Capítulo 25






❊ADVERTENCIA: CONTENIDO Y MENCIÓN DE AGRESIÓN FISICA. FAVOR TE TOMARLO CON SERIEDAD❊













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"You're mine and we belong together. Yes, we belong together... —Canturreaba mientras caminaba a mi casa después de que el autobús escolar me dejara en la esquina —Tururu, tururu... ¡for eternit...!

—¿Qué se supone que estás cantando? —Preguntan a mis espaldas.

—¡Por dios! —Me devolví, con el corazón en la garganta. Él sonrió en grande al ver el terror reflejado en mi expresión.

¿Qué demonios hacía aquí?

—¿Qué haces aquí, por qué no estas llegando a tu casa? —Pregunté, sintiendo mis nervios saltar cuando observé sus ojos y ese cabello negro debajo de los fuertes rayos del sol.

—Tu papá cortará el pasto hoy, ¿no?

—¿Eso qué tiene que ver contigo?

—Lo ayudaré —Quise caer al suelo —Como sea, ¿qué escuchas?

Sonreí.

—Se llama We Belong Together, es de Ritchie Valens, es vieja, pero muy bonita —Comenté, de repente sintiéndome expuesta.

—Déjame escuchar.

—No, búscala tu mis... —Muy tarde, ya estaba sobre mí, robándome uno de mis audífonos para llevarlo a su oreja.


You're mine. Your lips belong to me.


Mis ojos fueron a sus labios delgados, que brillaban debido a que, o había colocado bálsamo labial o había pasado su lengua por ellos, estaba a unos cuantos centímetros de mi rostro, era mucho más alto que yo, pero sus labios quedaban a la altura de mi mirada.


Yes, they belong to only me, for eternity.


Me sonrojé, sin poder evitarlo.

You're mine, my baby and you'll always be

I swear by everything i own

you'll always, always be mine

You're mine and we belong together 

yes, we belong together

for eternity

for, for eternity


Por dios. Seguramente si estaría por siempre son... me estaba mirando... me estaba mirando con esos ojos impresionantes y yo no podía apartarme lejos, me había quedado paralizada.

La canción había terminado en algún momento que no me di cuenta, sus ojos estaban en los míos, no sabía si había dicho algo o que. Cada quien tenía pensamientos distintos en estos momentos, yo, mientras moría por sus ojos...

Por una eternidad, las cosas serían así de distintas entre nosotros.

Por fin recordé que debía alejarme, por eso pude terminar con ese bucle extraño en el que me había metido. Aclaré mi garganta porque comenzaba a acalorarme y ya no podía ser por el calor del día porque la tarde estaba un poco fresca.

No quería sonrojarme delante de él, de nuevo.


—Bueno, vamos... —Pronuncié, comenzando a caminar, lo escuché seguirme en silencio.

Cuando llegamos a mi casa, papá estaba de pie en el deck, nos sonrió a ambos cuando nos vio llegar.

Traidor.

¿Acaso había olvidado que el niño que venía a mi lado era nada más ni nada menos que el chico que me gustaba?


—Por fin llegan... —Exclamó, a la par de que nosotros nos acercábamos.

—Buenas tardes, señor Cedric, ¿está listo para cortar ese pasto? —Saludó mi compañero, con una sonrisa linda incrustada en su casi inmaculado rostro.

Su cicatriz comenzaba a verse más como la mía, el tono rojizo apenas y se notaba, a menos que estuvieras sumamente cerca de él como para verlo.

—¿Cómo les fue hoy?

—Uh, nada nuevo —Resté importancia, acercándome para darle un abrazo, me separé para ir a la puerta de casa —Iré a cambiarme.

Antes de desaparecer del deck, pude ver como ambos se ponían hablar de manera animada, sentía mariposas al ver que Jungkook se llevaba bastante bien con mi papá.

Subí a cambiarme de ropa, los días fríos se estaban haciendo más comunes. Este veintiuno de noviembre parecía ser un día agradable, además de que mañana no teníamos clases porque era Holiday debido a que se acercaba el Thanksgiving, prácticamente tendríamos tres días libres.

Bajé corriendo, estaba dispuesta a salir al deck, pero un cuerpo se interpuso en mi camino, chocando con la persona.


—¡Maldi...!

—Esa boca —Me reprendió.

—Lo siento, Jungkook. No te vi.

—Que grosera, ¿deberíamos lavarte esa boca con detergente, bichito? —Su tono fue jocoso.

—Si quieres cometer un asesinato, está bien —Lo miré mal.

—Como sea —Iba a pasar por mi costado.

—¿No iban a cortar el pasto?

—Sí, pero al parecer no sirve la máquina...

—Le dije a mi papá que ya estaba muy vieja —Me quejé —¿Te vas a casa?

—¿Por qué, quieres que me quede? —Volvió a usar ese tono jocoso. Luché por no avergonzarme, en el fondo puede que me haya descubierto, pero no iba a aceptarlo, hice una mueca de asco, provocando su risa —No, a diferencia de ti, tu encantador padre me invitó a cenar.

—¿No tienes casa? —La jocosa fui yo ahora.

—Eso me preguntaba yo cuando ibas a mi casa... —Se defendió, no pude evitar sonreír.

—Vivías de mí en esos momentos —Aseguré, haciéndolo bufar.

—Claro que no.

