24
Nota: Este capítulo será narrado en tercera persona, algunos capítulos serán desde la perspectiva de Helena, otros desde la de Federico y otros como este, gracias por leer.
Como dicen por ahí, hay cosas que estamos mejor sin saber, secretos que nos hacen sentir en una especie de fantasía al seguir ocultos en algún lugar recóndito y polvoriento de nuestra alma, que está ciega a reconocer la verdad que tenemos enfrente.
Hay quienes prefieren vivir en una nube utópica a base de mentiras, como en el caso de aquella alumna a la que todos asemejaban por su físico a una actriz porno, con baja autoestima que solo se hacía presente en su interior al compararse con sus mejores amigas al salir a la calle y que la atención del género masculino fuera acaparada solo por aquellas dos y ella solo sonreía pensando que algún día habría un hombre que mirase más allá de la belleza física y así fue.
Cuando apareció aquel muchacho moreno, guapo y sobretodo un caballero, ella pensó que quizás le gustase al principio y luego desviaría su atención a sus amigas, ellas si eran bonitas y carismáticas, no un títere de iglesia sin chiste, pero su sorpresa fue enorme cuando él la invitó a salir, al fin alguien la había tomado como primer opción en la vida, incluso se integró a la misma iglesia que ella para no tener problemas con su madre que tenía una reputación de sobreprotectora y estricta.
Cualquier mujer, más no ella, habría sido inmensamente feliz con aquel muchacho, era perfecto en todo el sentido de la palabra, la llenaba de detalles haciéndola sentir importante frente a los demás, pero ella buscaba algo más, quería volar y por desgracia, aquel jóven enamorado solo le cortaba las alas, igual que su madre y padre, igual que todos.
Ahora, se encontraba dubitativa ante lo que tenía que decir su mejor amigo con quien llevaba largos años de amistad, le había mostrado una pequeña puerta hacia la libertad al llevarla a aquel bar y a inventar excusas ante su madre para escabullirse cada noche y ella pensara que estaba en casa de una amiga estudiando y a su otro extremo, el profesor castaño de finanzas, ese que le había enseñado el arte de amar en las sombras, de sucumbir ante los placeres de lo prohibido, que le había extendido sus alas para volar juntos y mostrarle cosas nuevas.
Javier tenía un secreto que sacar a la luz, a pesar que su amiga no fuera para él, sabía que tenía que abrirle los ojos de alguna manera.
Cuando vió a Federico en el bar por primera vez se le hizo conocido, pero no ubicaba de dónde, hasta que un día fue a visitar a su tío, un abogado muy reconocido, él le recordó quién era aquel enigmático hombre mayor que tenía intenciones retorcidas con Helena.
- Creo que esto no te incumbe, déjanos solos - respondió a la pregunta desafiante que le había hecho el castaño que lo miraba arrogante mientras abrazaba a la morena.
- Dijiste que tenías algo que decir sobre mi, así que sí me incumbe - sonrió burlón.
- Dímelo frente a él, lo que sea - intervino ella, la pobre no sabía donde estaba parada, ni ansiosa estaba por saber qué era, creía que sería alguna clase de mentira.
- Este tipo es un violador, hace algunos años abusó de una menor de edad, incluso estuvo en la cárcel, pero las influencias de su... - fue cortado por ella.
- ¿Eso es verdad? - miró al profesor intentando buscar algo de verdad en sus ojos marrones, deseaba que él lo negara, pero no lo hizo.
Federico estaba atónito y planeaba su jugada, creía que ese era su secreto mejor guardado aparte del de su padre, ni siquiera había salido en algún periódico que él supiera.
La familia Rodas era muy influyente, después que su padre salió de su vida, esa familia lo había acogido como a un hijo, pagado sus estudios y él les había devuelto lo invertido trabajando, eso no impidió que su hija seis años menor que él, Isabel, se enamorará de él locamente hasta el punto de comprometerse y ser una pareja formal, él por agradecimiento y ella por amor.
Cuando fue aquel escándalo, estuvo preso un mes entero por haberle arruinado la vida a aquella chiquilla que lo consideraba su amor platónico, seguiría allí de no ser porque la familia de su prometida movió sus influencias para no causarle pena a ella, pero sin duda, su conciencia lo seguía atormentando hasta el día de hoy.
