CAPÍTULO 2
Noah sigue desde las sombras a Jane. No es la primera vez que persigue a alguien de esta forma, aunque esta vez es diferente, pues no la sigue para alimentarse de su sangre.
Jane, sin saber de la presencia de la híbrido, sigue su camino hasta su casa, un pequeño bungalow a las afueras de la ciudad. Con el dinero que consigue en la calle, es lo único que puede permitirse de momento.
En su camino, la ladrona no puede parar de pensar en Noah y darle vueltas a lo sucedido en aquel callejón.
<<Menuda estúpida la chica esa, ojalá no vuelva a encontrarla en la vida... Lo que sigo sin entender es cómo narices me ve siendo invisible si el resto de personas no lo hacen.>> se pregunta, frustrada por no poder utilizar sus poderes con Noah.
Tras ella, no muy lejos, la pelinegra intenta ser lo más discreta y silenciosa posible, mirando cada parte de las oscuras calles, intentando ubicarse ya que es la primera vez que pasea por esta zona. Observa como Jane se detiene frente a un pequeño bungalow y entra en el interior de este.
<<¿Un bungalow? Me esperaba una choza o algo similar... Aunque un bungalow no es que sea de mucha clase.>> piensa Noah, ocultándose detrás de un árbol que hay junto a la casa.
Mientras tanto, la ladrona prepara una cena ligera y se dispone a dormir, aunque con una sensación desagradable en el cuerpo, como si la estuvieran observando.
<<Duérmete, no es nada. Ha sido un día largo y raro. Mañana será otro día.>> intenta autoconvencerse, acomodando su almohada.
En el exterior de la casa, Noah decide que es hora de volver a la suya. Ya está satisfecha por haber descubierto dónde vive la ladrona, aunque su estómago parece no estar igual de satisfecho.
Tendrá que ir a cazar una buena presa.
La mañana siguiente no tarda en llegar, y para Jane despertarse pronto es importante porque significa gente ebria por la calle, objetivos fáciles a los que poder sacarles un par de billetes que no se gastaron durante la noche en copas.
Objetivos fáciles como el señor trajeado al que acecha desde las sombras.
<<Ricachón, dinero rápido.>> piensa, prácticamente relamiéndose por la cantidad de dinero que puede sacarle a una sola persona.
Lo que no sabe es que, desde las alturas, Noah la vigila. Los edificios de esta zona no son muy altos, por lo que ver lo que ocurre en la calle se hace más fácil.
<<Estoy obsesionada, lo sé. No puedo quitarme a esta chica de la cabeza.>> admite, sabiendo que Jane le está suponiendo una distracción bastante grande.
Y no solo lo está siendo para Noah, sino también para el hombre al que acaba de robar la cartera con un buen fajo de billetes en su interior.
Justo lo que Jane quería.
Esta deja de nuevo la cartera en el bolsillo del hombre después de guardarse el dinero en el suyo, como si nada hubiese pasado, y sigue su camino en busca de una nueva víctima.
Gira la calle hacia la derecha y una pelinegra de pelo corto hace que se le corte la respiración.
<<No puede ser.>> piensa, negando con la cabeza.
Pero en ese momento la chica se da la vuelta y descubre que no es Noah. Un sentimiento de alivio recorre su cuerpo, aunque no es un alivio del todo agradable.
<<¿Acaso quería que fuera ella?>> se pregunta, negando de nuevo con la cabeza.
Recupera la compostura y sigue su camino en busca de más objetivos.
Entre tanto, Noah, al ver las intenciones de la ladrona, decide bajar a la calle y perseguirla desde cierta distancia.
<<Es hora de actuar y molestar a la ladronzuela.>> piensa, esbozando una sonrisa pícara.
La híbrido observa detenidamente como Jane guarda su pulsera en el bolsillo de su pantalón y se dispone a robar a un chico que se tambalea por la acera, pero Noah llama desde lo lejos al desconocido, haciendo que este se dé la vuelta. El chico mira desconcertado a la pelinegra, pero, debido a su estado de ebriedad, la sonríe y saluda de vuelta.
