17

Despertar entre los brazos del hombre que me había despertado la pasión oculta prácticamente desde que lo conocí, sin duda había sido la mejor travesía de mi vida.

La luz de la estrella mayor ya se colaba por la ventana, no me importaba el hecho que alguien nos descubriera, pero como todo cliché eso no iba a pasar, al menos por ahora.

Froté mis ojos, me estiré y levanté con cuidado para no despertar a mi hombre castaño que me había hecho tan feliz ayer, aunque esperaba algo más salvaje sinceramente.

Lo observé, el tipo a diferencia mía lucía casi perfecto, excepto porque llevaba chuecas las gafas, la camisa blanca desabotonada hacia buen juego con el semblante relajado que le proporcionaba dormir. Veo su cara y no puedo dejar de recordar sus caras de placer de anoche, como se mordía los labios y cerraba los ojos, esos jadeos roncos en mi oido mientras estaba dentro mío y como mis pequeños senos fueron víctimas innegables de sus manos.

— Buenos días Licenciado — dije al notar que despertaba.

— Hola, disculpe si soy anti romántico pero tiene que salir de aquí pronto ó yo terminaré desempleado — rió al final acercándome a él, yo únicamente llevaba mi ropa interior y me cubría con una sábana.

— ¿Qué hora es? — pregunté dándole un beso.

— En 15 minutos llegaran los demás catedráticos. Vistase y diré que llegamos temprano porque necesitas asesoría especial — arqueó una ceja.

— Está bien, quería saber algo. ¿Qué le pareció lo de anoche? — me atreví a decir.

— Bonito — se limitó a contestar sin mirarme.

Quince minutos después yo estaba simulando preguntar por mi pensum y él frente a la computadora explicándome que materias debían ser mi prioridad.

— Pero que madrugador Rivelles, estoy sorprendido — dijo un catedrático bajito interrumpiendo nuestra privacidad al abrir la puerta sin aviso previo.

— Si, ella necesitaba asesoría especial y no podía esperar — contestó seco.

El tipo se fue y yo intuí que era momento de irme, quise darle un beso pero él me alejó con la excusa de que alguien nos podía ver.

—¿Cuando nos volveremos a ver? —

— Pronto, adiós Helena —

Cuando salía tenía frente a mi a su hermana Isabel, le dije buenos días y ella no me respondió, solo me miró de pies a cabeza e incluso pude percibirla molesta.

Rumbo a casa me sentí mal en todo el camino, había notado muy extraño a Federico al despedirnos, me lastimó un poco su actitud o quizas solo estoy imaginando cosas otra vez.

A veces soy muy paranoica y me tomo las cosas muy personal, trataré de no agobiarlo mucho.

Entré a casa, revisé la habitación de mi madre solo para confirmar que no había dormido aquí para mi suerte y luego me dirigí a mi habitación.

Me recosté en la cama para seguir recordando la noche anterior, pero en ese momento mi celular vino a mi mente, lo saqué de mi cartera y me horrorizó ver que tenía 47 llamadas perdidas de Angie y muchos mensajes pidiéndome que me comunicara.

Lo más rápido que pude llamé, después de dos timbres me respondió.

— Hola, ¿que ha pasado? —

— Aly murió esta madrugada — contestó ahogándose en su llanto, apenas podía entender lo que me dijo.

Sentí mi cabeza dar vueltas, mi corazón encogerse y mi cuerpo ponerse frío, pesado como si tuviera un glaciar encima mío.

— No no no, pero si ella estaba bien — no podía decir más.

— La enterraremos en la tarde por si te interesa, pero si prefieres irte a coger con Federico adelante — gritó furiosa.

— ¿Qué?  ¿De qué hablas? —

— Ayer te pedí que vinieras al hospital, pero tú preferiste ir a coger con ese sujeto y te valió verga tu amiga que ahora está muerta — colgó la llamada.

Me encontraba realmente mal, Angelique tenía razón y el cargo de conciencia no me dejaba pensar claramente, decidí escribirle a Federico, solo él podía consolarme.

Pero ni siquiera recibía los mensajes, me sentí al borde de la desesperación y la ansiedad también se hizo presente, llamé a su celular y tenía la mierda apagada.

— ¡Hijo de puta!  ¿Por qué justo hoy que lo necesito tiene apagado el maldito celular? — grité.

Y así estuve intentando hasta que llegó el mediodía, parecía una loca si a eso le agregamos que no me había bañado.

Ahí fue cuando una idea vino a mi cerebro, llamé a Emmanuel quien si tenía el celular encendido.

— Hola, ¿Helena? —

— Si, escucha me siento mal y no sé que hacer — contesté llorando.

— Tranquila princesa, voy a tu casa y me cuentas que pasó —

Colgué, ya me sentía un poco mejor, no es que Emmanuel fuera un repuesto, pero yo lo quería mucho y como amigo seguro era el mejor.

Intenté tranquilizarme en vano, mi corazón había pasado de un extasis profundo a la tristeza infinita, todos nos hemos sentido tristes alguna vez, pero esta vez es como si este sentimiento me fuese a ahogar, el aire traspasaba mis fosas nasales, pero para mi era como si humo entrara en mi cuerpo.

Con el cuerpo pesado y sin parar de llorar fui a abrir la puerta, sin dudar un segundo me lancé a sus brazos como una indigente en busca de refugio.