—Claro que sí, ni podías salir a la sala de tu casa —Me burlé de él.

—¿Qué querías? Tenía las piernas heridas...

—Aja, y dependías de mí para comer tus comidas chatarras.

—Igual sigo siendo genial —Se encogió de hombros, indignado.

Me pregunto si yo sería capaz de robarle un beso justo ahora. ¿Sería capaz de darle un beso en la mejilla, cerca de los labios? ¿se apartaría antes de que siquiera sucediese o pasaría, pero después se iría, completamente asqueado? Probablemente se sentiría abusado y no volveríamos a hablar de nuevo, les contaría a todos que la rarita estaba enamorada de él y sería, finalmente, mi fin.

Así que, con todo el dolor del mundo, dejo ir ese repentino deseo de saber a qué saben sus labios.


—¿A qué venías aquí? —Cambio de tema porque aún me molesta mi deseo.

—Ah, venía a dejar la gasolina... —Alza el bote en donde papá conserva la gasolina de la cortadora de pasto. Lo vi dejarla en su lugar y ambos volvimos a salir al deck, en donde papá estaba sentado en su silla.

—Pa...

—¿Mhm?

—¿Qué vamos a comer? ¿vamos a cocinar...?

—¿Prefieren Taco Bell o Pizza Hut? —Nos miró, esperando por una respuesta, yo me encogí de hombros, miró a Jungkook, quien estaba distraído, mirando los alrededores, yo también lo miré. Se veía precioso, como un ángel. Debió sentirse observado porque pronto volteó a vernos y se sorprendió cuando se dio cuenta que tenía nuestra atención sobre él. Lo vi avergonzarse.

—¿A-ah? —Estaba apenado, lo vi llevar sus manos a sus orejas.

—Niño, eres injustamente apuesto —Le dijo mi padre, sin despegar la mirada de él. Jungkook abrió por un micro segundos sus ojos, sorprendido, apretó un momento sus labios entre sí, intentando contener una sonrisa apenada.

—S-se lo agradezco —Inclinó un poco su cabeza, incómodo cuando lo seguimos viendo.

—Entonces... ¿Pizza Hut o Taco Bell?

—¿Pizza? —Cuestioné, mirando a mi compañero.

—Yo estoy bien con eso —Asintió, pausadamente.

—De acuerdo —Sentenció el mayor, poniéndose de pie —Voy a ir a ordenarla.

Y se fue, dejándonos solos, una vez más. Me senté en las escaleras del deck y observé el pasto que estaba un poco crecido, incluso había flores amarillas, las ramitas del pasto estaban despeinadas. Otra presencia estuvo a mi lado.

—Es verdad, tus otros parientes andan por aquí... —Comentó, acomodando sus piernas, también contempló el pasto.

—¿Qué?

—Bichos, tus parientes...

—Me pregunto dónde quedó el rarita, ese te gustaba —Murmuré y su sonrisa tambaleó.

Desvió la mirada para dejarla sobre el pasto, su sonrisa desapareció por completo. No dijimos nada por varios minutos, sentía que había malogrado algo. Si hace unos años atrás alguien me hubiera dicho que yo estaría con Jeon Jungkook, sentada en el deck de mi casa, me hubiera puesto a reír, iba a sonrojarme por imaginarlo y después, me hubiera reído porque pensaría que sería algo imposible, pero estábamos aquí, sentados uno al lado del otro, en silencio, mirando el pasto verde, esperando la pizza. Me parecía algo irreal, pero estábamos aquí, no era un sueño, o una fantasía creada por mi mente.

Mi corazón latía rápido, esperanzado y emocionado de poder compartir el mismo espacio que él, aunque solo fuera en silencio, escuchando el ritmo de su respiración, oliendo su perfume, adorando su presencia cerca de la mía, en paz.

Era... era indescriptible.


—No necesitas recordármelo, Anderson... —Murmuró, después de varios minutos estando en silencio, lo volteé a ver porque ya no sabía de qué estaba hablando, él seguía con la mirada en el pasto —Estos últimos años, cometí más errores que cualquier otro momento de mi vida. Algunos de esos errores fueron pequeños, otros peores y hay unos que jamás podré arreglar, varios de ellos no solo me hirieron y marcaron a mí, lo hicieron a otras personas. Sé que merezco cualquier cosa mala que me pase ahora y en el futuro, lo comprendo, pero no tienes que recordármelo —Levantó la mirada para observarme —No necesitas hacerlo, no tienes que hacer ese trabajo, yo lo hago por mí mismo todos los días, cada que me despierto, y cuando lo olvido, lo vuelvo a ver en el espejo —Guardó silencio un momento, sin apartar la mirada de la mía —Y, créeme cuando te digo, que me gustaría volver atrás y no haber hecho de tu vida una mierda. Volver atrás y no conocer a Ji Eun. Lamento todo, Anderson...

Yo estaba sin palabras.

—Lo lamento, Alyn —Repitió, como si quisiera que eso se grabara bien en nuestras mentes —El pedir perdón no arregla nada, es tu decisión que signifique algo o no, no espero a que las aceptes porque conozco la magnitud de mis acciones, pero tenía que decirlo —Mordió el interior de su labio inferior —Ojalá pudiera arreglarme más rápido, comprender todo de manera más rápida, sin embargo, me temo que a veces cuesta mucho dejar de creer en algo a lo que te aferraste tan fuerte.

