➳ℰ𝓅𝒾́𝓁𝑜𝑔𝑜
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Sarada se miró de nuevo en el espejo, frotándose las manos nerviosas y con el corazón torturándola con miles de emociones. Se sentía muy feliz, pero también temerosa, este era uno de los días mas especiales en su vida y los nervios que al principio pensó que no tendría, ahora la atacaban de todas las formas posibles.
—Deja de intentar buscar defectos, porque nunca lo harás —dijo su madre detrás de ella, tomándola de los hombros con cariño—. Estás preciosa.
Sakura sintió las lágrimas asomarse al ver a su pequeña así. El hermoso vestido blanco en corte A, cubierto de encaje y fina pedrería, se amoldaba a la perfección a su cuerpo, dándole una imagen elegante y hermosa. De verdad parecía una princesa y su corazón gritaba de felicidad.
Deslizó las manos de sus hombros hasta abrazarla completamente, ambas mirándose al espejo. Sakura recién se daba cuenta que Sarada era más alta; ya no era una niña.
—No puedo creer que esto esté pasando.
—Si no llega lo mataré.
Sakura río y negó divertida.
—Créeme, lo haría primero tu padre, pero ya están en la ceremonia, de hecho, nosotras vamos tarde.
—¿Qué? ¿Cómo qué tarde? —recogió el vestido y se apresuró a la puerta.
—¿Sarada a dónde vas? ¡Aún no te pongo el velo! —grito Chou desde afuera.
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—Creo que se arrepintió —dijo Inojin.
—¡Cállate! —Boruto lo zarandeo, no quería ponerse más nervioso de lo que estaba.
—Si va venir, cálmate —Naruto le sonrió—. Las mujeres se demoran más arreglándose en las bodas.
—Es verdad —dijo Sasuke mirando por la ventana.
Se había decidido que la ceremonia seria en una hacienda con un enorme balcón, que más bien parecía una terraza, pero lo increíble de ello, era la preciosa vista que tenía hacia el horizonte.
Boruto y Sarada habían asistido a la boda de un colega hace más de un año en ese lugar y quedaron maravillados con la vista, y eso que era de noche. De tarde, debía ser aún más espectacular.
Pero no habían decidido que sería ahí por la vista, sino, por el significado importante que tenía ese lugar. Ahí, después de varios años, Boruto se había declarado a Sarada y para su sorpresa, fue correspondido. No fue la mejor declaración porque él estaba ebrio y ella enojada, pero una cosa llevó a la otra y eso mismo, le dio la motivación para hacerlo.
Ese era su lugar especial y casarse ahí, era de las mejores decisiones que habían tomado.
—Ya llegó—Mitsuki irrumpió en la habitación, llenando de pánico a Boruto.
Él apretó los puños, nervioso, y se tranquilizó al sentir la palma de su padre en su espalda. Él volteó y encontró una mirada calmada y feliz. Naruto le sonrió y le dio un empujoncito para que saliera hacia el balcón antes de que Sarada llegará hasta ahí.
Boruto tragó hondo y asintió. Se sintió orgulloso al controlar sus nervios cuando vio a todos los invitados, eran solo sus amigos y familiares cercanos.
No era una boda a lo grande, era cálida y elegante. Algo sencillo en lo que los dos estuvieron de acuerdo pues preferían invertir más en un viaje para vacacionar.
Boruto tenía la mente en esos pensamientos y había logrado permanecer tranquilo junto al cura, pero todo se fue al demonio cuando la música comenzó. Su cabeza pareció entrar en caos, un caos que desapareció al verla.
Su mente quedó en blanco, intentando comprender cómo era posible que estuviese tan enamorado.
Sarada apretó el brazo de su padre y por un momento se le olvidó como caminar, solo seguía los pasos de él y, mientras más se acercaba, su corazón parecía querer parar y contemplar la belleza de Boruto. «No me hagas esto ahora, corazón»
—Si quieres escapar aún estás a tiempo —le susurró Sasuke como broma al sentirla tan tensa.
—Papá... —le devolvió el susurro con un poco de molestia en la voz.
Sasuke observa a Sarada mirar al frente y, aún de costado, podía ver el brillo iluminar sus pupilas.
—Es él, estoy segura que es él, el indicado —dirigió esa mirada deslumbrante a su padre y él sonrió.
—Si es así, por mí está bien.
Sasuke se detuvo cuando estuvo a unos pasos de Boruto, este lo miró nervioso, como si quisiera su aprobación. El pelinegro solo asintió y le dio la mano de su hija, dedicándole una mirada significativa, pues le estaba entregando su vida entera.
—Le prometo que la haré feliz —Boruto se dirigió a Sasuke y después a su futura esposa—. Quizá la estrese uno que otro día, pero será feliz.
Sarada soltó una suave risa y se acercó a él para juntos sentarse frente al altar.
La ceremonia salió como fue planeada, fue una velada llena de emociones. Hinata se limpió los pequeños rastros de lágrimas y miró a Naruto, quién estaba sumamente feliz, no porque su misión funcionó, sino, que el propósito que tanto anheló, se hacía realidad frente a sus ojos.
Su hijo había encontrado a la persona indicada y podía ver la felicidad de ambos al ponerse los anillos.
Sasuke por su lado, aunque no era muy expresivo, hoy se podía observar una suave sonrisa en su rostro. Mientras que, su esposa, hacia lo posible para contener las lágrimas de emoción.
