Capítulo 24
Gun no podría moverse más lento si lo intentara. En serio.
¿Y cuando se agacha para desenchufar el cargador de su teléfono?
—Ok, a la mierda con esto. —Agarro a Gun por detrás y suelta un adorable chillido.
Lo hago girar y lo empujo contra la pared. Su cabeza se golpea contra ella.
—Ay.
—Mierda. ¿Estás bien? —Le paso la mano por la nuca.
Se ríe.
—Estoy bien. Mi primera lesión sexual.
—Conmoción sexual. Eso es una barbaridad.
—Tal vez deberías tomar nota mentalmente de que no soy tan grande como todos esos jugadores de hockey que tiras en el hielo.
—Tomo nota. Pero el sentimiento sigue en pie. A la mierda la espera hasta que volvamos a mi habitación. Te necesito ahora. —Muevo mis caderas, clavando mi erección en él.
Se estremece contra mí.
—Pero... la cama...
—Piensa, Sr. Genio. ¿Tienes suministros?
—Suministros...
—Lubricante. Condones. —Yo arqueo la ceja.
—Oh. Umm, en mi cajón. —Señala su escritorio—. Puede que haya pedido algunos cuando compré el suspensorio que ahora pertenece a una fraternidad. —Desvía la mirada y se sonroja.
No sé si la vacilación que sale de él es su nerviosismo habitual o algo más.
—¿Te parece bien que te folle otra vez? —Vuelvo a comprobarlo.
Asiente con la cabeza. Con fuerza. Me acerco a su oído.
—Desnúdate.
Se mueve con rapidez, pero todavía está tanteando su ropa cuando vuelvo con lo que necesito.
La camisa de Gun está en el suelo, sus pantalones están en los tobillos, pero aún está en ropa interior, y no creo haber visto una imagen más agradable en mucho tiempo. Si es que alguna vez.
Y estoy seguro de que no tiene nada que ver con el logotipo gigante del escudo del Capitán América en sus calzoncillos azules brillantes que juega con todo el asunto de la fantasía nerd.
—Date la vuelta. —grazno.
Gun parece confundido.
Pongo el lubricante en su mesita de noche y lo hago girar físicamente, luego levanto sus manos para colocarlas en la pared.
El gemido que me sale al ver su culo apretado enmarcado por sus pequeños calzoncillos es feroz y animal.
Recorro con mis manos sus costados y engancho mis dedos en la cintura de sus calzoncillos, bajándolos lentamente por sus piernas.
—No puedo creer que pensaras que estaba cerca de terminar contigo.
—P-podría haber sido un e-error por mi parte.
—El más grande.
Se quita los pantalones y la ropa interior.
—No es mi culpa que no entienda de citas.
Me pongo de pie y me pego a su espalda, acariciando su cuello.
—Bien, asumo parte de la culpa por eso. Olvidé que eres nuevo en esto. Un consejo para el futuro. Si un chico no está interesado en ti, no enviará mensajes de control para ver cómo estás, aunque ignores la mayoría de ellos.
Gun se estremece y suelta un jadeante
—Es bueno saberlo. Ves, estoy aprendiendo.
—La mayoría de los chicos tampoco te dejan marcarlos con un chupetón a menos que ya sean tuyos.
Gun empuja su culo contra mi erección que sigue atrapada detrás de mis vaqueros.
—¿Así que dices que he roto el protocolo?
—Me encantó que me marcaras, pero ahora es mi turno. —Chupo con fuerza la unión entre su hombro y su cuello.
—Mierda. —sisea.
Cuando creo que he hecho un trabajo suficientemente bueno, lo suelto.
—Ya está. Eso debería alejar cualquier duda durante al menos una semana.
—¿Y después?
—Entonces puede que tenga que volver a hacerlo. —Le rodeo con los brazos y lo aprieto contra mí.
Se retuerce, su cuerpo apretado pide más.
—O-off...
Su voz necesitada me hace cosas. Me pone más duro para él, y me hace sentir algo en el pecho. La forma en que dice mi nombre me hace sentir necesario. Necesitado.
Me obligo a alejarme de él, a pesar de su gemido de protesta, y me despojo de la ropa.
Se queda completamente quieto, con las manos apoyadas en la pared, con la cabeza girada para observarme por encima del hombro.
Una vez desnudo, me tomo la polla y le doy unas cuantas caricias, sabiendo que me está mirando.
La mirada de Gun me sigue mientras busco el lubricante. Gruñe.
—¿Es impaciencia lo que oigo? —me burlo.
No me responde.
—¿Sigues conmigo? —Le paso un dedo lubricado por la raja del culo y le acaricio el apretado anillo muscular.
—Ajá.
Su agujero se aprieta y se suelta como si estuviera luchando contra el impulso de tensarse.
Continúo provocando mientras espero a que se relaje y se abra para mí antes de introducir el dedo.
Gun respira con fuerza mientras lo estiro lentamente. Necesito estar dentro de él, pero no quiero hacerle daño. Cuando jadea y pide más, añado más lubricante. Más dedos.