Estaba sin palabras, seguía sin palabras, estaba impactada. Jamás de los jamases pensé que un día, Jungkook fuera a disculparse por eso, era cierto, una disculpa no arreglaba nada realmente, pero, a veces una disculpa es mejor que el silencio, que el fingir que nada pasó. A veces una disculpa cura un poco el alma, quizás porque se demuestra que lo que uno sintió en ese momento, no fue dejado en el olvido, que al menos la persona realmente supo que nos hirió, no dejó solo al sentimiento. Su disculpa no podría hacerme olvidar nada, ni haría olvidar a los demás, su disculpa no me quitaría las heridas o los miedos o inseguridades, no lo haría nunca, pero me daba un poco de paz saber que él era consciente de mi dolor, que se arrepentía, que él también deseaba regresar en el tiempo y cambiar todo. Eso me reconfortaba porque al menos sabía que no estaba sola en ese sentir.

—Toma tiempo soltar y cambiar, sanar lleva un poco de tiempo —Dije, desviando la mirada al pasto, tenía un poco de ganas de llorar.

—Anderson...

—¿Sí?

—¿Somos amigos? —Preguntó, en un murmullo, volví a mirarlo, encontrándome con que él no había dejado de hacerlo.

No era lo que mi corazón deseaba, sin embargo, era feliz con estar a su lado y apoyarlo a salir de su pozo, de su dolor.

Sabía que siempre iba a mirarme de esa forma una vez que dijera que sí. Sabía que jamás podría verme con otros ojos, los mismos con los cuales yo lo miraba, comprendía que nunca podría quererme de otro modo, eso estaba bien, me rompía, pero siempre había sido así. Mentiría si dijera que me había acostumbrado a saberlo porque no era así, dolía, me dolía mucho saberlo, pero quería que fuera feliz, quería volver a verlo sonreír con confianza, con genuina felicidad. Deseaba ver ese Jungkook que, quizás, un día decidió que debía esconder, deseaba que se diera cuenta de las cosas que no estaban bien, que el físico no era todo, deseaba que fuera capaz de ver al mundo de una manera más sana para sí mismo.

Quería que aprendiéramos sobre amor juntos, pero lo único que sabíamos era que el amor duele, que amar lastima, pero estaba segura de que esa era solo la parte mala, estaba segura que había otra parte que era mejor y que no conocíamos. Quería que viera eso...

Sin importar que alguno de los dos jamás lo hiciera.


—Lo somos —Sin importar que yo solo me convirtiera en la amiga secretamente enamorada, quien ve como su amigo vuelve a enamorarse.

Me dedicó una sonrisa, ese tipo de sonrisa que casi nunca regalaba.

Sí, porque yo sabía que volvería a hacer todo una vez más y solo por él. Aunque me haya herido, aunque me haya lastimado muchas veces sin saberlo, estaba segura que él no merecía que, por segunda vez, viera ese lado malo del amor, porque pudo haber sido terrible conmigo, pero en el amor, en el amor Jeon Jungkook no era nada parecido, lo había visto con esa chica, no merecía volver ahí.

Quería protegerlo, aunque tuviera que descuidarme a mí misma.

Escaneé su rostro, mientras le regresaba la misma sonrisa, y por primera vez me sonrió tanto que sus ojos desaparecieron y se convirtieron en dos asombrosas lunas, su sonrisa se convirtió en una de conejo y fue como si todo el lugar se iluminara, justo como una luciérnaga.

Mi corazón estalló al ser consciente de que me estaba sonriendo justo de la misma manera en la que lo hacía con sus amigos más cercanos.

Estaba a punto de imaginarme dentro de una escena romántica, pero las luces de un carro nos iluminaron por completo, provocando que ambos nos cubriéramos los ojos con las manos.


—¡Llegó la pizza! —Chilló mi padre, pasando corriendo por el estrecho espacio entre Jungkook y yo. Parpadeé sorprendida, papá recibió la pizza, agradeció al repartidor, quien, después de compartir una que otra palabra con el mayor, se subió a su carro y se marchó a seguir con su trabajo. Papá volteó a vernos, con una sonrisa loca pegada a la cara —Pedí alitas, de esas picantes —Habló —La última vez Alyn casi se ahoga debido a estas bellezas, no le gusta el picante —Le comentó a Jungkook, quien se burló de mí tan pronto escuchó eso.

—¡Pa! —Chillé, avergonzada.

—Ya, vengan a comer, mis polluelos —Restó importancia a mi humillación y volvió a pasar entre nosotros, miré a Jungkook, con consternación, él llevó su mano a su boca para ocultar su burla, aunque no le importaba que me diera cuenta, se puso de pie.

—Ahogándose por unas alitas —Bufó, dejándome peor que antes.














—¡Trae agua, que se nos muere el chico! —Alzó la voz papá, mientras, que al mismo tiempo golpeaba la espalda del Jungkook moribundo.

Me levanté y fui por un vaso de agua a la cocina, volví corriendo, entregándole el vaso al pálido, quien, sin esperar mucho, se bebió el líquido como si no hubiera bebido agua en siglos.

Ssi-bal... (mierda...) —Tosió, dejando el vaso sobre la mesita de centro, los ojos los tenía llorosos y sus mejillas estaban rojas por el esfuerzo de toser y quizás por la vergüenza de estarse ahogando frente a nosotros, se veía tan tierno.

