CAPÍTULO 4
Noah busca por todos los rincones de la casa su cartera. Ayer la dejó sobre la mesa de la entrada, junto a las llaves, pero hoy solo están las llaves.
Vuelve a la cocina, encontrándose con la bolsa de comida para perros que se le olvidó tirar. Mira fijamente la bolsa y algo en su cabeza hace click.
<<Maldita niñata.>> gruñe para sus adentros.
La híbrido no tarda ni un segundo en salir de casa para ir hasta la de Jane, donde esta se encuentra desayunando tranquilamente su vaso de leche con Cola Cao. Abre la puerta del bungalow de par en par, fijando su mirada en la humana, quien estaba llevándose el borde del vaso a la boca.
-Tú... -gruñe Noah, sabiendo que tiene que controlarse para calmar su lado vampiro y lobuno-. ¡Me has robado la cartera!
-Agh... Relaja -gruñe ahora Jane-. Es muy temprano para que vengas como chucho rabioso -da un largo sorbo a su vaso, dejándolo sobre la mesa y mirando ahora a la pelinegra-. No te he robado la cartera, te la he tomado prestada junto con veinte euros para mi cena de anoche -la cara de Noah se tensa-, que por cierto, estaba muy rica.
La híbrido se acerca y le quita el vaso de sus manos.
-Dámela -ordena esta, pero Jane se levanta a por su vaso.
Antes de que pueda quitárselo, Noah se lo bebe de un trago.
-El Cola Cao es sagrado -dice la humana, arrebatándole el vaso vacío de las manos a la híbrido y dejándolo en el fregadero.
Con las vistas del cuerpo de Jane vestido con el pijama, a Noah se le pasa el enfado de golpe. Niega con la cabeza, intentando concentrarse en lo que ha venido a recuperar, es decir, su cartera.
-Mi cartera -gruñe de nuevo, insistiendo.
-Está encima de la mesa, cegata -contesta la ladrona, señalando con la cabeza la cartera-. A veces me pregunto si es verdad eso que dices de ser un híbrido.
Noah guarda el monedero en el bolsillo delantero de su pantalón, sin dejar de mirar a la humana que tiene delante, la cual está secando la taza del desayuno.
-Tengo doscientos veintiún años -añade la híbrido-, eso debería confirmar que sí lo soy.
-¿Tienes algo que lo acredite? -Jane da media vuelta, después de colocar la taza en uno de los armarios, y se cruza de brazos-. Porque te lo puedes estar inventando.
-No tengo que demostrar nada -bufa la pelinegra-, y menos a una niñata como tú.
-Para ser una niñata no haces más que perseguirme como una acosadora -una sonrisa prepotente aparece en el rostro de Jane.
-¿Te recuerdo que me has robado la cartera? -Noah se acerca a la humana, acorralandola-. Que, por cierto -la cabeza de Jane toca una de las estanterías de la cocina, indicando que no puede alejarse más del rostro de la híbrido-, como me vuelvas a quitar el monedero, te quito los cinco litros de sangre que recorren tu cuerpo en menos de un minuto...
La ladrona se tensa al escuchar la advertencia de Noah, pero no está dispuesta a que vea que sus palabras le han afectado, por lo que acerca su rostro al de la híbrido, casi juntando sus frentes.
-No se de que te quejas -bufa la humana-, anoche, en la oferta, me dijiste que me ibas a dar dinero, ¿No? -Noah alza una ceja-. Pues ya empecé a usarlo.
<<Ahí te ha dado.>> le dice su subconsciente a la híbrido.
-Te pagaré lo que yo quiera, cuando yo quiera y donde yo quiera -gruñe Noah, sacando sus colmillos con la intención de asustar a Jane-, ¿Lo has entendido?
Y la ladrona sí que está asustada. Ver esos dientes sobrenaturales de cerca hacen que parezcan aún más grandes, pero su orgullo le impide dejar que la pelinegra sepa cómo pueden afectar sus amenazas.
No sabe de lo que puede ser capaz, pero si aún no lo ha hecho es porque Jane es de alguna forma valiosa para ella.
