Cap. 2


No sé qué tiene Yin Anan contra mí, y me gustaría poder decir que me importa, pero no es así. De hecho, me gusta la forma en que está a la defensiva conmigo. Probablemente más de lo que debería.

El trabajo es para los adultos, y hasta que no camine por ese escenario con una toga y un estúpido sombrero, no me consideraré un adulto. O maduro. O realmente responsable.

Eso es algo con lo que tengo que lidiar en el futuro y con lo que tengo que lidiar en el presente.

Honestamente, me sorprendió que los entrenadores me consideraran para ser capitán. Pensé que seguramente Anan lo tendría en la bolsa. Él y Off Jumpol han estado unidos desde siempre. Tiene sentido que Anan ocupe el puesto.

Habiendo dicho eso, de ninguna manera me estoy echando atrás. Este es mi último año de gloria. Mi último año de libertad. Si puedo salir en la cima, voy a tomarlo. También ayuda el hecho de que voy a pasar mi último verano jugando a un juego que me encanta y al que no estoy dispuesto a renunciar. Puede que Anan tuviera razón sobre mis planes de verano. Tenía todo preparado para volar a Grecia y pasar las vacaciones en el yate de mis padres. Suena glamuroso, pero es jodidamente aburrido. Todo parece aburrirme últimamente. La idea de salir de fiesta con mi hermana pequeña a las discotecas de Grecia no tiene el mismo atractivo que antes.

A medida que el reloj de mi adolescencia se aleja, más acción y emoción anhelo. Adrenalina. Testosterona. Hockey.

Ayudar en el campamento de entrenamiento este año ha sido la excusa perfecta para librarme de que papá me recuerde constantemente que mi tiempo para hacer tonterías se está acabando. Cada vez que llego a casa con resaca o con una aventura de una noche o que tiene que pagar la fianza para sacarme de la cárcel —lo que sólo ha ocurrido una vez—, toca su reloj y dice "El tiempo para estas tonterías se está acabando, hijo".

Así que, sí, este verano será increíble. Conseguir atormentar a Anan es un extra.

El desafío en sus ojos sobre esta cosa del capitán envió una sacudida de adrenalina a través de mí, y no me he sentido tan bien en un tiempo.

Esto va a ser divertido.

El campus está prácticamente vacío cuando me dirijo a la pista para el primer día de campamento. Hay algunos programas de verano en la escuela, pero es una inquietante ciudad fantasma sin la presencia de todo el alumnado.

Todos los demás se van a casa o de vacaciones, y nosotros vamos a estar metidos en la pista o en la sala de pesas seis días a la semana durante las próximas siete semanas.

Nunca pensé que eso fuera tan atractivo.

Deslizo mi tarjeta de acceso al estadio de la escuela y voy directamente a los vestuarios. Llevo unos minutos de retraso y, por supuesto, Anan no lo deja pasar.

—Los capitanes deben ser los primeros en llegar y los últimos en irse —Está claro que se ha vuelto a afeitar los lados de la cabeza justo antes del campamento, dejando su característico jopo en la parte superior. Entre eso y su actitud, juro que nada cambia con este tipo.

—Gracias por el consejo. Lo recordaré para cuando sea capitán la próxima temporada.

El resto de los chicos sueltan gritos y "Ooohs".

Tenemos una lista de veinticinco hombres, pero sólo doce de nosotros nos quedamos para ayudar durante el verano. Llevamos a los chicos del instituto a realizar ejercicios de entrenamiento y les ayudamos a desarrollar sus habilidades mientras los entrenadores buscan quiénes son futuros leones [mascota/logo del equipo] prometedores.

Me dirijo a mi cubículo habitual y empiezo a desvestirme para poder vestirme.

Me sorprende que Anan no tenga una réplica. Puede que no, pero Pirapat sí.

Está a mi lado y se acerca mientras se quita la camiseta.

—¿Espacio personal, mucho?

—Para que sepas, soy del equipo Anan.

—Soy del equipo de Edward. Pirapat pone los ojos en blanco.

—¿Referencias a Crepúsculo? ¿En serio?

—Tengo una hermana.

—Mmhmm, claro.

—¿Tienes un punto, Pirapat?

—Sí. Aunque mi voto va a ser para él, pensé en avisarte. Ya estoy haciendo campaña por él. Si consigue todos los votos de los chicos del campamento de verano, ganará la mayoría fácilmente cuando empiece el semestre. Tal vez quieras aportar tu granito de arena.

—Eso suena como un desafío.

—¿Acaso lo quieres?

Pierdo la diversión en esta conversación.

—Lo habría rechazado si no lo quisiera.