Jane, sin embargo, se para en seco al escuchar la voz de Noah, dando media vuelta hasta encontrarse con la chica que acaba de gritar al desconocido.
<<No te creo, ¿Qué coño hace esta aquí?.>> gruñe esta para sus adentros.
El chico sigue su camino, sin percatarse de la presencia de Jane, algo que le extraña a Noah. Pero no le da tiempo a pensar en el por qué el desconocido no ha visto a la ladrona, porque esta le lanza una mirada asesina y comienza a gritarle.
—¿Qué cojones te pasa? —Jane se acerca hasta donde se encuentra Noah—, ¿Tan patética es tu vida que tienes que venir a molestarme?
—¿Hablas de lo patética que es mi vida cuando te dedicas a robar a la gente? —su tono burlesco parece enfadar más a la ladrona, y eso en parte le gusta a la híbrido.
<<¿Cómo puede ser una persona tan irritante?>> se pregunta Jane, cruzándose de brazos.
—¿Acaso sabes por qué lo hago? —Noah abre ligeramente la boca—, No. Pues cállate y métete en tus asuntos, que yo no me meto con tus problemas con el alcohol.
Jane parece dispuesta para irse, pero la pelinegra vuelve a abrir la boca.
—Creo que tu cuchitril al que llamas casa me ha dado una idea del por qué robas —ahora es Noah quien se cruza de brazos, sonriendo con aires de superioridad, sabiendo que cada una de sus palabras va a cabrear a la ladrona aún más.
Esta se queda petrificada y mira a la híbrido con incredulidad.
—¿Cómo narices sabes cuál es mi casa? —escupe cada palabra con rabia.
—Te seguí ayer —contesta Noah, acercándose ligeramente al rostro de Jane—. Parece que no lo tienes todo tan controlado, ¿Eh?
Jane está tan cabreada que por un momento Noah piensa que le va a salir humo por las orejas, y eso la hace sonreír con satisfacción.
—Mira, que te den —bufa la ladrona—. No sé a qué estás jugando, pero no voy a seguirte el rollo.
Tras esas palabras, Jane da media vuelta para marcharse cuanto antes de allí.
<<—Quizás le gustas y quería asegurarse de que llegases bien a casa —le dice su subconsciente.
—O quizás me siguió para matarme.
—Entonces estarías muerta.
—Deja de ponerte tiquismiquis*, que ahora mismo no estoy de humor
—Necesitas un poco de marcha, estás muy borde últimamente. Casualmente desde que cierta persona que tiene frente a ti apareció.
—Que te den a ti también. >> conversa la ladrona con su subconsciente.
Noah aprieta con fuerza la mandíbula, pensando en que no va a consentir que una niñata le hable de esa forma, por lo que, antes de que Jane pueda seguir su camino, se pone frente a ella en menos de un segundo.
—No se que extraño ser eres, pero no voy a dejar que te salgas con la tuya, y menos después de aquella noche en la que me humillaste robándome el reloj —gruñe la híbrido, sintiendo como hierve su sangre.
—Deberías dejar de beber tanto, el alcohol te está haciendo decir cada vez más gilipolleces absurdas —bufa Jane, poniendo los ojos en blanco—. ¿Que qué extraño ser soy? Por favor... —suelta una risita burlesca—, si te parece soy Spiderman.
La ladrona empuja con firmeza a Noah, apartándole de su camino y así poder seguir adelante. Es entonces cuando la pelinegra, apretando sus puños con fuerza, suelta un largo suspiro intentando controlarse.
Algo que, como era obvio, no consigue.
Sus ojos se tiñen de negro y siente como sus colmillos crecen en su mandíbula.
<<A la mierda.>> gruñe para sus adentros.
Noah carga a Jane en sus brazos, dejándola a continuación sobre su hombro derecho, y sube hasta una de las azoteas más cercanas, sin importarle las pocas personas que puedan verlas a esas horas del día. Gracias a su velocidad aumentada por sus poderes de vampiro, puede escalar los edificios sin ningún esfuerzo, y de esa forma asegurarse de que la ladrona no pueda escaparse.
—Te lo voy a preguntar una vez más... —dice la híbrido, dejando de nuevo a Jane en el suelo—, ¿Qué eres?
