capitulo 4

Plan de seducción

Después de una muy traumática experiencia la noche anterior, decidió ir a charlar con InuYasha, aunque era algo inaudito.

Bajó la mirada despacio. No estaba preparado para eso. Podía hacer lo que sea, pero eso... eso era algo inaceptable. Él, el más grande demonio perro enfrentarse a su hermano menor, un asqueroso híbrido que, sin embargo... él era el que sabía de chicas. No estaba listo para esa "charla de hombres", pero era necesario para entender el raro comportamiento de Rin. No sólo el que le haya tocado una nalga, si no también toda la extraña vestimenta y el tic de ojos.

Lo único que podía entender con eso, era que Rin lo deseaba de esa manera. Y no le gustaba nada.

—¿Cómo haces cuando... —comenzó, pero de un mal humor horrible. Una sonrisa se dibujó en la cara del hanyô, que estuvo esperando eso durante tanto tiempo, desde el momento mismo en que sabía más que su medio hermano— cuando... cuando tu humana... cuando Kagome... —carraspeó, intentando hablar claramente, manteniendo esa autoridad de él. Eso era patético— cuando ella... cuando está… —¿cuál era la mejor palabra?— cachondita?

Cachondita definitivamente no era la mejor palabra, pero ahí se veía de nuevo repitiéndola infinidad de veces.

La carcajada del monje y de InuYasha sonaron más fuerte en su cabeza de lo que en verdad había sido. Era humillante, esos seres...

Fue el monje el que habló primero.

—Cubre a Sesshômaru Jr. —dijo con tranquilidad.

—¿De qué...?

Calló al ver la mueca de Miroku, comprendiendo al instante a qué se refería.

—¡Qué atrevido! Mire que hablarle así al amo Sesshomaru. Su perversión es muy grande frente a la pequeñesa del amo…

La risa fue mucho más fuerte que antes entonces, a lo que el demonio miró a su sirviente con los ojos en llama y gritó:

—¡JAKEN!

El pequeño ser verdoso cerró su pico y salió corriendo ante la mirada del gran demonio. No era la primera vez que ese pequeño... bueno, en otras palabras (para no ofender a Sesshômaru), ese ser lo hacía quedar mal de esas maneras.

InuYasha volvió al tema, entendiendo los problemas de su medio hermano, aunque le gustaba verlo sufrir.

—Bueno, cubre al pequeño Sesshômaru si no quieres cambiar pañales —le aseguró, mirándolo fijamente, y hablando con los años de experiencia.

Sesshômaru frunció el ceño fuertemente.

—Yo no tendré que cambiar pañales. —Giró su cara, sintiendo que estaba bordó, hacia un lado, ignorando tal idea.

Tenebrosa idea.

Miroku, ya muy sabio en el tema, agregó.

—Usa esto. —Pasándole un preservativo, al tiempo que guiñaba el ojo.

—¿Pero qué...? —En ese momento entraba Sango, y créanme, ver a tu esposo guiñando un ojo y mostrándole un preservativo a otro hombre no era lo que uno esperaría, por lo que su cara era un poema.

—¡No es lo que tú crees, Sanguito!

La exterminadora lo miró, medio asustada.

—No puedo con todo esto. —Ella estaba muy estresada y salió de allí, con Miroku corriendo tras ella.

Sesshômaru aprovechó la ocasión para sincerarse con su medio hermano, aunque le doliera. Y, una vez que terminó de contarle todos los sucesos, a pesar de que InuYasha conocía una buena parte, el hanyô contestó, sonriente.

—Solo quiere un beso.

Y era la verdad. Rin quería atención, mínima.

—¿Solo eso? —murmuró, mirándolo ceñudo. ¿Me tocó una nalga y me armó una escena... rara porque quiere un beso?

InuYasha pudo darse cuenta de lo que pensaba su medio hermano.

—Sí, bueno. Las mujeres son así. —Se encogió de hombros, sin entender nada.

Sesshômaru frunció el ceño nuevamente, pensando lo que debía hacer ahora. Rin estaba pasando los límites con sus actitudes, y si no se apuraba, aparecería desnuda frente a él, y entonces sí se moriría. Mejor era actuar.

Continuará

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top