Gracias Por Estar Aquí | Lunecko
Las estrellas de la noche caía sobre la ciudad.
Un manto oscuro que envolvía cada calle y edificio. Las luces de las farolas apenas iluminaban el camino, y el cielo estaba despejado, con la luna llena reinando sobre todo.
Era una noche que prometía ser tranquila, pero para los PJ Masks, eso casi nunca era así.
Romeo, el malvado genio con su arsenal de invenciones, había puesto en marcha un plan que amenazaba con sembrar el caos en toda la ciudad. Catboy y Owlette estaban ocupados luchando contra sus robots y desactivando sus trampas, pero Gecko, el héroe de color verde, estaba en un lugar completamente diferente.
El mencionado se encontraba en la azotea de un alto edificio, su mirada fija en la figura flotante de una albina. La niña con poderes lunares, conocida como Luna, había decidido no unirse a la batalla esa noche. En lugar de eso, estaba disfrutando de la paz y la serenidad que la noche le ofrecía, y Gecko había decidido acompañarla.
—¿No te aburres de tanto caos? —preguntó el héroe, rompiendo el silencio mientras se sentaba en el borde de la azotea. Sus ojos verdes brillaban bajo la luz de la luna.
Luna lo miró con una sonrisa juguetona. —¿Y tú no te cansas de ser siempre el chico bueno? —replicó con suavidad, manteniendo su postura flotante mientras su tablero la sostenía a unos metros del suelo.
Gecko se rió, un sonido suave y sincero. —Bueno, alguien tiene que hacerlo. Pero, ¿por qué estás aquí, Luna? Esta noche parece diferente.—
La villana dejó que su tablero la bajara al suelo, aterrizando suavemente junto al lagarto. Se cruzó de brazos y miró hacia el horizonte, donde los sonidos distantes de la batalla aún podían escucharse. —A veces, incluso yo me canso de todo el ruido y las peleas. Esta noche solo quería disfrutar de la luna y las estrellas. No siempre tengo que estar causando problemas, ¿sabes?—
Gecko asintió, comprendiendo. A pesar de sus diferencias, siempre había sentido una conexión especial con la peliblanca. Tal vez era porque, en el fondo, ambos entendían lo que era sentirse diferente, estar entre dos mundos. —Es bueno saber que incluso tú puedes disfrutar de la tranquilidad de vez en cuando —dijo con una sonrisa.
Luna se giró para mirarlo, su expresión suavizándose. —Tú tampoco eres lo que esperaba, Gecko. Siempre tan dispuesto a ayudar, tan optimista… pero aquí estás, en lugar de estar peleando con los demás.—
El de traje verde se encogió de hombros, un poco incómodo por el cumplido. —Supongo que hay algo en la noche que me atrae también. Tal vez es porque puedo ver las cosas de manera diferente, sin la presión de ser el héroe todo el tiempo.—
Luna se sentó junto a él, sus piernas colgando sobre el borde del edificio. Durante un rato, ambos se quedaron en silencio, contemplando la ciudad debajo de ellos. Las luces parpadeaban a lo lejos, y las estrellas brillaban intensamente en el cielo. La tensión de la batalla parecía estar a un mundo de distancia.
—¿Alguna vez has pensado en cómo sería si no tuviéramos que pelear todo el tiempo? —preguntó Luna de repente, su voz apenas un susurro.
Gecko la miró, sorprendido por la pregunta. —¿Qué quieres decir?—
—Quiero decir… —Hizo una pausa, buscando las palabras correctas—. ¿Qué pasaría si pudiéramos ser amigos? Si no hubiera más conflictos, ni héroes ni villanos. Solo nosotros, disfrutando de noches como esta.—
Gecko se quedó pensativo por un momento. La idea de una vida sin las batallas constantes, sin tener que enfrentarse siempre a los planes de los villanos, era tentadora. Pero al mismo tiempo, era difícil de imaginar. —No lo sé —admitió—. Pero no suena tan mal. Creo que me gustaría.—
La adolescente sonrió, y por un instante, no había rastro de la chica problemática que solía causarles tantos problemas. Solo era una niña disfrutando de la compañía de un amigo bajo la luz de la luna.
El tiempo pasó sin que ninguno de los dos lo notara. Hablaron de cosas triviales, de sus días, de lo que les gustaba y de lo que no.
Luna, por primera vez, se permitió abrirse un poco más, y Gecko descubrió un lado de ella que no había visto antes. Un lado que, aunque aún travieso, era más humano, más cercano.
La conversación pronto giró hacia los recuerdos de sus primeras batallas, aquellas en las que la villana siempre estaba un paso por delante, burlándose de los PJ Masks mientras planeaba su próximo golpe. Gecko no pudo evitar reírse al recordar lo frustrado que solía estar cuando sus planes fallaban.
—Siempre fuiste tan difícil de atrapar —dijo Gecko, sacudiendo la cabeza con una sonrisa.
—¿Difícil? —replicó Luna con una risa suave—. Era imposible, pequeña lagartija. Nadie puede atrapar a la reina de la luna—
Ambos rieron juntos, una risa genuina que resonó en la noche. Pero mientras la risa se desvanecía, el silencio que quedó fue cálido, cómodo. Luna miró a Gecko, sus ojos azules brillando con una emoción que rara vez dejaba ver.
—¿Sabes? —comenzó Luna, su voz más suave de lo habitual—. Me alegra que estés aquí esta noche. No esperaba decir esto, pero… me gusta estar contigo, Gecko.—
Gecko sintió su corazón latir un poco más rápido. No era solo la sorpresa de escuchar esas palabras, sino la sinceridad con la que fueron dichas.
Él siempre había visto a Luna como una rival, pero esta noche, algo estaba cambiando.
—Yo también me alegro de estar aquí —respondió, mirándola directamente a los ojos—. A veces es difícil ver a las personas más allá de lo que hacen. Pero esta noche… creo que te estoy conociendo mejor.—
Luna bajó la mirada, un leve rubor apareciendo en sus mejillas. No estaba acostumbrada a ese tipo de atención, y menos a sentirse vulnerable. Pero con el héroe, se sentía diferente. Como si, por una vez, no tuviera que mantener sus defensas altas.
—Gracias, Gecko —dijo finalmente, su voz apenas un susurro—. Por esta noche, y por… entenderme.—
Gecko sonrió, un gesto pequeño pero lleno de calidez. No necesitaban decir más. El entendimiento entre ellos había crecido de manera natural, y aunque no sabían qué significaba para el futuro, ambos estaban contentos de haber encontrado este momento de paz.
Las estrellas brillaban con más intensidad mientras la luna continuaba su camino por el cielo. En ese rincón tranquilo de la ciudad, donde la batalla estaba lejos y la noche era su única compañía, Luna y Gecko compartieron algo más que palabras. Compartieron un entendimiento mutuo, una conexión que era más fuerte que cualquier pelea.
Cuando finalmente llegó el momento de regresar a sus respectivos mundos, ambos se miraron por última vez. La noche aún era joven, pero sabían que debían volver. No obstante, la promesa de noches futuras, donde podrían encontrarse de nuevo y simplemente ser ellos mismos, estaba allí, latente en el aire.
—Nos vemos —dijo Luna, montando su hoverboard con una última sonrisa.
—Hasta la próxima, Luna —respondió Gecko, observando cómo se alejaba en la oscuridad.
Y mientras la silueta de Luna se desvanecía en la distancia, el lagarto sintió que algo nuevo había comenzado. Algo que, quizás, les permitiría encontrar más que solo batallas en sus vidas.
Pedido por: Any_Dami_Sol
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