Es obvio cuando encuentro el punto adecuado y masajeo sobre su próstata porque empieza a tomar el control. Mueve las caderas, su culo recibe mis dedos más profundamente y con más fuerza. Mi polla necesitada gotea pre semen en su nalga izquierda mientras un escalofrío le recorre todo el cuerpo.
—Estoy listo. —grita.
Todavía está muy tenso, pero confío en él.
Cuando me pongo el condón y me alineo, me aseguro de entrar en él lentamente. Su agujero se contrae alrededor de la cabeza de mi polla y veo las estrellas.
Aprieto los dientes mientras su calor rodea mi polla, porque es muy tentador entrar de golpe en su interior.
Sigo moviéndome lentamente. Sigo respirando.
Cuando estoy completamente enterrado dentro de él, cubro su espalda con mi cuerpo.
Tiene el tamaño perfecto. Lo suficientemente alto como para que sólo tenga que doblar ligeramente las rodillas. Lo suficientemente pequeño como para poder envolverlo con todo mi cuerpo.
—Muévete. —me suplica.
—Quiero que sientas cada centímetro de mí —murmuro en su oído—. Lo duro que estoy para ti. —Lo rodeo con mis dedos y envuelvo su polla—. Lo que me haces.
Saco uno o dos centímetros y vuelvo a meterla.
Hace un sonido desesperado, entre un gruñido y una petición de más.
Lo acaricio al ritmo de mis embestidas, susurrando palabras de reclamo en su oído y asegurándome de que sepa que hablo en serio cuando digo que esto no ha terminado.
No hemos terminado ni mucho menos.
—Quiero más de ti. Todo de ti.
—Tenme. —Su voz es temblorosa—. Tómame.
—¿Lo quieres más fuerte?
—Por favor.
¿Quién soy yo para negarle a Gun lo que quiere?
Me enderezo y lo pruebo, viendo cómo responde a un poco de velocidad. Sus gemidos llenan el espacio y me instan a ir más profundo. Más fuerte.
El sudor me recorre la cara y el pecho, haciendo que el pelo se me pegue a la frente.
—Carajo, Gun.
Al oír su nombre, se pone rígido y su culo se aprieta alrededor de mi polla con tanta fuerza que casi me desmayo.
El calor llena mi mano cuando se corre, pero no disminuyo la velocidad. Estoy muy cerca.
Empujo una vez más, llegando al punto de no retorno, y entonces me corro con fuerza, estremeciéndome y convulsionando dentro de él mientras mi semen llena el condón.
Lo separo de la pared y lo sujeto por detrás, mientras mi polla se desliza fuera de él. Está tan sudado como yo.
—Mierda. —respira.
—Mierda buena, o...
—Tan bueno. —Ni siquiera puedo pensar en palabras buenas. Más que bueno. La primera vez fue buena. Esta fue...
—¿Realmente bueno?
—Bueno, bueno.
Me río contra su nuca.
—¿Alguna vez has dicho una palabra tantas veces que pierde todo su significado? Creo que podemos añadir "bueno" a esa lista.
—De acuerdo. —dice somnoliento. Está suelto en mis brazos, cubierto de semen, pero ninguno de los dos hace un movimiento para arreglarlo.
—Quizá deberíamos ducharnos y luego ir a mi casa. —digo.
—Mi ducha es un asco. Sólo cabe uno de nosotros a la vez.
—Maldita sea. Ve tú primero.
Gun desaparece en su pequeño baño mientras yo me encargo del condón y lo tiro a la basura.
Cuando vuelve a salir unos minutos después con el pelo mojado y una toalla enrollada en la cintura, mi polla se estremece.
La mira.
—¿De verdad?
Me encojo de hombros.
—Estás guapo cuando estás mojado.
—No sé si podré hacer otra ronda esta noche.
Doy un paso adelante.
—¿Te he hecho daño? Lo siento...
—No me duele. Sólo... un poco sensible.
Frunzo el ceño.
—En el buen sentido. Lo prometo.
—¿Quieres que lo bese mejor? —Muevo las cejas.
Se ríe y me empuja hacia el baño.
—Ve a ducharte.
Si cree que estoy bromeando, más tarde recibirá una lección sobre el beso negro.
Paso junto a él y me meto en la ducha. Su jabón huele a él, así que me aseguro de usar una cantidad generosa para poder olerlo en mí toda la noche.
Cuando salgo, me encuentro con mi ropa colocada ordenadamente sobre su cama y tengo que morderme el labio de la risa.
No lo consigo.
—¿Qué? —Pregunta Gun—. ¿Es raro?
—Es positivamente adorable y tan... tú.
—No sé qué significa eso.
Me acerco a él, sin importarme que aún esté desnudo mientras él se viste de nuevo.
—Significa que me gusta. Igual que me gustas tú.
Me mira a los ojos y bajo la cabeza para besarle con dulzura.
—¿Estás listo para irnos?
—Listo.
—Dame dos minutos y nos iremos de aquí.
🔥 𝕭𝖑-𝖋𝖎𝖈𝖘
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top