Capítulo 17

     Habían pasado dos semanas desde esa "noche incomoda" y las cosas, para ser sinceros, no habían mejorado mucho entre Roy, Rose y Riza. El ambiente se había tornado tenso e incómodo, sobre todo con Roy quien era quien pasaba más tiempo con la rubia (Por esa misma razón el coronel andaba con un humor de perros). Con Rose la tensión era mucho menos, ya que no se veían durante mucho tiempo durante el día, pero se sabía que la ojiceleste seguía algo molesta con Riza por su forma de actuar con ella. Si bien la ojimarrón había tenido las intenciones de hablar con ella, siempre eran interrumpidas o no tenían tiempo.

     Roy estaba seguro de que ellas volverían a estar bien, pero le molestaba que el costo para conseguir eso fuera que Rosalyn se hubiera alejado de él, según ella para "evitar malos momentos". Que hubiese adoptado esa actitud para evitar molestar a Riza no le gustaba para nada, pues se había vuelto fría, cortante, mantenía la distancia con él y no le hablaba más de lo necesario.

     Y eso le dolía en el alma, por la extrañaba. En todos los sentidos de la palabra. Extrañaba conversar con ella, que se reunieran en la casa de alguno de los dos o que salieran a cenar, extrañaba que le sonriera con dulzura, la forma en que sus ojos lo observaban...extrañaba tenerla cerca para poder sentir su exquisito perfume.

     Soltó un suspiro, cansado de la situación, y se levantó de su asiento rápidamente llamando la atención de la teniente Hawkeye.

   — ¿A dónde va, coronel? —Le preguntó la rubia con curiosidad—. Todavía no ha terminado de firmar los documentos y tiene que participar de los exámenes a los alquimistas estatales al medio día.

   —Necesito investigar una cosa, tendré que ir a hablar con la Comandnate para que me de acceso a sus archivos —Le respondió con simpleza y se apresuró en salir para no escuchar cualquier queja o regaño por parte de la joven.

      Sabía que Rose estaba sacando todas las pertenencias de la antigua oficina de Hughes, que se encontraba en el mismo sector donde tenía la suya, por lo que no perdería mucho tiempo en buscarla. Cuando llegó y entró a la oficina, su rostro se llenó de sorpresa al ver a Rose recostada sobre la silla que había frente al escritorio, con la cabeza hacia arriba y los ojos y frente estaban cubiertos con una toalla.

     La subteniente María se levantó del suelo y lo saludó de manera respetuosa y recién ahí fue que la rubia se percató de su presencia, por lo que se sacó la toalla del rostro y fijó su celeste mirada en él. Fue entonces que Roy pudo verle el rostro con mayor detalle; mejillas y nariz sonrojadas, labios secos, ojos rojizos y vidriosos. Definitivamente estaba enferma.

   —Buenos días, comandante —Se acercó hacia donde estaba ella y colocó su mano sobre su frente—. Estas volando en fiebre ¿Por qué viniste a trabajar así?

   —coronel Mustang, buenos días —Sujetó la mano del pelinegro con las suyas, algo incomoda por la mirada furtiva de María, y la alejó de su rostro. Roy sabía que no podía tener esa clase de gestos con ella en público y lo hacía de todos modos—. Anoche tuve que entrenar con el Führer y se largó a llover. Aquí está la consecuencia. —Señaló su rostro. Roy solo negó con reprobación— ¿Para qué me buscabas? ¿Necesitas algo?

     Roy retrocedió un poco, mostrando algo de molestia en su rostro por el nuevo "rechazo", y se aclaró la garganta.

   —Si, quería que me des acceso a...tus archivos, necesito leer un par de cosas —Le pidió el pelinegro con seriedad.

   —Si, por supuesto —Sacó del bolsillo del pantalón una llave y se la entregó—. Están en el archivero número 3, pídele a Sheska que te los entregue.

   —Gracias, apenas termine de leer te traeré la llave —Hizo una leve reverencia y se retiró de la oficina rápidamente.

     Rose soltó un suspiro con algo de tristeza y siguió acomodando los libros en las cajas que había sobre el escritorio. No podía creer que la relación de amistad que había formado con Roy, dejando de lado el hecho de que se atraían mutuamente, se fuera a la basura de esa forma y que ahora solo existiera un formalismo absurdo entre ellos. Ella había sido la de la idea y lo alejó de la noche a la mañana, era cierto, pero eso no significaba que no le hubiera dolido hacerlo. Le costaba mucho mantenerse estoica cuando Roy le sonreía o mostraba preocupación por ella, como había sido ese caso.

