CAPÍTULO 5
Noah da pequeños toquecitos con su dedo en el brazo de Jane, intentando despertarla. Acaba de llegar el autobús a la estación de San Sebastián.
—Mmm… —medio gruñe la humana, moviéndose para acomodarse más en el asiento—, cinco minutos más…
—Ya hemos llegado —murmura la híbrido, insistiendo en que se levante.
A regañadientes, Jane se levanta y sigue a la pelinegra medio adormilada. No tardan mucho en salir al exterior, donde el olor a mar impregna las fosas nasales de Noah, haciéndola sonreír.
<<Echaba de menos la playa. >> piensa la híbrido.
—Vamos por aquí —señala esta con la cabeza el camino al lado del río—. Sé dónde podemos alojarnos.
La humana sigue sin rechistar a Noah, pensando que podría al menos darle algo de información sobre lo que tiene en mente.
Ambas caminan hasta llegar a la playa, a la famosa playa de La Concha. Jane se detiene, mirando embobada el mar, acercándose hasta la barandilla del paseo marítimo para observar más de cerca ese precioso paisaje que tiene frente a sus ojos.
No hay mucha gente bañándose, tampoco sobre la arena. El clima no invita a mojarse, está nublado y hace unos veintidós grados.
Noah sigue a la humana, gruñendo mientras se apoya sobre la barandilla, mirando a Jane. Esta última siente la presencia de la híbrido, pero no aparta la mirada de la playa.
—Es la primera vez que veo la playa —comenta Jane, girando ligeramente la cabeza para mirar a la pelinegra—, bueno, y cualquier otra ciudad que no sea Madrid —dicho esto, vuelve a mirar al frente.
Las palabras de la ladrona conmueven a Noah, lo que le hace olvidar que tienen que ir a coger una habitación en algún hotel cercano.
—Ven —añade la híbrido, tendiéndole la mano a Jane.
Esta, un poco avergonzada, baja la mirada hasta la mano de Noah, agarrándola. Ambas caminan hasta el acceso más cercano a la playa, y, una vez en la arena, la pelinegra se quita los zapatos y empieza a correr hasta la orilla.
—¡Vamos! —anima la híbrido a que la siga.
Jane observa como Noah corre por la arena, alternando la mirada entre la arena y la pelinegra.
<<Vamos, ve con ella. >> le dice su subconsciente.
La ladrona se quita las zapatillas y comienza a correr tras Noah. Siente como la fría arena hunde sus pies y ralentiza su paso, lo que la hace esforzarse más en alcanzar a la híbrido, la cual ya ha llegado a la orilla. Sus pies se mojan por la ola que acaba de romper cerca de la orilla, pero Noah está más pendiente de que llegue Jane hasta ella.
<<—Es preciosa cuando está feliz —piensa su subconsciente.
—Oh, vamos, cállate —se reprocha Noah.>>
Jane llega hasta la pelinegra, pensando en lo guapa que se ve esperándola en la orilla, bajo los tenues rayos de sol. Sin quererlo, ve que salpica a Noah con el agua, mojando un poco su ropa. Esta, con una sonrisa pícara en su rostro, se agacha para recoger agua con sus manos y echársela a Jane, a lo que esta responde frunciendo el ceño.
—Yo había oído que a los chuchos no les gustaba el agua —se burla la ladrona, intentando empujar a Noah, pero esta la evita y hace que caiga al agua, empapándose entera.
La híbrido se ríe a carcajadas, pero se acaba escurriendo por el agua y cae sobre Jane. Ambas se miran, estando muy cerca la una de la otra, mojadas por el agua salada.
<<¿Quiero besarla? Sí, quiero hacerlo. >> se pregunta a sí misma Noah, sin apartar la vista de la humana, alternando su vista de sus ojos a sus labios.
—Pero idiota, ¿Qué haces? —se queja Jane, rompiendo la tensión que había entre ambas—. Menuda ostia me has metido.
—¿Quieres callarte de una vez? —gruñe la pelinegra, acercándose un poco más.
La ladrona siente el aliento de la híbrido sobre su piel, e inevitablemente, su mirada se desvía hasta sus labios, ahora húmedos por el agua.
—Cállame —contesta Jane, para sorpresa de Noah.
Pero las ganas de hacerlo ganan a la sorpresa.
La híbrido se acerca despacio hasta los labios de la humana, casi rozándolos, hasta que siente como un balón de playa impacta sobre su cabeza.
