuarto de su departamento y que solo había sido otra maldita pesadilla, se quitó la sabana de encima y se sentó en la orilla de la cama y se llevó las manos al rostro, ahogando un pequeño sollozo.

     No era la primera vez que tenía ese tipo de pesadillas, esos recuerdos aún la perseguían aún después de tantos años, pero se habían vuelto más recurrentes desde que estaba viviendo en central. Era como si esa ciudad la atormentara recordándole todo lo que le había costado sus errores.

     Se levantó de la cama y se dirigió al baño, donde de empezó a quitarse el pijama que llevaba puesto para luego abrirla ducha; mientras el agua se calentaba, se paró frente al espejo que había y se apoyó en el lavamanos, analizándose en su reflejo.

   —Debes ser fuerte, no tienes derecho a desmoronarte —Se dijo a si misma con toda la seriedad del mundo, como si intentara convencerse de eso.

    Terminó de quitarse la ropa y se metió a la ducha, soltando un suspiro cuando el agua caliente tocó su cuerpo. Como no tenía mucho tiempo para estar dentro de la bañera, se apresuró en bañarse y en menos de 10 minutos ya estuvo fuera del baño con casi todo el uniforme puesto y con el cabello perfectamente arreglado. Agarró la parte superior del uniforme que estaba colgado en una silla y se lo colocó rápidamente, saliendo de su departamento a paso veloz.     

     Ese día le tocaba realizar el informe sobre la evolución de los cadetes que estaban en entrenamiento y luego enviarlo a la oficina del Führer para antes de las ocho de la noche, por lo que debía apresurarse o sino no lograría entregar los informes a tiempo y lo menos que quería era deberle explicaciones a King Bradley. Al llegar al cuartel, saludó a todos como de costumbre y pasó directamente al área de entrenamiento; mientras caminaba por los pulcros pasillos, escuchaba atentamente los cuchicheos y comentarios que lanzaban varias de las secretarias que trabajan allí, los cuales eran sobre "los militares más lindos de la región". No pudo evitar sonreír levemente, ese tipo de cosas le recordaban mucho a cuando era más joven y su única preocupación eran cosas banales como moda, hombres y perfumes importados.

     A los pocos minutos llegó al campo de entrenamiento y se acercó a hablar con el teniente que los estaba entrenando para pedirle una copia del informe de cada uno de los cadetes, quien se lo entregó con gusto. Decidió quedarse por unos momentos observando el entrenamiento y, luego de conversar con varios de los jóvenes, continuó con su recorrido diario. Se dio cuenta de que había aumentado el número de guardias en todo el cuartel, seguramente a causa de que él "Asesino de Alquimistas Estatales" aún andaba suelto por la ciudad, incluso se les había recomendado a todos los alquimistas de andar con guardaespaldas por su propia seguridad...sin embargo la mayoría se habían negado, incluida ella.

     Pasaron las horas rápidamente y, luego de largos recorridos y de inspecciones rutinarias agobiantes, finalmente pudo regresar a su oficina a descansar por unos miembros antes de poder retirarse a su departamento. Apenas entró a su oficina, lanzó los papeles que tenía en la mano sobre su escritorio y fue a servirse un poco de agua. Llevaba más de dos semanas en Central y aún le costaba acostumbrarse nuevamente al ritmo ajetreado de Central, quería creer que con el tiempo su cuerpo se acostumbraría a su nuevo trabajo.

     Se sentó en la silla que había frente al escritorio y se dispuso a terminar de firmas los papeles e informes que le habían quedado del día anterior cuando un suave sonido en la puerta captó su atención.

   —Pase —Dijo con voz lo suficientemente fuerte para ser escuchada.

    La puerta se abrió, dejando ver a un feliz Hughes que traía en sus manos una tarta, seguramente echa por Gracia.

   — ¡Hola Rose!, hasta que por fin puedo dar contigo —Exclamó el pelinegro mientras se sentaba frente suyo, dejando la tarta sobre el escritorio—  ¿Cómo te encuentras?