Esta, aún anonadada por lo que acaba de pasar, se limita a abrir ligeramente la boca sin que las palabras puedan salir de ella.
<<¿Qué cojones acaba de pasar?>> se pregunta, sin dejar de mirar a Noah.
—M-me preguntas a mí que soy... ¿¡Cuando acabas de subirme a esta azotea como si pudieses volar!? —exclama Jane, intentando comprender cómo ha podido ser capaz de subir al edificio sin necesidad de escaleras.
—Sí, soy impresionante, lo sé —la híbrido pone los ojos en blanco—. De nuevo... ¿Qué eres?
Noah ya siente que se le está empezando a agotar la paciencia, mientras que Jane solo siente que no soporta a la pelinegra.
—Yo solo soy humana —contesta esta última, alzando sus hombros—, no sé a qué te refieres.
—No te hagas la loca... —gruñe la híbrido, cruzándose de brazos—. Sabes, al igual que yo, que el chico de la calle no te ha visto por alguna extraña razón —apoya su peso en una sola pierna—. Además, desprendes un olor... inhumano.
—Oye, mira, no sé a qué te refieres con lo de olor inhumano... —Jane no sabe como sentirse hacia ese comentario—, pero enserio, deja de beber e inventarte cosas —bufa esta—. Además, no te debo ninguna explicación.
Noah empieza a pensar que tal vez la chica no sepa siquiera que tiene algún poder, que es alguien especial como la híbrido. O tal vez tenga que soltarse ella para que la ladrona hable.
—Soy mitad lobo mitad vampiro —se sincera la pelinegra—. Por eso he podido subirte a esta azotea sin problema.
Jane, algo sorprendida, mira con curiosidad a Noah.
<<¿Qué coño está diciendo? ¿Se cree que estamos en crepúsculo? Y encima mitad vampiro mitad hombre lobo... podría inventarse una trola* mejor.>> piensa esta, soltando una gran carcajada a continuación.
—Mira, no sé qué está pasando aquí, pero será mejor que me vaya —añade la ladrona, sin poder parar de reír por lo que acaba de decir Noah, mientras esta gruñe para sus adentros.
<<¿Enserio me está diciendo que no se cree ni una palabra después de subirla a la puta azotea? Que bonita es la ignorancia.>> piensa la pelinegra, dando unos pasos hacia atrás, alejándose de Jane, dispuesta a cerrarle la boca y demostrar que sus palabras son ciertas.
—Tal vez esto haga que cambies de idea... —dicho esto, la híbrido comienza a desnudarse, empezando por la camiseta.
La ladrona se queda petrificada en el sitio, sin poderse creer que Noah esté a punto de desnudarse delante de sus ojos. Tal vez es lo que deseaba desde que la vió por primera vez a la salida de esa discoteca, o tal vez solo sea otra idea estúpida de su subconsciente.
La pelinegra se queda en ropa interior, ya que aún es demasiado pronto para enseñar ciertas partes de su cuerpo que solo enseña a partir de la primera cita. Sus ojos cambian a un color marrón claro intenso y poco después, sus huesos empiezan a crujir de una forma desagradable, haciendo que su cuerpo se deforme por distintas partes. En su piel comienzan a aparecer brotes de pelo negro oscuro, como la misma noche.
El cuerpo de Noah deja se ser humano y pasa a ser el de un animal, un lobo de gran tamaño.
Jane observa al lobo que hay frente a ella con cierto... ¿Temor? ¿Asombro? No sabe bien si está soñando, pero está claro que esto no se lo esperaba. Está tan en shock que no se da cuenta que el lobo, o Noah, le acaba de dar con su enorme pata y ha caído al suelo, dándose un fuerte golpe en su trasero.
—¿Qué...?¿Qué narices haces...? —dice la ladrona desde el suelo, bajo la imponente figura del lobo, sobándose el culo—, Y lo más importante... ¿Qué cojones está pasando?
Está nerviosa, sí, su respiración se ha agitado desde que Noah comenzó a desvestirse, y no solo por la desnudez de esta.