La mirada de Noah se desvía rápidamente hasta el niño que está corriendo en busca de su balón, el cual se detiene por la mirada asesina de la híbrido. Su parte de lobo y vampiro luchan por quien saldrá a la luz, siendo el vampiro la que gana.
Los ojos de la pelinegra se vuelven completamente negros, mientras agarra el balón con una mano y lo lanza hasta llegar al niño. Este, asustado, coge el balón y da media vuelta, corriendo hasta su madre.
Cuando vuelve a mirar al suelo en busca de Jane, se percata que esta no está, sino que se ha levantado y camina hasta la salida de la playa. La sigue, sacudiéndose la arena.
—¿Dónde vas? —le pregunta—. Ni siquiera sabes donde tengo pensado alojarnos.
—Pues llévame de una vez —le contesta Jane resignada, cogiendo sus zapatillas de la arena—, estoy cansada.
Noah dirige a la humana hasta el hotel Londres, uno de los hoteles más conocidos de la ciudad y uno de los mejor valorados. Ambas entran en la recepción, donde les recibe una chica joven y rubia, algo que hace sonreír a la híbrido, sabiendo que va a ser una presa fácil.
—Buenas tardes —se dirige la pelinegra a la recepcionista—, me gustaría alojarme en la suite para esta noche —apoya parte de su cuerpo sobre la mesa, acercándose un poco más a la rubia.
—S-sí —la mirada de la recepcionista cae en la de Noah, cayendo en la trampa—. Voy a ver si está disponible…
Jane, detrás de la pelinegra, pone los ojos en blanco al presenciar la escena.
—Perdone, ¿Tenéis baños? —pregunta esta, recibiendo a continuación las indicaciones de la recepcionista.
La humana sigue el camino que le ha indicado la rubia, bajo la incrédula mirada de Noah, pero tarda poco en volver a desviar la mirada hasta la recepcionista.
—Nos queda una suite libre —le informa, algo nerviosa ante la penetrante mirada de la pelinegra.
—Perfecto, nos alojaremos ahí —contesta Noah, con una sonrisa seductora—. ¿Cuánto sería?
—E-eh… sí… esto… —mira la pantalla, moviendo con dificultad el ratón del ordenador debido al sudor de sus manos—. 550 euros por noche.
A Noah no le parece caro, más sabiendo las increíbles vistas que tiene el hotel y la cercanía de la playa, pero su instinto de regateadora la obliga a intentar bajar el precio.
—¿Hay alguna posibilidad de rebajar el precio a la mitad? —la híbrido se apoya más sobre la mesa, enseñando un poco de sus atributos femeninos.
De forma inconsciente, la rubia baja la vista y la sube rápidamente, intentando disimular, pero Noah sabe perfectamente que está consiguiendo lo que quiere.
—Esto… Lo siento, pero no soy yo quien pone los precios —contesta, provocando que la pelinegra apriete la mandíbula, sabiendo que va a tener que convencerla de otra forma.
—Bien —añade la híbrido, consiguiendo que la recepcionista fije su mirada en la suya, atrapándola en su control mental.
<<Vas a rebajarnos el precio a la mitad.>> dice Noah en su cabeza, una orden directa para el cerebro de la rubia.
Para cuando Jane vuelve del baño, la híbrido está esperándola con los brazos cruzados y enseñándole la tarjeta de la habitación. La humana pasa de largo y se dirige hasta el ascensor, en el que entran ambas y no formulan palabra hasta entrar en la suite.
—¿Te gusta? —pregunta Noah a Jane, viendo como la humana contempla la habitación, detallándola de arriba a abajo.
—No está mal —contesta esta de forma seca, yendo hasta el baño y encerrándose para tomarse una ducha.
Allí observa el baño de la misma forma. Su cabeza parece cortocircuitar, no ha visto tanto lujo junto nunca, pero no va a darle la satisfacción a la híbrido de mostrar que le encanta este sitio.
Comienza a desvestirse y entrar en la gran bañera, pero, antes de que pueda correr las cortinas del todo, la puerta se abre, dejando entrar a Noah.
—Bajaré a por ropa para esta noche —dice esta antes de que Jane le grite.
La humana agarra el bote de gel y lo lanza contra la híbrido, quien cierra la puerta antes de que pueda impactar en su cuerpo.
—¿¡Pero a ti qué cojones te pasa!? —sigue chillando, a pesar de que Noah ya ha comenzado su camino hasta la salida de la habitación—. ¡Que seas de la prehistoria no significa que no sepas lo que es la intimidad!