   —Un poco cansada, pero dentro se todo bien —Le sonrío suavemente para luego suspirar— ¿Y tú, como estás?

   —Perfectamente bien, me escapé por un rato de mis deberes para poder visitar a mi gran amiga  —Le dijo el ojiverde con alegría—. Por cierto, Gracia te mandó esto, espero que te guste.

   —Muchas gracias, la probaré en este mismo instante —Dijo la rubia mientras cortaba aquel postre con el cuchillo que había traído Hughes—. Una porción para ti —Se la entregó a su amigo—. Y el resto para mi.

    El ojiverde se echó a reír, cosa que hizo que su amiga imitará la acción. Rose cortó otro trozo del mismo tamaño y se lo llevó a la boca, mordiéndolo.

   —Dime la verdad, no has estado durmiendo bien ¿No es así? —La ojiceleste fijó su mirada en el para luego tragar lentamente—. No trates de mentirme, esas ojeras no te ayudan.

   —No puedo esconderte nada ¿Cierto? —Hughes negó con diversión a lo que la joven solo suspiró—. Solo son pesadillas, una secuela que dejó Ishval en mi. Ya pasarán. 

   —No es solo la Guerra de Ishval ¿O me equivoco? —La rubia lo miró con incomodidad para luego desviar el rostro hacia un costado—. Lo siento, toqué un tema del que no te gusta hablar. Si quieres cambiamos de conversación y hacemos como que esto jamás pasó.

   —No, necesito hablar de esto sino terminaré explotando —Sonrió levemente para luego limpiarse las manos—. Verás, soñé que-

     La joven no pudo continuar ya que abrieron la puerta de golpe. Tanto ella como Hughes se levantaron rápidamente al ver como el hermano mayor de ella primera entraba a paso veloz.

   —Comandante Armstrong, se nos acaba de informar que hubo otro ataque a un alquimista estatal —Le informó él más alto con preocupación.

     Los dos se miraron con sorpresa, sintiendo como sus cuerpos se tensaban ante semejante noticia, y sin esperar más salieron de la oficina a paso veloz. Fueron llevados rápidamente a la escena del crimen, donde ya se encontraban varios oficiales revisando todo el lugar. Se bajaron del auto y se acercaron  rápidamente hacía donde estaba el cuerpo.

   — ¿Qué le sucedió? —Preguntó Rosalyn con seriedad. 

   —Fue asesinado, Comandante, le explotaron el rostro —Le contestó uno de los oficiales a lo que Hughes se agachó y alzó la tela blanca que cubría el cuerpo inerte del General de Brigada. Rose solo desvió el rostro mientras fruncía los labios.

   — ¿Otro alquimista más? Esto se está saliendo de control.

   —Se está volviendo un experto ¿No es así? —Agregó el Mayor Armstrong.

   —Ustedes dos deberían empezar a andar con más cuidado —Dijo Maes mientras miraba a los dos rubios—, podrían ser los siguientes.

     Los dos Armstrong asintieron con firmeza entonces un auto se detuvo detrás de ellos, del que salió el mismísimo King Bradley. Todos los presentes se enderezaron y lo saludaron formalmente.

   —Führer, que sorpresa verlo ¿Qué hace aquí? —Preguntó la ojiceleste.

   —Me he enterado de lo sucedido —Le respondió con simpleza, acercándose hacía donde estaban a paso lento—. Teniente Coronel Hughes, usted estará a cargo de este asunto ¿Entendido?

   —Si, señor.

   —Si necesita algo, solo pídalo —Añadió el mayor—. Debemos castigar con mano de hierro al que haya hecho esto —Se giró rápidamente para ver a Rose—. Comandante Armstrong, necesito decirle algo, venga conmigo.

     La ojiceleste asintió y se alejó un poco del lugar junto con el Führer.

    — ¿Qué es lo que necesita, Führer? —Le preguntó la joven.

   —Necesito que retires de Lior la información sobre la situación del lugar, allí te estará esperando el Sargento Hardock con el archivo ya listo —Rosalyn asintió con firmeza—. Nadie debe verte, confío en que serás lo más sigilosa posible.

