Veinticinco.

Damián.

Al llegar le ordené que se bajara, ella me obedeció. Se quedó perpleja. Me miró y sonreí.

—Maldito bastardo hijo de... playa.—Susurró mientras caminaba hacia el barandal para contemplar las estrellas.
La seguí y observamos al cielo un buen rato, después ella rompió el silencio acogedor que yacía entre ambos.

—Espérame tantito.—Dijo y salió corriendo. Me senté en una roca y pasaron algunos minutos y llegó con la caja de pizza, reí por lo bajo, se sentó a mi lado y empezó a comer después me ofreció y tomé dos pedazos pero ella me pegó en una mano para que soltara uno.

—Te gusta mucho la pizza eh pequeña.—Dije dándole un golpecito en el hombro. Ella asintió.

—Es que yo no soy ese tipo de chica que se preocupa por su físico ¿sabes?, siempre he pensado que algún día llegará esa persona que piense que soy hermosa, sin tener un cuerpo de una súper modelo.—Dijo con la boca llena de pizza y sonreí.

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