El lobo coloca sus patas delanteras a ambos lados de Jane y baja su cabeza hasta que sus ojos están a la misma altura que los de la ladrona. En ese momento, Noah vuelve a su forma humana, sin darse cuenta de que ha quedado completamente desnuda ante Jane. Claro que, piensa aprovecharse de ello.
La ladrona se queda embobada viendo a la pelinegra, más de lo que ya estaba. Intenta reaccionar, volver a la realidad, pero Noah se ha levantado y dado media vuelta para recoger su ropa y volver a vestirse. No puede creer que le haya visto hasta el alma.
—No sé lo que soy —consigue por fin Jane hacer que sus palabras salgan de su boca entreabierta, mientras la híbrido se coloca la ropa—. Solo sé que cuando me quito esta pulsera me hago invisible —saca la pulsera de su muñeca, una pulsera de oro formada por una fina cadena y, en el medio de esta, un conector, en el que en su interior hay una serie de números grabada—. Para todos menos a ti al parecer.
La híbrido muestra una sonrisa de satisfacción.
—¡Aleluya! —exclama esta, acercándose de nuevo a la ladrona—, ¿Tenía que desnudarme para que me dijeras la verdad?
Noah es consciente de lo acelerada que está la respiración de Jane desde que empezó a quitarse la ropa, es muy consciente del efecto que tiene sobre ella y que tiene que aprovechar eso al máximo. Pero... ¿Para qué? Aún no lo sabe, aún no sabe el por qué se siente tan atraída por la ladrona.
En cambio, ahora mismo, Jane no se siente tan atraída por la híbrido, sobre todo porque en su mente solo piensa en lo arrogante que puede llegar a ser algunas veces.
Esta se levanta del suelo con dificultad, ya que aún le duele el culo por la caída de antes.
—No te lo tengas tan creído —gruñe la ladrona—, que mi reacción no ha sido porque te hayas desnudado, sino porque te has convertido en un chucho baboso.
Las últimas palabras le hacen gruñir a Noah esta vez.
—¿A quién llamas chucho baboso? —esta vez no sale su lado de lobo, sino el de vampiro. Sus ojos se vuelven grises, oscureciéndose el contorno de estos.
—Oh, ¿El cachorrito se ha enfadado? —una sonrisa burlesca aparece en el rostro de Jane—, pobrecito —se cruza de brazos, pensando en cómo salir de una vez de esa azotea y alejarse de la pelinegra—. Ha estado muy bien el show, pero tengo cosas más importantes que hacer que domesticar a un perro —dice cada una de las palabras sabiendo el efecto que tendrá sobre Noah—. Así que... si me disculpas.
La ladrona localiza la entrada y salida a la azotea del edificio y comienza a andar hacia ella.
<<Esta niñata me desespera. Le partiría el cuello en menos de dos segundos y me quedaría tan agusto, pero algo en mi interior me lo impide.>> piensa Noah, debatiéndose el qué hacer con Jane. Su subconsciente solo le dice que deje de ser impulsiva.
Con un último gruñido de frustración, la híbrido desaparece.
Antes de que la ladrona abra la puerta, da media vuelta para mirar por última vez a Noah, pero esta ya no se encuentra ahí. Jane decide no darle demasiada importancia y baja las escaleras, dirigiéndose a su casa.
A un par de kilómetros de allí, la híbrido abre la puerta de su casa, soltando un fuerte gruñido.
—¡Maldita seas Jane! —grita, apretando sus puños, conteniéndose para no destrozar toda la casa.
La pelinegra alcanza una botella de whisky, su favorito, y echa el líquido transparente en un vaso. Sabe que es pronto para beber, pero lleva días sin probar el alcohol.
Bebe del vaso, sintiendo como el alcohol quema su garganta, y en pocos minutos, como este afecta a su cuerpo. Intenta ignorar la imagen de ella sobre Jane, pero esos ojos no desaparecen de su cabeza el resto del día y noche.
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Buenas mis lectorxs.
¡Segunda parte de Placer y Venganza!
Espero que os guste tanto como a mí me está gustando escribirlo.
Para mí está siendo todo un reto escribir en tercera persona, pero me lo estoy gozando porque cada vez me sale mejor.
¡Votad y comentar!💜
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