Cap. 9


Creo que se puede decir que mi cerebro está oficialmente fuera de combate. Tan pronto como se anunció el desafío y opté por no participar, lo más inteligente hubiera sido dejar que War siguiera adelante. Si el idiota es atrapado, es por él.

Incluso sabiendo eso, lo había seguido. Todavía no estoy seguro de por qué, pero tengo una suposición bastante sólida.

Echo un vistazo rápido a su perfil. No se ha hecho nada con su pelo rubio, que le cae en mechones sobre la frente. Tiene la mandíbula afilada, la nariz torcida por habérsela roto jugando al hockey, y esos labios en los que no puedo dejar de pensar... Dios, quiero —no, necesito— probarlos.

Y él me daría un puñetazo en la cara si lo intentara. Sólo que, si me rompiera la nariz, definitivamente no me vería tan bien como él con un chichón permanente.

—¿Realmente vas a seguir con esto? —Pregunto.

—Sí. ¿No estás seguro?

—No puedo. No estamos todos aquí con el dinero de papá. Se burla.

—Ah. Ahora todo sale a la luz. ¿Ese es tu gran problema conmigo? ¿Que tengo dinero?

No quería decirlo así, pero ahora estamos aquí.

—No aprecias la mierda que tienes. Su risa es hueca.

—Eres un maldito idiota.

—Sin embargo, no estás discutiendo, ¿Verdad?

—No tengo que demostrarte una mierda, Anan.

—Soy Anan de nuevo. Es bueno saberlo.

—¿Prefieres que te llame Topher? —Se está burlando de mí.

Sin embargo, sinceramente, ya no lo sé. Me froto las manos en los muslos mientras pienso en una forma de reconducir la conversación.

—¿Por qué eres siempre tan idiota? Probablemente no sea así.

— ¿Estás bromeando? Tú eres el idiota, amigo. Es como si tuvieras dos configuraciones. El de juzgar a McRighteous, o el de Scowly Fuckhead.

—¿Alguna vez has pensado que eso es sólo alrededor de ti?

—¿Qué es lo que me hace tan especial? Pregunta a mi pene.

Me aclaro la garganta.

—Mira, puede que no me agrades, pero no quiero verte en problemas.

—¿No te agrado? —Su voz gotea con falso remordimiento—. Pero me agradas a mí.

—Y una mierda que sí.

—No, de verdad. Me gusta molestarte y hacer que frunzas el ceño, y cuando digo algo realmente ridículo te sale esta vena —me pasa un dedo por la sien y me sobresalto—, justo ahí.

—Estoy tratando de tener una conversación seria...

—¿Una conversación seria? Eso no es propio de ti.

—He cambiado de opinión —Me paso la mano por el pelo—. Haz lo que te dé la gana. Lo harás de todos modos.

War empieza a reírse, y me sobresalto cuando se acerca y me aprieta el muslo. Teniendo en cuenta las ganas que tengo de tocar al tipo, estoy siendo un idiota nervioso.

—Por fin estás aprendiendo, Topher. Y volvemos a lo mismo.

War dirige el coche hacia el aparcamiento detrás del teatro UVM y apaga el motor. Él aplaude con sus manos juntas.

—Vamos a hacer esto.

—De ninguna manera. Estás por tu cuenta. Se acerca más.

—Cobarde.

—No va a funcionar.

Cuando se ríe, se le ilumina toda la cara y se me seca la boca.

—Espera aquí, entonces —Me guiña un ojo y me pasa las llaves—. Órdenes del capitán.

Ahí van mis calientes pensamientos.

War salta y agarra la mierda que Pirapat guardó en el maletero. El chirrido revelador de las latas de pintura en aerosol sigue a War más allá del coche, y mi estómago se hunde.

Idiota.

Idiota, idiota, idiota.

¿Por qué demonios me he subido al coche?

¿Qué tiene este tipo que me hace perder la cabeza?

Puedo admitir que está bueno –mis sesiones nocturnas de pajas me han hecho aceptarlo–, pero una sonrisa sexy y un culo mordible no son razones para arriesgar mi beca.

Tengo una visión clara de él mientras sigue un camino hacia la estatua del catamarán. La estatua se colocó hace unos veinte años para fomentar el espíritu escolar.

Está claro que no funcionó.

No digo que me hiciera sonreír patearles el culo el año pasado, pero nuestro equipo fue imbatible la temporada pasada gracias a Jumpol y a mí. Ok, y a War.