     El pelinegro siempre era atento y considerado con ella, la buscaba a toda hora, se aseguraba que estuviera bien, la acompañaba a todas partes (siempre que podía), la ayudaba en lo que podía...y ella solo se dedicaba a ignorarlo y ser fría con él. ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado?

     La teniente Ross, quien había observado la situación en silencio, se atrevió a acercársele para preguntarle algo.

   —Disculpe mi pregunta, pero... ¿Sucedió algo entre usted y el coronel? —Rose solo la miró fijamente, sin entender la connotación de la pregunta—. Quiero decir, ustedes tenían una buena relación, casi como la de buenos amigos, y ahora no hablan casi nada.

   —Oh si, nuestra relación de amigos —Dijo algo más tranquila. Por un momento había pensado que ella sabía de lo que realmente había pasado entre ellos—. Pues lo seguimos siendo, pero tuvimos que guardar distancias para no molestar a una persona. No le gustaba vernos juntos.

   — ¿No cree que esa persona actuó de manera egoísta con ustedes dos? —La rubia abrió los ojos con sorpresa—. Nadie tiene el derecho de decirle a otra persona con quien relacionarse o no, ni siquiera sus padres tienen ese poder. Y usted, como todo el respeto, fue una completa estúpida al renunciar al renunciar a la amistad del coronel Mustang solo por mantener a otros felices.

     Rose desencajó la mandíbula con lo acababa de escuchar, completamente asombrada. Dejando de lado que la había llamado "idiota" un subordinado, lo cual era considerado una ofensa, la mujer frente suyo tenía razón en todo. Había rechazado a Roy no una, sino varias veces, solo para no hacer sentir mal a Riza. Estaba dejando ir de sus manos una nueva oportunidad de dejar atrás su tormentoso pasado e intentar ser feliz con alguien más, incluso si ese alguien era el egocéntrico e inútil de Roy Mustang.

     Porqué si, quería a ese maldito idiota y se moría por estar de nuevo con él, que la besara y que la abrazara. Sabía que el reglamento militar no era impedimento para estar con quien quisiera, su freno era su amiga y la culpa que le producía querer a Roy de la forma en que lo hacía. De las decisiones más peligrosas y locas que había tomado a lo largo de sus 27 años, el haberse fijado en el coronel era la que más grande de todas.

   —Tienes tanta razón, María, soy una maldita idiota —Le dijo Rose con resignación—. Pero no es tan fácil como piensas ¿Sabes? Sé que, si me vuelvo a acercar al coronel de la misma forma que antes, esa persona se molestará conmigo y no me volverá a hablar. Y realmente no quiero perder la amistad con ninguno...no sé qué hacer.

     Se sentó de nuevo en la silla que estaba frente al escritorio y se llevó las más manos al rostro, refregándoselo con fuerza. Estaba cansada de todo esto.

   —En mi opinión, haga lo que a usted le haga feliz, mi señora —Le dijo la pelinegra—. Es muy probable que esa persona le diga que es egoísta, pero si pensar en la felicidad de uno mismo en lugar de la de los demás por una vez es ser "egoísta", pues prefiero ser egoísta.

   — ¿Aunque eso te pueda costar la amistad de un buen amigo? —Alejó sus manos de su rostro y fijó su cansada mirada en la mujer que estaba frente suyo.

   —Si realmente fuera su amigo no le debería molestar que usted se relacione con otras personas, al contrario, debería sentirse feliz de que puede tener una vida normal de nuevo —Le respondió María para luego ponerse derecha y hacer una reverencia—. Disculpe por haberla llamado idiota, merezco ser castigada.

   —Nada de eso —Comentó la rubia, levantándose de su asiento—. No tienes porqué disculparte cuando lo único que has hecho es decir la verdad, soy una verdadera idiota por permitir que sucedan esta clase de situaciones—Puso su mano sobre el hombro de la ojiazul—. Gracias por tus palabras, me sirvieron para ayudarme a pensar si estoy actuando de la mejor manera.

   —De nada, Comandnate —La más baja terminó de cerrar las cajas y la volvió a mirar—. Creo que ya es hora de llevarnos estas cajas a su oficina.

   —Tiene razón, terminemos de desocupar esta oficina.

     Siguió acomodando las pertenencias de Hughes en las cajas y, apenas terminaron de guardar todo, comenzaron a llevarlas a la oficina de Rose. Fue como al cuarto viaje que, mientras caminaban por los pasillos, charlaban y saludan a los soldados, se encontraron con la teniente Hawkeye. La ojimarrón la saludó de manera formal, cosa que las otras dos mujeres imitaron, y le sonrió suavemente a la ojiceleste.