Noah baja hasta la salida del hotel. Es un poco tarde para encontrar alguna tienda abierta, pero, por suerte, a escasos metros del hotel, encuentra una.
Lo que ella va a vestir lo tiene claro, una camisa blanca de manga corta y unos vaqueros negros. Simple y no demasiado elegante. Ahora toca escoger el modelo de Jane, algo que le cuesta un poco más de tiempo.
La humana no es alguien que estile el llevar vestidos, pero aun así, la misión pide a gritos que use uno, y más con el plan que tiene Noah en su mente. Encuentra un vestido de tirantes básico y ajustado, un vestido que, con solo verlo, la pelinegra no puede dejar de pensar en Jane usándolo.
Mientras tanto, en la suite, Jane da vueltas por toda la habitación en busca de su ropa, cubierta tan solo por una toalla y maldiciendo a Noah en el camino. Su búsqueda es detenida cuando la híbrido abre la puerta de la habitación.
—¡Devuélveme mi ropa! —le grita Jane, cruzándose de brazos.
La pelinegra, al descubrir que la humana sólo lleva puesta la toalla de la ducha, queda paralizada, deteniéndose de más en las curvas de su cuerpo.
—Te he traído una nueva —contesta Noah cuando consigue recuperar el aliento, sacando el vestido de una de las bolsas.
—¡No pienso ponerme ese vestido! —vuelve a chillar—, además, ¿Acaso quieres que duerma con ese vestido?
—No pensaba que durmieras con ropa exactamente —una sonrisa socarrona se hace presente en el rostro de la híbrido.
—Ni en tus mejores sueños…
Jane vuelve a cruzarse de brazos y se sienta en la cama. A su vez, Noah bufa y se dirige hasta el baño, cogiendo los albornoces que suelen dejar en todas las suites.
<<No sé cómo no se ha dado cuenta.>> piensa, volviendo hasta la cama para enseñárselos.
—Ponte el vestido —ordena la pelinegra a la ladrona, tirando los albornoces a su lado—, salimos de caza.
La cara de Jane se arruga, frunciendo el ceño mientras mira a Noah y al vestido.
—Uno, te he dicho que tengo sueño y quiero dormir —replica esta—, dos, el vestido no es muy práctico, además de que los detesto.
La híbrido pone los ojos en blanco.
—Uno, has dormido durante todo el viaje, por lo que dormirás cuando volvamos —contesta esta, cruzándose de brazos y apoyando todo el peso de su cuerpo en su pierna derecha—, dos, es la única ropa que tienes ahora mismo, así que te las vas a poner.
Dicho esto, Noah se encierra en el baño para ponerse la ropa que acaba de comprar. Jane toma una respiración profunda para evitar entrar a ese baño y matar a la híbrido, algo que puede que no sea posible debido a su inmortalidad, pero aun así lo intentaría.
—Chucho asqueroso… —gruñe, mirando el vestido y mentalizándose para ponérselo.
En el baño, la híbrido ajusta su camisa frente al espejo, comprobando que todo esté en su sitio y sonriendo por lo bien que le queda el atuendo.
Sale del cuarto para encontrarse a una Jane ya vestida y con el ceño fruncido.
<<Wow…>>piensa Noah, al contrario que la humana, que solo puede pensar en la mierda de vestido que lleva puesto.
El largo vestido azul eléctrico se ciñe al cuerpo de la ladrona, resaltando cada curva de su cuerpo y dejando a la pelinegra embobada. Jane siente la presencia de Noah, por lo que da media vuelta para encararla.
—¿Tú que miras chucho asqueroso? —gruñe esta.
—Estás increíble —contesta la híbrido, sin poder dejar de mirarla.
Se acerca hasta ella, mientras Jane sigue con el ceño fruncido y mirándola con cara de pocos amigos. Por un momento, la mirada de Noah baja hasta el escote de la humana de forma inconsciente, un error del que se arrepiente al instante.
Antes de que la pelinegra pueda acercarse más, Jane pone la mano en el pecho de esta, poniendo distancia entre las dos.
—¿Qué narices quieres hacer esta noche? —pregunta, medio gruñendo—, cuanto antes vayamos, antes me podré quitar esta mierda a la que llamas vestido.
—Vamos a ir a un bar donde seguro encontramos lo que quiero.
Y ese bar es uno de los bares gays de San Sebastián, donde, poco después, se encontraban en la entrada Noah y Jane, esperando a entrar en el interior del local.