Odio darle ese crédito, pero se lo merece.

War se detiene junto al edificio y comprueba que la zona está despejada antes de acercarse a la estatua. Está hecha de piedra deslustrada de aspecto broncíneo y se parece más a una pantera que sisea que a un puma.

Espero que War haga una pulverización rápida y salga, pero se toma su tiempo. Primero envuelve cada una de las cuatro patas con papel higiénico y luego le hace un pañal con un agujero para la cola.

Mis labios se crispan mientras lo veo trabajar como si tuviera todo el tiempo que necesita. Sé que la seguridad es tan pasiva durante el descanso como en la UC, pero todavía hay patrullas que podrían encontrarnos fácilmente.

Después de echar un vistazo rápido a mi alrededor, levanto mi teléfono y hago una foto de War mientras trabaja. Cuando sale la pintura en aerosol, no me sorprende en absoluto que rocíe un pene gigante en la frente del gato. Tal vez eso sea ir demasiado lejos, pero al fin y al cabo es War.

Lo observo trabajar durante unos minutos más, deseando como un demonio que se dé prisa y salga de allí.

Un movimiento a la izquierda me llama la atención y se me revuelven las tripas. Hay una linterna barriendo el lateral del teatro, y War no se ha dado cuenta.

—Joder —Me apresuro a tomar mi teléfono y buscar el número de War, conteniendo la respiración todo el tiempo.

Veo que se lleva la mano al bolsillo. Por un momento me preocupa que no responda, pero luego me recuerdo que, si lo pillan, es cosa suya.

—¿Qué pasa? —es su respuesta.

—Viene la seguridad. A tu derecha.

Me vuelvo a incorporar y subo al lado del conductor. La linterna se acerca, y War debe finalmente divisarla porque empieza a correr.

Bien, supongo que no vamos con el enfoque sutil.

Un fuerte grito lo sigue, así que meto la llave en el contacto y acelero el coche. Pongo la marcha atrás, salgo del aparcamiento y maniobro hasta el borde del camino justo cuando War me alcanza. Casi arranca la puerta de las bisagras cuando la abre de un tirón y se sumerge en el asiento.

—¡Oye, para!

La linterna se acerca, y War cierra la puerta, cortando los gritos, entonces dirijo el coche y salgo de allí.

Voy diez veces por encima del límite cuando salimos de la UVM y seguimos avanzando. War se ríe a mi lado y mis manos rodean el volante como si intentara no acelerarlo.

No aflojo la velocidad hasta que estoy seguro de que nadie nos sigue.

—¿Un pene? —Le digo a War cuando por fin siento que puedo volver a hablar—. Eres realmente original.

—¿Quién necesita originalidad? El pene y las pelotas son un clásico.

Nos quedamos en silencio un momento mientras miro el espejo retrovisor.

—Ah, supongo que debería dar las gracias —dice War en voz baja—. Ya sabes, por advertirme.

—Debería haberte dejado allí.

—No te habría culpado. Necesitas tu beca, lo entiendo.

Y, sin embargo, mi beca no estaba en mi mente cuando arranqué el coche y me convertí oficialmente en cómplice.

—Somos compañeros de equipo. Nos cubrimos las espaldas mutuamente, pase lo que pase.

—Claro, compañeros de equipo —El humor de War cambia—. ¿Puedes dejarme en los dormitorios antes de ir a McIntyre's con los chicos? No estoy de humor.

—¿Tú? ¿No estás de humor? No responde.

—Los dormitorios están bien —digo.

—Así que los juegos de CUM han terminado. Por fin te has librado de mí. Debería sentirse mejor de lo que se siente.

—¿Vas a decirles a los chicos que casi me pillan y que no he terminado? Probablemente decidirán que eres el ganador si les dices que fuiste mi caballero de brillante armadura.

—No hice nada.

—Totalmente lo hiciste. Actuaste como un capitán. Al igual que el año pasado cuando fue el show de Jumpol y Anan.

—¿El... qué?

—Ustedes dos eran prácticamente inseparables. El resto de nosotros somos buenos, pero los entrenadores prácticamente se masturbaron por lo bien que iban juntos.

—Eso es preocupante.

—¿Sabes que yo solía pensar que estaban follando? Mis ojos se abren de par en par.

—¿Qué demonios? ¿Por qué?

