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La estrella mayor había hecho presencia cuando aquella estudiante morena despertó después de una noche sumamente excepcional junto a su ex novio.

Contempló la escena, él la abrazaba por la espalda y su expresión era de las cosas más tiernas que ella había visto, como un niño que había recuperado a su mayor tesoro.

Entonces entendió que no merecía el amor de él y quizás el de nadie, no había hecho más que lastimar personas en estos últimos meses y ya ni siquiera iba a misa los domingos, ya no le importaba que los otros feligreses preguntaran por ella o su madre ni el lugar que había dejado vacío en el coro.

Comprendió también que Federico había trastornado su vida, cambiado sus hábitos y si tenía que ser diferente para estar con él, entonces prefería su ausencia como le aconsejaba su amiga Angie que había sido su apoyo en este tiempo.

Pérdida entre la telaraña de pensamientos que tejía su mente apenas y se dió cuenta que su ex depositaba pequeños besos húmedos en su espalda.

- Emmanuel...

- Buenos días princesa, ¿cómo amanecieste? - incrementó la intensidad del abrazo.

- Muy bien, pero si me sigues abrazando así me faltará el aire - dijo entrecortada.

- Eso quiero mi amor, que te falte el aire cuando estes conmigo - susurró en su oído.

Esas palabras fueron como un torbellino para el corazón y las partes bajas de Helena, hace mucho tiempo que no se sentía bien con Emmanuel en el aspecto sexual.

Sin duda, él estaba cambiando su lado dulce por uno más seductor y caliente para tratar de conquistarla, así podría reírse en la cara de aquel prepotente violador.

- ¿Te quieres bañar conmigo? - propuso él con la esperanza de crear otro momento seductor.

Ella simplemente negó con la cabeza, pero eso no lo desanimó en absoluto.

- Me bañaré abajo y nos vemos para desayunar -

Había algo nuevo en él que no dejaba en paz la mente de Helena, durante todo el tiempo que tomó la ducha ella no dejaba de pensar que era la primera vez que conseguía orgasmos con él, y no uno, sino dos.

Era uno de esos pocos días donde hacía calor y el sol se manifestaba con todo su esplendor, así que decidió usar ropa fresca.

En el comedor se encontró una escena bastante adorable, el moreno había hecho el desayuno y no cualquier desayuno, sino el favorito de ella, huevos rancheros.

- Emmanuel eres un amor, no debiste - le sonrió y tomó asiento junto a él.

- Si debí, tú no sabes cocinar - respondió tratando de ocultar la risa.

- Si, se me quema hasta el agua, pero no hay remedio -

Ambos rieron como en los viejos tiempos, como si ningún profesor se hubiera atrevesado en sus caminos.

— Helena, ¿quieres ser mi novia otra vez? No tienes que responder ahora, solo piensa que el amor que yo te ofrezco es totalmente sincero y que no importa cuantas mujeres pueda conocer, mi corazón siempre será tuyo —

Estaba demasiado nervioso y casi seguro que ella le daría una respuesta negativa, pero no se daría por vencido tan pronto.

— Si quiero — soltó tomándolo por sorpresa.

— Y te prometo que no te volveré a fallar, que seré más abierta contigo y te respetaré — prosiguió.

— Si aún piensas en él, te prometo que te haré olvidarlo — dijo tomándola de la mano.

Ella estaba simplemente feliz, en el fondo se sentía arrepentida de haberle fallado a un hombre tan sincero.

El celular de ella vibró, era su ahora ex amante que no le había escrito en semanas enviándole las respuestas del próximo corto que sería en dos semanas y una pregunta simple, un ¿cómo ha estado? que podría haberle evitado una crisis y un mar de lágrimas unas semanas atrás.

Al leer ese mensaje, se dio cuenta que no tenía ganas de responder en ese momento y quizás no lo haría nunca, lo mejor era dejar a ese hombre atrás, le daba miedo pensar que si fue capaz de violar, ¿qué sería capaz de hacerle a ella?

— Amor, ¿aún vas mal en finanzas? —

Emmanuel era un estudiante brillante para los números en especial, pero gracias a la falta de profesionalismo del catedrático había reprobado los últimos dos parciales.

— Si, tengo que sacar diez en el corto y ocho en el parcial — pasó una mano por su cabello.

— Mira, no preguntes cómo pero tengo las respuestas del próximo corto, solo te dejo claro que ese tipo ya no significa nada para mi —

— Prefiero reprobar y lo reportaré al decanato si eso pasa —

— Será difícil que lo reportes por reprobar una materia, lo tomarían como inmadurez — le dejo ella en claro, ya no quería que ambos tuvieran problemas.

— ¿Quién te dijo que lo voy a reportar por reprobarme? — sonrió arrogante.

— No entiendo, ¿por qué será entonces? —

Esto si era un misterio para ella, además no le había dicho lo que él sabía de Federico.

— Te lo diré cuando todo se concrete mi amor, antes no —

Pasaron exactamente dos semanas en las que todo había sido total felicidad para los nuevamente pareja, él siempre desviviendose en atenciones para ella, la trataba como si fuera Cleopatra y él su más fiel sirviente.

Para Federico, verlos juntos era lo más repulsivo que podía existir, intentaba ridiculizarlos en clase cada vez que podía y lo que más odiaba era que su alumna ya no le ponía más atención de la debida, aquel brillo que destacaba en sus ojos cuando la miraba, se había ido y quizás para siempre.

Por su parte, trataba de recuperar el tiempo perdido con Isabel, pero era casi imposible porque ella estaba totalmente hundida en la depresión gracias a él.

Sonreía muy poco, por su embarazo visitaba constantemente al médico, pero a ninguna de esas citas era invitado Federico, eran prácticamente un par de extraños viviendo juntos a pesar de los intentos fallidos de él por reconquistarla.

La noche que intentó sabotear la cita de Helena, volvió a casa más que furioso tirando patadas a todo lo que se encontraba en su camino.

Abrió sigilosamente la puerta a medias y la escena que contempló le quebró el corazón que creía no tener.

Isabel estaba acostada de espaldas en la cama, llorando como cada noche, esta vez le hablaba a la vida que llevaba en su vientre sin percatarse que él había hecho acto de presencia.

— Mi bebé te pido perdón por darte un padre que no nos quiere, perdoname, te prometo quererte por los dos... Perdoname por enamorarme de un patán, te prometo que saldremos adelante sin su cariño — susurraba mientras el llanto se hacía más notable.

Esa noche, Federico se prometió tratar de ser un buen padre para su hijo que venía en camino y tal vez un buen marido para Isabel si ella aún lo quería.

Pero a veces, cuando un corazón es dañado de tal forma ni siquiera el tiempo y la fuerza de voluntad que empleemos para sanarlo son suficientes, siempre nos faltará un pedazo que recoger, un pedazo que se fue con quien nos causó daño.

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Quiero desearles que tengan una muy feliz navidad y un año nuevo lleno de todas las alegrías que se merecen, vivan sin remordimientos 😎

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