CAPÍTULO 3


Jane abre los ojos de golpe, sentándose en la cama.

<<Ahg... esa estúpida ni en sueños me puede dejar en paz... >> gruñe para sus adentros, reviviendo las escenas de su sueño.

Se levanta de la cama y se dirige hasta la cocina, donde prepara su desayuno de todos los días, un vaso de leche con ColaCao y unas galletas. Tranquilamente, se sienta en la mesa de la cocina para comer su desayuno.

Lo que no sabe es que, a escasos metros, Noah está frente a la puerta de su casa, esperando a que salga de ella. No puede evitar reírse levemente, pensando en la cara que pondrá la ladrona cuando la vea al abrir la puerta.

Aunque no solo está pensando en ella en estos momentos, lleva desde ayer con la imagen de Jane en su cabeza, reviviendo una y otra vez los instantes donde ha estado con esta.

La pelinegra se apoya sobre la pared del bungalow, justo al lado de la puerta de entrada.

En el interior de la casa, la ladrona coge las llaves y se dispone a salir, encontrándose con que la híbrido la espera con una gran sonrisa y los brazos cruzados.

-¿Qué cojones haces aquí? -pregunta Jane, algo sobresaltada-. ¡Menudo susto me has metido gilipollas!

Noah no puede evitar soltar una gran carcajada, algo que no le hace mucha gracia a la ladrona.

-Buenos días -saluda Noah, sabiendo que ha valido la pena venir hasta aquí para ver la reacción de Jane.

Lo que no se esperaba es que esta le iba a soltar un guantazo en toda la cara.

La híbrido aprieta la mandíbula con fuerza, con tanta que tiene que pararse para no partirse cada uno de sus dientes.

<<No la voy a partir el cuello... No la voy a partir el cuello... >> intenta contenerse esta.

-No se si pensabas que eso iba a dolerme -se burla la pelinegra, sonriendo.

-Quizá físicamente no -responde Jane, cruzándose de brazos-, pero en el orgullo tal vez. ¿No que tienes super velocidad y esas cosas que hacen los chuchos peludos?

<<Jane 1 - Noah 0.>> piensa la ladrona, sonriendo con satisfacción. Poner de los nervios a Noah se ha convertido en su nuevo hobby favorito.

La pelinegra esboza una pequeña sonrisa y, a continuación, entra en la casa antes de que Jane pueda pestañear. Observa el pequeño lugar, con sus muebles simples y escasos.

-¿De verdad vives en este cuchitril? -pregunta esta con tono burlesco, abriendo todos los cajones de la cocina y entrada.

-Oye, ¿Quién te ha dado permiso para entrar? -rechista la dueña de la casa, mirando desde la entrada como Noah no para de dar vueltas, cotilleando cada rincón del lugar.

Jane, al ver que la pelinegra sigue a lo suyo, decide agarrarle del brazo para que se detenga. Noah mira la mano de la ladrona sobre su brazo, sintiendo un incómodo escalofrío recorriendo su cuerpo. Aparta con brusquedad el brazo.

-No sé cómo puedes vivir aquí -añade la híbrido, con expresión de asco.

-Viviendo, nadie te ha pedido tu opinión -gruñe Jane, desesperándose-. Y si tanto te desagrada, coges y te vas.

-Tú puedes venirte conmigo -las palabras salen sin pensar de la boca de la híbrido, a lo que la ladrona pone expresión de sorpresa.

Sí, Noah tampoco se cree que acabe de decir eso.

-¿De verdad crees que voy a ir contigo a cualquier sitio? -bufa Jane, cruzándose de brazos-, lo llevas claro...

Noah se acerca a la ladrona, quedándose a escasos centímetros de ella. Aunque intenta evitarlo, su mirada se desvía por un segundo a los labios de esta.

-Vivo en la Avenida San Sebastián, número veintiuno -le informa la híbrido, ignorando el rechazo de Jane-. Es el único ático del edificio, te será fácil llamarme.