—Bueno, vas a tener que trabajar por ello. Eso es todo lo que digo.

No me asusta el trabajo duro, pero teniendo en cuenta que todo esto implica ganarse a mis compañeros de equipo —mis amigos— diría que no tendré que trabajar tanto como Pirapat piensa.

Anan es muy motivado y se le da muy bien el hockey, pero no es precisamente amigable. Estuvo al lado de Jumpol durante tres años, popular por proximidad, y ahora que Jumpol se ha graduado y ha seguido adelante, Anan está solo.

Si alguien puede sonreír y hacer que alguien vote, soy yo. Busco mi camiseta de entrenamiento, pero Pirapat me detiene.

—Tenemos que llevar el uniforme de juego el primer día. Al entrenador le gusta que seamos intimidantes.

Por supuesto que le gusta.

Todo es cuestión de juegos mentales cuando se trata de hockey.

Una vez que estamos listos para ir, esperamos a que el asistente del entrenador venga a buscarnos para hacer una entrada. Y sí, en cuanto entramos en el hielo, los ojos de todos los niños se abren de par en par. Los cuarenta pares. De todos los que están allí sentados, una cuarta parte será becado para vestir la camiseta de un león dentro de un año. Las probabilidades no son buenas, pero incluso ser aceptado en este campamento es un logro. Yo nunca vine a uno aquí en la CU. Mis padres me enviaron a los campamentos de hockey privados más caros que el dinero podía comprar. Estos chicos llegaron aquí por su talento.

Los chicos están sentados en los palcos del equipo, y sé que todos tienen alrededor de dieciséis y diecisiete años, pero parecen bebés. Es difícil creer que yo tenía su edad hace sólo cuatro años.

El tiempo pasa demasiado rápido.

—Conozcan a sus mentores para el verano —dice el entrenador—. Estos son los chicos a los que tienen que impresionar. Se reportan a nosotros. Pero tienen por seguro que nosotros también estamos vigilando —El entrenador hace sonar su silbato y se vuelve hacia nosotros—. Muéstrenle lo que tienen, chicos.

El equipo se divide en dos líneas. Nuestro portero suplente de la temporada pasada que será el número uno este año, se une a mi línea. Los demás dudan un poco antes de decidirse entre mi lado y el de Anan, que sólo tiene a Pirapat.

El ceño de Anan es duro y se dirige a mí. Qué original para él.

—War necesitará algunos anotadores de verdad por allí. —dice y los chicos ríen y se acercan a mí.

Trato de no reírme porque para ser un D-man, tengo un récord de puntuación alto. Ni de lejos tan alto como el de Anan, pero no se supone que lo sea. No soy un simple matón en el hielo. Ayudo a preparar las jugadas y a meter el disco en nuestra zona.

Resulta que estoy frente a Anan. Un accidente total, lo juro.

Mostramos a los chicos que estamos "tutelando" este verano lo que es jugar al hockey universitario, y tras nuestra victoria en la Frozen Four, vamos por todas para demostrar lo que podemos hacer.

Soy más grande y ancho que la mayoría de los jugadores de hockey, y sé cómo golpear con fuerza. Cuando Anan está abierto y justo en mi camino, no dudo en aplastarlo contra las tablas y robar el disco.

Hago que mis chicos superen la línea azul, y ellos se encargan de pasarlo por encima del portero.

Cuando miro a Anan, su cara está roja y parece dispuesto a golpearme contra el hielo.

¿Qué dice de mí que eso también me parezca divertido?

Estoy tan acostumbrado a caerle bien a todo el mundo y a ser fácil de tratar, que su desprecio me parece fascinante. No tengo ni idea de lo que le he hecho, pero sea lo que sea, ni siquiera me arrepiento.

Porque... extrañamente me gusta.

Probablemente debería ir a un psiquiatra por eso, pero en lugar de eso, voy a pasar las próximas siete semanas presionando sus botones.

Paso por delante de él y le hago un gesto de saludo. Su cara de desprecio ha vuelto.

Mucha. Mucha. Diversión.

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El primer día es más agotador de lo que pensaba. Para cuando nos dicen que nos vayamos a las duchas, estoy listo para un trago. O un polvo.

Los adolescentes del campamento están experimentando la vida de dormitorio por primera vez en su corta existencia. Sin adultos. Sin supervisión. Y aparentemente, es nuestra responsabilidad asegurarnos de que no hagan nada estúpido.

Corrección, es la responsabilidad de nuestros compañeros juniors mientras el resto de nosotros va a un bar. McIntyre's es uno de los favoritos del equipo porque está a poca distancia del campus.

