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Enseguida me fui cojeando como pude para alcanzar a Emmanuel que también me dejó atrás. ¿Acaso nadie sentía compasión de mi tobillo lastimado?
Cuando finalmente lo alcancé, luego de haber subido dos pisos le dije
- Oye guapo, ¿por qué estas molesto? - mirándolo confundida.
Me observó un momento como si estuviera estudiando su respuesta y se tocaba el cabello azabache, mientras que el resto de mis compañeros empezaban a entrar al salón.
- ¿De qué hablabas con ese profesor? - contestó ceñudo y con un tono amargo.
- ¿Qué? Dime que no es lo que estoy imaginando por favor - repliqué esperando que no fuera semejante estupidez y poniendo una mano en mi cintura.
- No sé que imaginas tú, pero vi perfectamente como te desnudaba con la mirada ese tipo. Pude leer sus pensamientos y estoy 99.99% seguro que no tiene buenas intenciones. - añadió en un tono fulminante, fijando sus ojos café oscuros en los míos esperando mi reacción, como si intentará adivinar mi sentir.
- ¿Leer sus pensamientos? Claro campeón, ahora te llamas Edward Cullen ¿verdad? - reí a carcajadas.
Esto en verdad era algo que me había sorprendido, él jamás me había celado, si en algo estábamos de acuerdo es que una relación no es nada sin la confianza. O simplemente era que no lo conocía del todo bien, pero eso sería una estupidez ya que llevábamos 6 años de noviazgo e incluso él ya me había hablado de matrimonio, cosa que me causaba tremendo pavor; no quería acabar como mi madre.
- Sin pendejadas Helena por favor, es simple psicología masculina y entre nosotros es muy fácil interpretar algunos gestos - dijo como si estuviera herido en su orgullo.
- ¡Basta! No quiero escucharte más, ¿te estás oyendo? Por Dios, me estás celando con un P R O F E S O R . Jamás me metería con uno, eso va contra mis límites morales y sabes que los tengo bien puestos - hice una pausa - Pero si crees que soy una zorra, adelante, creo que no hay nada más que hablar hasta que te disculpes por esta idiotez sin fundamento -
Me dí la vuelta dejándolo con la palabra en la boca y entré al salón que de suerte el catedrático no había llegado, eran pocas las veces que habíamos peleado, pero esta vez era de lo más ridículo, sin fundamento. Estaba furiosa, cuando vi entrar a Angelique y Aly, siempre tan sonrientes en especial Aly, como si a sus 25 años no tuvieran preocupaciones.
- Helena, ¿por qué no contestas los malditos mensajes? - preguntó Angelique, con su característica voz ronca y ropa que hacia babear a más de uno.
- Perdóname Lena, de verdad siento lo que pasó en finanzas. Te prometo que te compensaré - dijo la castaña con la cara más suplicante que pudo, como un pequeño borrego a punto de morir.
- Ya no estoy enojada, es solo que me gusta jugar con ustedes - reí - pero Aly, a la próxima trata de inventar una buena excusa, aprende a mentir. Lo de las flores es el pretexto más ridículo y puedo imaginarme a Federico riendose en su casa recordándolo - fruncí el ceño.
- ¿Federico? - intervino Angie - Oye, ¿desde cuando están tan en confianza? Después de todo ese hombre es todo un papi, yo si le daba y no consejos - formando una sonrisa malévola con sus labios carmesí.
- No quiero escuchar nada de ese tipo, estoy harta de él -
No quería que lo mencionaran porque me recordaba las estupideces que había dicho Emmanuel, que me observaba ceñudo desde un pupitre en el otro extremo del salón, definitivamente la dulzura tan característica de su mirada no estaba presente en ese momento.
- Pero si tú fuiste quien lo mencionó miss bipolaridad -
- Callate Aly, luego les contaré algo que me pasó, sino miren mi tobillo -
En ese momento entró el catedrático de Sistemas políticos comparados y la hora cuarenta minutos de clase se le fue hablando de su vida, la vía láctea y el reino animal. Así es, este catedrático daba de todo, menos clase, por eso lo detestaba.