   —No voy a fallarle, señor, tendrá un informe completo en menos de tres días.

     Sin más que decir, el mayor se retiró del lugar a lo que la rubia se acercó nuevamente hacía donde estaban su hermano y el teniente. Se disculpó con los dos, explicándoles de manera muy resumida que se le había encargado un trabajo urgente y se retiró del lugar. Fue llevada hacía su departamento, donde estuvo al menos unos 15 minutos, y salió rumbo a la estación de trenes. 

     Logró salir en él ultimo tren del día, él cual para su suerte iba casi vacío; aprovechó él silencio del vagón y sacó del interior de su abrigo un pequeño libro, abriéndolo en la página en que se había quedado. Ni bien comenzó a leer él primer párrafo los ojos comenzaron a cerrársele lentamente hasta que finalmente se quedó dormida sobre su asiento, sin embargo él tiempo pasó tan rápido que ni bien terminó de cerrar los ojos él silbato del tren la despertó nuevamente. Sentía que había dormido menos de cinco minutos cuando seguramente fueron más de 4 horas.

     Se estiró lentamente y se levantó de su asiento para mirar por la ventana, se encontraba a una parada de Lior y ya se podía ver el humo desde lejos. Frunció los labios, agarró su maleta rápidamente y empezó a caminar rumbo al baño del vagón. Una vez dentro de este este, se quitó el uniforme militar y de su maleta sacó un pantalón y una polera de color negro, se los puso rápidamente y sobre esto se colocó un abrigo del mismo color. Abrió nuevamente su maleta sacando varias armas de distinto calibre, las cuales comenzó a esconder en el interior del traje y en los bolsillos. Por último sacó unos guantes hechos de metal, similares a los de su hermano, y se los puso rápidamente.

     Finalmente salió del baño, justo a tiempo para bajarse en su parada.

   —Señorita, este sitio se ha vuelto muy peligroso ¿Esta segura de que quiere ir? —Le preguntó el chofer con cierta preocupación.

   —No se preocupe señor, no me pasará nada —Le aseguró la joven para luego sonreírle.

      Se despidió del hombre y comenzó a caminar rumbo a la ciudad, borrando por completo su sonrisa en el proceso; mientras se iba adentrando en el lugar, podía escuchar con mayor claridad el sonido de pistolas siendo disparadas sin descanso y de personas gritando a todo pulmón. Era un ambiente similar al de la Guerra Civil en Ishval.

     Comenzó a caminar con más sigilo cuando escuchó no muy lejos de ella a un grupo de personas gritar; se puso contra la pared y sacó la cabeza un poco para ver la situación, abriendo los ojos con sorpresa al ver que un par de hombres tenían acorralado a un joven que estaba protegiendo a un grupo de niños que no dejaban de llorar. Una ira incontrolable se apoderó de su pecho por lo que, ignorando por completo la orden que le habían dado, empezó a correr rumbo hacía donde estaban esos hombres.

     Uno de los tipos se giró y la encaró con intensiones de golpearla, sin embargo Rose fue más rápida y le propinó un fuerte golpe en el rostro que logró dejarlo inconsciente. Siguió con los demás, repartiendo patadas y puñetazos por doquier, logrando ahuyentar a varios de los tipos y dejando a otros en el suelo. Cuando estuvo segura que no había más peligros, se acercó rápidamente al joven para asegurarse de que se encontraran bien.

   — ¿Se encuentran bien? —Preguntó Rose mientras observan a los pequeños con preocupación.

   —Gracias por ayudarnos —Le dijo el joven para luego toser con fuerza—. Estaba llevando a los niños a un lugar más seguro cuando esos tipos me atraparon.

   —Permítame ayudarle, guíeme hasta ese lugar —Le pidió mientras agarraba a varios de los niños.

     Él joven asintió y comenzó a guiarla al lugar donde se estaban escondiendo del infernó que era afuera; caminaron por varios minutos, tratando de no hacerse notar, y llegaron a una casa que por fuera parecía abandonada, él hombre golpeó la puerta de una forma diferente a la normal y la misma se abrió rápidamente, permitiéndoles pasar.