Helena seguía esperando la respuesta de Federico, pero este no tenía ni la más mínima intención de emitir palabra alguna, estaba absorto en sus pensamientos, lo ponía mal recordar aquel episodio de su vida, así que manejó su ira lo mejor que podía y se fue encima del causante de descubrir su secreto, sobre Javier.
Lo tiró al suelo, siendo un experto karateka era obvio que tumbaría al peliazul a pesar que este se viera más fuerte.
Lo golpeaba como una bestia enfurecida a la que le habían estropeado su presa, le dió quién sabe cuántas veces con el puño en la cara, fueron inútiles los intentos del otro por defenderse ante la furia ciega de Federico.
Luego se puso de pie y lo agarró a patadas, seguramente tendría algún hueso roto después o lo mataría si alguien no se atrevía a intermediar.
La poca gente que había en el bar no fue de mucha ayuda, a pesar que Helena les pidió ayuda desesperadamente para separarlos y solo se limitaron a observar con asombro y miedo, el resto de la banda no habían llegado.
Ante la respuesta nula de la gente, ella decidió meterse tratando de abrazar a Federico por la espalda, pero solo recibió un empujón.
Este descuido le permitió a Javier ponerse de pie y aún con todo su dolor, sus últimas fuerzas le permitieron golpear en la cara a Federico provocando que los lentes que este llevaba puestos cayeran al suelo.
Helena intentó meterse nuevamente y recibió un golpe en la cara del puño de Federico que iba dirigido a Javier, cayó al suelo inconsciente, era muy débil.
Cuando despertó, estaba en su cama con Federico a su lado sosteniendo una compresa con hielo para desinflamar el golpe.
- Hola, ¿está mejor? - rompió el silencio, estaba muy apenado, el jamás quiso golpearla, maldito sujeto de cabello azul, ya se las pagaría después.
- Me duele aún, ¿se nota mucho? Dame aquel espejo por favor - dijo señalado su tocador.
Cuando tuvo el espejo en sus manos, la magnitud del golpe era grande, pero quizás unas capas de base lo cubrirían.
Él la miraba apenado, era la primera vez que se sentía mal por lastimarla y ella podía sentir su culpa, ya que no había arrogancia en su mirada esa noche.
- Perdóneme por favor, no era mi intención golpearla - acarició su mejilla.
- ¿Es verdad lo que dijo Javier? - preguntó con un nudo en la garganta y las lágrimas a punto de salir.
Muy en el fondo, esperaba que no fuera verdad, que solo haya sido una treta de su amigo despechado para separarlos.
- Si, pero no es como su amigo lo dice -
- Entonces dime cómo es - suplicó.
- Ahora no amor, te prometo que lo haré pronto, hoy no - contestó firme, no quería compartir su vergüenza con ella, tenía miedo de perder la devoción de ella, a la que se había vuelto adicto.
- Vete por favor, quiero estar sola - comenzó a llorar.
Aquellas palabras tomaron por sorpresa al hombre, nunca se imaginó que ella alguna vez le pediría que se fuera.
Entonces recordó que ella era muy religiosa y quizás sería demasiado para su conciencia coger con un supuesto violador cuando tenía a su disposición a otro idiota, pero solo él la llevaba al paraíso, eso es un punto a su favor, pensó.
Sin decir ni una palabra, salió de aquella casa. Por alguna razón, se sentía mal, sin esperanza alguna, devastado y por primera vez en mucho tiempo la tristeza había embargado su alma, llena de pecados y penas.
Llegó a casa esperando encontrar consuelo en su rubia prometida, era un descarado. Pero hacía un tiempo que ella ya no lo esperaba despierta, ya no la escuchaba llorar por las noches, ni siquiera le hablaba mucho, pero su semblante triste no cambiaba, quizás solo se resignó a que su prometido no la amaba o esperaba un cambio de parte de él.
Esto lo enfurecía, no encontraba paz en algún lado, tenía que tragarse el dolor de sus penas solo, aunque así estuvo siempre.
