20
No sabría cómo describir lo que sentía en ese momento, mis manos y cuerpo entero eran recorridos por una especie de corriente que a su vez creaba un vacío muy grande en mi estómago. El corazón acelerado y febril por conocer la verdad.
Solo esperaba que no fuera la barbaridad que estoy pensando.
Mientras Federico seguía el trayecto, a mí mente vinieron muchos recuerdos con mi madre que era de esas pocas personas a las que admiraba.
Una casa vieja adornada con globos azules, detalles de madera al interior y en el centro una rueda de niños cantando el feliz cumpleaños a una niña vestida del mismo color de los globos, al canto también se sumaba su madre, quien hacía todo lo posible para que esa pequeña tuviera un momento felíz.
Ojos café oscuro y grandes, piel morena, cara redonda y nariz aguileña describían a la perfección a la cumpleañera de siete años que sonreía a todo pulmón, parecía una niña cómo cualquier otra, alguien que disfrutaba su cumpleaños, pero ella esperaba a alguien que no llegó jamás.
Esperaba a su padre, un hombre que estaba ganando importancia en los medios de comunicación, pero no hizo acto de presencia en ninguna de sus fiestas sabiendo que esa pequeña lo esperaba cada año con ilusión, incluso le mandaba una invitación a su oficina. Lo único que cambió ese año, fue el pastel que le envió con un empleado.
A pesar de su corta edad, trataba de sonreír para no decepcionar a su madre, quién se había esforzado para cubrir la ausencia de su padre.
A los siete años, Helena De Franco ya tenía el corazón roto por el hombre que le dió la vida y se convertiría en el autor de casi todas sus inseguridades y el rechazo que sentía de sí misma.
- Llegamos - dijo él sacándome del ensimismamiento y notando que una lágrima estaba saliendo.
Me miró con mucha ternura y siguió hablándome.
- A veces hay cosas que estamos mejor sin saber, le propongo que olvidemos toda esta mierda y nos vayamos lejos, ¿qué dice? - ofreció limpiando mi lágrima con su dedo pulgar.
Habíamos llegado a un automotel de clase media, la camioneta donde iba mi madre había entrado. La oferta de Federico era muy tentadora, en otra situación hubiese aceptado, pero tenía que ser fuerte y enfrentar lo que pasaba.
- Entremos por favor - respondí.
Respondió con un suspiro, de alguna manera sentía que la presencia de Federico podría frenar un poco mi caída.
- Buenas noches, solo tenemos disponible la habitación doce que no cuenta con aire acondicionado, no sé si les parece - habló el vigilante, quién a su vez entregaba las llaves de las habitaciones.
- Si - contestamos al unisono.
Cuando estacionó el carro, él me tomó la mano para darme seguridad, pero no era suficiente para que esta tristeza abandonara mi cuerpo.
Caminamos hasta la habitación número dos que estaba justo en la entrada.
La respiración se volvió pesada y el ambiente tenso, abrí la puerta y lo que descubrí es algo que me mató completamente, lo que mis ojos vieron jamás podré olvidarlo.
En la esquina de la cama estaba mi madre en las piernas de él, se estaban besando apasionadamente y la mano del tipo la rodeaba por la cintura buscando bajar el ziper de su vestido color salmón.
Ese sujeto odioso y frío, no merecía nada, me había destrozado la vida y mi madre se revolcaba con él, era mi padre que había convertido a la mujer que más amo en su amante.
¡Maldito cerdo miserable! grité con toda la furia contenida, a lo que ambos asustados volvieron a mirarme.
Ella con cara de sorpresa que luego bajó la mirada al suelo avergonzada y él, tan sinico como siempre, le valía verga mi presencia.
- Hija, no sé cómo explicartelo. Tú mejor que nadie sabe que sigo amando a tu padre, en tantos años no he podido ovidarlo. Tienes que entender por favor - suplicó mi madre poniéndose de pie y tomándome las manos, me solté de su agarre y dije.
- ¿Qué quieres que entienda? Que te convertiste en la amante de un tipo que nos dejó solas, que se volvió a casar y no le importó dejarnos en la pobreza. No, no puedo entender semejante cosa, siempre te admiré por ser una mujer luchadora, pero estás con este tipo que no te ama ni valora en lo absoluto, me siento triste y decepcionada -
- Tú que finges ser una mujer de iglesia, que me presionas para casarme con Emmanuel con quién prácticamente me obligaste a tener un noviazgo, que mientes al decirme que harás turno nocturno en el trabajo. Por favor mamá - prosegui.
- Por favor hija, solo comprende que - fue interrumpida por mi padre.
- Niña tienes que entender que este es tema de adultos donde no tienes que meter tu cuchara, mañana te deposito, te vas de compras y olvida lo que viste aquí - era un maldito.