—Presiento que eso fue una grosería —Comentó papá, alejándose un poco del cuerpo de Jungkook, quien sonrió, agotado —¿Estas mejor? Te advertí que esas alitas eran potentes.

Cuando entramos a casa, decidimos comer en la sala y buscar alguna película de Netflix o cualquier otro canal. Pusimos Shrek Forever After, comíamos tranquilamente, atentos a las escenas de la película, pero de la nada, Jungkook decidió que quería probar esas alitas tan famosas, mi papá le dijo que tuviera cuidado porque eran bastante picantes, pero el de ojos rasgados dijo:

"No se preocupe, señor Cedric. Los coreanos suelen comer cosas picantes... —Decía, mientras se estiraba para tomar una alita y sumergirla todavía más sobre esa salsa que traían, volvió a su lugar y observó a mi papá con una sonrisa orgullosa —Así que, esto será nada".

Primero se acomodó en su lugar, yo dejé de devorar mi rebanada de pizza para poder apreciar mejor el evento, papá solo masticaba tal cual vaca, sin dejar de contemplar el desastre que se avecinaba, parecía saber lo que pasaría.

Jungkook tomó la alita con sus dedos índice, pulgar y dedo medio, después la acercó a su nariz para olerla, rápidamente la alejó, abriendo la boca con sorpresa.

"Vaya, esto si huele fuerte" —Expresó, sorprendido. Finalmente llevó esa dichosa alita a sus asombrosos labios y le dio una mordida enorme, casi acabándosela por completo. Contuve el aliento al verlo masticar con una expresión tan calmada —"Esto no..." —Empezó diciendo, mientras extendía los brazos a los costados, pero tan pronto abrió la boca, sus ojos se abrieron más de lo normal y ahí fue el momento exacto en donde comenzó a toser por primera vez, colocándose rojo al instante.

Intentó, de manera inútil, recomponerse, papá se burló de él, pero tan pronto vio que el pobre joven no cesaba, se apuró a socorrerlo, al igual que yo.

Y es por eso que terminamos de esta forma...


Jungkook limpió las lágrimas que habían bajado de sus ojos, se rio, apenado.

—Así que... —Empecé diciendo, mirándolo con una sonrisa grande, lo vi mirarme aun con los ojos llorosos —Ahogándose por unas alitas —Terminé diciendo, burlona, él bufó y bajó la cabeza, sonriendo.

—Tu resistencia como coreano, se ha ido —Sonrió papá.

—Tiene mucho que no comía comida tan picante, me ablandé —Lamentó, recostando su cabeza al sofá y me miró de esa forma, se veía tan guapo —Te sientes bien al poder regresarme la burla, ¿verdad?

—Es tu culpa, tú fuiste el que se hizo el fuerte. Eres un presumido, eso te pasa... —Me encogí de hombros y papá se carcajeó.

—Ah, la juventud... —Canturreó, poniéndose de pie —Iré a tirar la caja de la pizza.

Una vez más éramos solo Jungkook y yo.

—Gracias.

—¿Por qué agradeces?

—Siempre logras que no vuelva a la soledad de mi casa... —Dijo.

—No fui yo, fue mi papá —Murmuré.

—Es lo mismo.

—De todas formas, no entiendo —Aseguré.

—Mis papás no deben de llegar a casa aún, estos últimos meses me la paso solo la mayoría del tiempo, ellos están trabajando mucho. Antes no solía sentir tanto su ausencia porque pasaba poco tiempo en casa, ellos esperaban por mí, ahora yo espero por ellos —Apretó sus labios, mirando toda la sala —No tengo mucho que hacer. Pero hoy estoy aquí, viendo Shrek con ustedes, después de casi morir ahogado. Gracias por eso...

—Eso hacen los amigos —Le sonreí cuando decidió volver a mirarme —Te hace falta aprender más formas de divertirte estando en casa, no siempre es divertido estar afuera con tus amigos o en fiestas. Hacer destrozos no es la única manera para pasar un buen rato —Le dije —Mira, solo comimos pollo y vimos una película y te la pasaste bien, ¿no es así?

—Si tú dices —Se burló, pero en el fondo sabía que sí había pasado un buen rato, no iba a admitirlo.

Papá regresó y seguimos viendo la película, reímos mucho y bromeamos entre los tres, como si siempre hubiéramos hecho esto. Se sentía como si debiera ser así.

A las diez de la noche, él recibió una llamada de su madre, diciéndole que pasaría por él, así que pausamos todo, recogimos las cosas de la sala, papá se excusó diciendo que tenía que ir al baño, aunque sabía que eso solo era una mentira para dejarme sola con Jungkook, no me quejé porque sí quería eso.

Tomó su mochila y salimos al deck a esperar a su mamá. La noche estaba fría, no había tanto bicho debido al frío, incluso si hablábamos, salía vaho.


—Olvidé que tenía tarea pendiente —Comentó, de la nada. Ambos nos miramos y reímos —Tendré que llegar a hacerlo ahora. No quiero estar haciéndola mañana que descansamos.

—Yo la hice durante el lunch, así no tengo nada que hacer cuando llego a casa.

—Me robaré esa idea —Bromeó. Ambos caminamos un poco cuando divisamos el carro de su mamá acercarse a lo lejos.