-No voy a ir ni aunque sea el único sitio habitable de este planeta -vuelve a bufar.

<<-Aprovecha, no todos los días una buenorra te invita a su casa -le dice su subconsciente.

-No pienso ir. >> dialoga con su cabeza Jane, manteniéndose firme ante la decisión de no seguirle el juego a la pelinegra.

Noah rodea a la ladrona, dirigiéndose hacia la puerta de entrada de la casa.

-Piénsatelo Jane -insiste la pelinegra, parándose en el marco de la puerta antes de salir del bungalow-, te estaré esperando.

Antes de que la ladrona pueda contestar a Noah desaparece.

Sabe que necesita distraerse, sabe que si pasa un minuto más en su casa no parará de darle vueltas a lo que acaba de pasar con la híbrido. Lo único que siente es una rabia ilógica, o tal vez tenga mucho más sentido para ella.

Camina por las largas calles de Madrid, robando cada vez que se le presenta una oportunidad, y, sin darse cuenta, acaba en la Avenida San Sebastián, donde esta mañana Noah le ha dicho que vive.

Su subconsciente casi le grita que le haga una visita, pero ella duda un momento, hasta que se le ocurre una buena idea para molestar a la pelinegra.

Mira con una amplia sonrisa la tienda de animales que hay frente a ella, entrando al interior y comprando un gran saco de comida para perros.

Mientras, Noah hace una flexión tras otra en su cuarto equipado con máquinas de deporte.

<<Diecinueve... y veinte...>> cuenta en su cabeza.

Suficiente ejercicio por hoy.

Se dirige hasta la cocina para servirse un vaso de sangre mientras seca el sudor de su frente. Pero, antes de que pueda darle un sorbo, el timbre de la puerta suena. Al principio, se queda pensativa, intentando recordar si esperaba visita, hasta que cae en quien puede ser la que está llamando a su puerta.

La híbrido abre la puerta con una amplia sonrisa, viendo como Jane cambia drásticamente de expresión al ver que esta lleva unos pantalones cortos y un sujetador de deporte, dejando a la vista bastante piel.

-Que agradable sorpresa... -murmura Noah, apoyándose en el marco de la puerta, sujetando el vaso en sus manos-. Adelante.

Se hace a un lado para que Jane pueda entrar al interior de la casa.

Esta entra y se queda sorprendida mirando la decoración de la casa, fascinada por la combinación de colores neutros, hasta que nota la presencia de Noah detrás de ella.

La pelinegra cruza los brazos y alza una ceja, mirando a Jane.

-No me mires con esa cara -reprocha la ladrona-. Pasaba por aquí y he visto un restaurante que podría gustarte... y te he traído la cena.

Jane le tiende la bolsa de comida para perros a Noah, quien la mira con el ceño fruncido pero aun así la coge.

Puede oler a través de la bolsa el pienso, y no es un olor muy agradable, pero decide ignorarlo para fastidiar un poco a la ladrona.

-¿Me estás diciendo que quieres quedarte a cenar? -pregunta, llevando la bolsa hasta la isla de la cocina para dejarla sobre ella.

<<Mierda, no se ha molestado.>> gruñe para sus adentros Jane.

-No, no me apetece comer comida para chuchos con sangre como comprenderás... -responde, dando pequeños pasos hacia detrás-. Solo vine a traerte eso, así que... Buenas noches.

Jane procede a dar media vuelta para continuar su camino hasta la salida, pero Noah se interpone entre ella y la puerta, cortando su paso.

-Pensaba que me habías traído algo más que comida para perros... -murmura la híbrido, acercándose lentamente a la ladrona-. Como ves, solo complaces una parte de mi con esa comida... -Noah alarga su brazo, y, con sus dedos, deja un mechón del pelo de Jane detrás de su oreja.