—Más te vale que no me hayas sacado de la habitación con estas pintas para salir de fiesta, porque te juro que me vuelvo a Madrid ahora mismo —bufa la humana, cruzándose nuevamente de brazos.
—Te he sacado con estas pintas para que te ligues a la vampiresa —contesta la híbrido, entrando en el bar para empezar la búsqueda de cierta persona—. Elena tiene buen gusto para las mujeres, así que lo más seguro es que llames su atención.
<<Calma, respira.>> Se dice Jane, intentando controlar la ira que recorre su cuerpo en ese momento.
Mira a Noah enfurecida, y esta le contesta con una sonrisa.
<<No, a la mierda.>> dicho esto, salta sobre la pelinegra, con intención de pegarla.
La híbrido esquiva la mano de Jane, riéndose.
—Calma pequeña X-men —dice Noah, lo que provoca que la ladrona vuelva a mirarla dispuesta a intentar pegarla de nuevo, pero la híbrido agarra su muñeca a tiempo—. Tú accediste a ayudarme a cambio de dinero, así que te toca cumplir tu parte.
—Dinero y que me ayudes a descubrir lo de mi invisibilidad —replica la humana—. Además, accedí a buscar gente, no a que me utilices de cebo para vampiros.
—Algo descubrí sobre tu invisibilidad —Noah sonríe de forma pícara—. Que solo yo te puedo ver.
—Sí —bufa Jane—, que alegría que la única que me puede ver sea un chucho pulgoso.
La híbrido suelta un largo suspiro, agarrando el brazo de la ladrona y arrastrándola hasta la barra para tener más perspectiva del loca. Espera que su olor de híbrido no sea detectado por la vampiresa, sino están jodidas.
—Genio, si la chupasangre nos ve juntas, va a saber que estoy contigo —comenta Jane, a lo que Noah asiente, sabiendo que la humana tiene razón.
—Ve y sedúcela —la fría mirada de la pelinegra se encuentra con la de Jane—. Cuando lo hayas conseguido, solo sácala de aquí —la ladrona bufa—, de lo demás me encargo yo.
—¿Me ves con cara de seducir a alguien? —protesta, viendo como los ojos de la híbrido se mueven rápidamente desde su escote hasta sus ojos—. Y mi cara está aquí arriba, gracias.
Noah desvía la mirada hacia la gente del local, encontrando entre ellos a su víctima. Su sonrisa no pasa desapercibida, Jane se ha dado cuenta de lo que ocurre y sigue la mirada de la híbrido, encontrando a una pelirroja despampanante.
La pelinegra empuja a la humana, adentrándola en la muchedumbre.
<<—Mierda, mierda, que yo no sé ligar —se dice a sí misma.
—Y yo pensando que Noah era lista, pero que nos mande a ligar… —contesta su subconsciente.
—Gracias por tu apoyo, podrías decir menos estupideces y ayudar.
—Lo primero, estaría bien que te acercases a la pelirroja en vez de quedarte en medio del bar como una loca.>> Conversa Jane con su consciencia.
Da pequeños pasos, acercándose a la vampiresa con torpeza porque es la primera vez que usa unos zapatos de tacón. Con cada paso, maldice a Noah por haberla obligado a llevarlos.
<<—Bien, ¿Y ahora qué hago para entablar una conversación? —se pregunta.
—¿Y a mí me preguntas que no sé ligar? —le contesta su subconsciente.
—Ya y yo tampoco, así que mal vamos.>> conversa de nuevo.
De tanto discutir con su consciencia, sin observar a la gente que tiene a su alrededor, tropieza por culpa de los tacones, cayendo en los brazos de una preciosa pelirroja.
—Mierda, lo siento mucho… —se disculpa, intentando recuperar el equilibrio con ayuda de la chica—, es que es la primera vez que uso tacones y todavía no los controlo muy bien y… —se queda muda al levantar la mirada y encontrarse con unos intensos ojos verdes.
—No te preocupes —contesta la vampiresa, mirando de arriba a abajo a la humana, gustándole lo que ven sus ojos—, la primera vez es complicado, luego te vas acostumbrando —señala sus interminables tacones de aguja.
—Sí, bueno —balbucea la ladrona—, no es mi estilo, pero… hay que probar cosas nuevas, ¿No?
—¿Has probado el alcohol? —le pregunta la pelirroja, acercándose peligrosamente a Jane.
—N-no…
—¿Lo quieres probar conmigo?
<<Jane, te está invitando a una copa.>> le dice su subconsciente, casi gritando.
—Eh… Sí, claro —Jane le dedica una sonrisa a la vampiresa—, ¿Por qué no?
