Capítulo 19
Gun se ve absolutamente adorablemente caliente. Adorablemente sexy no es exactamente una descripción coherente, pero no sé de qué otra manera decirlo. Lleva los vaqueros más ajustados que he visto nunca, su pelo tiene algún tipo de producto y lleva una camisa abotonada que es una talla más grande.
Está en la puerta, parpadeando como si hubiera olvidado cómo hablar. Me inclino hacia él.
—Creo que la palabra que buscas es hola.
—Umm... hola.
—Sí, buen comienzo. —Vuelvo a pasar mi mirada por encima de él, y lo de la camisa hace clic—. ¿Te ha vestido mi hermano?
Sus ojos se abren de par en par.
—¡No! Umm, tal vez. Mix aparece detrás de él.
¿Por qué mi familia se empeña en interrumpir mis no tan inocentes pensamientos sobre Gun?
Me inclino ante mi hermano.
—Bien jugado. No hay nada que bloquee mejor la polla que saber que mi cita lleva la ropa de mi gemelo. —Mix se ríe—. Estoy deseando que conozcas a alguna chica. Va a haber venganza. Todavía no sé cómo, pero la habrá.
Gun se mira la camisa.
—¿Debo cambiarme?
—No. —Le agarro la mano—. Espero que sepas coser, hermano, porque esa camisa volverá sin botones.
—Ok, ok, tú ganas. Puede quedarse con la maldita camisa. Ahora es suya. Sólo no la dañes.
—En lugar de eso, la profanaré.
Entrelazo mis dedos con los de Gun mientras lo conduzco a través del campus hacia la fiesta griega.
—¿A dónde vamos?
—A la fiesta de la fraternidad.
—¿Qué? ¿Es esa tu idea de romance?
—No. Es mi idea de la universidad. —Dejo de caminar y le tiro de la mano—. Experiencia universitaria número que he perdido la cuenta: fiesta de fraternidad. —Sonrío ampliamente.
—Mix me llevó a unas cuantas fiestas.
—¿Fiestas de fraternidad? ¿Cuánto tiempo estuviste?
Me mira desafiante.
—Te diré que duré dos tragos en una de ellas.
—Vaya. Retiro lo dicho. Eres un salvaje de la fiesta, y no sé si seré capaz de seguir el ritmo. ¿Has buscado asesoramiento para tu adicción a la fiesta?
Gun me empuja con una carcajada.
—Cállate. Me encanta el Gun juguetón.
—¿Olvidas lo de que —se señala a sí mismo— no se lleva bien con los grupos?
Vuelvo a tirar de él.
—Sí, vamos a una fiesta, y sí, habrá mucha gente, pero estás olvidando la parte más importante.
—¿Conversaciones incómodas y charlas triviales con gente que no conozco?
—Divertido, pero no. Estaré a tu lado todo el tiempo, y nos pondremos a analizar a todo el mundo.
Es el turno de Gun de dejar de caminar.
—¿C-cómo sabes que hago eso?
—Te he visto hacerlo. Miras las interacciones cotidianas como si fueran fascinantes. Lo haces en clase, y lo estabas haciendo ese día en el comedor. —Me encojo de hombros—. Es lo tuyo.
Sigue pareciendo inseguro.
—Si alguna vez te sientes incómodo, podemos irnos. Lo prometo.
—De acuerdo.
—Y... —Lo rodeo con mis brazos y lo atraigo contra mí—. También te olvidas de un importante rito de las fiestas de fraternidad.
—El barril de cerveza.
—Lo he clavado. —Me acerco más—. En realidad, estaba pensando en la tradición de enrollarse en un dormitorio o baño del piso de arriba.
Las mejillas de Gun se enrojecen.
—No... no voy a tener sexo en la casa de otra persona.
Finjo el shock.
—Tienes la mente muy sucia. Estoy hablando de enrollarse. Parece que no me cree.
—Nada de sexo en casa ajena. —digo con seriedad.
—Gracias.
Empezamos a caminar de nuevo. Ya casi hemos llegado, y no puedo resistirme a burlarme un poco más de él.