   —comandante Armstrong, solicito audiencia con usted de inmediato —Rose sonrió con diversión ante la elegante forma de decir "quiero hablar contigo, ahora".

   —Por supuesto Teniente, acompáñame a mi oficina y ahí hablaremos con más privacidad —Le dijo la rubia.

     Riza asintió y ayudó a las dos mujeres con las cajas que llevaban entre sus brazos, en completo silencio por supuesto. Varios minutos después, llegaron a la oficina de Rose y María dejó las cajas atrás del escritorio. Se despidió de las dos mujeres con una reverencia y se retiró para darles privacidad. Seguramente tenían muchas cosas para hablar.

    —Muy bien, ponte cómoda —Riza volvió a asentir y se sentó en uno de los sillones negros que había dentro de la oficina—. Bien, tú dirás de que tratará esta conversación.

   —Las dos sabemos muy bien de que te quiero hablar —Rose entrecerró sus ojos para luego sentarse en el sillón de enfrente—. La otra noche me porté muy mal contigo, cuando te vi llegar junto con el coronel dejé que mis celos tontos me cegaran y pude evitar pensar que tú...y el coronel...

   —Si, ya me doy una idea de lo que pensaste —Y no sabes cuánta razón tienes, Riza—. Y también me di cuenta de que esa noche se lo reclamaste a él, pero no lo hablaste conmigo, ¿Se puede saber por qué?

     Riza soltó un suspiro nervioso y desvió la mirada, algo avergonzada.

   —Bueno, yo pensé que tú no me responderías y-

   —Oh, bien, gracias por confiar en mi palabra  —Se levantó de su asiento, claramente molesta y se acercó al escritorio para tomar un cigarro y prenderlo, parándose frente a la ventana que estaba abierta.

   —Vamos, Rose, no te enojes —La ojimarrón se levantó de su asiento y se acercó a su amiga—. Tú no sabes lo que sentí al ver cómo te sonreía ¡Hasta te protegió de Barry!

   —Es mi maldito amigo, a quien por cierto he estado tratando como la mierda y me alejé de él para mantenerte tranquila—Exclamó con molestia. Riza abrió los ojos con sorpresa, así que por eso estaban tan distantes—. El coronel cuida de todos, como yo cuido y protejo a mis subordinados. No confundas amistad como interés.

   —Es que no entiendes mis motivos para pensar así, tú no has visto el rostro de bobo enamorado que tiene desde hace un tiempo, algo...que solo vi cuando él estaba conmigo —Fijó su mirada en Rose, quien la observaba expectante.

     "Bobo enamorado". Esa frase se repitió en la cabeza de Rose varias veces mientras trataba de ocultar lo sorprendida que estaba. "Roy ¿con cara de bobo enamorado? No, no podía ser cierto, debía ser por otra persona, definitivamente ella no tenía nada que ver con eso... ¿O sí?"》 Negó sin poder creerlo y sacó del bolsillo del pantalón un pañuelo, llevándoselo rápidamente al rostro para poder estornudar sobre él.

   —Tal vez se volvió a interesar en ti, después de todo tú has sido su única relación seria —Comentó la ojiceleste, intentando restarle importancia.

   —No, no soy yo. Si bien es amable y atento conmigo, solo lo hace por la amistad y el compañerismo que tenemos —Se apresuró en decirle, con algo de tristeza en sus palabras—. Está interesado en otra mujer, alguien de Central porque su cambio comenzó luego de...de la muerte del General del Brigada.

   — ¿Estás seguro de eso? —Le preguntó con cierto interés, interés que supo disimular perfectamente.

   —Rose, yo lo conozco mejor que cualquiera...y sé cuándo el coronel está realmente interesado en el alguien. Este es el caso —Le aseguró Riza—. Todos hemos estado platicando de lo bobo que anda, se ha retrasado en sus tareas por andar caminando por los jardines o por perderse en sus pensamientos. Havoc dice que cuando un hombre anda así es porque hay "mujer a la vista".

   —Jean Havoc es un tonto, sus noviazgos no duran más dos meses. Así que es el menos indicado para hablar sobre el tema —Dijo Rose entre risas—. Pero yo sigo sin creer que Roy Mustang esté interesado en alguien, o mucho peor, enamorado.

   —Entiendo que desconfíes de él, después de todo tiene una "reputación" bastante comprometedora, pero créeme cuando yo te digo que cuando Roy se interesa en una mujer...lo hace de verdad.