Sacó una botella de licor y bebió hasta la última gota, se hundió en un sueño profundo deseando no despertar más.
Mientras tanto, Helena había llamado a Angelique para contarle lo sucedido, a esta no le sorprendió en absoluto lo que su amiga le contaba del profesor, siempre supo que escondía algo muy retorcido.
- ¿Piensas cortar con él y volver con Emmanuel?
- No, aunque quisiera no podría. Yo creo que amo a Federico y lo de Emmanuel ya no podría ser, lo veo como un amigo -
Otra vez comenzó a llorar al recordar que en efecto, Federico era un supuesto violador.
- No llores, mira el lado positivo. ¡Te cogiste al profesor más bueno de la facultad! eso era lo que querías - trató de animarla con su tono jovial.
- Si, pero me enamoré de él. Creo que lo llamaré mañana para que hablemos - dijo con esperanza.
- ¡No! Flaca, lo mejor es que te olvides de él, aunque si tanto le importas, deja que sea él quien te busque - la aconsejó.
- Además, en esta vida tienes que saber a quien darle las nalgas y quien de verdad merece que le des el corazón - volvió a hablar y su amiga la miró con el ceño fruncido.
- También quería contarte que mi novio y yo queremos adoptar al bebé de Aly, nos casaremos pronto.
Esto hizo muy feliz a Helena, pero no dejó de sentir envidia, quisiera ser ella la que formara una familia con Federico, pero al parecer ya no había un futuro con él o quizás nunca lo hubo.
Así se les fue la noche, entre consejos, llantos, risas y añoranzas hasta que la ojiazul tuvo que partir.
Al siguiente día había clase de finanzas, no quería ir, pero era semana de cortos y ni siquiera había estudiado, sería más difícil al no contar con la ayuda de Federico.
Revisó sus mensajes y tenía uno de él con todas las respuestas del corto, ella no quiso responder, esperaba que él insistiera luego, pero no fue así.
Al llegar a clase, él no se había presentado y su lugar lo ocupaba un suplente, quien solo se limitó a decir que faltó por motivos personales.
La pobre se quedó esperando día tras día un mensaje de él durante un mes y las veces que se habían visto en clase, él la miraba fugazmente, pero ella lo evitaba, aunque él tampoco la buscaba y al terminar la clase, ambos salían lo más rápido que sus pies les permitían.
Ninguno de los dos dejaba de pensar en el otro, ambos querían seguir sintiendo placer a costa del cuerpo del otro, la diferencia es que Helena también necesitaba de las mentiras que él disfrazaba de amor.
Ella se refugió en sus libros de Harry Potter y otros que tenía a la mano, la pornografía gay, la comida chatarra que la hicieron aumentar un poco de peso y sus largas oraciones pidiéndole al ser supremo que le iluminara el camino, le pedía que el castaño volviera a su vida y pudieran ser felices.
Tampoco podía ir al bar después de lo que pasó.
Su madre la llamaba cada semana, se sentía totalmente sola y su autoestima había caído como un vaso de vidrio al suelo, en mil pedazos.
Pero, quizás era momento de dejar atrás el pasado.
Hace algunas horas, su ex novio la había llamado diciéndole que tenía algo importante que mostrarle, entonces decidió escribirle.
Aquello no la emocionaba en absoluto, pero la intrigaba saber qué es lo que tenía su ex para mostrarle, de todas formas, decepcionada ya estaba.
Pero no tomó en cuenta que aquel profesor castaño la espiaba y seguía a algunas partes muy a menudo.
No contaba con que él jamás permitiría que saliera con otro hombre que no fuera él y menos que la tocase.
¿De qué forma arruinará el profesor los planes de Emmanuel?
-------------------------------------------------
Muchas gracias por leer ❤
¿Qué les pareció el capítulo narrado de esta forma, les gusta?
También agradecer a esta hermosa lectora WonderIneffable por tomarse el tiempo de crear un booktrailer para la historia ❤
https://youtu.be/tw6kogwne88
Pregunta random: ¿Son casadas/os, solteras/os, tienen novio/a, unión libre?
Sus votos y comentarios me animan a seguir la historia, mil gracias 😎
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top