Una de las cualidades de Emmanuel era que sin importar cuán mal me sintiera, él siempre me hacía sentir querida.

— Sé lo que pasó, solo quiero decirte que aunque ya no estemos juntos yo estaré para ti siempre que quieras, no importa la hora, el lugar o la situación — expresó mirandome fijamente con sus ojos cafés enormes llenos de ternura.

— Gracias, quiero que antes de irnos me digas que le pasó a ella —

— Fue durante la madrugada, Angelique tuvo que ausentarse un momento y ella saltó por la ventana —

La culpa dentro de mi era irrefutable, si yo hubiera ido a cuidarla eso jamás hubiera sucedido.

Soy una mala persona y me merezco lo peor, preferí ir a tener sexo con alguien que ni siquiera me responde los mensajes a estar con mi mejor amiga, alguien que me quería incondicionalmente.

Soy una mierda.

Emmanuel fue conmigo al hospital, durante el camino ninguno de los dos emitimos palabra alguna.

Llegué al hospital, ahora me pesaba mucho más el recorrido de ese lugar.

Finalmente encontré a Angelique abrazada a su novio castaño.

No pude pronunciar palabra alguna, mi amiga se puso de pie con sus ojos felinos hinchados por el llanto.

— Cuando nos entreguen el cuerpo no lo velaremos, iremos directo al cementerio. Hace un par de días, ella me dijo que siempre quiso que tú hablaras en su funeral —

— Claro, entiendo que estes molesta, no me merezco menos, pero te necesito mucho, no podré con este dolor sola — alcancé a decir para empezar a llorar nuevamente.

Angie pareció ignorar lo que le dije y volvió a tomar asiento con su novio, quien la amaba incondicionalmente.

Tomé asiento junto a Emmanuel y revisé mi celular, mis mensajes aún no le caían a Federico y eso hizo que el dolor pesara aún más.

Pasaron un par de horas, dijeron que el cuerpo ya estaba listo y ya tenía pensado lo que diría para despedirme de mi querida amiga.

Siempre me preguntaré por qué Aly hizo tal cosa, ella estaba dispuesta a recuperarse por su hijo, pero tenía tanto miedo de ese desgraciado de su esposo que no había hecho más que golpearla y a pesar de las incansables veces que yo le dije que se alejara, mi pobre amiga aún tenía esperanzas que el tipo cambiara, basada en sus falsas promesas.

Emmanuel me llevó al cementerio, poco a poco todo se iba organizando, de forma muy sencilla ya que casi no hubo tiempo y el servicio que pudimos contratar fue el más barato debido a nuestra falta del maldito dinero.

Los minutos pasaban y el nudo que tenía en el estómago junto con mi batalla interna aumentaban a pasos agigantados, mi ex novio moreno se limitaba a tomar mi mano.

— Llegó el momento, tranquila princesa, sé que puedes — pronunció él.

Mi momento de despedirme de Aly había llegado, no sé de donde saqué fuerzas y comencé a hablar a las pocas personas que nos acompañaban, la mayoría compañeros de la universidad.

— Buenas tardes a todos, gracias por estar aquí. Solo quiero decir que no tengo palabras para expresar el dolor tan profundo que dejas en mi querida amiga.

Mi querida Aly, hoy te has ido por decisión propia de nuestras vidas, jamás volveremos a ver tu rostro blanco rosa lleno de positividad, tus ojos verdes que enamoraban a casi la mitad de la facultad, pero sabes que si tendremos mucho de ti y para siempre.

Jamás olvidaré tus consejos para ser más amable, tu ayuda en las exposiciones porque yo era una cagada, nuestras noches de desvelo escuchando mis estupideces.

No podré superar el pupitre que dejas vacío en el salón de clases, la silla chueca color verde a la hora del almuerzo, nuestras risas tontas en el cine, tus ronquidos cuando dormías en mi casa, tus locuras en nuestras borracheras, pero siempre pondré en práctica tu más valiosa lección, la vida es hermosa y hay que saberla vivir —

Inevitablemente rompí en llanto, el dolor era demasiado y la culpa aún más, no podía dejar de pensar que si yo la hubiese cuidado ella estaría viva todavía.

Finalmente la tierra empezó a caer sobre mi querida amiga, Angie se desmayó y su novio se la tuvo que llevar, se me hizo raro porque ella es mucho más fuerte que yo.

Los pocos amigos comenzaron a irse hasta que solo quedamos el moreno y yo, le dije que me diera unos minutos para despedirme y se alejó un instante.

— ¿Usted es Helena? — dijo un niño de complexión ancha, de unos diez años, moreno y mal vestido. Seguro ayudaba en el cementerio.

Asentí mientras me arrodillaba junto a donde la habían enterrado.

— Es para usted — contestó extendiéndome un sobre manila y se fue corriendo como si lo persiguiera un demonio.

Guardé el sobre en mi cartera, lo abriría en cuanto llegue a casa, no tenía cabeza para nada más, me sentía como en un trance, una pesadilla de la que jamás despertaría.

Lloré, lloré y seguí llorando a mi amiga, le prometí que jamás dejaría de visitarla y le pedí perdón por no haber estado en su último día.

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Lo sé, tardé una eternidad para actualizar 💔

Espero les guste este capítulo y también seguir contando con su apoyo.

Muchas gracias ❤❤😎


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