-Te recuerdo que si me matas, te quedas sin tu fantástico plan mata vampiros -añade la humana, a lo que Noah gruñe, sabiendo que tiene toda la razón.
La híbrido se aleja de ella, dándole la espalda.
-Hoy iremos a ver a un amigo -comenta esta-, parece saber dónde se puede encontrar uno de los asesinos -se sienta en una de las sillas que rodean la mesa de la cocina-. Así que, vístete que nos vamos.
La cara de Jane es todo un poema. No se esperaba que empezasen la búsqueda con tanta rapidez, pensaba que aún pasarían algunos meses, o incluso años.
-P-pero... ¿Ya? -tartamudea esta.
-Vístete -ordena Noah-, ahora.
<<¿Qué se pensaba?¿Que le iba a pagar por estar en su cama? Ingenua.>> piensa la híbrido, poniendo los ojos en blanco.
La ladrona se dirige hasta su habitación, resoplando. Se encierra en este, mirando la ventana, pensando en que sería una posibilidad de escapar de la pelinegra.
<<-Sí genia, ¿Y a dónde vas a ir? -habla su subconsciente-. Te recuerdo que en el salón tienes a un híbrido que puede verte cuando eres invisible y que te encontrará en un santiamén.
-Bueno, si lleva doscientos veintiún años siguiendo a los vampiros asesinos sin encontrarlos, tan buena no será -se contesta a sí misma.>>
Después de mantener esa conversación con su cabeza, se cambia rápido de ropa, y abre la ventana del cuarto para salir por ella.
Noah, desde el salón, escucha el sonido de la ventana al abrirse. Mira la puerta del cuarto con incredulidad, pensando en que Jane no puede ser tan estúpida como para intentar escapar de ella de esa forma, sabiendo que la puede escuchar. Abre la puerta, comprobando que en su interior no se encuentra la humana.
Efectivamente, ha saltado por la ventana.
Noah salta al exterior de la casa, alcanzando a Jane a pocos metros de esta y llevándola de nuevo hasta el bungalow sobre uno de sus hombros.
-Ay... -se queja la ladrona, después de recibir un golpe en la cabeza con el marco de la puerta de la casa-, ten más cuidado bruta.
La híbrido deja a Jane en el suelo, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.
-No me mires así -bufa la humana-, solo era una pequeña broma, los años te hacen más cascarrabias.
-Me lo estás poniendo muy difícil... -gruñe la pelinegra-. Tal vez tenga que prescindir de ti.
Noah saca de nuevo sus dientes, aproximándose a Jane. Agarra su cabeza con una mano, y, con la otra, el hombro izquierdo, para así tener acceso completo al cuello de la humana. Las venas se marcan en este, el bombeo acelerado de su corazón llega hasta los oídos desarrollados de Noah, y el olor de su sangre impregna sus fosas nasales.
Cierra los ojos e inspira con fuerza, y, para cuando los vuelve a abrir, son completamente negros, negros como el mismísimo infierno, como el monstruo que es.
-Si me comes, te voy a saber mal -dice la humana, inmovil-. Porque, como tú dices, vivo en un cuchitril -la híbrido gruñe, acercándose un poco más-. Imagínate cómo será la comida que ahora mismo está en mi organismo -pero a Noah no le afectan sus palabras y sigue con su objetivo-. Además, no me ducho desde ayer.
Eso hace reaccionar a la pelinegra, no porque le haya dado asco, sino gracia. Aguanta la risa para que Jane siga pensando que va en serio y continúa su camino hasta el cuello de la humana, y, cuando sus labios rozan la piel de esta, saca la lengua y lame parte de esta.
Noah suelta a la ladrona y se aleja con una sonrisa pícara, viendo como la cara de Jane está descompuesta.
<<-¿Qué cojones acaba de pasar? -se pregunta la humana, sin saber cómo reaccionar.
-Te está provocando -contesta su subconsciente.
-Ya listo, ya me he dado cuenta.
