PREFACIO

Siempre me he preguntado por qué los humanos son tan raros. Son demasiado complejos, pero a la vez extremadamente estúpidos. Nada les parece. Si me quedo dormido en el sillón, para ellos está mal, pero, cuando decido echarme en el suelo por casualidad, al despertar estoy sobre el sillón. ¿Cómo comprenderlos?

Abdiel es mi humano favorito. Él me rescató de la calle en medio de la lluvia y la oscuridad, cuando apenas podía sostenerme en pie. Mi madre me abandonó. No la culpo, tener que cuidar de todos mis hermanos tal vez sea demasiado para ella.
¿En qué estaba? Ah, sí, el pequeño Abdiel. Ese chiquillo me cuida como si yo fuera su propio hijo. Tiene apenas siete años, pero es el más listo de la casa y el más amable, en realidad. No puedo hablar mal del resto porque también en ocasiones se acomiden a llevarme algo de comer o darme una caricia, pero nadie como él.

Clara es la madre de Abdiel. Ella al principio se negaba a aceptarme en la casa, pero al poco tiempo se acostumbró, aunque siempre está con sus gritos: “¡Abdiel! ¡Chifus ya tiró la leche!” o “¡Abdiel,  ya te dije que no dejes al gato subirse al sofá!” y cosas así. Siento que a veces hace un escándalo por cosas tan triviales. No es de extrañarme, pues la mayoría de humanos que conozco son así.

Abdiel va todos los días a la escuela, no sin antes despedirse de mí, incluso antes que de su hermana mayor, quien sale a la universidad solo unos minutos después que él. Antes de irse, se asegura de que yo me quede cómodo y con alimento a mi disposición, pero yo me aseguro de que él aborde el transporte escolar subiendo rápido a la azotea para poder verlo partir, y es hasta ese momento que puedo volver a mi reposo.

Clara se va a trabajar en punto del mediodía, justo cuando el antiguo reloj que está en la sala suena horridamente para luego retumbar  en mis delicados oídos. Ella también se despide de mí con una caricia en mi cabeza y su tradicional: “Ya me voy, Chifus. No hagas travesuras o te irás a la calle”. Yo sé que eso no pasará, así que puedo estar tranquilo.

El padre de Abdiel es otro cantar. A él apenas podría reconocerlo, porque solo lo he visto un par de veces. La última vez dijo que vendría para pasar con nosotros las vacaciones. Según dicen, él trabaja en otro país, en una planta de autos, y viene cada que le es posible.

Debido a esto, tengo toda la tarde libre y la casa es mía por completo. Trato de no dar muchos problemas porque entiendo que llegan cansados y sin ganas de reparar mis averías, pero muchas veces no puedo evitar arañar las puertas para afilar mis garras o derramar cualquier líquido que hayan dejado abierto en la cocina para que a la próxima sean más precavidos. Debo admitir que muchas veces lo hago con la intención de darles una lección.

Al caer la tarde, el primero en volver a casa es mi pequeño Abdiel. Llega aventando su mochila al suelo para correr a cargarme y preguntar cómo me porté. Es el primero, asimismo , en descubrir las tropelías que hice durante su ausencia. En ocasiones, logra levantar o limpiar antes de que alguien más se dé cuenta, pero otras veces es descubierto por la chismosa de Odalis, su hermana, que más tarde le pasa el reporte del día a su madre.

En fin, después de que llega Clara de trabajar por ahí a las cuatro de la tarde, Abdiel me da mi siguiente comida del día y ellos se sientan a la mesa a comer y contar sus penas y glorias. Más tarde, Odalis sale vestida con ropa deportiva y dice que va al gimnasio. Yo la veo igual de gorda que cuando la conocí. No entiendo ese afán de los humanos de verse esbeltos. Yo, por mi parte, me quedo en casa viendo a mi humano hacer su tarea y a su madre haciendo los quehaceres cotidianos.

Cuando llega la noche, Odalis regresa a casa y se encierra en su cuarto, mientras que Abdiel, Clara y yo nos sentamos a ver la televisión. Admito que es un gusto culposo que me han pegado los humanos. Ese aparato parece tener algo que te provoca estar atento y con la mirada fija en él. Por lo regular, ponen caricaturas o programas de concursos, pero desde hace casi dos semanas Clara dice querer ver las noticias de las ocho. Algo parece tenerla preocupada, y necesito investigar qué es lo que sucede.

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