- Ah, un tema de adultos. Usted señor de adulto no tiene nada, es un pendejo que le gusta dejar hijos regados y quiere tenerlos felices a base de dinero y comidas lujosas una vez al mes. Nunca me has querido, nunca estuviste en mis cumpleaños, en mi graduación, se murió mi mejor amiga y tú feliz revolcandote con mi madre -
¡Eres un bastardo asqueroso, un hijo de puta, imbécil, maldito. Preferiría no existir a que tú me engendres! - grité haciendo mi mejor cara de desprecio y Federico me puso una mano en el hombro para incitarme a que me calmara.
Mi padre dió dos pasos al frente, creí que quizás lo había hecho recapacitar y me pediría perdón.
Sentí una sensación de calor repentino en el lado derecho de la cara, mi padre me había dado una cachetada.
No pude reaccionar a eso, me quedé paralizada, ni siquiera podía llorar.
Mi profesor castaño se indignó y lo tomó por el cuello.
- Los problemas familiares que tengan no me importan, pero a mi Helena no la tocas hijo de puta y si lo vuelves a hacer, una mano que le pongas encima y el infierno de Dante no será nada comparado a lo que te haré sentir, ¿te queda claro? - lo amenazó tajante.
Lo soltó, mi madre seguía llorando, pero no hizo ningún esfuerzo por ir detrás mío, lo que me confirmó que seguiría con ese sujeto.
Subimos al carro, él me abrazó fuertemente.
- Tranquila, tranquila, estoy aquí mi señorita De Franco, llora lo que quieras, pero en mis hombros - pronunció con una voz aterciopelada, pero tampoco era suficiente.
Repentinamente me sentí mareada y todo se volvió negro.
No sé cuántos minutos pasaron, me desperté con el auto aún en movimiento.
- Se tardó mucho en reaccionar, vamos rumbo al hospital, usted no está bien -
- No, lo que menos quiero es ir a un hospital. Lo que necesito es estar contigo, sigamos con nuestros planes por favor - supliqué.
- Está bien, haremos lo que quiera. Hoy planeaba llevarla a un lugar sorpresa, no me desvié, así que estamos cerca - guiñó un ojo.
Al cabo de díez minutos habíamos llegado, era un edificio de cinco pisos, muy bonito y un tanto lujoso.
Él me ayudó a bajar y caminamos abrazados hasta el apartamento 360 que estaba en el tercer piso.
- Puedo saber, ¿de quién es este apartamento? - cuestioné.
- Es mío, aquí vivía hace un tiempo y por los recuerdos que me trae no lo he vendido -
Entramos, el apartamento era muy bonito y acogedor, se notaba que era ideal para vivir la soltería en plenitud.
- Siéntese aquí conmigo, quiero decirle algo - hice caso inmediatamente y me senté junto a él en el sofá para que me rodeará con sus brazos.
- Quiero decirle que si usted no quiere no tenemos que hacer el amor, le prometo que respetaré lo que decida - propuso pasando su mano por mi mejilla que había recibido una cachetada.
- De hecho, eso mismo iba a pedirte. No estoy de ánimo para el sexo, ¿podemos ver una película? -
- Si claro, dígame cuál y la buscamos en internet, no tengo ninguna en físico aquí. Mmm... ¿tiene hambre? - preguntó pasando su mano por el cabello castaño.
- Me parece bien, solo me gustaría tener algo más cómodo para ponerme - dije poniéndome de pie y quitándome la chaqueta.
- La desnudez siempre es buen atuendo cariño - insinuó mostrando su torcida sonrisa que me provocó cosquillas en todo el cuerpo.
- La próxima vez, te lo prometo. Eso nos llevaría al sexo y la verdad es que me siento muy mal -
- Pediré una pizza, nos ponemos cómodos y hablamos de todo lo que quiera. En la habitación hay algunas camisas que conservo, use la que quiera, eso es algo que le gusta a las mujeres según muchas películas y le ruego me lo confirme o saque de mi error - dijo intentando hacerme reír, no lo logró, le respondí con el famoso beso de piquito y me dirigí a su antigua habitación.
Federico era un tanto exagerado, solo habían tres camisas, la más rescatable era una de los Rolling Stones, me quedaba bastante grande lo que la hacía sumamente cómoda.
Volví al sofá junto a él, quién acaba de colgar el teléfono y pedir la pizza.
Recosté mi cabeza sobre él, acariciaba mi cabello y cada vez me convencía más que me estaba enamorando de este hombre, esperaba que toda esa emoción y ese "amor" se pasaran pronto.
- ¿Por qué me trajiste aquí y no a donde vives actualmente? - cuestioné.
- Aquí es más seguro, recuerde el anónimo que recibió. Si queremos seguirnos viendo, debemos ser más precavidos -
- Tienes razón. Sabes, todavía no puedo creer lo que ví, parece una pesadilla - mi tono de voz cambió a uno fatigado y triste.