Cuando entramos, mi mirada encuentra inmediatamente a Anan, que está sentado en una mesa con el novio de Jumpol, Gun.

Jumpol nunca ha mantenido su sexualidad en secreto —fue una de las primeras cosas que supe cuando lo conocí—, pero no fue hasta el año pasado que se consiguió un novio y lo hizo público.

Su novio no es el tipo de hombre que yo pensaba que le gustaría a Jumpol. A Gun no le gustan los deportes, tiene inclinaciones académicas y... bueno, estoy tratando de pensar en algo menos insultante para llamarlo nerd. Pero es lo que es.

Me imaginé que, si Jumpol iba a establecerse con alguien, sería un tipo grande y masculino con músculos y tanto ego como él. Durante mucho tiempo, pensé que él y Anan tenían algo entre manos. No es que haya pensado mucho en la vida amorosa de Jumpol.

Jumpol está en la barra, y le doy una palmada en la espalda cuando me acerco.

—¿Qué pasa, hombre? ¿Cuándo te vas?

Se vuelve hacia mí con una amplia sonrisa.

—La semana que viene. Gun y yo pasearemos en coche y estaremos todo el verano conociendo la ciudad.

El maldito afortunado consiguió un contrato con la NHL. Se va a ganar la vida jugando al hockey, y estoy tremendamente celoso.

Eso no está en las cartas para mí.

Agarramos las bebidas y volvemos a la mesa, donde Jumpol se desliza al lado de su novio y pone su brazo alrededor de los pequeños hombros de Gun.

Anan me frunce el ceño cuando me pongo a su lado y hago sitio a Pirapat y Leo.

—Sabes, he oído que sonreír utiliza menos músculos que fruncir el ceño. Deberías probarlo alguna vez —Para probar mi punto, le muestro una sonrisa fácil.

—He oído que es más fácil no ser un idiota. Quizá deberías probarlo alguna vez.

Me río y doy un sorbo a mi cerveza. Jumpol pone los ojos en blanco.

—¿Qué van a hacer ahora que me voy? No habrá nadie que se meta entre sus discusiones.

—¿Por qué discuten? —pregunta Gun.

Yo digo:

—No tengo ni idea —al mismo tiempo que Anan dice:

—Es un imbécil.

—¿Por qué estás tan obsesionado con mi polla? —Me burlo. Gun frunce los labios.

—Una animosidad así entre dos personas puede ser un indicador de tensión sexual.

Jumpol se inclina hacia su novio.

—Estaba bromeando, cariño.

Gun se da cuenta de que está bromeando.

—Oh, claro. Era una broma. ¡Vamos deportistas! —Golpea el aire con el puño sin mucho entusiasmo.

Jumpol le besa el costado de la cabeza.

Algo hace que mi estómago se caliente, pero me apresuro a descartarlo. El afecto no es algo que haya recibido nunca. Ni de mis padres ni de ninguna de las chicas con las que he salido. Nunca he sentido la necesidad de besar la cabeza de alguien con cariño o de rodearle con mi brazo de forma posesiva.

Pero ver a Jumpol y a su novio me hace preguntarme si me estoy perdiendo algo.

—He oído que se están disputando el puesto de capitán —dice Jumpol.

—Sí. El entrenador ha dejado que el equipo vote —dice Anan—. Es una mierda. Como si el Sr. Party Favors de allí no fuera a sacarlo si ese es el caso.

Jumpol se frota la mandíbula, y puedo ver su cerebro de capitán pensando en una solución.

—Los co-capitanes son siempre una opción. ¿Capitán y capitán suplente?

—CU no tiene suplentes —dice Anan—. Ya lo sabes.

—Normalmente tampoco dejan que el equipo vote para elegir al capitán —señalo—. Estaré encantado de hacerte mi suplente.

Anan me hace un gesto con el dedo.

—¿Y si el equipo los obligara a hacer ciertos retos de capitán? —Pregunta Jumpol—. Intentar que sea justo en lugar de un concurso de popularidad.

Sonrío.

—Sólo lo dices porque sabes que tu chico perderá si se reduce a quién es más simpático.

Pirapat rebota en su asiento junto a mí.

—No, no. Me encanta esta idea. Podríamos hacerte correr por el patio o... ooh, concurso de beber.

Jumpol frunce el ceño.

—Eso no es lo que quería decir. En absoluto. Pirapat saca su teléfono.

—¿Qué? No te oigo. Estoy demasiado ocupado enviando mensajes a los demás.

Anan y yo compartimos una mirada. Por primera vez, creo que estamos en la misma página, pensando exactamente lo mismo.

Estamos jodidos.

🔥 𝕭𝖑-𝖋𝖎𝖈𝖘

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