—¿Pregunta?
—¿Mm?
—¿Una mamada se considera sexo?
Casi tropieza con sus pies. Por suerte, lo atrapo.
Esta noche va a ser muy divertida.
Su palma está sudada en la mía mientras lo conduzco por el camino hacia la casa Kappa. No puedo evitar que eso también me parezca bonito.
Quizá tenga una manía de corrupción. La inexperiencia de Gun me hace sentir un poco mal, y me pregunto si debería avergonzarme por ello. No lo hago, pero me pregunto si debería.
La música es ensordecedora incluso antes de entrar en la casa. Su mano se estrecha sobre la mía.
Inmediatamente se me acercan un millón de personas diferentes que intentan tirar de mí en distintas direcciones, pero les digo a todos que voy a tomar una copa y que me pondré al día con ellos más tarde.
Nadie reconoce que estoy con un chico. Algunos de los hermanos de esta fraternidad son gays, así que no es un gran problema.
Pasamos por alto la pista de baile improvisada que se extiende hasta la entrada y nos dirigimos a la cocina hacia el surtido de bebidas.
—Parece que puedes elegir entre cerveza o refresco. O algo fuerte si te gusta mucho la experiencia universitaria. —Señalo algunos licores alineados a lo largo del mostrador.
Gun murmura algo que no puedo oír por el ruido de la fiesta.
Cualquier excusa para acercarme a él.
—¿Qué?
—La cerveza está bien. —dice más alto.
Agarramos nuestras bebidas y lo conduzco por el pasillo hasta un salón con sofás que tienen demasiados cuerpos amontonados y donde la música no intenta reventar nuestros tímpanos.
Arrastro a Gun a un rincón y lo apoyo contra la pared.
Da un sorbo a su bebida y se lame los labios, y me pregunto cuánto tiempo debo ser educado antes de arrastrarlo hacia arriba.
—De acuerdo —digo y me vuelvo hacia la habitación—. ¿Cómo funciona esto de mirar a la gente?
—¿Qué quieres decir?
—¿Nos quedamos aquí y juzgamos a la gente por sus malas decisiones?
Gun sonríe.
—No. No soy tan crítico.
Alguien, claramente intoxicado, entra a trompicones en la sala y tropieza con quién sabe qué, cayendo de bruces al suelo.
—¿Ni siquiera por eso?
—Mi opinión profesional sería una de dos cosas ahí. O está intoxicado porque es lo que se supone que hay que hacer y está tratando de encajar, o es un niño de mamá con problemas de pene.
Resoplo mi bebida y toso. Él sonríe y toma otro sorbo.
—Esto es divertido. Bien, allí. —Señalo a un chico y una chica que claramente están coqueteando.
—El típico ritual de apareamiento entre universitarios hormonados. No pasa nada especial.
—¿Ritual de apareamiento? —pregunto.
—Toma, te he traído una bebida que es básicamente una ofrenda de mi pene.
—Su voz sube de tono para imitar a la chica—. Mm, bebida de pene. Muchas gracias. Eres muy generoso.
Parpadeo ante él.
—Pene... bebida.
—Deberían follar ya.
Deberíamos follar ya.
—Progresión natural. —Estoy de acuerdo—. Bebida de pene, follar, paseo de la vergüenza.
—Esa parece ser la expectativa cultural. —Se traga el resto de la cerveza en su vaso.
—Así que... ¿era mi bebida de pene, y puedo arrastrarte arriba ya?
Se pone un poco tenso, pero quizá su única cerveza ha sido suficiente para calmarlo, porque mientras me sonríe nerviosamente, es él quien me toma de la mano para llevarme arriba.
Dejo mi bebida y lo sigo.
Se sube las gafas a la nariz y parece un poco inseguro cuando llegamos a lo alto de la escalera.
Le rodeo con los brazos por detrás.
—Los dormitorios están a la izquierda. El baño a la derecha.
Duda antes de ir a la derecha.
—La cama podría ser demasiado tentadora, y no voy a romper mi propia regla.
El baño está vacío, y tan pronto como tengo la puerta cerrada y bloqueada, estoy sobre él.