<<Huele demasiado bien. Tanto que me tengo que contener en no morderla ahora mismo.>> piensa la pelinegra, sintiendo como el olor a sangre de las venas y arterias de la ladrona impregna sus fosas nasales.

Sus colmillos comienzan a sobresalir entre sus dientes hasta tener un tamaño considerable.

<<Esta tía es idiota. Si quisiera matarme ya lo habría hecho. No le voy a dar el placer de que piense que estoy asustada.>> se dice a sí misma Jane.

Esta se acerca a la cara de Noah, de forma desafiante, lo que hace que la híbrido se sorprenda. La ladrona aprovecha el momento de confusión para retorcer el pezón izquierdo de la pelinegra y salir corriendo de la casa.

Noah pone los ojos en blanco, sobando su pecho izquierdo, aunque no le haya dolido.

<<Lo que tengo que aguantar.>> piensa esta, siguiendo a Jane fuera de la casa.

No entiende bien el por qué la ladrona se esfuerza en huir de ella, cuando es mucho más rápida y la puede oler o escuchar a kilómetros. Pero admira que lo intente.

Enseguida, Noah alcanza a Jane y vuelve a subirla hasta su piso, donde ahora cierra la puerta con llave.

-¿Qué narices quieres de mí? -gruñe Jane-, No haces más que perseguirme y acosarme desde ese día que te robé el reloj.

La híbrido suelta un largo suspiro, sabiendo que tiene que contárselo.

-Ponte cómoda -contesta Noah, acercándose a la isla de la cocina donde había dejado un vaso de sangre a medias y dándole un último trago para terminarlo.

Pero necesita más, aunque no sangre, sino alcohol.

Camina hasta el alijo, donde hay numerosas botellas de alcohol de distintos grados y sabores, el mundo ideal para los alcohólicos como ella.

-¿Quieres una copa? -le ofrece la pelinegra a Jane, sacando una botella de Whisky del mueble.

-No bebo -responde la ladrona, sentándose en el inmenso sofá de cuero blanco sintético.

Noah se sienta a su lado, después de haber cogido un vaso para el whiskey.

-Voy a contarte una historia -dice la híbrido, sirviendo el líquido transparente en el vaso y dándole un trago a continuación-. Hace alrededor de doscientos años, un pequeño pueblo del norte, poblado de hombres lobo, fue masacrado por un grupo de vampiros.

La pelinegra intenta mantenerse fuerte, aunque por dentro la esté recorriendo un fuerte dolor al recordar el pasado. Jane, mientras tanto, escucha atentamente la historia.

-Sólo sobrevivió una niña -añade esta.

La ladrona no sabe bien qué decir en estos momentos, por lo que suelta la primera gilipollez que se le viene a la cabeza.

-Si eres tan vieja... ¿Tuviste un dinosaurio de mascota?

<<Noah, controlate.>> se dice a sí misma. Aunque duda que lo pueda hacer.

-Me estoy aguantando las ganas de tirarte por la ventana de este ático y ver como te haces cachitos en el suelo... -gruñe la pelinegra, pensando en otras formas de matar a Jane por su inapropiado comentario.

-Oye, no te pongas en modo chucho rabioso -reprocha la ladrona, cruzándose de brazos-. Los dinos molan.

<<Definitivamente, no se como aún no le he arrancado la cabeza.>> piensa Noah, apretando con fuerza la mandíbula.

-Voy a ignorar tus comentarios de niña infantil -añade, dando un largo trago a su vaso-. El caso es que llevo estos doscientos años persiguiendo a esos indeseables por todo el mundo, sin conseguir apenas estar en el mismo sitio que ellos.

-¿Y qué tiene todo esto que ver conmigo? -pregunta confusa, sin saber muy bien el motivo de esta conversación-, ¿Por qué me cuentas tu historia?

-Porque creo que me puedes ayudar a darles caza -suelta Noah ante la mirada expectante de la ladrona.