-Pues no preguntes cosas absurdas si no quieres respuestas absurdas.>>
-Mal, mal, no sabes -murmura la híbrido, mirando de arriba a abajo a Jane, viendo que ya está vestida-. Perfecto, podemos irnos.
La ladrona, sin saber que contestar, comienza a seguir a Noah.
Ambas, llegan hasta un edificio pequeño a las afueras de la ciudad, en un barrio bastante solitario. Un barrio de vampiros.
Los humanos no saben nada acerca de este sitio, solo los vampiros y exclusivamente ellos. Intentan mantener el secreto sobre todo por seguir atrayendo posibles víctimas y evitar ataques por parte de otros seres sobrenaturales.
-Quiero que te quites aquí esa pulsera -ordena la híbrido, mirando la pulsera de la muñeca de Jane.
-¿No que íbamos a hacerle unas preguntas a tu amigo? -pregunta la ladrona, sin entender muy bien la orden de Noah-, ¿Para qué necesitas que me quite la pulsera?
-Esto está plagado de vampiros -contesta, mirando el edificio que tienen delante-, es mejor que utilicemos el factor sorpresa.
-Como me vean y me maten, volveré como fantasma a atormentarte el resto de tus días.
Jane frunce el ceño a Noah mientras se quita la pulsera y la guarda en uno de los bolsillos de su pantalón.
La híbrido sigue viendo a la humana, pero espera que su teoría de que solo su parte de lobo es la que puede verla sea cierta. Si no, sabe que meter a una humana en este sitio es como meter una piruleta en una clase de infantil.
-Conmigo estarás a salvo -es más una promesa que una afirmación por parte de Noah.
No permitirá que ningún vampiro le ponga la mano encima.
Se adentran en el edificio. Por dentro es mucho más lujoso y decente que por fuera, hay que mantener las apariencias. El interior es enorme, hecho cada rincón y mueble con mármol blanco, detallado con pequeños brotes de color rojo o negro.
Jane está asombrada por tanto lujo, la híbrido, sin embargo, ya está acostumbrada a ello.
Ambas llegan hasta la última planta, donde se encuentran dos guardias que les impiden el paso.
-Soy Noah, amigo de Jorge -se presenta la pelinegra, haciendo que los guardias se miren entre ellos y uno de ellos vaya en busca de Jorge.
Después de un par de minutos, dejan entrar a ambas al interior de la sala, donde, al fondo de esta, se encuentra una gran mesa presidida por Jorge.
Jane observa cada rincón. Los tantos objetos de valor llaman su atención, lo que provoca que Noah le de un sutil codazo. Sabe con solo una mirada las intenciones de la ladrona, y aquí no han venido a robar, sino a obtener información.
-¡Noah! -saluda el vampiro con efusividad, levantándose para dar un fuerte abrazo a la híbrido-, ¿Qué te trae por aquí?
Jorge vuelve a sentarse tras la inmensa mesa, cruzando sus piernas y esperando la respuesta de Noah.
-Vengo en busca de información -responde la híbrido, mirando de reojo a la humana, quien se mantiene estática mirando al vampiro.
-¿Ya estás otra vez buscando a ciertos vampiros? -hace una pregunta retórica este, negando con la cabeza-. El odio no te lleva a ninguna parte amigo mío -el vampiro mira la silla libre que hay frente a la mesa-. Siéntate, por favor.
Noah asiente y hace lo que le dice, cruzando sus piernas y acomodando la espalda en el respaldo. La ladrona se mantiene detrás de la silla, a espaldas de la híbrido, viendo y escuchando con atención la conversación.
-Elena -suelta la pelinegra-. Es la única que se encontraba recientemente en España, ¿No es así?
Jorge echa su cuerpo hacia delante, apoyando ambas manos en la mesa y mirando fijamente a Noah.
-Llevas muchos años detrás de ellos sin conseguir nada... -añade el vampiro-, ¿Por qué no lo dejas pasar y disfrutas de tu vida tranquilo?, ya sabes de lo que son capaces -la mirada de Jorge es seria, notándose la preocupación que siente por la obsesión de Noah por los vampiros que atacaron a su familia-. ¿Por qué crees que ahora sí podrás conseguir tu objetivo?
