Capítulo 19


     Rose caminaba con tranquilidad por los concurridos pasillos del Cuartel hacia lo que se suponía que era la nueva biblioteca de ciudad Central; durante el trayecto, se dedicó a mirar a todas las personas que había en los corredores, la mayoría estaba charlando en pequeños grupos de manera relajada. Curiosamente hoy era un día bastante relajo. Poco trabajo, poco papeleo, pocos entrenamientos, pocos problemas en la ciudad.

     Y para ser sinceros, le gustaba que todo estuviera así. Le daba tiempo a pensar cómo resolver los "problemas" que se arremolinan en su cabeza y que no la dejaban descansar. Uno de esos era hablar con Roy sobre su relación, algo que no había podido hacer duramente esos días por culpa de la agenda bastante ocupada que los dos tenían. Pero tal vez ese día podría ser diferente.

     Con ese pensamiento siguió caminando por el pasillo hasta que llegó a la biblioteca. Al entrar, se llevó la sorpresa de que Sheska estaba delante del archivero número 3 y frente a este se encontraba una de las jóvenes que trabajaba allí, aparentemente quería entrar al cuarto donde casualmente se encontraba el coronel investigando.

   — ¡Ralamente no puede pasar, es un completo desastre que ni te podrías imaginar! —Exclamó la de lentes, tratando de ocultar su nerviosismo—. Por favor, deja que lo limpie y después regresa.

     Al entender la situación de desesperación en la que se encontraba la castaña, Rose se apresuró en acercarse hacia donde estaba ella y se paró a su lado, mejor dicho, frente a la puerta del archivero.

   —Sheska tiene razón —Interrumpió la rubia, logrando captar la atención de las dos jóvenes—. Estuve leyendo un par de archivos y lamentablemente dejé todo echo un desastre. Estoy más que segura de que si entras a ese lugar, terminarás perdiéndote en el desorden.

   —Oh, está bien, si usted lo dice comandante entonces esperaré —La joven pelinegra sonrió ampliamente—. Volveré más tarde por el documento, suerte en acomodar ese desastre Sheska.

     La mujer se despidió de las otras dos y se retiró del cuarto. La castaña soltó un suspiro de alivio y se llevó una mano al pecho, intentando calmar los acelerados latidos de su corazón. Rose sonrió ante esto y colocó una de sus manos sobre el hombro de la más bajita.

   —Ya, respira tranquila —Le dijo con voz suave—. Por poco y entra al archivo ¿No? —Soltó aire por la nariz—. Debemos tener cuidado con esta situación, cualquiera podría entrar y descubrir lo que hay aquí adentro.

   —No habría sabido que hacer si eso sucedía —Le respondió Sheska más calmada— ¿Pero está segura de esto, Comandnate? ¿No es peligroso que toda esta información se encuentre aquí?

   —Nadie sabe de esto salvo usted y el coronel, y espero que se mantenga así ¿Entendiste? —La castaña asintió rápidamente—. Además, toda la información está encriptada, así que es imposible que alguien que no sepa alquimia pueda descifrarlo.

   —Está bien, Comandante —Dijo la menor algo más tranquila— ¿No cree que es hora de sacarlo de allí adentro?

   —Si, que yo recuerde no tiene toda la mañana libre —Tomó las llaves que tenía la de lentes en su mano y abrió la puerta con lentitud—. Coronel, coronel ¿Todo bien?

     La rubia no pudo evitar sonreír levemente al ver al pelinegro recostado en el suelo y con un libro sobre su rostro, su boca estaba ligeramente abierta lo que significaba que estaba profundamente dormido. Negó suavemente y prendió la luz del cuarto.

   —Holgazán —Murmuró con diversión al tiempo que tomaba varios libros del suelo y los acomodaba en las repisas—. Vamos Sheska, ayúdame con este desorden.

   —Si señora —Dijo la castaña en voz baja y se metió al cuarto con sigilo— ¿No cree que deberíamos despertarlo?

   —Supongo que si —Dejó los archivos sobre una mesa y se puso de cuclillas frente al cuerpo del pelinegro, moviéndolo suavemente con la mano—. Coronel, coronel Mustang, despierte.

     El hombre soltó un gruñido y se quitó el libro que tenía sobre el rostro con lentitud, enfocando su oscura y cansada mirada en los brillantes zafiros de la menor. Sonrió levemente al tenerla tan cerca.

     《Que hermosa manera de ser despertado》. Pensó Roy al verla sonreírle. Sin embargo regresó a la realidad cuando la joven se puso de pie y se cruzó de brazos. Detrás suyo estaba Sheska, quien no paraba de acomodar los libros que había en el suelo. Se sentó sobre el suelo y soltó un bostezo.

   — ¿Cuánto tiempo he estado dormido? —Consultó con cansancio.

   —Creo que por unos diez minutos —Que respondió la de lentes. El pelinegro tomó su reloj y se fijó en la hora.

   —No falta mucho para la junta del Consejo... —Comentó el más alto para luego ponerse de pie—. Gracias por permitirme leer sus archivos, Comandante, y lamento el desorden que hice.