- La entiendo, pero ante todo me gustaría decirle que esto no debería cambiar el amor que usted siente hacia su madre. La mía murió cuando yo tenía seis años, tenía cáncer y no sabe lo que daría por tenerla a mi lado, así que no pierda ni un segundo y arregle todo con ella. Después de todo, no debe juzgarla, ella es libre de hacer con su sexualidad lo que quiera, así como usted lo hace conmigo -
En parte, Federico tenía razón, pero si mi madre estuviera con otro hombre no habría problema, pero tenía que ser ese bastardo.
- Es diferente, tú eres un buen hombre, sin máscaras, sabes cómo hacerme sentir feliz, plena y valorada, no me lastimas. En cambio él, es un patán mentiroso, está casado y tiene más hijos, a los que si quiere - comencé a llorar, las batallas internas eran lo peor, siempre resultaba perdedora.
Se quedó callado y me abrazó aún más fuerte, pude sentir su perfume que me hipnotizaba en cada una de sus clases y hacia de los números algo más placentero.
- Antes creía que todos los hombres eran igual de desgraciados que mi papá, siempre pensé que ningún hombre me iba a querer, es decir, si el hombre que me engendró no me quiere, menos otro. Pero eso cambió cuando llegó Emmanuel y ahora usted, antes de ustedes sufrí algunos rechazos de hombres de los que me enamoré, siempre me sentí fea y culpaba a mí genética de esos rechazos. Incluso en la universidad, al lado de Angelique y Aly, me sentía como el fenómeno deforme del grupo, una mujer sin chiste - terminé, esperando su respuesta.
- Me fijé en usted y no en ninguna de sus amigas precisamente por eso, su sencillez es algo que me pareció hermosamente embriagante. No me serviría de nada una modelo rubia, ojos claros, sin esa pasión, esa astucia y esa personalidad arrolladora que usted me brinda en cada encuentro que hemos tenido -
- Es de las mujeres más inteligentes que he conocido y no lo digo solo por sus notas, sino por la manera en que me provoca desde que la conocí, esa mirada inocente que se pinta del color de la seducción cuando me mira. Ahora que usted me ha permitido conocer sus problemas y secretos mejor guardados, le puedo decir con toda confianza que la quiero mucho, que es una mujer muy especial para mí y que espero podamos compartir mucho tiempo juntos -
Lo que me había dicho era hermoso, mucho más de lo que algún hombre me dijera en el pasado.
- Así que por favor, cuando se mire al espejo no dude más que usted es una mujer hermosa en demasía, perfecta, la que yo quiero y deseo, que me vuelve loco y con la que quiero que mi corazón explote -
Las palabras estaban atascadas, mi instinto me decía que lo besara y eso hice, apasionadamente me permitió la entrada a su boca y nuestras lenguas jugaban con picardía.
Por falta de aire nos separamos, tenía algo que decirle también.
- Quería agradecer que me hayas defendido de mi padre, no sé cómo agradecertelo. Gracias, gracias mi amor - lo abracé y noté que se tensó un poco.
- La próxima vez me lo agradecerá, la verdad es que no soporto que se maltrate a una mujer - dijo seco.
Su respuesta me puso un poco sentimental por que me hizo sentir que es algo que no haría solo por mí, sino por cualquier mujer, me hizo sentir que no era especial, pero no quería sumar otro drama a mi vida.
Tocaron la puerta, él se puso de pie para abrir y era la pizza que había llegado, con mucha cebolla como me gusta.
Pude ver como él le quitaba toda la cebolla a las cuatro porciones que había tomado.
- Odio la cebolla, trauma infantil - se limitó a decir.
Reí un poco y le pedí la pusiera en mi plato.
- ¿Qué película quiere ver? - preguntó encendiendo el televisor y entrando a Google.
- ¿ Le gusta Harry Potter o alguna de terror? - dije apenada con una sonrisa débil y encogida de hombros.
- Me gusta Harry Potter, leí toda la saga, aunque no se ofenda, pero prefiero El Señor de los Anillos, también leí los libros - presumió.
- Yo también leí la saga de Harry Potter, pero en PDF, nunca los pude comprar en físico. ¿Su autor favorito, quién es? -
- El Marqués de Sade por supuesto, él me inspira sexualmente y quisiera hacer realidad algunos de sus escritos con usted. ¿Le parece si empezamos la próxima vez que nos veamos? - río pícaramente y saboreando sus labios.
- Si claro, siempre estoy dispuesta a aprender. ¿Qué le parece si vemos el prisionero de Azkaban? es mi favorita -
La película empezó, entre besos, toqueteos, abrazos y comentarios comparando la película con el libro la noche transcurrió, tan mágica y perfecta, tal como lo soñé, excitante y atrapante, así era estar con Federico Rivelles.
Por fin sentía que mi vida empezaba a cobrar sentido.
--------------------------------------------------
¿Qué les pareció el capítulo?
Muchas gracias por leer, esta historia no sería nada sin ustedes, los amo ❤ Espero sus votos y comentarios, se los agradecería mucho.
¿Alguien quiere dedicatoria en el siguiente capítulo?
Página de facebook >>> www.facebook.com/PlaceresOcultosWattpad
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top