Aprieto su cabeza y nuestras bocas chocan.
Él gruñe.
Mi cuerpo vibra con semanas de necesidad reprimida, pero tengo que recordarme a mí mismo que debo tomarme esto con calma. Le prometí que nos besaríamos y nada más. Después de años de negar mi atracción por él, apenas puedo creer que sea Gun con quien me esté besando.
Inclino su cabeza y lo beso con fuerza, mientras le digo a mi polla que no se excite demasiado.
No me hace caso.
La forma en que Gun intenta seguir el ritmo de mi exigente lengua, la forma en que se aferra a mí y empuja su apretado cuerpecito contra el mío, será una suerte si no salgo de aquí con una mancha de humedad en los vaqueros.
Me pregunto si correrse en mis pantalones cuenta como sexo.
Le doy un pellizco en el labio inferior y suelta un grito. Mis manos bajan por su espalda para agarrarle el culo mientras aprieto mi polla contra la suya a través de demasiadas capas de ropa.
Mueve las caderas y no sé si se da cuenta de que lo está haciendo.
Separo mi boca de la suya, pero sigo abrazándolo y apoyo mi frente en la suya. Los dos respiramos con dificultad.
—Sobre la mamada. —digo.
Su cabeza se echa hacia atrás y sus ojos se abren de par en par.
—Yo... yo, umm...
Acaricio su mejilla.
—Quiero decir para ti. ¿Me dejas...? —Miro el evidente bulto en sus ajustados vaqueros—. Eso sí que no puede ser cómodo. —Resopla una pequeña risa y asiente, pero es tan sutil que no puedo estar seguro. Me froto sobre la parte delantera de sus pantalones—. ¿Eso es un sí?
Se estremece en mis brazos.
—S-sí.
Caminando hacia atrás, lo empujo contra el tocador.
—Agarra el borde para que tengas algo a lo que agarrarte.
Con un último contacto de mis labios con los suyos, me arrodillo.
Sus ojos brillan con algo parecido a una excitada vacilación. Si es que eso existe.
—Yo... —Traga con fuerza. Algo que espero hacer en unos cinco minutos.
—Te tengo, ¿de acuerdo?
Gun asiente.
—Has cerrado la puerta, ¿verdad? —Me vio hacerlo, pero lo aplaco.
—Sí.
Le abro los pantalones y se los bajo lo suficiente para que descansen sobre sus muslos. Están demasiado apretados para intentar bajárselos hasta los tobillos, y probablemente esté más cómodo así.
Le paso el dedo por la cintura de su sexy y jodido suspensorio.
—Estás lleno de sorpresas.
—Es nuevo. Y tan incómodo. No sé cómo se supone que la gente debe llevar esto.
Le sonrío.
—Puedo arreglar eso. —Se los bajo y su polla se libera.
Levanto el dobladillo de su camisa larga y noto unas marcas rojas y furiosas en sus caderas, donde estaba su ropa interior. Le paso el dedo por encima y sisea.
—Creo que tienes una talla más pequeña. —señalo.
—Puede que lo haya pedido por internet y haya asumido que era una talla pequeña por mi tamaño.
Mi mirada se dirige a su polla. Duro y con una longitud que hace la boca agua.
—Esto no tiene nada de pequeño.
Enrollo mis dedos alrededor de su pene y bombeo con fuerza. El presemen gotea por la punta y me muerdo un gemido.
Su mano agarra de repente la mía.
—No... no voy a durar mucho.
—De eso se trata una conexión en el baño. Nos echarán de aquí en cualquier momento.
Me suelta y vuelve a agarrar el tocador.
Por mucho que me gustara burlarme de él y tomarme mi tiempo, no mentía lo de que alguien interrumpiera. Siempre hay un imbécil.
Lamo mi camino a lo largo del rastro de presemen y chupo la cabeza en mi boca.
La respiración de Gun es tan fuerte que la oigo desde donde estoy arrodillado.
Muevo mi boca sobre él lentamente, tratando de facilitarle la tarea, pero sus caderas se mueven hacia delante y casi me dan arcadas.