La híbrido siente el movimiento nervioso de Jane detrás de ella.
-Porque ahora tengo un arma secreta -una sonrisa aparece en el rostro de Noah después de decir esas palabras.
-Mira, no sé a qué te refieres, pero tú verás lo que haces -dice Jorge, apoyándose de nuevo en el respaldo de la silla-. Según mis últimas informaciones, se vio a Elena por el norte del país, tomando el sol en las playas de Donosti.
-Gracias Jorge -asiente la pelinegra-, eres un buen amigo.
Noah se levanta, dispuesta a irse, con Jane preparada para seguirla hasta la salida, pero el vampiro vuelve a hablar.
-¿Y ese arma secreta de la que hablas...? -pregunta, curioso.
La híbrido se tensa, pensaba que ya no le iba a preguntar nada sobre ello. Mira de reojo a la humana, quien también se ha paralizado. Sabe que puede confiar en Jorge y contarle de qué se trata, son amigos desde hace décadas, pero enseñarle a Jane podría ser peligroso.
El vampiro espera una respuesta, impaciente por saber qué se trae entre manos Noah.
La ladrona y la pelinegra se miran, esperando la aprobación de la otra, y ambas asienten. Jane se coloca la pulsera de nuevo en la muñeca, haciéndose visible para Jorge, quien se sobresalta.
-¿De dónde narices ha salido? -pregunta, mirando a Noah y después a Jane. Esta última se coloca detrás de la híbrido, protegiéndose.
-Ha estado aquí todo el rato -contesta la pelinegra, aguantando la risa al ver lo cobarde que puede llegar a ser la humana.
-¿Qué es? -mira intrigado a la ladrona.
-Aún no lo sabemos -la híbrido mete las manos en los bolsillos de su pantalón-, pero será de gran utilidad para mi plan.
Jorge se levanta, acercándose hasta las chicas, con especial atención en la humana.
-Bueno, eres un ser bastante curioso, igual que tu pelo -añade este, mirando ahora a Noah-. Desde luego no se lo esperarán -la mirada marrón del vampiro se desvía de nuevo a Jane-. Disculpa mis modales, me llamo Jorge -le tiende la mano.
La humana mira a la híbrido, y esta asiente, por lo que Jane estrecha la mano de Jorge.
-Jane -se presenta.
El vampiro siente la tensión de la humana al estrechar sus manos y verla más de cerca. Es una reacción normal de cualquier humano al estar cerca de seres que se alimentan de ellos.
-Tranquila, no voy a hacerte daño -dice, con un tono suave en un intento de tranquilizar a Jane-. Aquí tenemos la norma de no matar -le guiña un ojo-. Además, está Noah contigo, y nadie se atrevería a tocarlo.
La ladrona mira a la pelinegra, alzando una ceja, a lo que esta le responde con una sonrisa. Noah se ha ganado el respeto de todos los vampiros que habitan en esta zona, saben de lo que es capaz, por lo que prefieren tenerla como amiga antes que como enemiga. Eso, o simplemente evitarla.
La humana no sabe si quiere saber o no lo que ha llevado a Noah a tener el respeto de los vampiros, lo que sí sabe es que quiere salir de ese lugar.
-Está bien saber que no voy a ser vuestra comida de hoy -comenta Jane, sonriendo de forma forzada, lo que provoca que tanto la híbrido y el vampiro suelten una carcajada.
-Me gusta tu amiga -dice Jorge, volviéndose a sentar detrás de la mesa.
-Es graciosa hasta que te saca de quicio... -añade la pelinegra con una suave risa-. Muchas gracias por todo amigo, pero nos toca hacer un viaje a la playa -se despide.
Ambas salen del edificio, y, nada más poner un pie fuera de el, Jane suelta una respiración fuerte bajo la atenta mirada de Noah.
-Bueno, primera prueba superada -dice la humana, mirando a la híbrido, quien alza una ceja-. Creo que eso se merece una buena comida.