     Rose solo pudo reírse y negar con la cabeza. Pero no lo hacía porqué desconfiara de las palabras de su amiga, si ella decía que era cierto pues debía ser así, sino que lo hacía por qué no quería creer que ella fuera esa mujer de la que estaba enamorándose. No había motivos para que fuera así. Si bien habían tenido intimidad y se llevaban de maravilla, sabía que eso no era suficiente para que alguien se enamorara.

     Se necesitaba tiempo para conocer a la otra persona, que hubiera interés mutuo para que se pudiera avanzar e intentar entablar alguna clase de relación. Y ese no era el caso de ellos, al contrario, estaba más que segura que el interés que él mostraba por ella estaba desapareciendo por los desaires que le hacía. Y eso era justo lo que quería... ¿verdad?  

   — ¿Y pensaste que sería yo? —Le preguntó la rubia a lo que si amiga asintió con la cabeza— ¿Qué te hizo pensar que podría ser yo?

   —No lo sé, la forma en que hablan, la forma en que trata...la forma en que te mira —Le respondió con algo de pena.

   —Por dios, estás demasiado obsesionada con todo esto —Comentó la rubia para luego apagar el cigarro contra la pared—. Riza, esto ya no es bueno. Y te juro que no entiendo porque andas como una novia celosa cuando ya no eres nada de él ¿Qué no te das cuenta de que te estás lastimando al hacer esas cosas? Los celos y la obsesión no son buenos, en ningún sentido.

   — ¡Lo sé, y te juro que no quiero estar así! Pero no puedo evitarlo...aún lo sigo queriendo —Un pequeño nudo se le formó en la garganta de la ojiceleste al escuchar eso.

     ¿Qué no era que lo celos eran malos, Rose?》. Le preguntó una vocecita en su cabeza con picardía. Negó con la cabeza y frunció el ceño ante ese pensamiento. Ella no estaba celosa, para nada.

   —Riza, no te he hecho esta pregunta antes porque no lo consideraba oportuno —Tomo aire y exhaló con fuerza— ¿Por qué terminaste con el coronel?

     La ojimarrón la miró fijamente, asintiendo con sus ojos se llamaban de lágrimas, y se apresuró en desviar el rostro y ahogar un sollozo.

   —Tuve miedo —Le respondió suavemente—. Tenía miedo que nos descubrieran. No tengo a ninguno de mis padres y este puesto es lo que me mantiene al día de hoy, pensé que si descubrían que éramos amantes me quitarían de mi cargo y le harían algo a él.

   —Ya veo... —Murmuró ante esa respuesta. Estaba en lo cierto, lo había hecho por miedo. Excusa que entendía a la perfección— ¿Y no existe la posibilidad de que puedan volver a estar juntos?

   —No mientras él siga interesado en esa mujer, si es que existe.

   —Entiendo —Se volvió a sentar en el sillón y soltó un suspiro—. Pues te aseguro que esa mujer no soy yo. Sabes que nunca pondría mis ojos sobre un militar...y mucho menos en el interés amoroso de mi mejor amiga.

     《Eres una maldita mentirosa, Rosalyn, que bien te sale fingir que no te mueres por él》

   —Si, lo sé...pero bueno, la mente a veces no juega una mala pasada —Comentó para luego fruncir los labios—. La cosa es, que lo siento. En serio lamento haber pensado mal, y entenderé si no quieres perdonarme aún.

   —Eres una tonta ¿Cómo no perdonar a mi hermana de alma? —La ojimarrón le sonrió y se levantó para poder abrazarla con fuerza.

     Rose correspondió el gesto con la misma intensidad, pero su rostro no demostraba felicidad. Todo lo contrario, expresaba culpa. Culpa por mentirle tan descaradamente, culpa por desear a Roy con locura...culpa por no saber que hacer.

     Se separaron del abrazo y Riza la sujetó por las manos.

   —Supongo que ahora me queda disculparme con el coronel, por entrometerme de más en su vida —Dijo la joven con algo de nervios.

   —Si, pero eso puede esperar, nosotras necesitamos más tiempo para hablar.

   — ¿No tienes cosas que hacer? —le preguntó con diversión.

      La ojiceleste iba responder el sonido de la puerta siendo golpeada de manera suave la interrumpió. Se abrió lentamente y apareció uno de sus subordinados, quien hizo una leve reverencia para luego sonreír.     
      
   —comandante, el Fuhrer la necesita en su oficina —Le comunicó el joven.

   —El deber te llama —Dijo Riza para luego suspirar, sin dejar de sonreír—. Luego seguiremos con nuestra charla, ¿Okey?