     Varias madres se acercaron rápidamente para agarrar a sus hijos, llenándolos de besos. La ojiceleste observó con detenimiento a las personas que estaban escondidas en aquella casa, la mayoría eran mujeres y personas mayores...todos heridos. La impotencia entonces se apoderó de Rosalyn ¿Cómo era posible que el Führer no se preocupara por esas personas? ¿Qué clase de líder era ese tipo? Sacó de su maleta un pequeño botiquín de primeros auxilios y se lo entregó al joven

  —Esto es todo lo que tengo, no es mucho pero podrán curar a los más heridos —Les entregó el paquete y luego les sonrió.

   —Muchísimas gracias, señorita —Le dijo uno de los hombres que se encontraba ahí—. Pero... ¿Quién es usted?

   —Nadie de importancia —Les respondió mientras observaba la calle a través de las maderas que tapaban la ventana—. Pero lo que si importa es que apenas termine lo que vine a hacer...los sacaré de esta ciudad.

     Todos los presentes sonrieron emocionados y comenzaron a murmurar entre ellos, sin embargo la rubia les pidió que hicieran silencio. Inmediatamente sacó un arma de su abrigo y le quitó él seguro con la mayor delicadeza para evitar hacer ruido y volvió a mirar por la ventana, llamándole la atención las dos personas que caminaban por la calle. Eran los mismos tipos a los que se había enfrentado momentos atrás.

     Sacó la punta de la pistola entre las tablas de madera, dispuesta a dispararles si se acercaban a la casa, sin embargo los hombres siguieron de largo, haciendo que la rubia se relajara un poco y bajara el arma con lentitud.

   —Ahora debo irme pero prometo que volveré antes del anochecer para buscarlos —Le dijo para luego sacar de su abrigo dos pistolas cargadas—. Si alguien intenta atacarlos, no dudes en usarlas...recuerda que no estás solo.

     El joven asintió con firmeza a lo que la ojiceleste imitó el gesto para luego sonreírle, saliendo de la casa. Antes de irse, chocó sus manos para luego ponerlas sobre el suelo, creando un muro de tierra delante de la puerta. Una vez que estuvo segura de que nadie entraría a esa casa, empezó a caminar por la zona con gran sigilo; trataba de acercarse al lugar donde se encontraba él oficial que le entregaría él informe sin llamar la atención y francamente lo estaba logrando pues las pocas personas que lograban verla la confundían con una simple mujer que huía del lugar despavorida.

     Tantos años de entrenamiento por fin servían de algo.

     Luego de varios minutos de caminar por las destruidas y desiertas calles, finalmente llegó a la base donde se encontraban los militares y la rodeó rápidamente, ahí la estaba esperando él oficial que le entregaría los documentos.

   — ¡Hardock! —El nombrado se giró rápidamente al ver a su camarada correr hacía donde estaba.

   —Comandante Armstrong —El hombre se llevó la mano derecha a la sien, saludándola.

   —Soldado, necesito que me entregue el informe sobre la situación de Lior de manera inmediata —El hombre asintió fijamente y le ordenó a otro soldado que lo trajera del interior del bunker—. Ahora ¿Me dirás que demonios está sucediendo aquí y porqué no han parado esta rebelión?

   —Ordenes del Führer, señora, solo se nos ha ordenado mantener la rebelión en los limites de la ciudad —Le respondió el soldado.

    La ojiceleste chasqueó la lengua con molestia para luego mirar hacía la ciudad, la cual estaba casi en ruinas ¿Cómo era posible que el hombre que supuestamente los debía proteger los dejaba a su suerte para que se mataran entre ellos? ¿Qué no le había bastardo con el genocidio que había cometido 7 años atrás?

     El soldado regresó a los pocos minutos con dos sobres entre sus manos y se los entregó a la Comandante, quien al tenerlo entre sus manos los estrujó con un poco de fuerza.

   —Aquí está el informe original y la copia que solicitó su excelencia.