Caminé un pequeño tramo con él y me detuve antes de llegar a la vereda, estaba de espaldas a mí.

Cuando el carro de la señora Yon estuvo estacionado frente a nosotros, él se dio la vuelta mientras que su mamá me saludaba desde el interior del vehículo. Miré a Jungkook después de saludar a la mayor.


—Nos vemos después —Le dije, asintió, mientras caminaba de espaldas, abrió la puerta y antes de entrar, habló.

—Espero que, para la siguiente vez, podamos ver esas otras formas de divertirse sin hacer destrozos —Tenía esa sonrisa brillante pegada en la cara, ingresó al carro, la señora Yon se despidió y ambos se fueron.


"La siguiente vez..."


















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★彡[ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ.




—¿Cómo está yendo la escuela? —Sara preguntó, mirándome.

Me recosté mejor en la silla y pensé.

—Prácticamente todo sigue siendo lo mismo, pero... —Me quedé callado, negando con la cabeza, repasando los acontecimientos de los últimos meses.

—¿Pero...?

—Están las miradas mal intencionadas. Solía tener como una... una reputación, algunas personas le decían reinado —Hice comillas con los dedos —Y digamos que eso me daba cierta superioridad sobre los demás, y la aprovechaba, no de buena manera, sigo teniéndola, pero siento como si se estuviera volviendo en mi contra, poco a poco. Como si la estuviera perdiendo...

—¿Eso te importa, perderla?

—Sí.

—¿Por qué es eso?

Me quedé en silencio un par de segundos, tratando de encontrar una respuesta.

—En corea no tenía el mismo trato que aquí. No era lo que normalmente se considera hermoso allá, no era como muchos aspiraban a ser y eso no me molestaba mucho, pero a ellos sí, era tartamudo cuando me ponía nervioso. Era tímido y eso siempre me provocaba estar nervioso, se puede imaginar lo que pasaba... —Empecé diciendo, sintiendo incomodidad de contar esa pequeña parte de mi niñez —Lo único que era lindo en mí eran mis ojos, no era un niño de muchos amigos, solía sufrir un poco de acoso por alguno de mis compañeros. Las niñas nunca fueron amables, era como ser invisible, era excluido de los convivios de la clase, no me invitaban a las fiestas —Recordar esas cosas no me traía buenos sentimientos, sentimientos que había enterrado bien, pero seguí porque al parecer necesitaba sacarlo —Solo deseaba ser aceptado, me obsesioné con eso, y a pesar de que traté de volverme como ellos, no logré que me aceptaran. No importa que tan duro luché por ser igual a ellos, no era suficiente, y yo más trataba.

Guardé silencio un segundo.

—Cuando nos mudamos, fue un trato distinto desde el momento uno. En la escuela esperaba un trato como en corea, pero no pasó, los chicos se acercaban a mí, las niñas no se alejaban o insultaban, me invitaban a las fiestas, me hablaban, pensé que podría tener un lugar aquí, tener ese lugar se convirtió en todo para mí porque si no tengo ese lugar, no tengo nada, por eso me importa.

— ¿Y hubo consecuencias al tener ese lugar? —Preguntó.

Asentí, pausadamente.

—¿Cómo cuál?

—Tuve que dejar de ser yo en ciertos aspectos, borré cosas de mí que parecían volver raras a las personas, como la timidez, por ejemplo. No hablé con nadie sobre cómo fue mi vida en corea, fingí gustar de cosas que no me gustaban, me reí por obligación. Y aunque sentía que tenía ese lugar, me di cuenta rápido que, para conservarlo, tenía que cambiar y hacer cosas que no quería, decir cosas que realmente no creía... —Bajé la cabeza —Me engreí, quise la atención que jamás tuve en corea, el respeto, todo eso se me subió a la cabeza. Ya teniendo ese lugar, sabía que estaba lo suficientemente abajo como para que pudiera volver a ser el abusado, conocí a Anderson, cuando bromeé con ella la primera vez, todos lo aceptaron, a mí, si me convertía en alguien a quien temieran, no volvería a ser herido, tenía que estar por encima, así no volvería a ser el abusado —Levanté la cabeza para mirarla —Por eso, me volví el abusador.

—¿Y resultó?

—Sí. Me gané el respeto mediante miedo. No me agradaba al inicio hacerlo, molestarla, por eso enviaba a otras personas a hacerlo, pero la culpa me ahogó y dejé de mandarlos. Lo ignoré, a ella y al sentimiento, creí que, si yo dejaba de hacerlo, ellos también lo harían, pero no pasó. Ellos siguieron haciéndolo, me molesté conmigo mismo y me alejé más, como si yo no hubiera sido el responsable de eso.

—Oh Jungkook, ¿te sentías culpable?

—Lo hacía, pero creo que me acostumbré a ese sentimiento y con el tiempo dejé de resentirlo, cuando sentía que venía con fuerza, lo bloqueaba —Suspiré —Supongo que me obligué a ser insensible con el pasar del tiempo.

—Ya veo, pensaste que lo mejor era bloquear esos sentimientos. ¿Y aun te sientes insensible ante ellos?

—No estoy seguro...

—Eso está bien, ahora mismo estamos en un proceso de hallarnos —Me sonrió —Algo que me dijiste una vez fue que cuando viste por primera vez a la chica, querías acercarte a ella, pero que te costaba demasiado, que era imposible...

