8 : Castigo l

El día había pasado sin ninguna novedad, mis amigas seguían igual de divertidas que siempre, mis compañeros igual de idiotas y los profesores igual de aburridos, al parecer la única que estaba diferente era yo.

Me había pasado todo el día pensativa y nerviosa.

¿El motivo? Jeon Jungkook.

Últimamente que Jeon me dejara intranquila, nerviosa y pensativa no era novedad, pero hoy al igual que yo era diferente.

Los mensajes que me había dejado anoche me habían hecho pensar, pensar demasiado.

El hecho de que yo alimentaba su apetito sexual, cosa que aunque me empeñara en negar, muy en el fondo de mi me gustaba; y el hecho de que me había dejado claro que hoy me quería sin ropa interior en su casa, y que si la llevaba, él mismo se encargaría de arrancármela, hacía que se acumulará la sangre en mis mejillas y en otras zonas de mi cuerpo donde nunca había sentido un cosquilleo semejante.

Me costaba admitir que además de asustada estaba expectante ante los actos que Jungkook pudiera realizar está tarde.

Suspiré una vez más, como hacía todas las tardes frente a la casa de los Jeon.

Que la puerta se abriera como por arte de magia ante mi presencia no era ninguna novedad y como de costumbre entré, fui al baño a cambiarme y como siempre aproveché para limpiarlo.

Cuando salí me encontré con Iseul, siempre me la encontraba a la salida del baño, algo que también me resultaba espeluznante, parecía que me esperaba todos los días ahí.

— Joy, el señorito Jungkook ha pedido que subas a su habitación.

Me helé ante las palabras de Iseul, todavía no estaba preparada para subir a esa habitación del demonio ¡¡no llevaba ni media hora en esta casa!! ¿No podía esperarse al menos a que fueran las 5?

— ¿Sabe para que me necesita? —me aventuré a preguntar.

— Se le a derramado un vaso de leche y a pedido que subas a limpiarlo.

— De acuerdo, en seguida subiré —hice una reverencia y me marché.

Cogí los utensilios necesarios para limpiar, aunque sabía perfectamente que no tendría nada que limpiar, pues estaba segura de que era una escusa para que subiera sin rechistar.

Subí las escaleras con la misma lentitud que las subía siempre cuando tenía que ir a la habitación de Jungkook.

Toqué la puerta con mis nudillos suavemente. Ya estaba temblando y ni siquiera había entrado.

— Entra —se escuchó la grave voz de Jungkook del otro lado de la puerta.

Tragué saliva, me arme de valor y entre, encontrándomelo tumbado en su cama, con una mano en su estómago y la otra detrás de su cabeza, su pose me hacía preguntarme si era normal que un hombre se viera tan condenadamente sexy.

— ¿Dónde está la leche? —pregunté inspeccionando el suelo en busca de algún líquido derramado en el, pero mi misión fue fallida al no encontrar nada.

— Todavía no la he derramado —dijo con una voz seductora a la vez que se levantaba de la cama y se dirigía a mi.

¿Perdón? ¿Ósea había escuchado bien? Era inocente, pero no tanto como para darme cuenta de la comparación que estaba haciendo entre la leche y sus...fluidos corporales.

Eso me hizo ponerme en alerta, y su cercanía no estaba ayudando absolutamente nada.

— Creo recordar haberte pedido algo ayer —bajó su mirada inspeccionándome, deteniéndose por unos instantes en mi pecho—. Y por lo que veo no me has obedecido —hizo una pausa para acercarse a mí aún más, teniendo su rostro frente a mi—. Sumándole que ayer me hiciste un gran feo dejándome en visto —hizo una pausa y se alejó un poco de mi para comenzar a dar una vuelta alrededor mía, era como un león observando a su presa—. ¿Sabes lo que eso significa? —podía notar su respiración en mi nuca.

— No —susurré cerrando los ojos preparándome para lo peor.

— Significa que tendré que castigarte —pronunció con la voz más ronca que había oído, haciendo que mi piel se erizara.

¿Castigarme? No sé porque tenía un presentimiento de que su castigo no iba a ser precisamente mandarme al rincón de pensar.

— Pero... —no alcancé a terminar mi frase.

Jungkook ya tenía puestas sus manos en mis caderas haciendo que me sobresaltara.

— Quiero que ahora me obedezcas y hagas todo lo que yo te diga.

Yo asentí en respuesta, en ese momento no era capaz de decirle que no a absolutamente nada, el miedo me inundaba al igual que la curiosidad y el calor que sentía en mi interior.

Me dirigió con sus manos en mis caderas hacia su cama, se separó de mí y se sentó en esta, me observó lujuriosamente para después morderse el labio, haciéndole ver más sexy de lo que ya era.

— Ven aquí —palmeó su piernas.

Me dirigí hacia él temblorosa para sentarme en su regazo, pero me detuvo agarrándome del brazo.

— Así no —hizo que me diera la vuelta—. Quiero que te tumbes encima mía.

Lo mire confundida ¿que pretendía hacer?

— No tengo todo el día —me miró con seriedad.

Obedecí y me tumbé encima de él, de forma que tenía mi trasero en su regazo y apuntando hacia el, no pude evitar sonrojarme ante esta posición.

Mi falda se había subido un poco al estar así, por lo que hice el amago de bajarla, pero fue en vano ya que él me lo impidió.

— Si intentas bajarla de nuevo te la quitaré —me advirtió en tono duro.

Lo siguiente que pasó logro robarme el poco aire que quedaba en mis pulmones, empezó a acariciar mi trasero por encima de la falda.

Yo nerviosa me removí e intente levantarme, pero me fue imposible.

Jungkook me tenía bien sujeta y pegada a él como para que me fuera posible escapar.

— Shhh, tranquilízate, cuanto más te resistas será peor —volvió a acariciar mi trasero levemente.

Comenzó a subirme la falda, eso para mi ya era demasiado.

— No por favor —hablé desesperadamente.

Que Jungkook me viera me daba pánico, mi vergüenza era tal que estaba apunto de llorar.

No podía dejar que me viera, seguro que se burlaría de mi por mi carencia de atributos femeninos o le asquearía.

Cuando pronuncié esas palabras tan suplicante Jungkook paro en seco, algo que me sorprendió bastante, pero no tanto como lo que hizo después, palmeo mi trasero con una fuerza moderada, haciéndome soltar un pequeño grito de sorpresa.

¿Me estaba azotando?

— ¿Qué estás haciendo? —pregunté temblando.

— Castigarte —volvió a palmear mi trasero, esta vez con algo más de fuerza, aunque no llegara a doler me era imposible no soltar pequeños gritos.

Mi respiración era agitada y a juzgar por mi corazón parecía que había recorrido una maratón.

— Ayer me dejaste con unas ganar inmensas de follarte sabes —dijo de la nada palmeando de nuevo mi trasero—, tuve que apañármelas yo solo con la ayuda de tu ropa interior.

Ante esas declaraciones tan promiscuas solo me quedaba decir una cosa:

¿COMO COÑO SE RESPIRABA?

La imagen de Jungkook masturbándose me vino a la mente haciéndome sentir unas sensaciones nuevas que no conocía antes.

— ¿No vas a decir nada?—habló palmeando de nuevo mi trasero, pero esta vez lo que salió de mi no fue un grito, sino un gemido.

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Gracias por leer 💜💜💜

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