     Eso era una mentira, King Bradley nunca pedía copias de ningún informe porque consideraba que era peligroso que eso cayera en las manos equivocadas, sin embargo Rose se aprovechaba de la ciega confianza que su superior le tenía para pedir una copia que luego se haría quedar. No se fiaba de ese tipo ni mucho menos en las cosas que hacia a espaldas de toda la milicia, y su poca fe disminuía al leer la información que contenían esos folios amarillos.

     Sin embargo aún le sorprendía de que no se hubiera dado cuenta de lo que hacía a sus espaldas, pero tampoco quería que eso sucediera, no quería morir antes de lograr su objetivo.

   —Gracias por su cooperación, continúen con su misión.

     Sin más que decir, se retiró del lugar a paso firme, completamente furiosa por la situación. Estaba cansada de la forma en que "actuaba" en gobierno para con su pueblo, pero lo que más le hervía la sangre era que sabía que por si sola no le podía hacer frente a un tipo como King Bradley, ni siquiera sabiendo todos sus secretos, ni siquiera teniendo a toda la brigada del sur de su lado... era demasiado peligroso hacer semejante idiotez...necesitaba de más aliados.

     En su recorrido de vuelta al refugio decidió acortar el camino por uno de los costados de una pequeña capilla que había por el lugar, sin embargo detuvo sus pasos al ver a los lejos un par de personas que se encontraban en una de las torres de la iglesia ¿Cómo habían llegado hasta ese lugar?. Decidida a no irse de ahí sin saber quienes eran, tomó unos pequeños binoculares, se escondió detrás de unos escombros y comenzó a observar a las dos personas que estaban en la torre; una era una mujer que vestía de manera elegante pero también sugerente mientras que la otra persona era un hombrecito de baja estatura y de mucho peso, los dos vestidos completamente de negro.

     De pronto, la mujer de cabellera negra giró el rostro hacía donde se suponía que estaba la rubia...como si fuera que se había dado cuenta de que los estaba observando.

   — ¿Pero qué demonios...?

     Inmediatamente sacó de su abrigo la pistola que tenía hace unos momentos y apuntó rápidamente hacía la punta de la torre, llevándose la sorpresa de que esas personas ya no estaban ahí. Se levantó rápidamente y comenzó a mirar hacía todas partes, buscándolos por las cercanías. Estuvo varios minutos de esa forma y no se fue del lugar hasta que no estuvo segura de que nadie la estuviera siguiendo.

     Se apresuró en llegar a la casa, sonriendo al ver que todo seguía igual como lo había dejado horas atrás. Deshizo el muro de piedra que había creado y, aprovechando que no había nadie por esa calle, hizo que los refugiados salieran de la casa para empezar a llevarlos rumbo a la estación de tren.

     Rose sonrió con alivio al ver que justo se detenía uno de los trenes que se dirigía a East City así que compró los boletos para todos, se los entregó y los hizo abordar el tren. Finalmente, la ojiceleste pudo decir que se sintió tranquila cuando el tren retomó su camino y se empezó a alejar de la ciudad, sabiendo que al menos algunas personas salían de esa pesadilla.

     Durante él viaje, la rubia les pidió que le contaran que había sucedido en esa ciudad para que terminaran matándose entre ellos, quienes aceptaron con gusto y comenzaron a relatarle todo lo sucedido. Cuando menos se dieron cuenta, las horas se habían pasado y ya era hora de que se bajaran en el pueblo de New Optain. Se despidieron en un efusivo abrazo y la rubia continuó con su viaje, satisfecha de haber podido ayudar a esas personas. 

                                         

                   **************

   — ¿Pudiste encontrar los archivos de la Comandante Armstrong? —Preguntó el pelinegro a lo que la secretaria que estaba frente suyo negó suavemente.

   —Me temo que no, Coronel Mustang, los archivos fueron pedidos por otra persona hace una semana y aún no los ha regresado —Le explicó la joven con cierta timidez.

   — ¿Sabes quien los sacó?

  —Su excelencia, el Führer —Roy abrió los ojos con sorpresa al escuchar ese nombre—. Lamento no haberle sido de mucha ayuda.