Al salir vi a mi novio salir apresurado sin siquiera mirarme, no le importó que estuviera enferma. Las chicas se tenían que quedar en la universidad a una conferencia que las habían obligado a ir de una clase en la que no estábamos juntas. Así que me despedí de ellas, no tenía ganas de permanecer ahí un minuto mas, me sentía muy mal del corazón.
Caminé entre los edificios y la multitud a la salida, cuando llegué a la dichosa parada de autobuses, las nubes decidieron que era buen momento para descargar su furia sobre mi y de manera bastante agresiva. La verdad ya ni me importó mojarme, me sentía tan mal que eso ya era algo mínimo.
La parada estaba sola, apenas y en la calle de enfrente habían un par de hombres refugiándose bajo un pequeño techo de un local de comida, el bus no pasaba, maldita sea.
De repente, un volkswagen celeste se detuvo y cuando bajaron la ventana era él, Federico, quien entrecerró los ojos para verme mojada, mi blusa era blanca y pues ya se pueden imaginar mi vergüenza.
- ¿La llevo? Parece un perro mojado señorita De Franco y estar ahí la retiene para que cumpla mi castigo - gritó porque con la lluvia apenas lo escuché.
- ¿Eh? No gracias Licenciado, el autobús pasará pronto, se lo agradezco mucho -
De verdad este hombre me sorprendía, este tipo de favores no eran normales en un profesor, es decir, apenas me conoció esta semana.
- No sea testaruda y súbase, si se enferma no lo tomaré como excusa para que falte a mi clase y tendré que empezar a bajarle puntos. Que sea para hoy, ¡muévase! - siguió gritando e intentando contener una risa.
- Licenciado con todo el respeto que se merece, pero eso no estaría bien. Le agradezco, pero eso está totalmente fuera de mis límites morales. - contesté enojada, no entendía la insistencia del tipo.
¿Y si mi novio tenía razón acerca del profesor?
- Pero no esta fuera de los míos, señorita De Franco la moral es algo muy subjetivo. Cada quien ve lo que desea, yo vería a un caballero llevando a una chica a su casa para evitar que se moje porque su descortés novio la dejó tirada y coja. ¿Acaso usted si ve algo más atrevido? Pero que alcanzantiva es usted - replicó sonriendo.
- Dije que no Licenciado gracias - negué firmemente con mi ropa cada vez más empapada, y mi planchado que había llevado horas deshecho.
Él no respondió y solo me estudiaba con sus ojos chocolate, pude notar que me miró los pechos o habrá sido mi imaginación. Para sorpresa mía abrió la puerta del auto, su saco tan elegante empezaba a mojarse, de su baúl sacó un paraguas amarillo, se aproximó a mi y me lo dió.
- Ya que es tan obstinada, tome esto y cúbrase. Me quedaría a esperar que tome su autobús, pero no quiero dañar su moral y terminar en la cárcel acusado de violación por usted. Y no se preocupe, mañana en clase me devuelve el paraguas, no me lo cobraré con partidas contables, como dije siempre hay otras formas - volvió a sonreír, parecía que le encantaba jugar conmigo.
Subió a su auto clásico, tan combinable con él y su personalidad. Se veía tan sensual con las gotas de lluvia recorriendo su saco, su rostro indescifrable y ese maldito cabello castaño que te invitaba a admirarlo por horas.
Siguió su camino dejándome aún más confundida que antes, empapada y con un paraguas amarillo en la mano, preguntándome tantas cosas.
¿Quién era en realidad este tipo y que quería?
¿Por qué específicamente a mi? Nada de esto tenía sentido.
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Antes que nada quiero dar mil millones de gracias a todos los que leen y votan, no saben lo felíz que me hacen al haberle dado una oportunidad a mi historia.
¡Placeres Ocultos está en #765 de la categoría Romance! Gracias, no sería nada sin ustedes.
Espero les haya gustado este capítulo, no olviden votar y comentar por favor ❤
Por último quiero invitarlos a leer este fic con temática profesor alumna
Violentamente amor >>> AnnStein5
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