Los verdes ojos de Jane son una gran tentación para la híbrido, por lo que tiene que apartar la mirada para no caer en ella.

-Sabes que yo solo soy una vulgar ladrona, ¿No? -la humana se cruza de brazos-. No soy Sherlock Holmes, no sé cómo podría ayudarte -en ningún momento aparta la vista de Noah.

-Pero puedes estar en la misma habitación que ellos sin que sepan de tu existencia -sonríe la híbrido, pensando en su plan maléfico para acabar con cada uno de los vampiros.

-No puedo manejar mi propia vida ni descubrir porqué me hago invisible -bufa-, no sé como pretendes que me enfrente a chupasangres asesinos.

-Conmigo no tienes que preocuparte de tu seguridad -sonríe de nuevo, esta vez con picardía.

Jane ve muy segura a Noah, por lo que prefiere bajarle el ego.

-Aún no te he dicho que te vaya a ayudar... -murmura, pero la sonrisa de la híbrido no desaparece.

-Ni yo te he dicho lo que te voy a dar a cambio... -murmura, pero a diferencia de Jane, esta lo hace de forma provocativa.

Ambas se quedan muy cerca, fijando la vista la una en la otra.

-¿Y quién ha dicho que yo quiero o necesite algo de ti? -la humana da un pequeño paso al frente, acortando aún más la distancia.

<<Estás jugando con fuego>> piensa Jane. Pero el problema es que le encanta quemarse.

Noah, de forma inconsciente, echa un rápido vistazo a los labios de la chica. Se obliga a centrarse en la conversación y no en besar esa parte de Jane.

-Tu cuchitril al que llamas casa me indica que necesitas algo de dinero -agarra de nuevo la botella para servirse otro vaso de la bebida alcohólica-, dinero que a mí me sobra.

Jane sabe que ha dado en su punto débil, lo que hace que cambie su expresión y se levante cabreada del sofá.

-Eso a lo que llamas cuchitril es mi casa -gruñe-, y no necesito una sugar mommy del año de las catacumbas, gracias.

Sabe que si sale por la puerta de la casa, Noah saldrá tras ella, por lo que decide adentrarse en la casa hasta llegar al primer baño que se encuentra. Ahí, se encierra y se sienta sobre la tapa del inodoro.

<<Este baño es más grande que todo mi apartamento>> piensa esta, observando cada espacio del baño.

Noah se coloca frente a la puerta de este, resoplando por lo irritante que puede llegar a ser Jane. Es como una lagartija intentando escapar sin resultado.

Agarra el pomo de la puerta, y, sin dificultad, arranca esta del marco, encontrando al otro lado a una Jane sorprendida.

-Eres tan inocente pensando que puedes esconderte de mí... -dice Noah con burla, pensando en lo estúpidos que pueden llegar a ser los humanos algunas veces.

La humana no puede apartar la vista de la puerta que sigue sosteniendo la híbrido con su mano. Por un momento, se le ocurre la idea de tirarle el rollo de papel higiénico a la cara, y eso es exactamente lo que hace.

-¡Aprende a respetar el espacio de las personas idiota! -le grita antes de que la pelinegra agarre con la mano libre el rollo de papel. Eso no lo había pensado.

-¿No te ha quedado claro aún lo de la super velocidad? -vuelve a burlarse de Jane.

<<-Tiene buenos reflejos -piensa la humana.

-Algún día dejarás de babear por ella -le dice su subconsciente.

-Cuando tú lo hagas cariño. >>

-Lo que me ha quedado claro es tu super retraso -le contesta a Noah, ganándose una fulminante mirada por parte de la híbrido-. ¿Por qué narices tienes que cargarte la puerta y seguirme hasta el baño?, ¿Y si estuviese cagando qué?