   —No hay de qué, ¿Logró encontrar lo que estaba buscando? —Le preguntó Rose con interés.

   —Más o menos, de todos modos, volveré más tarde para seguir investigando —Le entregó un libro a Sheska y le sonrió, saliendo del lugar junto con la rubia— ¿Debes hacer algo ahora?

   —Si, tengo que ir a los campos de entrenamiento a realizar el chequeo mensual de los nuevos cadetes —Le comentó Rose con tranquilidad—. Después de eso debo volver para seguir con mis investigaciones.

   —Ya veo, tenga cuidado con eso —Le pidió el pelinegro.

   —Escucha, cuando regrese me gustaría que los dos nos sentemos a hablar —Dijo la ojiceleste con voz seria. El ojinegro alzó una ceja con curiosidad.

   — ¿Sobre qué?

   —Sobre nosotros —Roy se detuvo abruptamente al escuchar eso y la miró como sorpresa. Rose solo se giró lentamente y se paró frente a él—. El otro día me pediste que tomara una decisión, sin embargo no me dejaste emitir palabra alguna.

   —Si, lamento eso, estaba algo molesto y por eso actué de esa forma —Le dijo algo apenado— ¿Ya decidiste?

   —Si, pero tendrás que esperar para saber la respuesta —Miró hacia ambos lados con cautela—. Este no es lugar para hablar sobre esto.

   — ¿Qué le parece si nos encontramos luego de que cierren el Cuartel? —Le propuso el pelinegro.

   —Me parece bien, coronel —La rubia asintió con la cabeza, sin mostrar emoción alguna, y se despidió de él.

     Comenzó a caminar hacia la entrada del cuartel y justo cuando iba a salir, se encontró con La Subteniente María Ross quien parecía estar teniendo un par de problemas con varias cajas. Se le acercó rápidamente cuando vio que se tambaleaba hacia los costados y se apresuró en tomar varias de las cajas que llevaba la pelinegra.

   — ¡Oh, muchas gracias por ayudarme, Comandante Armstrong! —Exclamó la joven con alegría—. Aunque usted no debería hacer estas clases de cosas, ya tiene suficientes problemas que atender como para ayudarme con estas cosas.

   —Prefiero mil veces hacer estos mandados, a veces ya me aburro con tantas obligaciones importantes —Comentó la rubia con diversión—. Además, ayudarte con esto solo me tomará unos minutos. Así que no te preocupes.

   —Está bien, tenemos que llevar esto al depósito cerca de la vieja oficina del General de Brigada Hughes —La mayor asintió y comenzó a caminar a su lado mientras charlaban animadamente.

     A los pocos minutos llegaron al depósito y colocaron las cajas en sus respectivos lugares, acomodaron algunos de los archivos y salieron del lugar rápidamente. María había decido acompañar a la rubia hasta la entrada del edificio a modo de agradecimiento por haberla ayudado, además podrían hablar un poco más. Justo cuando llegaron a la entrada, se toparon de frente con los hermanos Elric

   —Oh, comandante Armstrong, Subteniente Ross, que alegría verlas —Comentó la armadura con voz alegre.

   —Pero si son Edward y Alphonse Elric, es muy bueno verlos de nuevo por estos lares—Exclamó Rose— ¿Qué cuentan?

   —Que tuvimos un viaje...bastante interesante, luego le contaremos con mayor detalle —Le respondió el ojidorado—. Además, nos acabamos de enterar lo del Teniente Coronel Hughes.

     Las sonrisas de las dos mujeres desaparecieron rápidamente de sus rostros y fueron reemplazadas por una mueca de tristeza. Rose tragó con algo de fuerza, sintiendo como se le había formado un nudo en la garganta.

   —Fue algo horrible, ¿No creen? —Les preguntó María con voz dolida.

   —Nos hubiera gustado despedirnos de él, también contarle todo lo que hemos descubierto en este viaje —Comentó Alphonse.

   —Lamentablemente no pudimos contactarlos para darles la noticia, pero no se preocupen...fue despedido por todos los miembros de la milicia —Añadió la rubia.

   —Eso fue muy amable de su parte —Dijo Ed.

   —Era lo lógico —La teniente Ross se aclaró la garganta y continuó—. Tal vez se enteraron de que lo ascendieron a General de Brigada.

   —No entiendo, ¿Se retiró y se fue al campo, y lo ascendieron dos rangos? —Preguntó Al con confusión. 

     Rose y María abrieron los ojos con sorpresa al escuchar aquello; la pelinegra se llevó las manos a la boca, cubriéndosela, mientras que la ojiceleste solo cerró sus manos en forma de puños. Entonces Alexander la había mentido cuando le confirmó no una, sino tres veces, que les había dicho a los hermanos sobre la muerte de Hughes. Cerró los ojos con fuerza, tratando de calmarse un poco, y soltó un suave suspiro.

   —Ustedes no saben lo que realmente sucedió, ¿Verdad? —Los dos jóvenes negaron con cabeza—. Chicos...el teniente general está muerto.