—¿Tú y yo? Somos compañeros de equipo. ¿Tú y él? Eran... más.

—Bueno, sí, somos amigos.

—Te pegaste de él —La mirada que me dirige es un poco mala—, "Jumpol, practiquemos tiros", "Jumpol, ¿Vienes a McIntyre's?" "Jumpol, déjame chuparte la polla..."

—Vete a la mierda. Nada de eso ha ocurrido.

—Si tú lo dices.

Nos quedamos en silencio durante un minuto. Casi, ridículamente, tengo ganas de sincerarme con él. Pero hay como un millón de personas por delante de War cuando se trata de evaluar mi sexualidad, y no confío ni por un momento en que no vaya a correr directamente al equipo y contarles a todos cómo me convirtió en gay con un beso. No, gracias.

—Estaba, umm, tal vez un poco celoso —Está mirando por la ventana, y juro que se asegura a propósito de que no pueda ver su cara.

—¿Celos?

—No por ustedes. Es que... tengo muchos amigos, pero no tengo un mejor amigo. No tiene sentido, realmente, cuando tan pronto como me gradúe, estaré de vuelta en Nueva York.

En cualquier otro momento, habría pensado que War estaba presumiendo, recordándonos a todos su vida en Manhattan. Ahora, parece cansado.

Es increíble que tenga el impulso de consolarlo.

—Si ayuda, yo tampoco tengo ya un mejor amigo —Con Jumpol en Montreal, bajo la bomba con la NHL y tratando de exprimir cualquier momento libre que tenga con Gun, sé que eso dejará nada de puto tiempo para mí—. Y a diferencia de ti, no tengo mucho a lo que recurrir.

Puedo sentir que me mira.

—Pero ambos tenemos el equipo.

—Por este año —dice War.

—Por este año —me hago eco. Soy incómodamente consciente del arrepentimiento reflejado en nuestros tonos.

Tengo una buena razón para no buscar la NHL, pero War es bueno, y no dudo de que llamaría la atención de un agente, lo que me hace preguntarme por qué no toma ese camino. No es algo en lo que me haya preocupado pensar antes.

Llego a la Universidad de Colchester y volvemos juntos a los dormitorios. Esta vez no estoy pensando en todas las formas en que puedo abandonarlo. En lugar de eso, me pregunto qué está pasando por su cabeza.

Ni siquiera me importa cuando se une a mí en el ascensor.

Probablemente sea bueno que esta estúpida competición haya terminado, porque este extraño silencio de compañía entre nosotros no me sirve. Necesitamos algo de espacio. Y yo definitivamente necesito algo de tiempo para averiguar qué me pasa.

Cuando el ascensor se abre en mi planta, salgo y me vuelvo hacia él. Abro la boca, pero no tengo ni idea de lo que pienso decir. ¿Felicidades? No es probable.

¿Bien jugado?

Nuestras miradas se cruzan un segundo antes de que las puertas se cierren.

Vuelvo a mi habitación y me ducho, pero para cuando me meto en la cama, mi cabeza es un desastre.

¿Quiero ser amigo de War? Ni siquiera lo sé. Lo que sí sé es que cada vez que dice, bueno, cualquier cosa, me llama la atención su boca, y esa mierda es territorio peligroso.

¿Desde cuándo estoy tan desconcertado por un estúpido beso?

Me tumbo en la cama, mirando a la oscuridad, mientras considero cuál será mi próximo movimiento. War tiene razón. Podría decirles a los chicos que lo atraparon y que fui yo quien lo sacó de apuros. Podría decirles que no acabó haciéndolo.

Abro las fotos de mi teléfono y me doy cuenta de que no ha tomado ninguna de las suyas. Un movimiento tonto por su parte.

¿O confiado?

Le digo a mi conciencia que se vaya a la mierda mientras mi dedo pasa por encima del icono de borrar.

No estoy seguro de cuánto tiempo permanezco allí, mirando la foto de él, pero sé que, si borro estas fotos, todo habrá terminado realmente. Y la parte de mí que no quiere eso empieza a hacer mucho ruido.

Así que, en vez de ser inteligente, en vez de ir a por el puesto de capitán con todas mis posibilidades, en vez de poner a War en su sitio, respiro profundamente y saco el número de Pirapat.

Y le doy a "Enviar".

🔥 𝕭𝖑-𝖋𝖎𝖈𝖘

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