   —Okey —Rose imitó su sonrisa y se despidió de su amiga, saliendo de la oficina junto con su subordinado.

     Riza solo amplía su sonrisa, sintiendo como un peso enorme se salía de sus hombros al haber logrado reconciliarse con su amiga. Ahora solo le quedaba hablar con el coronel, y era justo lo que haría en ese momento. Salió de aquel cuarto y comenzó a caminar por los pasillos para lograr salir del Cuartel General rumbo a la sede de la Corte Marcial.

                                           

     Roy cerró los archivos que tenía frente suyo con brusquedad y soltó un pesado suspiro.

     Estaba frustrado.

     Eso se podía ver a simple vista porque se la pasaba quejándose y bufando por todo, hasta sus subordinados se habían dado cuenta de eso...y la principal culpable de eso era Rose y su maldito distanciamiento. 

     Luego de que la rubia le pidiera guardar distancias, cosa que sintió como un segundo rechazo, pensó que lo mejor que podía hacer era dejar atrás la odiosa abstinencia en la que se encontraba y retomar sus encuentros casuales con mujeres. Pero se equivocó rotundamente. Cada vez que iba a los bares que frecuentaba para poder "ligar", le pasaban dos cosas; la primera era que ninguna de las mujeres que veía, que eran muchas, le parecían lo suficientemente atractiva como para hablarles, y la segunda era que con cada insinuación que recibía solo podía pensar en la hermosa sonrisa de la ojiceleste, comprendiendo que era una clase de lealtad que le tenía.

     Nunca una mujer lo había trastornado tanto, nunca se había sentido de esa forma cuando la miraba ¡Nunca había tenido que salir corriendo al baño para atender lo nuevos "problemas" que enfrentaba! ¡Por dios! Ya no tenía quince años. Era un hombre, hecho y derecho, que no necesitaba recurrir a los "trabajos manuales" para saciar esas necesidades...pero ya no tenía ganas de saciar sus instintos por sí mismo. Necesitaba más. La necesitaba a ella. Y la situación no lo ayudaba, mucho menos cuando la dueña de sus fantasías le sonreía de lado, lo miraba con esos ojos tan hermosos, menos cuando tenía esos carnosos labios que lo seducían inconscientemente, esa piel tan suave, ese cabello tan rebelde y ese cuerpo lo llamaba a gritos. Así que si, era muy consiente de todo lo que Rosalyn Armstrong era capaz de hacer solo con mirarlo y sonreírle.

     Y de lo que también estaba seguro era de que ella, aunque lo negara, también lo necesitaba. No era tonto como para no darse cuenta de la forma en que lo miraba cuando estaba "distraído", o la forma en que su cuerpo se tensaba cada vez que se le acercaba o la manera inconsciente con la que le coqueteaba.  Y por esa razón se molestaba aún más. Sabía que ella también lo quería pero no podían estar juntos porque Riza Hawkeye y su amistad inquebrantable estaban de por medio.

   —Maldita sea —Exclamó con molestia y golpeo el suelo con fuerza—. Debo terminar con todo esto o me volveré loco.

     Sin más que decir salió del cuarto en el que se encontraba encerrado, no sin antes echarle llave a la puerta. Salió de la pequeña biblioteca y comenzó a caminar rumbo a la oficina de la rubia. Para su suerte no tuvo que caminar tanto, ya que cuando dobló en la esquina de uno de los pasillos se le encontró de frente. Aparentemente venían de hablar con el Führer. Aprovechó que solo ellos transitaban por el lugar y la tomó por el brazo, y la arrastró a un pasillo que fuera mucho menos transitado. Una vez allí, la estampó contra la pared y colocó sus manos a ambos lados de la cabeza de Rose, acorralándola.

   —Roy, maldita sea ¿Qué te pasa? —Le preguntó la rubia con molestia.

   —Ahora, tú y yo...vamos a hablar.


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Homa gentecita bella, como están?

Espero que estén pasando una mañana/tarde/noche genial


Aquí regreso con un nuevo capítulo lleno de salseooooooooooo




La conversación estre Riza y Rose estuvo bien tensa.

Rose siente más culpa que católico en semana santa

Que creen que pase entre estas dos??





Roy encaró a Rose!!!!!


Eso terminará con resultados sexuales jajajajajajaj

Que creen que pase en esa charla?

Leo sus comentarios 7u7







Si les gustó  dejen estrellita y comenten, se los agradecería de corazón
💖💖💖💖💖💖💖





Sin más que decir


Bye Bye


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