-Sí, a mí también me ha dado hambre -asiente. Su hambre de vampiro está saciada, pero la parte de lobo no.
-Pero que sepas que invitas tú y elijo yo -la ladrona sonríe, empujando ligeramente a Noah y empezando la búsqueda de un restaurante que le guste.
-Vamos al centro -camina junto a ella-, seguro que hay más variedad de restaurantes.
Y ahí es donde llegan poco después. Noah observa cada restaurante de la zona, caminando a paso ligero mientras escucha gruñir a Jane detrás de ella.
-¿Quieres caminar como una persona normal? -gruñe de nuevo la humana, intentando alcanzar el paso de la híbrido-, ¿Por qué narices tienes que ir por delante mío si vas conmigo?
-Te recuerdo que no soy una persona normal -responde Noah, siguiendo su camino.
-Ya, ya sé que eres retrasada, pero es lo que hay -la pelinegra bufa-. Te he dicho que escojo yo, así que no se que andas buscando tanto.
<<Esta mujer me desespera.>> piensa Noah, mientras baja el ritmo y camina al lado de la ladrona, esperando a que se decida por algún local.
Jane no tarda en encontrarlo, parándose frente a un restaurante chino. Mira a la híbrido con una sonrisa de niña buena.
-¿Aquí? -pregunta Noah, mirando el escaparate del restaurante y luego a la humana.
-¡Aquí! -exclama la ladrona, agarrando del brazo a la pelinegra para arrastrarla al interior del local.
Uno de los camareros les señala una mesa para dos, por lo que ambas se sientan una frente a la otra. Mientras Jane ojea la carta, Noah aprovecha para coger los billetes de autobús para ir al País Vasco.
<<No sé cómo voy a aguantar tantos días a esta señora.>> piensa la híbrido, pagando los billetes.
Jane parece ya decidida por lo que va a comer, y Noah no sabe como se ha podido pedir tanta comida. No entiende cómo esa cantidad cabe en un cuerpo tan pequeño.
-No puedo más, voy a reventar -dice Jane, apoyando la cabeza en la mesa mientras se soba la tripa.
-Exagerada -contesta la pelinegra-, yo he comido más que tú y no me quejo.
-Eso es porque eres un chucho -se burla-, los chuchos siempre quieren más comida.
Noah se limita a poner los ojos en blanco, levantándose de la silla.
-Vamos, tenemos que coger el bus en unas horas -añade la híbrido, pagando al camarero.
Salen del restaurante y caminan en dirección a la estación de autobuses, y como no, Jane se queja durante todo el camino de que su tripa está llena y no puede caminar tan deprisa como lo hace Noah.
Llegan a la estación, pero la humana se para de golpe frente a las puertas de esta, recordando que no ha cogido de casa nada de ropa o cosas que vaya a necesitar para el viaje.
-Espera, espera -dice, mirando a la pelinegra-, ¿Por qué narices me traes directamente a la estación de autobuses?
-No hay tiempo -contesta Noah-, nos vamos ya.
La híbrido busca la dársena en las pantallas, comprobando que es la número treinta y cinco. Ambas caminan hasta ella y esperan en la cola de gente a entrar al autobús.
-Pues luego no te quejes si ando robando por la playa -gruñe la humana.
-Te recuerdo que pagaré todo -gruñe de vuelta Noah, frunciendo el ceño a Jane.
El conductor del autobús revisa sus billetes, dándoles vía libre para subir al autobús.
-¡Me pido ventana! -exclama la ladrona, corriendo hasta sus asientos y sentándose antes que la pelinegra.
<<Sí, va a desesperarme.>> piensa Noah, siguiendo a Jane hasta sus asientos.
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¡Buenas mis lectorxs!
Estoy teniendo más tiempo libre para escribir, por lo que espero que no aparezca ningún bloqueo de escritor y pueda actualizar el libro con frecuencia.
Espero que os guste el capítulo y lo hayáis disfrutado, porque estas dos son un caso cuando se juntan.
¡Votad y comentad!
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