   — ¡¿Qué? ¡No, eso es imposible! ¡¿Por qué él? ¿Cuando pasó todo esto?! —Le cuestionó Ed alterado. 

   —Fue asesinado luego de que ustedes se fueran a Dublith, aún no hemos dado con el culpable —Le respondió tratando de calmar al joven rubio—. Lo siento mucho Ed, no quería que te enteraras de esta forma. Pero debes ser fuerte ¿Entiendes?

     El nombrado solo negó con la cabeza y salió corriendo de aquel lugar, siendo seguido por la armadura. Rose solo los observó fijamente para luego soltar un bufido.

   —María, envía a dos oficiales a que los sigan —Le ordenó la rubia—. No quiero que comentan locuras.

   —Si, señora —Hizo una leve reverencia y se retiró del lugar rápidamente.

   —Estás en problemas, Alexander Louis Armstrong —Siseó con molestia para luego salir del lugar, dirigiéndose a la oficina de su queridísimo hermano.



     El ambiente de la cafetería del Cuartelera bastante cálido y tranquilo; la mayoría de los soldados ya habían almorzado y aprovechaban los minutos que les quedaban para hablar con sus compañeros y amigos, y otros, como el equipo de Mustang, ya se habían retirando del lugar.

     La teniente Ross hablaba de manera animada con alguna de sus compañeras de y trabajo, cuando un oficial la tocó por el hombro.

   —Teniente Segundo María Ross, soy el Henry Douglas del Cuartel General de la Policía Militar —Se presentó el hombre con voz seria—. Necesito que me entregue su arma y venga conmigo.

     Toda la cafetería se quedó en silencio al escuchar la orden del oficial mientras que Rose, quien aún seguía en el lugar, alzó la mirada con lentitud y dejó de comer para poder escuchar lo que estaba pasando. María frunció el ceño y se puso de pie, entregándole el arma como le pidió.

   — ¿Me podría dar una explicación? —Le preguntó la pelinegra.

   —Ha sido encontrada como sospechosa del asesinato de Maes Hughes —Le informó aquel hombre.

     La rubia abrió los ojos con sorpresa y soltó la taza de café que tenía en sus manos, la cual cayó contra la mesa de madera. Se puso de pie y se acercó rápidamente hacia donde estaba la Subteniente.

    ¿Había sido ella? No, eso no podía ser cierto.

   — ¡¿Qué? Eso no es posible! —Exclamó Ross con sorpresa y preocupación mezcladas.

   —Escucharé luego lo que tenga que decirme, por ahora solo limítese a acompañarme —Le ordenó el hombre.

     María acató la orden con molestia y fue llevada por los oficiales que estaban detrás de Douglas.

   —No lo entiendo, ¿Qué ganan al armar este espectáculo? —Se preguntó la ojiceleste al tiempo que empezaba a caminar hacia la salida, siendo seguida por sus dos subordinadas más leales.

     Algo estaba mal y debía averiguarlo lo más rápido posible.

   —comandante Armstrong, ¿A dónde va? —Le preguntó una de las jóvenes.

   —Al cuartel general de Policía Militar —Le respondió la mayor con seriedad—. Debo hablar con esos bastardos y saber qué demonios está pasando —Ladeó el rostro sin dejar de caminar—. Necesito que ustedes vengan conmigo y se queden a mi lado en todo momento.

   — ¡Si, señora! —Exclamaron las dos jóvenes al unísono.


    
   —La Subteniente María Ross niega ser la responsable —Mencionó la teniente Hawkeye mientras le entregaba varios documentos al coronel, quien empezó a leerlos detenidamente.

   —Esto es extraño —Comentó con voz suave, casi imperceptible— ¿Hay alguna novedad por parte de la comandante?

   —Aún no, pero tengo entendido que sigue con la policía —Le contestó la rubia—. Me dijo que apenas sepa algo nuevo sobre la situación, nos informará.

   —Muy bien, hasta entonces quiero que reúna cualquier documento relacionado con este caso y date prisa, recuerda mantener silencio sobre esto —Le ordenó el pelinegro, tratando de comprender la situación que acababa de estallar.

   —Si, señor —Respondió ella y se apresuró en salir de la habitación.

     Roy se giró hacia el enorme ventanal que había en su oficina, fijando su vista en el paisaje exterior de la ciudad. No pudo evitar fruncir el ceño con molestia. Allí afuera estaba el verdadero asesino de su mejor amigo, porque estaba más que seguro que María Ross no tenía nada que ver con eso. ¿Qué estaba pasando en el Cuartel Central? ¿Por qué estaban actuando de esa forma? No lo sabía...pero lo iba a descubrir.

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Hola gentecita bella, como están?

Espero que estén pasando una mañana/tarde/noche genial.




Yo estoy aquí...al borde de la locura por la cuarentena y encima la extendieron dos semanas más.
Pero dentro de todo bien jejejeje







Aquí regreso con un nuevo capítulo de esta novela.

El drama ya comenzó y de aaui en más habrá por montones
Jejejejejejej








Si les gustó dejen estrellita y comenten, se los agradecería de corazón
💖💖💖💖💖💖💖








Sin más que decir....









Bye Bye


          

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