Debe haber sido un reflejo, porque cuando levanto la vista hacia él, parece tan sorprendido como yo.
—Lo siento. No quería...
Me separo de él.
—Está bien. Puedo hacer gargantas profundas con los mejores. Sólo... ya sabes, necesito un aviso.
Antes de que pueda responder, le guiño un ojo y le muestro exactamente lo que quiero decir tragándome toda su polla en la boca de una sola vez.
—¡Mierda!
Si no tuviera la boca llena de polla ahora mismo, sonreiría con arrogancia.
Agarro con fuerza sus caderas para poder controlar hasta dónde llega. Sus nudillos se vuelven blancos en el lavado, y me encanta.
Mi propia polla me duele y está durísima, pero ahora quiero concentrarme en él. Quiero ver su cara cuando se derrame en mi boca.
Quiero ver su aspecto cuando lo pruebe. No tarda mucho.
Los primeros chorros golpean la parte posterior de mi garganta y lo mantengo en su sitio mientras gruñe y gime como si no pudiera recuperar el aliento.
Mientras sigue corriéndose, me lo trago y muevo la cabeza, alargando su orgasmo hasta que todo su cuerpo se hunde contra el mueble.
Voy a subirle los calzoncillos cuando recuerdo las marcas rojas.
Así que, en lugar de eso, se los bajo junto con los vaqueros y se los quito. Se lo quita y vuelve a ponerse los pantalones.
Me pongo de pie y lo vuelvo a vestir mientras él me observa con una mirada de asombro satisfecho.
Sonrío.
—¿Estás bien? Niega con la cabeza.
—¿Por qué no?
—Quiero decir... sí. Más que bien. Umm, estoy bien. —Desvía la mirada.
Pongo mi dedo bajo su barbilla y la subo para que vuelva a darme contacto visual.
—¿Puedo besarte?
—Nunca diré que no a eso.
—A algunos chicos no les gusta después de... eh, sí.
Gun retuerce mi camisa entre sus dedos y me acerca.
—Nunca diré que no a eso.
Presiono mi boca contra la suya, y él me devuelve el beso con nueva confianza.
Sus manos se enredan en la parte posterior de mi pelo, sujetándome a él. Mis caderas rechinan contra él, mi polla pide atención a gritos.
Gun se separa y mira hacia abajo.
—Oh. Quizá debería...
Bang, bang, bang.
—Date prisa y termina de follar ahí. Algunos tenemos que mear. Me río.
Qué romántico.
—Puedes compensarme más tarde.
—Sí. Sí. Umm, más tarde.
Beso la frente de Gun y doy un paso atrás, intentando pensar en algo que desinfle mi polla.
No es posible cuando capto la piel sonrojada de Gun y su sonrisa satisfecha.
Tiro su calzoncillo demasiado pequeño en la papelera de la esquina del baño y uso a Gun como escudo de la erección mientras salimos. Aunque no puedo verlo, sé que su cara se ilumina ante la larga cola de gente que espera.
—Lo siento, no lo siento.
Algunos se ríen. Algunos parecen cabreados. En su defensa, probablemente estén a punto de mojarse.
Nos dirigimos hacia abajo, y estoy a punto de sugerirle a Gun que nos vayamos de aquí antes de lo previsto, pero Pirapat nos interrumpe.
—Menos mal que estás aquí. —Sus ojos están muy abiertos, y parece ligeramente asustado.
—¿Qué pasa?
—Los jugadores tontos de primer año se están peleando por una chica.
—¿Y ese es mi problema cómo? —Quiero como irme de aquí.
—Oh, no lo sé, capitán. Por qué no dejamos que se golpeen, que posiblemente se lesionen uno o los dos y que se queden sin dos jugadores más para el inicio de la temporada la semana que viene.
—Mierda. —Siseo y me giro hacia Gun—. Sé que prometí que no te dejaría...
—Ve. Está bien. Voy a... eh... buscar otro trago.
Me inclino y le beso la mejilla.
—Gracias. Vuelvo enseguida.
🔥 𝕭𝖑-𝖋𝖎𝖈𝖘
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