—Sí.

—¿Por qué era imposible?

—Ella huía siempre, técnicamente no nos conocíamos de nada, pero ella huía, eso me confundía y en parte me molestaba.

—¿Por qué?

Lo pensé un segundo.

—Porque... porque era la... era la primera vez que me sentía curioso por una chica —Dije, pausadamente —Pero ella me trataba de una forma muy similar a las niñas de corea. Tenía curiosidad por ella, pero era muy indiferente cuando se trataba de mí y eso me irritaba, quizás por eso la elegí a ella como burla —Murmuré, sintiéndome raro por pensar en eso después de... siempre.

Sara asintió con la cabeza, pensativa.

—¿En verdad fue porque te irritaba? —La miré.


¿Qué quería decir? Si no fue por eso, ¿entonces qué fue?















Palmer había venido a la escuela en el carro de su papá.

—¡Deja de gritar, joder! —Reclamó el piloto a su novia, quien llevaba parte del camino con la cabeza fuera de la ventana, gritando que era la reina del mundo —Si nos topamos con un policía y ve que aún no tengo la licencia completa, nos veremos envueltos en un problemón.

—Lo siento amor —Por fin cerró la ventana.

Rodeé los ojos y volví a mirar por la ventana. Ni siquiera sabía cómo es que había terminado aquí en vez de ir en el autobús. Me reprendía por dejar mi seguridad, de nuevo, en manos de estos chicos. Ah, ya recuerdo, todo fue por la culpa de Anderson, quien se encuentra sentada a mi costado.

—Todavía me miras así —Habló la pelinegra.

Bufé.

—De no ser por ti, estaría a salvo, en el autobús —Le recriminé.

—¡Había mucho ruido en la cafetería, no fue mi culpa no poder escuchar el número de nuestro bus! —Se quejó, de nuevo —¡También debiste estar al pendiente, en vez de estar durmiendo!

De acuerdo, puede que tenga razón, anoche no había podido dormir, pensé que Anderson podría despertarme una vez que llegara nuestro transporte, pero había mucho ruido en la cafetería, en algún momento, mencionaron el número de nuestro bus, Anderson no logró escuchar, los minutos pasaron y ella se acercó a preguntar a los maestros que se encuentran ahí, ellos le dijeron que nuestro bus ya se había ido. Cuando me despertó diciendo eso, quise ahorcarla, pero en el momento llegó su amiga y todos terminamos dentro del carro de su jodido novio.

Volví mi mirada a la ventana, dándome cuenta que no era el camino a mi casa.


—Aah, este no es el camino a mi casa... —Comenté en voz alta, volteando a ver a Troy, quien, al escucharme, sonrió en grande, eso me molestó.

—Ya sé, ¿qué te hacía pensar que te iría a dejar primero a ti? Que falta de caballerismo tienes —Me carcajeé al escucharlo.

—¿Por qué tendría que serlo?

—Eres un idiota... —Me dijo, negando con su cabeza.

Celestine miró por la ventana, con seriedad, Anderson a mi lado solo se mantuvo viendo por la ventana.

¿Qué? 

—¿Y si ponemos música? —Preguntó la rubia.

Y se comenzó a escuchar esa canción que alguna vez escuché en esa película de abejitas que vi cuando era más pequeño.

¿Cómo era que se llamaba?

Alguien contuvo el aire a mi lado, como cuando ves algo que te sorprende mucho.


—Here Comes The Sun —Chilló la chica que venía a mi lado, sonriéndole en grande a su mejor amiga, quien volteó a verla con picardía.

La observé con atención, tenía las mejillas levemente rosadas.

—The Beatles —Le guiñó un ojo su amiga, regresando su atención al frente.

Anderson se sentó mejor en su lugar, abriendo la ventana para poder sentir el aire frío en su rostro, Troy subió el volumen del estéreo. Regresé mi mirada a Anderson, el cabello le ondeaba debido al aire que ingresaba por la ventana, movía los labios, vocalizando con suavidad y en susurros, la canción que sonaba. Sonreí un poco y volví a mirar por mi ventana, tratando de sentirme de la misma manera que ellos.

Y, finalmente me di cuenta que no íbamos a ninguna de nuestras casas cuando Troy detuvo el carro justo frente a una iglesia, exactamente frente a un pequeño parque.


—¿Qué es esto? —Cuestioné, mirando como ellos desabrochaban sus cinturones y se preparaban para bajar del vehículo.

—¿También tengo que explicarte qué es un parque? —Palmer volteó a verme, con molestia reflejada en la cara —Deja de molestar y baja ese trasero de mi carro.

—Es de tu papá... —Susurré, desabrochando mi cinturón.

El aire fresco golpeó mi rostro cuando salí afuera, agradecía haber llevado mi suéter. Ellos ya iban a unos pasos adelante de mí, metí mis manos dentro de los bolsillos de mi suéter, bufando cuando me di cuenta que los tres se dirigían a los juegos, a los columpios.

Ni muerto me acercaría ahí.

Recosté mi espalda a la puerta del carro, cruzando mis brazos sobre mi pecho, mirándolos desde donde yo estaba, con cara de póker, quizás. Rodeé los ojos cuando el idiota de Troy se burló de mí al verme solo.

Estuve así por un par de minutos, ellos se carcajeaban y yo solo podía pensar en cómo eran capaces de hacer eso, no eran niños para estar columpiándose con tanta emoción, como pequeños de dos años. No debían...