Ambas caminan hasta la barra, sentándose una al lado de la otra en los taburetes que se encuentran en ella.
Al otro extremo del local, Noah no pierde de vista a las dos mujeres. Observa la escena, con algo de recelo. Le incomoda que Jane esté con otra mujer que no sea ella, aunque no sabe muy bien el motivo de ese sentimiento.
—Camarero, dos Gin Tonic por aquí —ordena la pelirroja al chico que se encuentra detrás de la barra, el cual se pone enseguida a preparar las bebidas—. Y bien… —la mirada de la vampiresa cae en la de Jane—, ¿Eres de aquí?
—Eh… No —contesta la humana, algo nerviosa—. Es la primera vez que vengo aquí. Me recomendaron la ciudad, así que no pude resistirme a conocerla —hace una pequeña pausa, viendo como la pelirroja asiente con la cabeza—. ¿Tú eres de aquí?
—No soy de ningún lado —da un trago a la copa que acaba de poner el camarero frente a ella—, soy un alma libre, por así decirlo.
—Eso está bien, si tienes los recursos necesarios —ella también da un trago a la copa, sintiendo como el alcohol baja por su garganta, quemándola a su paso. Intenta no mostrar su cara de asco y sigue hablando—. Yo, si pudiera, viajaría por todo el mundo.
—¿Te gustaría viajar a mi cama esta noche? —directa al grano.
—Eh… vaya… —Jane no puede evitar reír con nerviosismo—. Sí, vale, hay que probar cosas nuevas, ¿no?
<<Noah más te vale estar ahí o te juro por mi abuela que como muera revivo solo para atormentarte el resto de tus días.>> maldice la humana en su mente.
—Claro que sí —la vampiresa tiende la mano a la ladrona y esta la agarra.
Ambas salen del local y se adentran en la húmeda noche de verano.
Jane busca con la mirada a su salvadora, pero no ve rastro de nadie a su alrededor. La única compañía es la de la pelirroja.
Antes de que puedan avanzar más, un fuerte tirón sorprende a la ladrona, la cual observa como Noah aparece en escena, agarrando a la vampiresa y tirándola al suelo.
Agarra su cuello con violencia, separando la cabeza del cuerpo con un movimiento rápido y limpio.
—¿¡Tenías que hacer eso delante mío!? —le grita Jane a la híbrido, quien sostiene la cabeza en una mano y el cuerpo en la otra—, creo que voy a potar.
—Voy a tirarla al mar antes de que se desintegre —dicho esto, Noah arroja ambas partes de la pelirroja al mar, que, en cuanto toca el agua, se vuelve cenizas.
La humana se sienta en un banco cercano, aguantando las ganas de vomitar tras presenciar la escena vampiresca. No sabía que fuese a ser tan desagradable.
Noah se acerca hasta el banco, ya con las manos limpias, y se sienta al lado de Jane.
—Siento que hayas tenido que verlo —se disculpa esta, soltando un pequeño suspiro—, pero tenía que hacerlo rápido, o se volvería a escapar…
El problema es que Noah no se siente mejor después de haberlo hecho. Ahora se siente culpable por haber metido a Jane en esto.
—Me has quitado hasta el hambre, y mira que eso es raro —dice la ladrona, mirando ahora a la híbrido—. ¿Podemos irnos? Por favor.
—Claro, vamos —asiente Noah, levantándose.
Ambas caminan en silencio hasta llegar al hotel, donde, una vez en la habitación, la pelinegra saca una bolsa escondida en el armario.
—Toma —le dice a Jane, tendiéndole la bolsa.
—Gracias —dice esta cuando ve el contenido de la bolsa.
Noah se quita la ropa y se cubre con el albornoz. Aparta las sábanas y se tumba sobre la cama, suspirando.
Jane, a su vez, sale del baño con el pijama ya puesto y se acerca hasta la cama, mirando a un lado y a otro de la suite.
—No hay más camas, ¿Verdad? —pregunta la humana.
—Nope —sonríe la híbrido con picardía, mirando a Jane y dando palmaditas al colchón, animando a que esta se tumbe a su lado.
La ladrona resopla y se tumba al lado de Noah, dándole la espalda y apagando las luces.
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¡Buenas mis lectorxs!
Sé que desaparezco mucho, y siendo eso. No se me dan bien las redes sociales lo siento😅.
¡Pero aquí os dejo un nuevo capítulo!
¡Espero que os guste!
¡Votad y comentad!💜
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