4 : Yo lo sé todo

Después del recreo las clases pasaron rápidas, ya que ni siquiera me daba cuenta de lo que el profesor explicaba por culpa de estar sumergida en mis pensamientos.

Como todos los días me hallaba delante de la puerta de los Jeon, seguía igual de nerviosa que las últimas veces, pero esta vez estaba decidida de que sería capaz de controlar mis emociones frente a él.

Entré en la casa y me dirigí al baño, coloqué mi uniforme, lo limpié y salí, encontrándome con Iseul en la puerta.

— Kim recuerda que hoy te toca limpiar las habitaciones —recordó Iseul con una sonrisa.

— Si, no se preocupe, las limpiaré —dije amable de vuelta.

— Veo que te estás amoldando bien a esta casa, te felicito —habló dándome un leve apretón en el brazo para después marcharse, no sin antes escuchar un "gracias" de mi parte.

Tal y como dijo Iseul subí a la planta de arriba y comencé con la habitación de la señora Jeon. Limpiando no podía parar de pensar en Jungkook y que por mucho que intentara evitarlo hoy tendría que limpiar su habitación. La incertidumbre de saber si él se hallaba dentro de ella o no, me carcomía por dentro.

Al fin terminé todas las habitaciones de la planta, exceptuando la de Jungkook.

Me dirigí hacia ella a paso lento, una vez que estuve en frente de su puerta toqué con mis nudillos, rezando por no recibir respuesta, pero mis plegarias fueron ignoradas.

— Pasa —se escuchó la voz de Jungkook detrás de la puerta.

Solté un suspiro, me armé de valor y entre, encontrándomelo en la misma posición de ayer, sentado en la silla junto a su escritorio.

— Has tardado más de lo que me esperaba —jugueteó con el bolígrafo que tenía en sus manos—. Acaso...¿te daba miedo venir? —preguntó con una voz que me hizo estremecer ¿por que tenía que ser así?

Me dije a mi misma que no le daría el gusto de verme débil, así que le contesté.

— No te tengo miedo —dije lo más sería que pude haciendo que el sonriera ampliamente.

— Pues deberías —contestó mirándome por primera vez en la tarde.

No sabía cómo tomarme sus palabras, y tampoco a qué se refería por lo que cambié de tema.

— Tengo que limpiar tu habitación —hablé cortante.

Me estaba costando actuar así, yo no solía ser cortante con los demás, sino amable y simpática.

— ¿Y a qué esperas? —formuló con el mismo tono que yo había empleado.

Lo miré mal y comencé con mi trabajo, sin pasar desapercibido la intensa mirada de Jeon en mi, bueno en mi y en mi trasero para ser más exactos, haciendo que mi nerviosismo aumentara.

Intenté mantenerme serena y no tirar todos los objetos de la estantería que estaba limpiando.

Ya había limpiado la parte de la habitación que no estaba habitada por Jungkook, por lo que ahora me tocaba limpiar el escritorio donde él se encontraba.

Me pregunté más de una vez si el escritorio estaría tan sucio como para limpiarlo o si era estrictamente necesario que lo limpiara hoy, al final todas esas preguntas fueron borradas de mi mente al recordarme que tenía que hacer bien mi trabajo y que no dejaría de hacerlo por la incómoda presencia de una adolescente hormonal cuyo nombre era Jeon Jungkook.

Me acerqué al escritorio posicionándome a su lado, donde él se hallaba leyendo un libro.

Comencé a pasar la bayeta por la mesa y me detuve en seco cuando noté una caliente mano en la cara interna de mi rodilla, la cual iba subiendo lentamente hasta alcanzar la cara interna de mi muslo.

Me quedé paralizada y sin saber cómo reaccionar, miré de reojo a Jungkook que seguía con la vista clavada en su libro, como si no tuviera nada que ver en lo que estaba pasando.

Mi nerviosismo aumentó cuando su mano comenzó a impartir leves caricias a mi muslo, subiendo y bajando lentamente, casi llegando a mi intimidad.

— Jungkook —alcancé a decir llamando un poco su atención.

— Ajá —respondió sin despegar la vista de su libro.

— ¿Qué se supone qué estás haciendo? —pregunté un poco alarmada.

— ¿No es obvio? —dijo mirándome como si hubiera hecho la pregunta más tonta del mundo—. Leer.

Me quedé mirándolo incrédula, cómo podía tener el descaro y la poca vergüenza de tocarme y ni siquiera molestarse en admitirlo.

— Aparte de eso —hablé un poco irritada.

El me miró como si esperara la respuesta, como si no tuviera ni idea de lo que le estaba hablando.

— Me estás tocando —dije esta vez con la voz dura.

— Ah te refieres a eso —pronunció como si acabará de entender un dificultoso problema de física—. Eso no es tocar, cuando te toque de verdad lo sabrás, créeme —dijo clavando su mirada en mi, cosa que me hizo tragar saliva.

El acto siguiente me dejó más desubicada que el anterior, me jaló del brazo haciendo que quedará encima de su regazo. Apartó el pelo de mi cuello haciéndolo a un lado y procedió a bajar un poco la manga de mi blusa, dejando una parte de mi hombro al descubierto.

Dejó un pequeño beso húmedo en mi cuello haciendo que mi piel se erizara.
Puso una de sus manos en mi estómago rodeándome y la otra la dejó en mi muslo, donde propinaba leves caricias haciendo que me tensara por su cercanía.

Podía notar su duro y trabajado cuerpo debajo mía, y su respiración chocando con mi nuca.

— Te noto tensa —habló subiendo la mano de mi muslo, metiéndola debajo de la falda de mi uniforme—. Conozco muchas maneras en las que podría relajarte —dijo seductor.

Mi corazón taladraba mi pecho y mi respiración estaba agitada, añadiéndole el sudor de mis manos debido a mi nerviosismo.

— Dudo mucho que tus técnicas de relajación funcionen conmigo —hablé lo más rápido que pude con el objetivo de no tartamudear como una tonta.

Mi comentario le hizo soltar una carcajada.

— ¿Cómo estás tan segura si nunca lo has probado? —preguntó apretándome más contra él.

— ¿Y cómo estas tan seguro de que no lo he probado? —reté molesta.

Ese comentario me había molestado ¿tan obvio era que nunca había estado con un chico?

— Creí que ya te lo había dicho, yo lo sé todo —pronunció subiendo más su mano, casi rozando la tela de mi ropa interior.

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Gracias por leer💜💜💜

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