—¡Jungkook! —Centré mi atención en el pequeño cuerpo que se sacudía a lo lejos, intentando llamar mi atención —¡Ven!

Negué con la cabeza, manteniendo mi ceño fruncido, como sí me estuvieran pidiendo hacer algo ilegal, para mí lo era.

—¡Vamos, acércate! —Suplicó, colocando juntas las palmas de sus manos, justo debajo de su mentón.

No, no podía hacer algo así, eran para niños pequeños, no podía acercarme a esas cosas, yo... a Eun no...

Mierda.

Ella ni siquiera está aquí.

Era cierto, no estaba aquí, ya no debía preocuparme por lo que diría o... lo que haría, pero no podía permitirme hacerlo, no podía...

Ella ya no tiene poder sobre ti, ya no tienes que reprimirte...


—¡Jungkoook! —Alargó, de manera exagerada, la estaba viendo, pero mi mente se estaba perdiendo en recuerdos. Ahogándose en ellos.

"¡Eres un jodido niñito! ¡yo necesito un hombre!".


Mi respiración se aceleró de la nada, recordando aquella primera vez en donde supe lo que era ser agredido, lo que era que te rompieran físicamente y mentalmente.

Algo que jamás olvidaría...





꧁༒☬𝓣𝓲𝓮𝓶𝓹𝓸 𝓪𝓽𝓻á𝓼☬༒꧂





Eun había salido desde hace una hora para hacer una llamada, no sé a quién, probablemente alguna de sus tantas amigas, yo había venido a verla después del trabajo, pero me había prohibido salir con ella, tuve que quedarme dentro de su traila, estaba aburrido y no había nada bueno en la TV, en secreto y con un poco de nervios, saqué mi celular y me puse a jugar videojuegos que había descargado y escondido entre mis aplicaciones. Tenía cierto gusto por los juegos de pistolas, era bueno en ellos, pero había dejado de jugarlos cuando empecé a salir con Eun.

A ella no le gustaban, en realidad, los detestaba y me había dicho que no quería que yo los jugara.


—Mierda... —Me quejé, viendo cómo me estaban matando, puede que hubiera podido ganar, pero será algo que nunca sabré porque sentí como mi celular salía volando lejos de mis manos, acabando en el suelo.

Volteé a ver mi celular, entre asombrado y asustado, sabía quién había sido, por eso mi cuerpo se puso frío y tenso al instante. Me había atrapado...

—Eun...

—¿Qué te había dicho sobre esas mierdas? —Exigió saber, viéndose ya rabiosa.

—Eun, yo solo es...

—¿¡Cuándo será el día en el que te comportes como un jodido hombre!? —Me gritó, completamente iracunda —¡Estoy harta!

Me sentí exasperado.

—¡Solo estaba jugando! —Alcé la voz.

—¡Y ese es el problema, estabas jugando como un maldito inmaduro! —Bramó, dándome un golpe seco en la cabeza, me dejó sorprendido —¡Tienes que madurar!

¿Qué haces, qué haces cuando la persona que amas, te golpea? ¿huir? Seguro que esa era la respuesta, pero siempre hay algo que te detiene, ¿miedo, dependencia? Quizás ambas.

Traté de cubrirme la cabeza con los brazos, ella dio unos golpes más y me tomó de un brazo para ponerme de pie, a pesar de que quedé varios centímetros arriba de ella, me sentí pequeño, como dentro de la tierra.

La miré, asustado y con unas inmensas ganas de llorar, cuando lo notó, comenzó a reír con fuerza.


—¿Vas a llorar, eh? ¿vas a llorar como un inmaduro? —Cuestionó, irónica. Dio leves golpecitos en mi mejilla y se acercó demasiado a mí, mirándome de esa forma tan helada, como si no hubiera nada dentro de ella —Tienes que entender que a nadie le interesa si lloras, comprende que de nada sirve llorar, tienes que ser un hombre o nadie, ninguna chica o mujer te tomará enserio. Yo no puedo tomarte enserio, no cuando eres un bueno para nada. Te pido unos simples dólares y no puedes dármelos, quieres que me quedé contigo, pero no cumples.

El aire comenzaba a faltarme.

—Sabes que me gustan los lujos y no me das nada de eso, dicen que parezco una niñera. No puedo follar contigo porque siempre huyes, huyes como el marica que eres —Escupía y escupía, y con cada palabra yo sentía que el aire se iba de mi cuerpo. Me miró de arriba a abajo —No eres nada, no sirves para nada. Solo sirves para presumir y después dejarlo, como lo que eres, nada.

—E-eun, detente... —Intenté dar un paso atrás.

Me tomó de las muñecas, con fuerza, provocando un quejido en mí, en ese momento me empujó hacia el sofá, dejándome sentado ahí.

—Quiero lo mejor para ti, Jungkook, quiero que seas fuerte. Te advertí que, si te veía jugar esas tonterías, te iba a ir muy mal... —Murmuró.

Y entonces, comenzó.

Era común escuchar que las mujeres sufren de violencia con sus parejas, pero casi nunca escuché que algún hombre sufriera de eso, podía ser extraño, ¿no? Porque el hombre es relativamente más grande, más fuerte, parecía raro pensar que se podía dejar agredir por alguien que es más pequeña, pensé que sería un poco raro, y no lo entendí hasta este momento, no comprendí cómo era en verdad hasta que estuve yo ahí.