   —No te preocupes, y gracias por todo. Ya puedes retirarte —La joven hizo una pequeña reverencia y luego se retiró de la oficina.

    Roy suspiró con cansancio para luego abrir el álbum de fotografías que le había entregado la teniente horas atrás, observando con una pequeña sonrisa varias de las fotografías donde aparecía la comandante; la fotografía que más le gustaba era en la que la rubia se encontraba junto con toda la familia Armstrong, se veía muy hermosa con el cabello por encima de los hombros y con esa sonrisa de oreja a oreja. Sin embargo, esa sonrisa fue reemplazada rápidamente por una mueca de asombro al verla en la siguiente fotografía acompañada por el Führer, la esposa y el hijo de este último.

     Le llamó la atención la forma en que la mano del hombre más poderoso del país descansaba sobre el hombro de la rubia, un gesto íntimo y cariñoso ante sus oscuros ojos. Frunció el ceño con cierta molestia, no entendía porqué pero no le gustaba que ese hombre fuera tan cercano a la comandante. Sentía el deseo de alejarla de ese hombre.

     De pronto, sus pensamientos fueron interrumpidos por el estridente sonido del teléfono. Suspiró suavemente, tomó el auricular del teléfono y lo acercó a su rostro.

   —Diga.

   —Coronel Mustang, tiene una llamada en espera desde Central, es del Teniente Coronel Hughes ¿Lo conecto? —Le preguntó la joven.

   —Si, hazlo —Hubo un momento de silencio hasta que se escuchó del otro lado un ¡Hola! Por parte de su amigo—. Por favor, Hughes, te cortaré si me llegas a hablar de tu esposa e hija.

   —Es que son hermosas ¿Cómo no hablar de ellas? —Exclamó Maes con emoción—. Debiste ver hoy a Elicia, aprendió una canción y me la dedicó en la cena de ayer. Es tan hermosa.

    Roy inhaló con fuerza, reuniendo toda la paciencia que le quedaba para no colgar el teléfono.

   —Te dije que no usarás la línea oficial para hacerme esta clase de llamadas —su amigo solo se echó a reír—. Escucha...sé que me dijiste que no preguntará sobre el tipo de relación que hay entre King Bradley y la comandante pero-

   —Tú curiosidad no te deja olvidar eso ¿Verdad? —Maes soltó  una suave risita ante el silencio de su amigo—. Esta bien, te lo diré aunque eso signifique aguantarme los regaños de Rose —Se aclaró la garganta y continuó—. King Bradley fue alguien importante para ella, tenían una relación como la de un padre con su hija, pero sucedieron cosas que los terminaron distanciando hasta el punto de que la comandante no lo puede ver ni en pintura. Y tranquilo, no trató de sobrepasarse con ella.

   — ¿cómo sabes que pensé en eso? —Le preguntó el ojinegro con curiosidad.

   —Porque te conozco bien, Roy —El nombrado solo sonrió de lado ante ese comentario—,  además cualquier persona pensaría así si dos personas que se estimaban mucho se dejen de hablar de la noche a la mañana...más aún si se llevan muchos años de diferencia.

   —Ya veo...

   —Solo te pido que si quieres llevarte bien con ella no investigues más del tema —Le pidió su amigo—. Es algo que prefiere que se quede en el olvido.

   —Tranquillo, no haré eso —Le aseguró Mustang sin dejar de sonreír.

    No mientras no lo considerara necesario.

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¿Les gustó el capítulo de hoy?

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Hola gente como están?


Espero que estén pasando una mañana/tarde/noche genial



¿Qué les pareció el cap de hoy?

Este nos dejó varias dudas como....

¿Quien es William?

O ¿qué le hizo el Fuhrer a la prota?
¿Que clase de relación tenían estos dos últimos?

Son cosas que se sabrán algún día jajajajajaja





En fin...

Si les gustó el cap dejen estrellita y comenten,
Se los agradecería de corazón
💖💖💖💖💖💖💖


Sin más que decir...

Bye Bye


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