-Es mi casa, y puedo romper las puertas que quiera -dice Noah, dejando tanto la puerta como el rollo de papel en el suelo, pensando en si sería sexy o no ver a Jane cagando-, y segundo, quiero que me ayudes a encontrar a los vampiros.

Jane se levanta del váter, caminando hasta la pelinegra.

-Te ayudo con una condición -añade, con un tono de voz serio-. Si te ayudo con tus chupasangres asesinos, tú me ayudas a averiguar por qué me vuelvo invisible.

Noah hace como que se lo piensa, aunque sabe que acepta sin problemas las condiciones de Jane. Lo único que quiere es acabar de una vez por todas con los asesinos de su familia.

-Trato hecho -la híbrido le tiende la mano a la humana, esperando a que esta se la estreche.

Jane mira la mano extendida de Noah, y luego levanta la mirada hasta su rostro. Resopla y estrecha su mano, sintiendo la suavidad de la piel de esta.

-No hemos empezado y ya me estoy arrepintiendo -comenta Jane, soltando la mano de la pelinegra.

-Ese sentimiento se te pasará cuando pases unos agradables días junto a mí -la híbrido le guiña un ojo, pensando en lo divertido que puede llegar a ser pasar tiempo junto a la gruñona y escurridiza semihumana.

-Las palabras agradable y Noah no pueden ir en la misma frase, lo siento -Jane sale del baño después de decir esas palabras, empujando en su camino a Noah y dirigiéndose hacia la puerta de salida-. Espero que te haya gustado la cena que te he traído -sonríe de forma burlesca, aun sabiendo que la híbrido no puede verla-. Yo me tengo que ir de vuelta a mi cuchitril.

Noah no tarda mucho en alcanzarla, aun sin haber utilizado su super velocidad de vampiro.

-Puedes quedarte aquí esta noche -le ofrece esta, llegando hasta la puerta.

<<No sé porqué soy tan amable con ella.>> piensa la híbrido, viendo como Jane alza una ceja.

-No pienso quedarme en tu lujoso ático a dormir, me gusta mi cuchitril -responde incrédula ante la oferta-. Gracias.

<<-¿Por qué quiere que me quede a pasar la noche? -se pregunta Jane.

-Ya tu sabes -responde su subconsciente.

-Cállate y deja de decir tonterías.>>

Noah abre la puerta, haciéndose a un lado para dejar pasar a Jane.

-Como quieras -añade la híbrido, sabiendo que no tiene que insistir en su oferta.

-Muy bien, nos vemos -se despide la humana, saliendo de la casa y dejando atrás a Noah, quien observa desde el marco de la puerta como desaparece Jane.

-¡Me tendrás que dar tu número para estar en contacto! -le grita.

-¡Ya sabes donde encontrarme! -grita la humana de vuelta-, ¡No quiero que te tomes tantas molestias con la tecnología, ya que siendo de la prehistoria te resultará difícil de entender cómo funciona!

La híbrido suelta un largo suspiro. Jane la saca de quicio, y sabe que va a tener que aguantarla mucho tiempo.

-¡Espero que luego no me digas que te acoso!

La humana llega al último piso, saliendo del portal para dirigirse a la pizzería más cercana de la zona. Mira con una sonrisa victoriosa los billetes que guardaba en el bolsillo.

-Gracias chucho por pagarme la cena -murmura, adentrándose en el local de pizzas y pidiendo una para llevar.

No tardan mucho en prepararse, y tampoco ella en llegar a casa. Mira la pizza de cuatro quesos, casi saboreándola con la mirada. Sus tripas rugen, lo que indica que es el momento de hincarle el diente a ese maravilloso manjar italiano.

-¡A tu salud Noah!


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Buenas lectorxs.

Hace mucho que no me paso por aquí (Desde enero), pero es debido a una buena causa. Y esa causa es la autopublicación de mi segundo libro en Amazon juju.

Os dejo aquí otra parte de Placer y Venganza, espero que os guste.

¡Votad y comentad!

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