Eun comenzó a patear mis piernas, lanzaba manotazos a mi cabeza y yo trataba, con todas mis fuerzas, protegerme con mis brazos, escuchándola reír y burlarse de mí, diciendo palabras hirientes. Yo suplicaba, entre sollozos, que se detuviera, pero eso provocaba más golpes.

Puede que pasaran cinco minutos, cinco largos y tortuosos minutos de esa forma, hasta que se detuvo, tomando mi mentón con fuerza y acercándome a su rostro sonriente y agotado por el esfuerzo de herirme.


—Si lloras, si dejas caer una sola lágrima, te juro que esta vez voy a cortarte hasta que dejes de llorar. Esto es solo una lección, Kook, te amo y lo hago porque quiero que seas fuerte... —Se acercó a besar mis labios de manera suave, cuando no correspondí, apretó con mayor fuerza mi mentón y mordió, con fuerza, mi labio inferior, haciéndome quejar, sintiendo como algo caliente escurría de mi labio, me soltó de manera brusca, alejándose de mí como si no hubiera hecho nada —Vuelve a casa, vendrán unos amigos y no quiero que te vean así, no quiero que te vean aquí.

No pude moverme, mi mente estaba ida, tenía la respiración agitada, sudaba y sentía temblores por todo el cuerpo, era como si estuviera helado. La vi irse a sentar a una de las sillas del comedor y concentrarse en su computadora, como si no estuviera ahí, sufriendo por dentro.

Como pude, me levanté, sintiendo dolor en las piernas y brazos. Tomé mi celular que aún estaba en el suelo y caminé, tembloroso, a la puerta de entrada.


—Ah, amor... —Me llamó cuando abrí la puerta, no pude ni mirarla a la cara —No vayas a quejarte con nadie de esto porque te juro que te dejo.

Y salí de la traila.

Camino a casa, lloré demasiado, jamás me habían golpeado de esa forma, ella jamás me había golpeado. Me sentía sumamente mal, dolido, herido y traicionado.

Me dije que había sido culpa mía, me dije que todo fue por haber jugado, por haber jugado esos malditos juegos.

Cuando estuve frente a casa, tomé mi celular cuarteado y busqué todas las aplicaciones escondidas y las borré todas, una por una hasta que no quedó nada.

Agradecí que mis papás no estuvieran en casa, así me daba tiempo a ocultar cualquier herida que tuviera encima, así tenía tiempo de tranquilizarme.





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—¡Oye...! —Salté en mi lugar cuando sentí que tomaban con suavidad mi brazo, la miré, asustado —¿Estas bien? Estas sudando.

Como un ridículo, miré a mi alrededor, cerciorándome que ya no estaba en esa traila, ni en ese momento, haciéndome ver que estaba a salvo.

—¿Jungkook? —Volvió a llamarme, devolví mi mirada a la suya —Oye, ¿Qué sucede?

—Nada... —Dije, fríamente.

Me contempló en silencio, intenté evitar su mirada.

—Ven, vamos a los columpios, verás como te relaja... —Tomó con suavidad mi mano, me jaló, pero no me moví —Anda, confía en mí —Respiré pausadamente y me dejé jalar por ella.

Me hizo sentarme en uno de los columpios y se colocó detrás de mí para poder empujarme y balancearme.

—¿Verdad que relaja? —Me preguntó, yo asentí con la cabeza, perdido en mis recuerdos.

Pero no podía dejar de pensar, de sentir.


¿Volvería para castigarme por ser un niño?

























Las disculpas no contienen magia, no borran ni desaparecen las acciones anteriores de las personas, pero puede cambiar un poco el rumbo que llevamos como personas, solo si en verdad son disculpas sinceras. Jeon Jungkook le hizo la vida muy complicada a Alyn por mas de dos años y nunca pidió disculpas... hasta ahora. ¿Se esperaban que lo hiciera, creen que en verdad lo siente, qué piensan de lo que dijo? 

¿Qué piensan de lo que habló con su psicóloga, lo que también él paso en su país natal? 

Y, de nuevo, otro recuerdo crudo de Eun y Jk durante su relación... estamos viendo mucho más de eso y estamos todos de acuerdo que no era un amor sano por ningún lado, mucho menos por parte de Ji Eun. 

¿Qué piensan de todo lo que pasó en ese momento, qué hubieran hecho ustedes? ¿Qué piensan del sentir de Jungkook en ese momento y después del recuerdo? 

Bueno, finalmente hemos llegado al final del maratón, estoy cerca de volver a clases, a quienes leen esta historia, los he malcriado bastante porque he subido capítulo tras capítulo, lamento informarles que eso tendrá consecuencias y no subiré capítulo un tiempito, eso digo ahora JAJAJAJAJA pero sí porque tengo mas lectores esperando de mi otra historia, a quienes leen Piwkenyeyu, mientras esperan, pueden ir a leer Inexorable, es también un fanfic de Jk, es distinta a esta, pero también tiene lo suyo, denle una oportunidad mientras esperan Piwkenyeyu.

Seguiré corrigiendo capítulos para tener material para subir durante mis clases, muchas gracias por acompañarme y leer. Por favor esperen para el siguiente capítulo. 

Maratón 07/07 


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