—Y por el poder que me otorga la ley —el curso tomó sus manos y las unió—. Los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.
—Por fin —Boruto le levantó el velo a Sarada y se detuvo—. ¡Wow!
—¿Qué? —Sarada se tocó el rostro, nerviosa, pensó que se le había corrido el maquillaje.
—¿En verdad todo esto es mío? —le preguntó al cura y este río, dejando a Sarada más avergonzada.
—Boruto...
—Es que —la tomó de la cintura suavemente para acercarla y sentir su cuerpo junto al suyo—, mientras más te miro más te amo.
—¿A sí? —Sarada aceptó gustosa el agarre de su esposo y deslizó las manos hacia sus hombros, rodeando su cuello con cariño—. Pues yo te amo mucho, mucho, mucho más.
Ambos rompieron la distancia, dieron ese paso significativo en sus vidas, uniéndolas y forjando un lazo que se encargarían de proteger.
—Te dije que iba a funcionar —dijo Naruto a lado de Sasuke, este arqueó una ceja, confundido.
—De hecho, fracasaste.
—¡Eso no importa! El objetivo se logró —pasó una mano sobre sus hombros y le sonrió—, ahora somos familia, que te parece si ustedes vienen los sábados y nosotros vamos los domingos.
—Ni lo pienses.
Naruto rio de nuevo, mostrando sus dientes en una amplia sonrisa y le mostró el puño—. Lo logramos.
Sasuke suspiró y no pudo evitar reír también, a lo bajo, pero fue lo suficiente como para que Naruto lo escuchara.
—Supongo que si —junto su puño con el de él.
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Unas horas más tarde, Boruto y Sarada se sentían cansados de tantos abrazos y agradecimientos por los buenos deseos como matrimonio. Estaban a minutos de subir al auto que los llevaría al aeropuerto con destino a un lugar tranquilo donde podrían estar en paz por lo menos una semana.
—Me duelen las mejillas de tantos besos —Boruto frotó sus propias mejillas y Sarada asintió, acurrucándose en su pecho.
—Fueron los últimos, ya es hora de irnos.
—Menos mal el hotel nos queda a una hora en avión, no soportaría tanto tiempo sentado —él se estiró y se sobó el cuello.
—¿Estás muy cansado?
—Depende.
—¿De qué? —ella levantó el rostro para mirarlo, encontrando su típica sonrisa.
—Si es para seguir aquí, definitivamente si, pero —su sonrisa se extendió a una coqueta que conocía a la perfección—, si el plan te incluye a ti y una cama, definitivamente no.
Sarada le dio un leve golpe en el pecho, no quería que lo escucharan, pero se dejó envolver por los brazos de su esposo.
—Me parece excelente.
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El vuelo de la pareja de recién casados había despegado hace unas horas y la fiesta aún seguía viva. Los amigos de Boruto estaban en una esquina peleándose por las bebidas, estaban tan ebrios que no eran capaz de recordar sus propios nombres. Y bueno, en realidad, la mayoría de los invitados estaban así.
Naruto soltó un bostezo y miró su reloj, sorprendido; eran las cuatro de la mañana, con razón el sueño comenzaba a cobrarle cuentas.
Buscó con la mirada a Sasuke y lo encontró a unos metros esperando que su esposa se despidiera de unas amigas. Le silbó, pero no volteó, lo hizo una segunda vez y se dio la vuelta con una mirada confundida.
—Se me ocurrió una idea —se acercó a él, pasando el brazo sobre sus hombros—. Que te parece este nuevo plan —Naruto alzó una mano frente a la mirada de Sasuke—. Bebé, BoruSara...
—¡No!
Naruto estalló a carcajadas al ver su expresión y le dio una palmada en la espalda. —¡Es broma! Cálmate...
—¿Cómo que es broma, suegro? —Inojin lo había escuchado y lo miró atónito.
—¿Qué? —Naruto le devolvió la misma mirada.
—¿No era en serio ese plan? —palideció.
—Pues no... ¿por qué? —Naruto lo tomó del saco y la cara de Inojin no ayudaba.
—Agujereó la tira de preservativos que estaban en el equipaje de Boruto —dijo Mitsuki sin rodeos.
—¡No me jodas! —Naruto soltó a Inojin y marcó desesperado a el numero de su hijo, esperó paciente, pero la voz de la operadora lo hizo sudar frio.
Naruto estrujó el móvil en su mano al sentir la mirada de Sasuke a sus espaldas; el móvil de Boruto estaba apagado.
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CURIOSIDADES
✨En plan B, Naruto se frustraba al no ver que Boruto y Sarada actuaran como enamorados, es decir, abrazos y cariño. Él solo veía una amistad entre ellos y ahí, ellos no estaban fingiendo. Aún siendo novios, ellos se llevaban como amigos y por ello para ambos era normal actuar como siempre.
Su noviazgo se basaba en una amistad llena de confianza y amor, que se demostraban a solas como en el final de los capítulos porque las demostraciones de amor en público no eran lo suyo.
✨Derivando de esa confianza, es por ello que en el Plan C, no se enojan por el acercamiento de esas personas, pues confiaban en sí mismos y ambos demostraron respetar a su pareja aun cuando el otro no estaba presente.
Si adivinan mi color favorito escribo lemon de esta historia ᕦ(ò_óˇ)ᕤ
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